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El alineamiento teológico de Milei con Israel, fase superior de su nueva doctrina en política exterior

El alineamiento teológico de Milei con Israel, fase superior de su nueva doctrina en política exterior

El regreso anticipado de Javier Milei a la Argentina luego de su gira por los Estados Unidos se dio en un marco de tensión nunca antes experimentado por el gobierno de La Libertad Avanza. La situación crítica que atraviesa Medio Oriente, tras el ataque con misiles y drones de Irán a Israel, motivó la convocatoria urgente a un "comité de crisis" que fue encabezado por el Presidente este domingo por la noche, apenas se bajó del avión que lo trajo de vuelta al país. Una llamativa celeridad de la que el oficialismo careció en otras oportunidades y que expone el costado más ideológico de Milei: su alineamiento geopolítico se explica mejor a partir de lo moral antes que desde los compromisos concretos con las demás naciones de Occidente.

Un detalle de la postal que dejó la cumbre en Casa Rosada expuso el carácter improvisado del encuentro: el Presidente portaba su tradicional campera de cuero, una vestimenta que no acostumbra a usar en ámbitos formales. Había sido el vocero Manuel Adorni el encargado de informar que la voluntad de Milei era volver a la Argentina para ponerse “al frente de la situación” y “coordinar acciones” con el resto de los países occidentales. Pero la decisión de regresar anticipadamente habría sido tomada con anterioridad a que se desatara la ofensiva iraní contra Israel. Según pudo saber elDiarioAR, fue el extenso itinerario lo que llevó a la comitiva a desistir de viajar a Europa, donde Milei tenía previsto visitar Dinamarca para sellar la compra de los aviones de combate F-16. Incluso había trascendido que el Presidente copilotearía uno de ellos, algo para lo que ya se había realizado chequeos médicos.

Javier Milei convocó a un

Anoche, luego de la reunión del comité, la canciller Diana Mondino dispuso el cierre temporario de las principales embajadas argentinas en la región de Medio Oriente. A esa medida se le sumó este lunes el incremento en la seguridad en las fronteras. Tanto la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, como su par de Defensa, Luis Petri, trabajan en conjunto con el Ministerio del Interior “para tener alerta ante cualquier tipo episodio que nos pueda llamar la atención”, según informaron desde el Gobierno. Es que en el posicionamiento oficial no hay lugar para el impulso de algún tipo de solución pacífica al conflicto. Por el contrario, Milei redobló la apuesta y se comprometió ante el embajador israelí en la Argentina, Eyal Sela, a estar a disposición frente a cualquier recrudecimiento de la situación.

“No consideramos que el ponernos de frente a un problema que tiene el mundo nos haga un blanco o cambie la situación en un país que ya tuvo dos atentados”, sostuvo Adorni en su conferencia de prensa matutina, luego de que se le consultara por el potencial peligro para la seguridad del país que podría traer aparejado el acercamiento a Israel, que ya advirtió acerca de la posibilidad concreta de una respuesta militar a los ataques llevados adelante por Irán. El recuerdo de los ataques terroristas a la embajada de Israel y a la sede de la AMIA —perpetrados, según confirmó un falló reciente de la Cámara de Casación Penal, por la organización Hezbollah— no dejan de encender las alarmas en la opinión pública. 

El presidente Javier Milei recibió al Embajador del Estado de Israel en la Argentina, Eyal Sela, en la Casa Rosada.

El apoyo incondicional de Milei a Israel no es más que la expresión más extrema de la “nueva doctrina” en materia de política exterior que fuera anunciada por el Presidente hace pocas semanas, durante la visita al país de la generala estadounidense Laura Richardson. Un realineamiento en el plano internacional, con Estados Unidos e Israel como principales aliados, que es justificado por Milei desde el plano religioso. “Israel es un pueblo que ha logrado la conjunción entre lo espiritual y lo material. Y esa armonía entre lo espiritual y lo material genera progreso. Es muy importante entender el vínculo de la libertad con Israel”, sostuvo el libertario esta semana, durante una entrevista con el periodista norteamericano Ben Shapiro, en la que citó la Torá y calificó a Moisés como “el máximo héroe de la libertad de todos los tiempos”. 

