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Mauricio Macri vuelve al PRO en una conducción conversada hasta con Milei

Mauricio Macri vuelve al PRO en una conducción conversada hasta con Milei

“Mauricio va a volver a centralizar. El PRO va a volver a ser verticalista como era al comienzo”. El panorama que trazó un operador amarillo ayer cuando caída la tarde revela el sentido que tendrá la noticia que se confirmará este martes: Mauricio Macri vuelve a la conducción formal de su partido para tener con qué negociar mejor frente a un Javier Milei que le aspiró el capital electoral en las últimas elecciones y que está dispuesto a revalidar el año que viene. 

En los hechos Macri no asume hoy nuevamente la presidencia del PRO sino que se confirma que quedará como único candidato –vence el plazo formal para la presentación de listas– para las elecciones internas que tienen fecha para el 2 de junio. 

Macri vuelve a la cabeza de su fuerza política luego del corrimiento de Horacio Rodríguez Larreta tras su dura derrota en las PASO y a la decisión de Patricia Bullrich de sumarse al gabinete libertario como ministra de Seguridad. Sin rivales que le hagan sombra, el ascenso del exmandatario igualmente tiene una trama de negociaciones y disputas internas.

En ese sentido cobra interés quiénes terminarán acompañando a Macri en la lista de unidad amarilla como vicepresidentes o en el órgano de la Asamblea Nacional. También delatan cómo la escudería amarilla está transitando su crisis de identidad ante el fenómeno libertario. Si finalmente hay una fusión política LLA-PRO –que ya la hay en los hechos–, la estructura partidaria del macrismo puede ser una importante prenda de negociación con el oficialismo, que ganó las elecciones nacionales sin una base de sustentación territorial. 

Milei no tiene ni gobernadores ni intendentes que se le respondan y su alianza electoral se compuso de un sinfín de sellos partidarios. Sí existe un canal de diálogo permanente Macri-Milei, que en las últimas semanas se corporizó en Olivos, confirmó este medio. Trascendió que en ese cónclave a principio de marzo tuvo más protagonismo Karina Milei, publicó este domingo el diario La Nación. 

El exmandatario se presentó ante el entorno del jefe de Estado como parte de una hoja de ruta propia en la que aspira a tener protagonismo político. No es lo mismo para Macri salir a hablar del Gobierno y sus medidas solo como expresidente sino también como jefe –en los papeles– del principal aliado del oficialismo. En el Congreso los amarillos ya se mueven en tándem con los violetas. Las dos votaciones importantes que hubo –ley ómnibus en Diputados y DNU en el Senado– no sólo votaron como oficialistas sino que se defendieron a Milei con más virulencia que los propios legisladores de LLA. 

“Vamos a votar todo con ellos”, anticipó a este medio un diputado que el viernes fue a la Casa Rosada en el marco de las conversaciones que ensaya Milei para que no vuelva a fracasar su ley Bases y abroquelar a los aliados para obturar cualquier intento de que la Cámara baja rechace el megadecreto desregulador de la economía. Al menos en esta primera etapa, el apoyo es incondicional. 

Macri no tiene figuras de primera línea en el Gobierno que le respondan a él. Tanto Bullrich como Luis Caputo o Federico Sturzenegger, tres exfuncionarios de su gestión, son “líberos” en la estructura mileísta. Tampoco en LLA hay un enamoramiento con el expresidente por temor a un efecto “abrazo de oso” hacia Milei. Las conversaciones y discusiones entre ambos bandos tienen a las legislativas 2025 como mar de fondo.

Macri estaría secundado en el PRO por la intendenta de Vicente López, Soledad Martínez, quien fue ungida en ese cargo por Jorge Macri cuando saltó a la ciudad de Buenos Aires. Su nombre echaría por tierra el ascenso de algún referente territorial de las provincias, en medio de un fuerte reclamo de sus bases para que el partido solo se conduzca desde Buenos Aires. “Aún no está cerrado pero viene bien”, dijo un operador macrista que está detrás de la rosca partidaria. 

El partido está intervenido en cuatro jurisdicciones y hay curiosidades que demuestran la crisis que atraviesa a nivel político: por ejemplo el titular del partido en Córdoba, el diputado Oscar Agost Carreño, no forma parte del bloque de Cristian Ritondo, sino que es una de las espadas de Hacemos Coalición Federal, que comanda Miguel Pichetto y que ayer se reunieron con Nicolás Posse y Guillermo Francos en Balcarce 50. Atado a eso está que en el Senado el titular del bloque amarillo es el cordobés Luis Juez, que no es orgánico del PRO sino que tiene su propio sello local.

Detrás de la macrista Martínez aparecería el primer guiño de Macri a Bullrich: como vice segundo suena el diputado Damián Arabia, dirigente del círculo íntimo de la ministra de Seguridad. A su vez para la funcionaria nacional –que hasta las elecciones fue la titular del partido– quedaría la conducción de la Asamblea Nacional, órgano que abraza a las representaciones provinciales. Será el exmandatario el que defina cómo le paga a la ministra porque la relación entre ellos se tensó desde el final de la campaña.

“Mauricio habló con Patricia y se arreglaron para que ella quede dentro del partido. Nuestro problema está en que ella ahora forma parte del gobierno”, planteó una fuente muy al tanto de las conversaciones internas. Un reparo interno que circulaba es que no le convenía al partido, que supo ser poder hasta hace cuatro años, enfocarse en discusiones palaciegas en medio de la crisis socioeconómica. “Nosotros perdimos el año pasado, quedamos terceros. A la gente no le importamos”, agregó el vocero.

Si se concreta la lista Macri-Martínez es posible que hoy haya una foto entre ambos. Anoche se planteaba si convenía que el escenario sea en Capital Federal o en alguna provincia. “No está bueno que está todo concentrado en el AMBA”, planteó un operador amarillo. 

Un detalle de color en la trama política con Milei es el marco de operación donde se mueve Martínez: Vicente López es el partido donde está la Quinta de Olivos. Aún la intendenta no tuvo contacto formal con el Presidente o su entorno. Sí hay relación directa con Casa Militar para organizar eventuales operativos de seguridad y tránsito en las inmediaciones de la residencia oficial, donde Milei pasa la mayor parte del tiempo.

MC/JJD

Álvaro González: “La política no paga el ajuste porque le hayas sacado el auto y el teléfono; lo paga la gente”

Álvaro González: “La política no paga el ajuste porque le hayas sacado el auto y el teléfono; lo paga la gente”

Álvaro González trabajó por el proyecto presidencialista de Horacio Rodríguez Larreta. Perdió. Por eso, en las elecciones de octubre último no figuraba entre los primeros lugares en la lista de candidatos a diputado nacional por la Ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, logró ingresar a la Cámara gracias a que el bailarín Maximiano Guerra, que había apoyado a Patricia Bullrich, decidió no asumir en su banca. Desde el 10 de diciembre, el diputado del PRO asumió una conducta proverbial de la polítca argentina: el que pierde acompaña. Es un orgánico, vota siguiendo el mandato del bloque, que preside Cristian Ritondo. Pero a diferencia de sus colegas macristas no se priva de formular críticas al gobierno de Javier Milei.