Los gestos de carácter teológico de Milei hacia el Estado de Israel son constantes y vienen de larga data. Sin ir más lejos, durante la campaña electoral, el por entonces candidato de La Libertad Avanza prometió en varias oportunidades mudar la embajada argentina de Tel Aviv a Jerusalén, un guiño que por el momento quedó en stand by, pero que emularía la polémica decisión que tomó en 2017 el por entonces presidente republicano Donald Trump. “El uno [por Dios] le hizo romper las primeras tablas de la ley a Moisés y la primera palabra que pronunció fue Jerusalén. Esa fue la capital que eligió el Rey David”, llegó a argumentar Milei en una entrevista.

Javier Milei, conmovido en el Muro de los Lamentos, el 6 de febrero de 2024

También, durante su carrera hacia la Casa Rosada, Milei sostuvo en varias oportunidades que su primer viaje como presidente iba a ser a ese país de Medio Oriente. Un deseo que cumplió finalmente en febrero, cuando se lo pudo ver profundamente conmovido frente al Muro de los Lamentos junto a su rabino y “maestro espiritual” Axel Wahnish, hoy representante diplomático del país ante Israel. A lo largo de su estadía, también recibió la bendición del rabino Osher Vai y visitó el kibutz Nir Oz, al sur del país, una de las poblaciones que sufrió el ataque de Hamas de octubre pasado.

A la gira internacional que terminó abruptamente este domingo tampoco le faltó el condimento espiritual. Sin ir más lejos, el motivo original fue el reconocimiento como “Embajadores Internacionales de la Luz” que se le otorgara tanto a él como a su hermana Karina desde la congregación judía ortodoxa Jabad Lubavitch, cuya sede en Nueva York el Presidente visitó en más de una oportunidad. Ambos fueron congraciados, según rezaba la invitación, por “la inquebrantable dedicación a difundir la libertad, la esperanza y la positividad frente a la oscuridad”. Conceptos que, de acuerdo a los postulados del propio Milei, podrían considerarse hoy como la base de la política exterior de la Argentina.

PL/JJD

El 51,8% de los argentinos es pobre, según un estudio de la Universidad Di Tella

El 51,8% de los argentinos es pobre, según un estudio de la Universidad Di Tella

Un relevamiento realizado por la Universidad Torcuato Di Tella muestra que Argentina sumó 3,2 millones de personas que cayeron en la pobreza durante el primer trimestre del 2024, lo que significa que alrededor de un millón de personas ingresaron en la línea de pobreza por cada mes de gobierno de Javier Milei. 

La pobreza alcanza al 48,3% de la población urbana según los cálculos de la Universidad Di Tella y hay 22,6 millones de argentinos viviendo bajo la línea de pobreza. 

El estudio de la Universidad Torcuato Di Tella mostró que la tasa de pobreza fue del 48,3% para el semestre octubre-marzo. “La incidencia proyectada es un promedio ponderado de una tasa de pobreza estimada en 44.9% para el cuarto trimestre de 2023 y 51,8% para el primer trimestre de 2024″, indica el informe. 

En el estudio se estima la incidencia de la pobreza medida en términos del porcentaje de personas que viven en hogares pobres, en forma semestral. El mismo se actualiza todos los meses en base a la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec junto a las variaciones de la Canasta Básica Total del organismo, la inflación y a la proyección de los deciles de ingreso total familiar. 

La medición de la Di Tella sugiere que alrededor del 48% de las personas en el país viven en hogares urbanos pobres, es decir 14,2 millones de argentinos sobre un total de 29,3 millones. 

MM con información de la agencia NA.

Para Mondino y Vieira, la agenda Argentina-Brasil avanza pese las diferencias ideológias de sus presidentes

Para Mondino y Vieira, la agenda Argentina-Brasil avanza pese las diferencias ideológias de sus presidentes

La canciller Diana Mondino visitó este lunes al canciller de Brasil, Mauro Vieira, con quien pasó revista a la extensa agenda bilateral, que según ambos avanza pese a las fuertes diferencias ideológicas de los líderes de ambos gobiernos: Javier Milei y Lula Da Silva.

Vieira y Mondino explicaron a los periodistas que, durante la que ha sido la primera visita oficial de la ministra argentina a Brasil, fue analizada toda la agenda bilateral en marcha, aunque con cierto énfasis en las áreas de energía e integración física.

En el apartado energético, Mondino precisó que fue tratada la posible participación de Brasil en la construcción de una segunda fase del gasoducto de Vaca Muerta, yacimiento rico en hidrocarburos situado en el sur de Argentina.

El proyecto, que se discute desde hace más de un año, contempla la posibilidad de financiación brasileña para esa segunda fase, que llevaría el gas hasta el sur de Brasil, que tiene interés en ampliar la oferta interna.

“Los usuarios están en Brasil, la producción está en Argentina”, por lo que “hay un alineamiento de intereses”, señaló Mondino, quien aclaró que se trata de “un tema de gran complejidad” que “se discute y avanza en múltiples frentes”.

Vieira agregó que fueron analizadas también mejorías en toda la infraestructura física fronteriza, lo cual incluye obras viales en puentes, carreteras e hidrovías.

Los ministros no precisaron montos ni plazos, pero Mondino sí aclaró que, “al menos del lado argentino”, todas las inversiones necesarias “serán privadas”.

Tanto Mondino como Vieira subrayaron una y otra vez el carácter “de Estado” de las relaciones entre Argentina y Brasil, frente a las notorias y profundas diferencias ideológicas que mantienen el libertario Javier Milei y el progresista Luiz Inácio Lula da Silva.

Aun así, la ministra argentina no descartó que una reunión entre ambos mandatarios pueda llegar a ocurrir en algún momento.

Según Mondino, la posibilidad de un encuentro presidencial “está siempre presente” y “se espera que en algún momento pueda ocurrir”.

Tras su reunión con Vieira y un almuerzo al que se sumó el vicepresidente brasileño, Geraldo Alckmin, Mondino tenía previsto viajar a la ciudad de San Pablo, donde este martes tendrá un encuentro con empresarios.

JJD, con información de Efe

Medicina prepaga: un negocio poco claro en manos de pocos

Medicina prepaga: un negocio poco claro en manos de pocos

El ministro de Economía, Luis Caputo, soltó que las prepagas le declararon “la guerra a la clase media”. Fue la semana pasada, luego de los aumentos que realizaron desde que asumió el Gobierno de Javier Milei. También aseguró que “de alguna manera hay que hacerlas competir”, pese a que ya desregularon el sector con el mega decreto de necesidad y urgencia (DNU). Además el vocero presidencial Manuel Adorni añadió que no permitirán que se cartelicen, como la Coalición Cívica (CC) denunció que lo hicieron.

Pero esa “competencia” que propone el ministro Caputo plantea varios problemas. Por un lado, las personas mayores o con enfermedades graves no pueden cambiar de empresa de medicina privada. Por el otro, el asesor en las sombras de la Casa Rosada para las desregulaciones, Federico Sturzenegger, fue quien justificó los aumentos del 105% en el primer trimestre, el doble que la inflación, porque en el anterior gobierno “los precios se pisaron de manera no sostenible”.