En una entrevista con Gambito de Datos, el programa de los periodistas Hernán Cappiello, Juanjo Domínguez y Ariel Cohen de Radio Con Vos, González cuestionó al Presidente y sus funcionarios por la poca vocación política para negociar y señaló que La Libertad Avanza es la responsable de hacer funcionar al Congreso, no el PRO ni el resto de la oposición. Además, reflexionó sobre la inconveniencia de los dogmas a la hora de negociar en política y sobre la distancia entre lo discursivo y la realidad.

—¿Cómo sigue la suerte del DNU en Diputados, después del rechazo en el Senado?

—Desde hacía tres o cuatro semanas se venía hablando de que eso iba a pasar en el Senado. Me parece que ahí hubo, por parte del Gobierno, falta de reacción, si hubieran querido que el resultado fuera distinto. En el caso de Diputados, la composición es diferente. Hay más fragmentación. Y aquellos que acompañamos al Gobierno tampoco somos todos lo mismo. Está el bloque del PRO, donde hay una mayoría que acompaña, y así lo hicimos en la ley Bases. Tenemos una representación en la comisión de DNU, que está apoyándolo. También está Hacemos Coalición Federal (el bloque que preside Miguel Pichetto); está Innovación Federal (el espacio que se responde a los gobiernos de Salta, Misiones y Río Negro) y está el radicalismo, con sus diferentes versiones. Hay una diversidad en Diputados que hace que sea más difícil lograr la homogeneidad en contra.

—¿Está aprendiendo a consensuar el Gobierno o sigue en la posición más irreductible?

—Gobernar significa asumir que no son todas mieles y que a veces te toca, aunque pienses distinto, conversar con aquellos que no piensan como vos. La verdad es que no sé si el Gobierno está aprendiendo a consensuar.

—Bueno, ustedes conversan en la cámara.

—Sí, sí, conversamos pero este el bloque del oficialismo tiene 37 diputados, por lo cual la inmensa mayoría está del otro lado, y es un bloque que necesita permanentemente validar lo que conversa con el Poder Ejecutivo.

—¿Funciona eso o no?

—Hasta ahora, si vamos a los resultados, como dijo el Presidente, que es un bilardista, te diría que no. Porque la ley Bases no salió. Y había avances que, por falta de expertise o a lo mejor por enojos inoportunos, o por lo que fuere, se frustraron. Ahora se va a partir desde otro lugar.

—¿Es posible que el DNU quede así y no se trate?

—Es posible que no se llame rápidamente a tratar la aprobación o el rechazo del DNU. Después de la modificación de la ley que hizo Cristina [Fernández de Kirchner] en 2006, vos requerís el rechazo de las dos cámaras para que pierda vigencia. Hasta ahora cuenta con el rechazo de una cámara. Y esta composición de la Cámara de Diputados me parece que bastante más diversa que lo que es la composición del Senado. Es más fácil para el Gobierno, si decidiera que quiere que el DNU siga vigente, poder lograr acuerdos en Diputados que en el Senado.

—¿El PRO debe cogobernar con La Libertad Avanza?

—Hace un rato estaba mirando el reportaje que le dio el Presidente a [Luis] Majul, y su primera definición fue: yo soy anarco-capitalista. Bueno, si vos sos anarquista, es difícil establecer relaciones con las instituciones, porque pareciera que aquellos que estamos en las instituciones y no pensamos como vos somos personas que no merecemos un trato, de mínima, respetuoso. A partir de ahí podemos caer en si las formas son tan importantes como el fondo. Nosotros hasta ahora acompañamos más por las cuestiones de fondo que por las cuestiones de forma. Hasta ahora. A lo mejor cambia, no lo sé.

—¿Pesan las formas?

—Mucho. Claro que pesan las formas, ¿cómo no van a pesar las formas? Yo te tengo que pedir un favor a vos, te insulto de arriba abajo y después te digo: “Che, ¿me haces un favor?”. ¿Vos qué me responderías?

—Y... te mando a... a buscar apoyo a otro lado.

—Y bueno.

—¿Cuándo tratan la nueva ley ómnibus?

—En principio, te digo, debieran empezar por conformar las comisiones, que aparentemente esta semana se pondrían en marcha. Si vos querés sacar una ley, lo mínimo que tenés que tener es las comisiones funcionando. Porque después el Congreso es el que no labura, y resulta ser que los que manejan el Congreso son ellos y no constituyen las comisiones, ¿viste?

—¿Ese es un compromiso de Martín Menem?

—Sí, él se comprometió a que esta semana estarían convocando a varias comisiones. Son 10 o 12. Para caminar mil kilómetros tenés que dar el primer paso, ¿no? O sea, no vas a poder tratar nada si no constituís las comisiones. Estuvieron algunos compañeros del bloque PRO en la Casa Rosada. Escuché que [en el Gobierno] empezaron a darle a la actividad política.

—Por fin los llamaron.

—Habrá que ver si se avanza o si sólo son estos vacíos que no tienen otra intención que decir: ¿viste? Cumplimos, te llamamos. La conversación en el Parlamento no es sentarse a discutir en función de dogmas. Porque si no, no discutís nada. Vos tenés que sentarte a discutir y tener la capacidad y la apertura para escuchar al otro, y a aquellas cosas que no son de tu autoría pero que tienen alguna visión enriquecedora de lo que vos estás planteando, no hay que tener miedo de aceptarlas. Lo importante para mí, en esta instancia, es que el Congreso empiece a funcionar, que en este Congreso se empiecen a sancionar las leyes que el Gobierno necesita, y que esas leyes sean el producto del trabajo, del esfuerzo y de la inteligencia puesta por todos aquellos que podemos acompañar, en algunos casos, y que aquellos que no vayan a acompañar puedan expresarse y hacerlo saber.

—José Luis Espert llamó a no pagar impuestos en la provincia de Buenos Aires. El presidente apoyó esa idea. ¿Qué opina usted?

—Yo no estoy de acuerdo. La rebelión fiscal que se puede dar, naturalmente, si la gente decide no pagar impuestos o porque no puede pagarlos. Lo que no puede ser es que sea convocada desde el propio presidente de la Comisión de Presupuesto y mucho menos el presidente de la Nación, porque para el caso no paguemos ningún impuesto entonces.

—Claro, el IVA o Ganancias, que son impuestos nacionales...

—Si mañana no pagas el alumbrado, barrido y limpieza (ABL), no te quejes porque no te levantan la basura. Me parece como muy dogmática la posición [de Espert y Milei]. Son posiciones efectivas desde el punto de vista discursivo, no desde el punto de vista institucional.

—Entran en un tuit pero no sirven para gobernar.

—El Gobierno habla, no sé, de reducir el gasto en 25 puntos del PBI. ¿Y a esa reducción de 25 puntos quién la financia? Los impuestos la financian. Es una cosa bastante contradictoria.

—¿Está de acuerdo, como dice el gobierno, con que a la mayoría del ajuste lo está pagando la política y no la gente?