No está clara la posición oficial: primero favoreció el negocio de las prepagas, desregulándolas, quitándoles los precios máximos y permitiendo que reemplacen a las obras sociales, pero después, ante las quejas de los pacientes —muchos de ellos, sus propios votantes— se alzó la voz contra las subas. Los que aparecen poco en este asunto son los rostros de las compañías, más allá de la de Claudio Belocopitt, dueño de Swiss Medical y presidente de la cámara empresaria que las agrupa, la Unión Argentina de la Salud (UAS).

Unos 6,7 millones de argentinos tienen cobertura de prepagas, es decir, el 15% de la población total. Por cierto, el 15% con más poder de compra, salvo algunas excepciones de trabajadores sindicalizados de altos ingresos que cuentan con su propia obra social, como petroleros o bancarios. El 40% de los 6,7 millones de afiliados a las prepagas son clientes directos y el 60% deriva sus aportes de la obra social o recibe planes corporativos, es decir, su empleador se lo abona.

Entre 10 empresas controlan el 83,4% del mercado, según la denuncia de cartelización que presentaron este año dirigentes de la CC, el diputado Maximiliano Ferraro, los legisladores porteños Hernán Reyes y Facundo Del Gaiso y el exdiputado por Catamarca y neurocirujano Rubén Manzi. Estas son las principales firmas, según este informe:

  • OSDE, Organización de Servicios Directos Empresarios, controla el 31,3% del segmento. Es una asociación civil y la preside Martín Pochat, dueño de concesionarias de autos como Car One, Bleu, Gaulois, Burg, Stampa y Wagen y de Consultores en Desarrollos Tecnológicos (CDT), que también presta servicios a OSDE. La asociación fue uno de los principales aportantes a la Fundación Pensar en 2015, cuando esta entidad impulsaba la campaña presidencial de Mauricio Macri. Su director general, Luis Fontana, ha advertido que con “una eventual caída del DNU se interrumpiría el lento y progresivo trabajo de recuperar honorarios médicos, los valores sanatoriales y el servicios para socios, camino emprendido tras la publicación del decreto”. Quien era director de procesos y sistemas de OSDE, Gabriel Oriolo, asumió como superintendente de Servicios de Salud del gobierno de Javier Milei.
Martín Pochat, presidente de OSDE.
  • Swiss Medical es la empresa de Belocopitt que tiene el 14,8% del negocio. En 2020, este contador devenido empresario apareció en el puesto 27° del ranking de millonarios argentinos elaborado por la revista Forbes, con una fortuna de US$440 millones. Comenzó su negocio en 1989 comprando la Clínica Suizo Argentina y restaurándola como un hotel cinco estrellas, y después adquirió prepagas y otros sanatorios como Los Arcos para conformar su grupo. Además ingresó en el negocio de los seguros con SMG y en el de los medios de comunicación, al quedarse con el 40% del Grupo América, donde es socio de José Luis Manzano y Daniel Vila.
Julio Fraomeni
  • Galeno dispone del 8,3%. Pertenece al médico cirujano Julio Fraomeni. En su blog cuenta que “trabaja 14 horas por día” desde los 16 años. “La idea de gastar un millón de dólares en una casa de veraneo es una quimera irrealizable. Eso no está a tono con mi personalidad, porque prefiero invertir en mis empresas, capitalizo mucho en ellas y manejo todas las operaciones con bolsillo de almacenero”, cuenta. En 1985 fundó Galeno, después compró los sanatorios La Trinidad y Mitre, más tarde creó una aseguradora y se quedó con Efectivo Sí. En el ranking de Forbes de 2020 apareció en la posición 13°, con US$710 millones.
  • Sancor Salud es una asociación mutual que domina el 7,8% del mercado. Nació con la cooperativa láctea Sancor, en Sunchales, provincia de Santa Fe, pero después se independizó. La preside Claudio Nari, un administrador agropecuario de un pueblo de Santa Fe llamado San Guillermo. Lo secundan otros empresarios de la zona: Juan Carlos Illa, Alberto Rossetti, Adolfo Ferrero, Marcelo Novara y Miguel Altuna.
  • Medifé tiene el 4,7% del sector. Pertenece a la asociación civil Acción Social de Empresarios (ASE), cuyo presidente es Jorge Piva, también director del sanatorio Finochietto e hijo de un histórico empresario pyme del transporte cercano a Juan Domingo Perón y Raúl Alfonsín. Piva es secundado en la ASE por Héctor Seoane, Pascual Giammarco, Juan Carlos Arias y José Mendes Teixeira.
  • Mutual Jerárquicos cuenta con el 3,1% del negocio. A la cabeza está Juan José Sagardía, que se hizo famoso en 1994 porque era el tesorero de la sucursal Santa Fe del Banco Nación en la que el subtesorero, Mario Fendrich, le dejó un día una nota escrita diciendo: “Gallego, falta plata, me llevé 3 millones (de pesos que eran convertibles a dólares)”. Sagardía perdió el trabajo y se enfocó en la Mutual Jerárquicos, que dirige a sus 80 años. Fue candidato a senador en 2021 por una lista llamada Primero Santa Fe y en artículos publicados en el diario El Litoral se muestra crítico de la política y entre apoyos y reproches a Milei. En la mutual lo secundan su hijo Diego, Carina Nicola y Enrique Fanjeau.
  • Medicus no figura en el informe del partido fundado por Elisa Carrió, pero en el sector calculan que tiene el 3% del segmento. El 50% pertenece a Swiss Medical, pero la otra mitad aún queda en manos de la familia De All, dueños también del sanatorio Otamendi. José De All, médico graduado en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y con un master en la Escuela de Management Kellog en la Northwestern University, de Estados Unidos, preside Medicus. Las otras familias fundadoras, los Aufiero y los Pavlovsky, vendieron su parte en la prepaga a Belocopitt.

Aunque su peso es menor, en los últimos días fue noticia en el mercado que la prepaga Hominis anunció que suspenderá el aumento del 13% anunciado el 27 de marzo a sus afiliados para aplicar desde mayo. La decisión va en sintonía con el reclamo informal del Gobierno de frenar tantas alzas. No es casualidad que Hominis le haga caso. Pertenece a la Fundación Sanatorio Güemes, que preside el médico Mario Lugones, asesor en las sombras de la política sanitaria de Milei y padre de Rodrigo, el socio de Santiago Caputo en la consultoría de imagen que le hacen al presidente. En el Güemes también están involucrados el radical Enrique “Coti” Nosiglia, el gremialista Luis Barrionuevo y el expresidente de Independiente Julio Comparada.

La CC acusó a principios de año a las prepagas de “cartelización” ante la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (CNDC) y las empresas ya hicieron su descargo. A Milei no lo inquietan mucho los monopolios y oligopolios en su discurso fanático del mercado. Pero a los seguidores de Carrió, sí y por eso invocaron en su denuncia.

“El cartel es la coordinación de posturas de mercados entre empresas que compiten en forma horizontal, esto significa que son empresas que están prestando el mismo servicio a la sociedad y se supone que deberían estar compitiendo por ofrecer mejores precios o mejores servicios para disputarle el mercado a los otros. Pedimos que se analice el marco normativo y regulatorio para entender cuáles son los impedimentos legales que evitan que los pacientes no puedan entrar y salir libremente de las empresas de salud. Esto para proponer un marco regulatorio adecuado que sirva como sustento para un mercado competitivo. Asimismo, se pueden analizar los componentes que forman el valor o los costos del servicio de medicina prepaga. En el caso de los medicamentos, sería necesario que la CNDC opte por abrir al máximo el análisis de este mercado porque se ha dicho que estos inflaron los precios y se les trasladó ese costo a las prepagas”, dice la denuncia del partido de Carrió.