—Si vos me preguntás si la política, porque le sacaste el auto y el teléfono, o le cortaste algunos negocios, es la que hoy más sufre el ajuste, yo te diría que no. Hoy el ajuste lo sufre la sociedad. La sociedad acompaña el ajuste. Ese 50% acompaña porque cree que al final del camino hay una luz. Ahora, hay un tiempo para ese acompañamiento. La tolerancia al dolor tiene un tiempo. ¿Cuánta tolerancia al dolor tiene la sociedad? Son realmente muy buenos en lo discursivo. Milei dice que las jubilaciones son hoy de US$200. Ajá. ¿Y cuánto aumentaron los precios? Dijo que en el gobierno anterior las jubilaciones eran de US$80. ¿Con estos US$200 compran lo mismo que antes, con US$80? No lo sé, la verdad, no tengo ese cálculo hecho. Lo que digo es peras con peras y manzanas con manzanas. Si no, parece ser que está todo fantástico, pero resulta que a la gente la plata no le alcanza. Lo percibo, lo veo, lo escucho. La sociedad está partida, hay mucha gente, que no es poca, casi el 50%, que está bancando este modelo. Entonces, lo que me pregunto es: che, la tolerancia al dolor, ¿cuánto resiste? ¿Y cuánto tarda el modelo en volverse virtuoso?

JJD

Motosierra, licuadora y provocaciones: Milei cumple 100 días en el Gobierno

Motosierra, licuadora y provocaciones: Milei cumple 100 días en el Gobierno

Los primeros 100 días de Javier Milei en el Gobierno dibujan un escenario recesivo y de pérdida de poder adquisitivo de los salarios con pocos precedentes en la historia. La otra cara de esta realidad es que el ultraderechista conserva el apoyo de cerca de 50% de la población y todavía cuenta con capital político para avanzar con profundas reformas neoliberales y llevar al Estado a su mínima expresión, ya que lo considera “peor que la mafia”.

El pistoletazo de salida de Milei, a tres días de asumir la Presidencia, fue una devaluación draconiana del 54,3%, que disparó el cambio del peso desde los 379 por dólar a los 808. Como consecuencia, los precios generales subieron 71,3% entre diciembre y febrero, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos argentino.

El movimiento de pinzas de este economista formado en universidades privadas de raigambre ultraliberal fue levantar todo tipo de controles, desde acuerdos de precios de alimentos, la ley de góndolas (los expositores de los supermercados) y la regulación de abusos de posición dominante.

Las alarmas sobre cuándo se agotará la tolerancia están encendidas en el Ejecutivo. El ministro de Economía, Luis Caputo, lo puso en palabras durante un rapto de sinceridad en el Summit 2024 de la Cámara de Comercio Argentino-Estadounidense, el pasado 12 de marzo pasado.

“Imaginen a alguien que llega raspando a fin de mes. Uno le está contando que este modelo es mejor que el otro, entonces sacamos Precios Justos, sacamos la ley de Abastecimiento, la ley de Góndolas y, de repente, va al súper y ve que las cosas salen 50% más caras que en Estados Unidos, y dice ‘guau. ¿ése es el modelo?’ No puede estar bueno”, dijo Caputo. Las risas nerviosas de un auditorio en el que el ministro se sentía como en casa fueron elocuentes.

“Estos primeros cien días mostraron un dogma liberal ortodoxo que se tradujo en un descenso de 40% del gasto público en términos reales. Un jubilado que cobraba 100 hace un año, hoy cobra 60”, dice a elDiario.es Haroldo Montagú, exviceministro de Economía durante el primer tramo del Gobierno de Alberto Fernández y economista jefe de la consultora Vectorial. “La ortodoxia no es total, porque el Gobierno interviene un precio: los salarios”, puntualiza Montagú.

Con las empresas y los comercios liberados de toda atadura, Caputo autorizó subidas para la administración pública muy por debajo de la inflación, e intervino para que el sector privado hiciera lo propio, con el fin de bloquear una puja distributiva que a su vez dispare nuevas alzas de precios.

El ministro ordenó al Ministerio de Trabajo que no avale negociaciones paritarias entre empresarios y sindicatos que rubriquen alzas de salarios superiores a 16% en marzo y 9% en abril, pese a que la erosión reciente en los ingresos de los trabajadores ha sido evidente.

El Gobierno peronista de Fernández otorgó durante todo su mandato aumentos y sumas fijas para que las jubilaciones más bajas (cerca del 50% de unos seis millones de adultos mayores con pensión estatal) no perdieran poder adquisitivo frente a la inflación, que llegó a 211% en 2023. El ultraderechista quebró esa tendencia. Para los programas sociales, la política ha sido la misma, cuando no su eliminación.

El combo de 'precios en ascensor' y 'salarios por la escalera' se tradujo en una pérdida del poder adquisitivo para el sector privado registrado entre diciembre y enero de 27,1%, según el Centro Latinoamericano de Geopolítica, con base en datos oficiales del Sistema Integrado Previsional Argentino. Entre el tercio de trabajadores en negro, el descenso en sus ingresos fue mucho mayor.

A su vez, la caída se monta sobre el 20% que perdieron los salarios con el conservador Mauricio Macri (2015-2019) y el 8% con Fernández (2019-2023).

El proceso se completa con una subida de precios valuados en dólares en la cesta de la compra. Durante años, Argentina fue un país marcadamente más barato que sus vecinos Brasil, Uruguay y Chile, con excepciones puntuales en ropa y electrónica. Como el dólar se encuentra estable desde la devaluación de diciembre y los precios se dispararon, la cesta equipara a una similar de España, y a este ritmo, pronto alcanzará a la de países del norte de Europa.

En una entrevista concedida en febrero, Milei le puso marco a su plan de Gobierno: “La motosierra y la licuadora, que son los pilares del ajuste, no se negocian. El déficit cero no se negocia”.

“El programa consiste en una licuadora para los ingresos, el gasto social y presupuestos estatales, como el de las universidades, y de motosierra para la obra pública y las transferencias a las provincias”, indica Montagú.

Durante el Gobierno de Fernández, las jubilaciones, pensiones y la asignación universal para todos los jóvenes menores de 18 años representaban 45% del presupuesto del Estado nacional argentino, y los subsidios a la energía, 8%. Las partidas de transporte, salud, asistencia social y educación tenían un peso de 6% y 4% cada uno, de acuerdo al presupuesto 2023.  

La baja en jubilaciones, subsidios y planes sociales de la magnitud implementada era más que suficiente para eliminar el 2,9% de déficit fiscal primario sobre el PIB del año pasado, el nudo del problema que lastró al Gobierno peronista de Fernández. Milei se propuso que el ahorro sea de un 5% del PIB.

El programa de Milei se encuentra en un momento bisagra. Los indicadores sociales son devastadores —la pobreza habría aumentado entre 10 y 15 puntos porcentuales desde diciembre—, pero el Gobierno exhibe como logros que la inflación de febrero fue de 13,2%, cuando muchos economistas, apenas ocurrida la devaluación, habían pronosticado el doble para cada uno de los meses del primer trimestre de 2024. Además, el ministro Caputo, un ultraliberal que ya ocupó un puesto en el gabinete de Macri, celebra que el Banco Central esté recuperando reservas y que hubo superávit fiscal en enero y febrero.