Esto último apunta a los laboratorios. Entre los más grandes del mercado argentino figuran Gador, Bayer, Bagó, Roche, Elea Phoenix, Novartis, Pfizer, Takeda, Richmond, Baliarda, Boehringer Ingelheim, Merck, AstraZeneca, Ivax, Sidus y Bristol-Myers Squibb, entre otros. Sin embargo, ninguno aparece mencionado en la denuncia de la CC.

AR/JJD

Mi propio Yannick

Mi propio Yannick

“Soy empleado de seguridad, hice horas extras para estar hoy acá, cambié mi turno con un compañero, viajé 45 minutos en tren para llegar, más otros 15 de caminata. Vine para distraerme y estoy más angustiado que cuando llegué”

Esas son las palabras del protagonista de la película Yannick, que justamente se llama como el título de la película y trata sobre un espectador que asiste a una obra de teatro y, transcurrida una cuarta parte de la función, se para en medio de la sala y desde su butaca dice lo que alguna vez uno sintió o pensó (claro que sí), al presenciar un espectáculo que no le gusta. Un reclamo justo por el entretenimiento prometido al pagar la entrada, pero que nunca nos atrevimos a expresar en nuestro sano juicio. En la película comienzan las especulaciones entre los actores para escapar de esa situación, discusiones entre los escasos espectadores presentes en la sala y el intento de Yannick de reescribir la obra a su antojo. Los roles se invierten y la frontera entre ficción y realidad se distorsiona.

¿Acaso está mal que una persona que con esfuerzo compró una entrada de teatro y viajó más de una hora para llegar, se queje porque no le gusta lo que ve? ¿Está mal rebelarse ante la sensación de estafa? ¿Qué buscamos cuando vamos al teatro, vemos una película o leemos un libro? ¿El arte tiene la obligación de rescatarnos, momentáneamente de nuestra angustia existencial? ¿Cuáles son los derechos y deberes que tenemos como creadores y como espectadores? 

Hace unos años protagonicé por primera vez una novela en televisión a la que le fue mal en materia de rating. Lo que se dice, un fracaso. El tema es que estuve deprimido. Lo único que hacía era leer (me acuerdo que una de esas lecturas fue El Extranjero de Camus) y mirar el movimiento de la calle a través de la ventana de mi casa. En ese raid se me ocurrió hacer una obra de teatro, actuarla y producirla en uno de esos teatro del circuito off para demostrarme (para demostrarle al mundo en realidad) de que era un buen actor. 

Leí la bibliografía entera de Harold Pinter y me detuve, ahora que lo pienso con justa razón, en la obra El Montaplatos. Para quien no sepa de qué se trata, seré breve: dos asesinos a sueldo encerrados en una habitación esperan instrucciones para cometer su próximo trabajo, su próximo crimen. Nadie se comunica con ellos y sólo lo hacen a través de ese montaplatos en el que, a medida que pasa el tiempo, los mensajes que llegan de arriba (del que nada se sabe, pero se presume que está la gente que toma decisiones), son más encriptados, disparatados e inentendibles. Durante los primeros cinco o diez minutos de la obra, no hay texto. Sólo son acciones físicas de los personajes. El más joven es ansioso. Se levanta de la cama, limpia su arma, hace ruidos molestos para llamar la atención de su compañero más viejo, que lo único que hace es leer el diario sentado en su cama.

En una de las primera funciones, apenas transcurridos unos minutos de la obra, mi personaje hacía esa coreografía de acciones ensayadas y en un momento se escuchó entre el público (una sala de no más de 60 butacas) la voz de un hombre que dijo “No, pero esto no es así…” 

El comentario fue claro y conciso. La primera reacción, como nos enseñan en toda escuela de teatro, es que el show debe continuar, así que hice de cuenta que nadie había dicho nada (como todos en la sala) y seguí con el circuito de acciones intentando construir complicidad con el público, pero sobre todo, intentando arrancar carcajadas en la platea. Pero esta voz masculina, lejos de amedrentarse, volvió a imponerse, esta vez dirigida no a mi personaje sino a mí persona. Pronunció mi nombre y dijo: “Yo te ví hacer algunos trabajos, no lo haces mal, pero Pinter no es esto, no se hace así”. ¿Qué buscaba?¿llamar la atención?¿dar una clase sobre Pinter? ¿molestar?

Mi compañero y yo seguíamos dentro de nuestros personajes, dentro de la escena que ya no transcurría en silencio, y empezó a darse vuelta la acción porque lo interesante, lo atractivo, empezó a pasar en la platea. Otra voz, esta vez femenina salió al cruce y empezó a discutir con el hombre. “Bueno, andate si no te gusta”. Y la respuesta: “¿Por qué? No me quiero ir, sólo estoy diciendo que no es así la obra.” Y una nueva voz: “Pero hay gente que sí la quiere ver y estás molestando”. A todo esto, nosotros seguíamos “en escena” (uso comillas porque la escena ya no era sobre el escenario), siendo testigos de esta pequeña obra de teatro dentro de nuestra obra. Me acuerdo que en ese momento yo pensaba: “¿Por qué está pasando esto?, ¿Por qué me pasa a mí?”  

En un momento me paré en medio del escenario, me hice visera con las manos (tenía los tachos de luz encandilándome) y le pregunté al hombre cómo se llamaba. La cuarta pared se rompió por completo. El chico, al que llamaré “mi Yannick” tenía poco más de treinta años, estaba vestido con jean, buzo y campera con capucha y estaba sentado en la zona media de las butacas, con la piernas bien abiertas ocupando el mayor espacio posible. Su actitud era relajada, desafiante y aplomada como la de un director seguro que sabe lo que quiere. Le pregunté quién era y mi Yannick me dijo que eso no era importante, lo importante era que nosotros estábamos haciendo las cosas mal y que él necesitaba decirlo por respeto al público y porque creía que lo mejor era volver a empezar la función. 

Le dije que lo entendía (mentira) y le pregunté si había pagada la entrada, mi Yannick me dijo que sí, entonces lo invité amablemente a que se retirara. Él dijo que no se quería ir, pero que si alguien lo sacaba, no tenía ningún problema. Entonces salí del escenario, me metí en la platea, lo agarré de la campera y me lo llevé mientras mi compañero seguía en el escenario, en la cama, leyendo el diario y el público mudo miraba atento lo que pasaba. De hecho más tarde un amigo me dijo: “Yo no sabía qué hacer, me quedé helado. Si la obra era así, estaba buenísima”.

Volviendo a la película, una de las cosas que más gracia me causó fue que uno de los actores, el protagonista, no soporta perder el protagonismo y hace cosas para recuperar el lugar perdido y justamente eso lo convierte en un ser patético y ridículo, hasta que en un momento es el mismo Yannick el que pide un aplauso para este actor y por primera vez vemos verdad en él: lo único que buscaba era eso, el reconocimiento. 

La película indaga en los egos y vanidades no sólo de los artistas que supuestamente se distancian del público, sino que funciona como un chiste agridulce sobre los consumos culturales. Y vuelvo a Yannick. Ese chico que finalmente termina escribiendo su obra de teatro para que actúen los actores y termina arriba del escenario dirigiendo su propia puesta. Y me quedo con su cara, su rostro obnubilado de boca entre abierta, fascinado ante la escena que transcurre frente a sus ojos ilusionados y brillosos, me quedo con el placer que siente al escuchar en boca de esos actores, sus propias palabras, riéndose, gozando del aplauso del público del que ahora forma parte porque en el fondo él, los actores de su escena, el público, mi propio Yannick y yo, todos, todos queremos lo mismo, que nos quieran un poco. Porque quizás haya más amor por el arte en aquel que lo cuestiona que en aquel que se ríe de las gracias.

GH/DTC