Si la inflación cede y las reservas se refuerzan, Milei podría tomar impulso hacia la dolarización. “Ese es su plan, pero no es sostenible ni siquiera en los términos de este Gobierno”, dice Montagú.

La incipiente recuperación de reservas en el Banco Central —otro nudo que ni los Kirchner, ni Fernández ni Macri pudieron resolver—, se hace sobre la base de postergar el pago de importaciones, mientras que el déficit fiscal fue reducido con rebajas salariales abismales y otras cuentas impagadas, como la del sistema de generación eléctrica, que llevó a las empresas a denunciar un riesgo inminente de colapso.

Para Montagú, a Caputo se le hará difícil juntar los dólares que necesita y las demandas sociales se tornarán insostenibles a este ritmo de motosierra. “Vivimos una realidad de la pandemia o de 2001 (crisis de colapso de la convertibilidad neoliberal de Menem). El control de precios vía recesión tiene un límite”, explica.

La guerra que proclama el Gobierno ultraderechista es contra “la casta”, “los delincuentes que viven del Estado” y “la política”. Por ello, el presidente dedica la mayor parte de su tiempo en ganar la “batalla cultural”.

Así, el padre de cuatro perros y el espíritu de un quinto fulminó la agencia estatal de noticias Télam, cerró el Instituto Nacional contra la Discriminación, degradó al Ministerio de la Mujer y está en plena ofensiva contra los programas y sitios de memoria histórica.

El Día de la Mujer Trabajadora, 8 de Marzo, la hermana del presidente, tarotista y plenipotenciaria en el Gobierno, Karina Milei, hizo una puesta en escena para reemplazar el Salón de la Mujer de la gubernamental Casa Rosada, que albergaba retratos de escritoras, cantantes y figuras históricas de muy diversa ideología, por el Salón de los Próceres: todos hombres del siglo XIX, a excepción de uno, Carlos Menem, el presidente neoliberal peronista (1989-1999) al que Milei admira.

La batalla es cotidiana y Milei y sus aliados de los medios, concentrados en los principales grupos de comunicación, Clarín y La Nación, no ahorran golpes bajos. La cuenta de X del presidente argentino es una letrina de agravios e insultos, y un compendio de amenazas a sus rivales, por lo que él mismo escribe, pero más aún por lo que retuitea y gusta, con frecuencia, en trasnoche.

El mandatario se mete también con pilares de la identidad argentina que han desarrollado profundos lazos con el mundo y que cuentan con un grado de aceptación que trasciende fronteras ideológicas.

La agencia científica estatal (Conicet) y las universidades públicas están sufriendo un ataque presupuestario devastador. Decanos, docentes e investigadores alertan que cuentan con fondos operativos para meses o semanas, además de un gran retraso salarial de su personal, mientras laboratorios estatales denuncian la carencia de insumos para investigación básica y se interrumpen programas de cooperación académica con el exterior.

"Tememos que Argentina esté abandonando a sus científicos, estudiantes y futuros líderes de la ciencia… Argentina tiene una base científica notable sobre la cual construir", escribieron 68 premios Nobel de Medicina, Química, Física y Economía en una nota pública el 7 de marzo.

Milei y sus funcionarios se montaron sobre una investigación de un docente con amplio recorrido para disparar la motosierra contra el Conicet: “Memoria queer e historieta anal: cuando el cómic nos abre el culo (y nos gusta)” y una ponencia sobre “El ano dilatado de Batman: apuntes para una investigación sobre archivos de odio y borramiento de las disidencias sexo-genéricas”. Esas investigaciones, tituladas con gancho como es propio de sistemas científicos en todo el mundo, habilitaron un linchamiento virtual y un hashtag de las redes ultraderechistas contra el Ñoquicet, como deformación de Conicet (ñoqui, en Argentina, es el empleado público que no trabaja).

Otro tanto ocurre con el Instituto Nacional de Cinematografía y Artes Audiovisuales. Las nuevas autoridades del organismo planean despidos masivos, el cierre de salas para cine argentino, latinoamericano y de arte en todo el país, el fin de los festivales de Mar del Plata y Ventana Sur, y el abandono de la plataforma y canal Cine Ar.

Un pecado denunciado por los trolls del Gobierno es que el INCAA subsidió con US$ 55.000 la película chilena Los Colonos, que Chile postuló a los premios Oscar y fue exhibida en Cannes.

Los Milei también circunscribe su política internacional a sus guerras simbólicas. Su único punto de contacto con el exterior parecen ser las ultraderechas de Israel y Estados Unidos. A ambos países viajó para ser homenajeado por organizaciones y políticos extremistas.

En un hecho que no registra antecedentes, el presidente argentino sólo visitó dos provincias argentinas en tres meses de mandato. Por un temporal ocurrido apenas asumió, fue a Bahía Blanca y en el verano se extendió hasta Mar del Plata, ambas ciudades de la provincia de Buenos Aires. También viajó a Corrientes para disertar en una institución ultraliberal.

Las encuestas indican que Milei tiene imagen positiva para entre el 40% y el 55% de los argentinos, y que la desaprobación alcanza porcentajes similares.

El analista Gustavo Córdoba, de la firma Zubán & Córdoba, advierte que la aprobación desciende abruptamente cuando los ciudadanos son consultados sobre medidas concretas, como los aumentos en las tarifas, el transporte y la medicina privada, los topes a las subas salariales, la parálisis de la obra pública y otros grandes trazos de la política libertaria. El rumbo general de la economía y la percepción sobre la realidad del hogar propio arrojan números que deberían ser preocupantes para un gobernante e incompatibles con una imagen tan positiva.

En cambio, Milei gana terreno cuando la pregunta es sobre tópicos feministas, la lucha contra “la casta” y “los políticos”, la mano dura policial, la prohibición de los piquetes y la eliminación de oficinas del Estado. “Por eso es que Milei centra sus batallas en la batalla cultural como una forma de evitar que se debata sobre la economía real”, argumenta Córdoba ante elDiario.es

Otro aspecto sensible en la valoración, tanto pública como de la elite económica que lo apoya, es que el Gobierno de Milei se está demostrando inoperante para lograr avances legislativos concretos. En tres meses, sus victorias al respecto son nulas.

El ultra basó su acción de Gobierno en dos instrumentos. Un decreto de necesidad y urgencia y la ley Bases. Entre ambas, sumaban unos mil artículos que modificaban cientos de leyes, desde superfluas, como que los jueces usen toga, hasta estructurales, como privatizaciones masivas, liberalización para tomar deuda y habilitación de la ejecución de delincuentes en ocasión de robo.

Tres meses más tarde, la ley Bases naufragó en la Cámara de Diputados, que se divide en un tercio de oficialistas, otro tercio algo mayor de opositores duros (peronistas e izquierda) y otro tercio de centroderechistas y partidos provinciales, con tendencia mayoritaria a colaborar con el Gobierno. Una ley tan amplia empantanó el debate. Milei les dijo “ratas” y “traidores” a los legisladores del tercio indeciso y retiró el proyecto el 7 de febrero.

Con el decreto de urgencia, que debe ser rechazado por el Senado y Diputados para ser revertido, pasa algo parecido. Varios tribunales concedieron recursos de amparo y suspendieron artículos, sobre todo los referidos a una reforma laboral ultraliberal, porque afectarían derechos constitucionales. A su vez, el Senado rechazó el decreto el 14 de marzo por amplia mayoría, y resta ver qué ocurrirá en Diputados.

“Milei sigue teniendo crédito, básicamente porque hay cierto consenso en que las medidas que vino tomando implican un sacrificio unos meses para después transformarse en algo positivo. Diría que no perdió a uno de la base electoral del 30% que lo votó en primera vuelta y muy poco del 56% que alcanzo en balotaje”, dice a elDiario.es Javier Caches, director de proyectos de la consultora Opina Argentina.

La noción que prevalece es que “los errores del kirchnerismo y el macrismo nos trajeron hasta acá y apenas pasaron tres meses desde que asumió Milei”, agrega el analista. “Hay trabajadores con sindicatos fuertes, como los docentes, que leen esa fortaleza y piensen dos veces antes de ir a un paro, aunque el ajuste sea draconiano”, dice Caches.

En particular, el director de Opina Argentina sitúa el apoyo a Milei en hombres jóvenes de entre 16 y 29 años, con amplio acceso al mundo digital, antifeministas, adversos al mundo de la cultura y de la política que perciben tradicional, que se sienten contenidos y a la vez son impulsores del desvío del eje a esos temas.

Todos los analistas mencionados coinciden en que Milei no tiene garantizado el aval popular por mucho tiempo. Que la reacción ante los recortes haya sido llamativamente contenida, más allá de algunas protestas sectoriales y dos manifestaciones masivas —el paro general del 24 de enero y la protesta feminista del 8 de marzo—, no significa que la respuesta ante la motosierra y la licuadora se hagan esperar mucho más, sobre todo si no aparecen resultados concretos. Aun con el índice de inflación de febrero mejor de lo esperado, el 13,2% sigue siendo más alto que cualquier mes de los Gobiernos de Fernández, Macri y Kirchner.

“Desde la crisis de 2001, el aprendizaje de la dirigencia fue comprar paz social a través de planes de transferencia de ingresos y una vasta red de asistencia en los barrios con organizaciones sociales. Milei corta ese vínculo de intermediación y pierde un termómetro”, completa Caches.

Los últimos años estuvieron marcados por trasvases electorales inesperados, aunque no hubo lugar para protestas masivas que se les fueran de las manos a los gobernantes, como en Chile, Perú y Colombia. Entre otras causas, por la vastísima red de protección social forjada en Gobiernos de los Kirchner.

Lo inadvertido de los giros en la opinión pública estuvo vinculado a la dificultad para medir los sentimientos sociales en los barrios y ciudades más pobres. A la pérdida del termómetro, se suma la novedad del desempleo.

Hacia finales de 2023, la tasa de desocupación alcanzó el 5%. Si esa tasa se duplica o triplica en poco tiempo, Milei y los suyos deberán renovar el repertorio de tuits.  

SL

Los 100 de Milei, 100 días de veneno

Los 100 de Milei, 100 días de veneno

Este gobierno simula un proyecto coherente en lo abstracto, mientras derrama un ácido destructivo en lo concreto. Pretende refundar la totalidad de la sociedad entorno a contratos entre privados, o sea prescindir del Estado y hacer de la renta financiera, la lógica dominante, y si es posible prescindir también de los productores y de los trabajadores. Una sociedad para el 10%, dónde supuestamente el 90% restante se someterá. Esta fantasía de economista teórico es socialmente, económicamente y políticamente inviable. Porque mal que le pese al narcisismo gobernante, el mundo no puede ser moldeado como quieren, menos con palos y camiones hidrantes. Hay una sociedad preexistente y organizada: reglas, instituciones, valores, códigos sociales, actores, intereses contrapuestos o sea fuerzas reales. Ninguna revolución es absoluta y puede hacer “como sí” no hubiera un pasado. Claramente estamos de acuerdo en que un gobierno electo puede proponerse refundar, pero no lo puede hacer “sin las fuerzas sociales”, sería una deriva autoritaria, ni “en contra de todos”, sería un deriva irrealista, ni abstrayéndose de la realidad argentina, sería una deriva negacionista.  

Los votos que supo ganar Milei habilitan a gobernar, no a reconstituir a su voluntad la sociedad y menos desde un planteo teórico deductivo destructivo (lo propuesto no existe en ningún país del mundo). Para refundar existen procesos constituyentes, que surgen de acuerdos y largas negociaciones entre fuerzas reales que, inductivamente constructivas, plantean modificaciones de raíz. La revolución contractualista de Milei es autoritaria e irrealista porque confunde gobernar con proponer una nueva constitución todos los días.

Ahora bien frente a este estado de cosas podemos tener dos posiciones. La primera es despreciar cínicamente al Presidente con este mismo desprecio que alimentó su victoria y sentarse “cómodamente” en el sinfín de la “resistencia” sin propuestas con perspectiva, que alimentará su continuidad en el poder. La segunda es tratar de entender qué modo de gobierno se está implementando y desde ahí proponer un incómodo contraataque, otro modo de hacer, sentir y pensar políticamente. Un cambio de postura y de propuestas, para conectar con mayorías electorales y crear otro camino. Asumiendo que el deseo de refundación que hay en la sociedad es profundo e intenso pero que solo encontró su cauce en el cuerpo enojado del ahora Presidente. Y que debemos lograr darle otra expresión: orgánica, vital, constructiva, repensando hasta la idea misma de revolución, pues es esto lo que está finalmente en juego, el sentido de la transformación.  

La sobreexcitación del escándalo cotidiano no nos permite ver la trama de una forma de gobierno al cual hay que confrontar como tal. Cada escupitajo en la cara de un actor social produce una niebla mental planificada. Una indignación más entre derrotados abrazados a la queja como a un salvavidas de esponja. Una pelea por día como imanes lanzados al aire para desorientar brújulas, un enemigo nuevo para esconder sospechosos. Sofisticación de una estrategia distractora dónde nos preguntamos más por la cordura del Presidente que por el cordaje que nos amarra.

Cada tentativa de avance de este gobierno es para limitar la libertad de los actores sociales: de los sindicatos, de los partidos, de las organizaciones sociales, de los empresarios productores, de los trabajadores, de los gobernadores, de los intendentes. Que nos gusten o no, son los que hasta ahora conforman la trama social de la Argentina. Que hay que modificar prácticas, cambiar lógicas de muchos de estos actores, sin dudas. Pero seamos presente continuo de un cambio activo. No confundamos refundación con destrucción.

Refundar no significa ningunear o liquidar. Este gobierno oprime suprimiendo. Desvitaliza en vez de revitalizar. Reprime sin vía de escape. Es una forma particular de encerrona. El que gobierna niega la existencia de otro para legitimar una forma única de existencia posible: la que se parece a ellos. Lo otro es despreciado, insultado, deshumanizado. Sí, hay algo de la estructura fascista…pero en el nombre de la libertad. A esto estamos asistiendo, a un inédito fascismo de la libertad. ¿Cómo liberarnos de este yugo que tan velozmente nos atrapó? Y digo bien liberarnos y no resistirnos. Y liberarse es encontrar un camino, no solamente estar sin ataduras.

No es una tarea sencilla porque la sensación es la de un envenenamiento. Pero no el veneno de la serpiente o de la araña. Más bien el de la pócima del brujo sorbido cada día sin saberlo. Su esencia consiste en encerrarnos en un pensamiento paradojal. Este que militariza el país mientras grita libertad. El que lucha contra la casta mientras la fortalece y la concentra más. El que quiere regresar el país a una potencia que nunca tuvimos. El que quiere hacernos más grandes con las naciones que nos empequeñecen. El que destruye la producción en nombre del empresario. El que lucha contra la intermediación para intermediar de otra forma. El que promete que hará cesar el dolor que el mismo inflige. El que augura vida en el futuro desde la muerte en el presente. El que marchita las flores de su propio jardín antes de cosecharlas. El que defiende al trabajador atacando a los defensores de los trabajadores. El que dice “saber lo que hay que hacer” cuando nunca hizo nada. La paradoja como grillete desquiciante.

Cada palabra funciona como una toxina que corroe mundos posibles, una oxidación acelerada de los sueños, una destrucción de universos, un “genocidio de modos de existencia” diría el brasilero Peter Pál Pelbart, la producción de lo “inmundo” recordaría Stiegler. Y ese es el punto. ¿cómo no caer en la trampa paradojal? ¿Cómo existir y luchar en tiempos inmundos?

Para muchos queda el refugio individualizado de una sensibilidad estética que dejó de ser artística porque no crea nada nuevo. La reproducción incansable de una canción de Silvio, frente a un afiche del Che, mientras tomamos mate, tal vez, con perfiles pop de Perón y Evita, leyendo un penúltimo posteo. El recuerdo ensoñado de un tiempo zurdo en una comunidad imaginada de progresistas impotentes, o mejor dicho sin propuestas y pronto sin propósito. La nostalgia no parece poder derrocar el veneno paradojal. La estética revolucionaria es necesaria y bella pero no alcanza, menos frente a una revolución de extrema derecha que entorpece la razón con su veneno pero que propone transformar materialidades profundamente. Una nueva moneda, un nuevo estado, un nuevo pacto federal, una nueva guerra contra el narcotráfico, una nueva carnalidad con Estados-Unidos. Claro, todas son ideas viejas pero que proponen materialidades del hoy.

Es necesario que nuestra nueva poética esté a la altura de enfrentar esta potencia destructiva, hace falta que nuestra capacidad creativa esté cargada de realismo para poder disparar algún futuro constructivo. La estética sólo opera si se conecta con la experiencia del presente. No se escribe una “nueva canción” sin materialidad: ponerle mística al vacío no logra llenarlo de contenido. Este gobierno que entiende la articulación entre lo sagrado y lo material, que apela a las “fuerzas del cielo” para dolarizarnos, no se enfrenta con tecno-discursos pronunciado por burócratas. Hay que proponer una materialidad poetizable que pueda confrontar este proyecto de destrucción de la sociedad. Está claro que nunca podrá surgir si no logramos captar las fuerzas vivas que aún trabajan en el sentido de lo común.

Tampoco alcanza en esperar el acontecimiento. El colapso político o psíquico, no tiene más fuerza política que esperar la respuesta a la pregunta “hasta dónde aguanta la gente”. Pueden ocurrir, claro. Pero la esperanza en el sublevamiento de las multitudes es la comodidad de los críticos que teorizan sobre la potencia de la desgracia ajena. Obviamente que los acontecimientos ocurren y hacen bifurcar la historia. Pero la confrontación política, si bien se nutre del desgaste, no puede hacer del agotamiento el pilar de su acción. Es decir que debemos deshacernos del imaginario de 2001: la catástrofe neoliberal ya ocurrió, sus efectos se despliegan ante nuestros ojos. Ha llegado el momento de organizar las fuerzas, para dar forma a un proyecto realmente capaz de hacernos bifurcar. 

Esto implica asumir que hay que “hacer” política, o sea concretamente “fabricarla”, construir un juego dialógico, que no se limita ni a respuestas estéticas de un progresismo nostálgico ni a la esperanza del acontecimiento rebelde. Hoy el gobierno juega con las blancas, y conserva la iniciativa política que le diera la victoria en las urnas. Por ende la construcción implica contraponerse o desplazar cada propuesta. No es solamente resistencia, no es reacción reaccionaria (en el sentido del regreso al pasado). Es un contraataque creativo. Y como el juego político nunca es en solitario, contraatacar implica confrontar la violencia de este gobierno. Y el primer sesgo que hay que evitar es de confrontar el modelo de los castos, con otro modelo abstracto, tan desmaterializado como sus propuestas irrealistas e insensibles. 

Debemos reconectarnos con la realidad, captar los procesos en marcha, las luchas en curso, el futuro que ya se está construyendo en el presente. Pues no hay proyecto de transformación que no sea expresión de lo que la sociedad puede y quiere ser. Tenemos que proponer transformaciones profundas en por lo menos cinco grandes instituciones, que no surgen de una discusión abstracta, sino que son parte de nuestras prácticas sociales. Porque los programas políticos, las propuestas de gobierno o de modificación radical de la sociedad no pueden salir de una reflexión de equipos técnicos o de algún dirigente iluminado. Tienen que surgir de la propia sociedad, que no esperó a la clase política para encontrar caminos. Tenemos que construir una dialógica nueva para un contraataque.

Lo que lleva adelante este gobierno no salió de las proyecciones fantasiosas de los hermanos Milei. Es el fruto de un proceso largo de instalación de una forma de gobierno que no hemos sabido revertir desde la dictadura a esta parte. Es como si al mismo tiempo llegaran a la orilla de nuestro presente 7 grandes olas: la reforma financiera de la dictadura, las instituciones neo-liberales de los 90, la crisis de legitimidad de las autoridades políticas, académicas, mediáticas y judiciales de los 2000, los efectos duraderos de la crisis financiera mundial del 2008, el sobreendeudamiento del gobierno de Macri, la ausencia de duelo colectivo de la pandemia y la aceleración de la destrucción del poder adquisitivo propiciado por el recién pero intenso gobierno de Milei. Es una crisis total (económica, política, simbólica y afectiva) que tiene sus raíces en las instituciones neo-liberales que nos moldean. La gran crítica que podemos hacernos a los 16 años de gobierno progresistas de este siglo, es no haber tocado esas instituciones (salvo las AFJP y la creación de la AUH). O sea, de no haber sido portadores de una práctica revolucionaria.

El gobierno de Milei es claramente un gobierno revolucionario. Propone transformar las instituciones, radicalizando su espíritu liberal en cinco grandes instituciones que hacen al modo de organización de un capitalismo: la organización del Estado, de la moneda, de las formas laborales, del financiamiento de la producción y del modo de inserción internacional. Abordaremos estas instituciones una por una en próximos textos mostrando construcciones concretas que plantean una institucionalidad alternativa a la que propone este gobierno. Y es en la postura misma donde debemos mostrar que nuestro camino es otro. Las propuestas que vamos a discutir no son el fruto de especulaciones sacadas de los libros de economía. Se trata de un programa de acción que surge de nuestras prácticas sociales y que puede plantear un proceso de reconstitución social.

Frente a un Estado achicado e introvertido que profundiza la incapacidad actual de la acción pública y la tensión entre Provincias y Nación, un nuevo Estado que articule con la sociedad, redefina productivamente el pacto federal y no declame su presencia para esconder su impotencia. Una moneda anclada en la materialidad de nuestra riqueza nacional y no dependiente de los vaivenes del dólar que no corresponden a nuestra realidad. Frente a la precarización laboral y la destrucción del valor del trabajo, una organización del trabajo que valore a las formas ampliadas del trabajo más allá del empleo, que permita ampliar las bases de acuerdos sociales entre trabajadores y productores. Un sistema de crédito que se rija en la capacidad productiva y no en la propiedad acumulada de los actores. Una inserción internacional consciente de nuestro lugar en el mundo, que articule con nuestros principales socios (China y Brasil) sin pelearnos inútilmente con los Estados-Unidos en lugar de una relación de sometimiento que solo logra un mayor desprecio por parte de los países centrales.

Estos contrapuntos, simplemente listados y que serán ampliados para el debate en próximos textos, no son un camino único que se opone a otro camino único. Son la necesidad de abrir el imaginario que asuman la crisis de todas nuestras instituciones, el deseo de refundación que hay en la argentina pero desde un cauce constructivo, lejos del veneno paralizante de este gobierno.

Si hay una paradoja de Milei, raíz de todas las otras, es que rechaza visceralmente el socialismo, pero adopta la misma postura jacobina que ha caracterizado su peor versión soviética: destruye la sociedad desde el Estado, pensando que se pueda hacer tabla rasa del pasado. En realidad, se mueve con el mismo presupuesto que los gobiernos que pretende reemplazar. Marcel Mauss lo llamaba "fetichismo político", (des)hacer la sociedad a golpes de decretos y leyes. A esto, oponía una revolución social en el sentido de la expresión consciente de las fuerzas activas de la sociedad, de la consolidación en instituciones de las prácticas orientadas por otro imaginario respecto al imaginario liberal. Si es cierto que la sociedad quiere un cambio radical y que Milei está intentando realizar una revolución completa, la respuesta no consiste solo en proponer otros contenidos, sino en adoptar por fin otra postura, es decir, en cambiar la idea misma de revolución. Desde abajo, desde las periferias, con acuerdos, valorizando todo lo que hay en la sociedad que ya va en un sentido contrario al neo-liberalismo.

Cien primeros días amputando al Estado y los cien próximos para talar la inflación

Cien primeros días amputando al Estado y los cien próximos para talar la inflación

"Nada bueno del estado se puede esperar", citó Javier Milei al Nobel Milton Friedman el 1° de marzo ante la Asamblea Legislativa. Cuatro días después posteó un video de Friedman para justificar su visión divergente de la que pregonaba Mauricio Macri en su presidencia: "Cuando un político te habla del Estado eficiente sólo se trata de una máscara para robarte”.

Dentro de cuatro días, el 19 de marzo, se cumplirán los primeros 100 días del experimento de gobierno libertario de Milei que votó el 30% de los argentinos en primera vuelta y el 56% en segunda, después del fracaso del modelo del "Estado presente" pero ineficiente. Sus funcionarios reconocen que al jefe de Estado sólo le importan dos objetivos: achicar el Estado para alcanzar el déficit cero, sin emisión monetaria, y, de ese modo, reducir la inflación. En los primeros 100 días y en todos los que vendrán hasta 2027 busca alcanzar la primera de estas metas. Pero en los próximos 100 días entre el 19 de marzo y el 27 de junio se abocará a ajustar como sea para bajar el índice de precios al consumidor (IPC) a menos del 10% en junio. O antes. Marzo viene "complicado", admitió Milei después de festejar el 13% de febrero, mayor a los peores meses del gobierno de Alberto Fernández, Cristina Fernández de Kirchner y Sergio Massa, responsables también del desaguisado que ahora se gestiona con improvisación.

No se designan funcionarios para evitar que ejecuten acciones. Prefieren el Estado quieto, al que después acusarán de ineficiente y promoverán su reemplazo por el privado. Los no designados no cobran, pero al menos no los pueden responsabilizar de errores, como le pasó a Omar Yasin, inocente del escándalo por el aumento salarial del Presidente. Fue eyectado como secretario de Trabajo sólo para que en su lugar llegue Julio Cordero, abogado de Techint, aportante en blanco de la campaña libertaria. Otros contribuyentes bajo poncho provinieron de la industria electrónica fueguina y de la farmacéutica, con empresarios siempre dispuestos a adornar a diestra y siniestra.

"No hay ni papel", se queja un funcionario. "Borran mi línea del presupuesto", se sorprende otro. En la volteada se cortaron gastos de todo tipo. Un ejemplo es la entrega de medicamentos a pacientes de cáncer y enfermedades graves que hace una semana prometió resolver el ministro de Salud, Mario Russo, ante familiares de pacientes. Aunque quien influye en esa cartera es uno de los asesores sin nombramiento, Mario Lugones, presidente de la Fundación Sanatorio Güemes, de vínculo con el gremialista Luis Barrionuevo y padre de Rodrigo Lugones, uno de los consejeros de imagen junto a Santiago Caputo. A su vez, Caputo es sobrino de Luis Caputo, el ministro de Economía, y de Nicolás Caputo, uno de los popes de la electrónica de Tierra del Fuego junto con Rubén Cherñajovsky. Por algo no prosperan los deseos del diputado José Luis Espert ni de otro asesor en las sombras Federico Sturzenegger de que el ajuste incluya las desgravaciones impositivas a esa industria patagónica.

En cambio, la poda paraliza las obras públicas, incluida la urbanización de villas, o pone en riesgo el funcionamiento de la universidad pública a partir de la segunda mitad del año. De paso, los libertarios acusan sin pruebas concretas a la Universidad de Buenos Aires (UBA) de financiar las campañas del senador Martín Lousteau, uno de los que rechazaron el decreto de necesidad y urgencia (DNU) que pergeñó Sturzenegger para flexibilizar la legislación laboral –y dejar de castigar el trabajo no registrado– y desregular los alquileres y las prepagas, entre otros sectores económicos.

"La agenda no es un Estado chico. Es la ausencia del Estado", reflexiona el exviceministro de Economía Fernando Morra, actual director de la consultora Suramericana. "Pasamos del 'achicar al estado para agrandar la Nación' de los 90 a 'demoler al estado para liberar al individuo'. Para Milei el mercado no comete errores sistemáticos, posee toda la información y no funciona en un contexto de poder. Los economistas llamamos a eso teorema de (Kenneth) Arrow (Gérard) Debreu. Vamos a desregular todo y retirar al Estado de todas sus funciones. Hay que empezar a desandar los supuestos de Arrow Debreu: tenés como 30 premios Nobel que lo hicieron. No existe un país que se rija por estos principios, ni Estados Unidos", concluye Morra.

¿Puede funcionar? La población que lo votó sufre la recesión pero con ilusión, como describe el consultor de consumo masivo Guillermo Oliveto. Entre los empresarios, hartos en general de las excesivas regulaciones del gobierno anterior, hay quienes consideran que si no se consigue bajar la inflación rápido la Argentina quedará cara en dólares oficiales otra vez en el corto plazo, como hasta noviembre pasado. Está claro que ahora ya no está más barata para los turistas extranjeros o los exportadores de servicios de economía del conocimiento que cambiaban sus divisas a un tipo de cambio paralelo alto hasta 2023.

Si marzo está complicado, como dijo Milei, entre tarifazos de energía que sorprenderá cuando lleguen las boletas, y el índice de precios al consumidor (IPC) no baja de un dígito en abril y mayo, ya para entonces el peso oficial quedará para entonces tan sobrevaluado como en noviembre. No convendrá ofrecer servicios turísticos ni de economía del conocimiento desde la Argentina, ni producir bienes industriales, hasta el campo se quejará de los costos de producción mientras le caen las cotizaciones internacionales de los granos. "El dólar bajo es una circunstancia que creo que no es deseada", observa Morra. "Ellos piensan que el valor del dólar lo va a poner el mercado y el que sobrevive es el que tenía que sobrevivir. Si a mí me lo preguntás, no funciona así."

Economistas ortodoxos como Daniel Artana, de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), analizan ante sus clientes que el Gobierno pensó que con la recesión agravada, a partir de la devaluación de diciembre y la simultánea licuación de ahorros, jubilaciones y salarios, iba a poner a raya la inflación, pero no fue así. Según el pensamiento de Artana, debería abrirse también la economía, bajarse los impuestos y flexibilizar el trabajo. Lo primero lo hizo Caputo en forma tímida al facilitar todos los dólares de una sola vez para importar alimentos y medicamentos, para disgusto de los fabricantes locales que deben conseguir insumos del exterior pagando en cuatro cuotas a 120 días. Pero el ministro de Economía tampoco abrió demasiado la importación de estos productos básicos, que deben seguir pagando 17,5% del impuesto PAIS. Es que este tributo es el cuarto que más recauda, el único que pudo aumentar Milei por falta de apoyos en el Congreso para subir otros –retenciones y Ganancias– y que, por tanto, es clave para lograr el déficit cero.

Pese a su prédica libertaria, el Presidente se da cuenta de que no puede abrir totalmente la economía porque destruye la industria, ni puede cumplir su promesa electoral de reducir gravámenes porque no le cierran las cuentas públicas y por ahora su reforma laboral por DNU está trabada en la Justicia. Encima sube los costos de la energia. Los hogares reciben subas de la luz de entre el 150% y el 300% y del gas, del 500%, pero para las empresas son mayores. El uso de la capacidad instalada de la industria no ha tan mal este siglo, salvo en la crisis de 2001 o en la pandemia. Pero tampoco pueden vender más barato para mejorar sus ventas. Sólo el azúcar y la batata bajaron de precio en febrero entre los alimentos, bebidas y productos de higiene. Mientras el presidente de la Federación de la Industria Maderera (Faima), Román Queiroz, alborotó a la Unión Industrial Argentina (UIA) porque supuestamente calla sobre el "industricidio" en marcha, en la entidad que preside Daniel Funes de Rioja, abogado defensor de la reforma laboral y representante del sector de alimentación, admiten que muchas empresas importaron insumos en 2023 previendo un dólar más alto que el actual y subieron los precios para cubrirse en consonancia. Ahora no pueden bajar los valores porque deben repagar todavía el 40% de aquellas importaciones del año pasado a partir de abril.

No sólo los empresarios esperan que la inflación baje pronto a un dígito. Sobre todo, la población. Si no se logra en abril, ya para entonces se habrá licuado todo el aumento del 100% de la asignación universal por hijo (AUH) y la Tarjeta Alimentar. En el Ministerio de Capital Humano, que conduce Sandra Pettovello, al menos Yasin y el secretario de Niñez, Adolescencia y Familia, Pablo de la Torre, venían trabajando en dupla para evitar que explote un desborde social y al mismo tiempo licuar el poder de ese enemigo que se fijaron, los movimientos sociales. Con la duplicación de la AUH y la tarjeta suplieron la falta inicial de envío de alimentos a comedores, según la versión oficial. De todos modos, ahora sostienen que han relevado 8.600 merenderos y están empezando a mandarles directo a sus responsables el dinero para comprar mercadería. En las iglesias evangélicas admiten que algunos comenzaron a recibir, no todos. En las organizaciones piqueteras reconocen que los censaron, pero niegan en general haber recibido la plata, salvo casos muy puntuales. En el Ejecutivo se jactan de haber eliminado la intermediación de estos movimientos, que antes recibían los bolsones y después los distribuían. Acusan al gobierno de Fernández de mandarle el año pasado un millón de kilos de alimentos a la Tupac Amaru, de Milagro Sala, y nada a la Cooperadora de la Nutrición Infantil (Conin), de Abel Albino, al que ahora asisten.

A las organizaciones sociales también les quitaron poder al desaparecer el plan Potenciar Trabajo. Más de un millón de personas recibía antes medio salario mínimo a cambio de media jornada de trabajo en cooperativas organizadas por provincias, municipios, iglesias o movimientos piqueteros. El beneficio iba directo al individuo, pero las organizaciones controlaban la asistencia a la media jornada. Pero con el nuevo gobierno el subsidio quedó congelado en el valor de 2023: $78.000. Y a partir del mes próximo, los menores de 50 años pasarán al programa Volver al Trabajo, por el que seguirán recibiendo el mismo dinero licuado por dos o tres años mientras deben asistir a capacitaciones. Si consiguen un trabajo registrado, podrán seguir cobrando la subvención por 12 meses. Quedará en manos de Cordero.

Los mayores de 50 y las madres de cuatro o más hijos irán al plan Acompañamiento Social, bajo la orbita de De la Torre, volverán a cobrar medio salario mínimo –hoy serían $101.000– y cumplirán tareas como cocinar en merenderos. ¿Sobrevivirán las guarderías o los centros de recuperación de adicciones? En las organizaciones sociales advierten que el Gobierno acaba de dar de bajar a 250.000 beneficiarios por integrar cooperativas productivas y conseguir así ingresos extra, como los cartoneros y recicladores, los que producen alimentos o ropa o los que se dedicaban a la construcción, por ejemplo, de obras en villas. Sus líderes sostienen que la AUH y la Tarjeta Alimentar no resuelven los problemas, las changas son los primeros que se caen en la recesión y por eso las estadísticas muestran que el consumo se desploma. "La gente come menos", exponen. Admiten que sus organizaciones perderán el control de comedores y cooperativas, algunas desaparecerán, pero otras persistirán como desde hace un cuarto de siglo y reunirán a aquellos disconformes. No obstante, admiten que por ahora el enojo social contra el peronismo persiste y por eso persisten las expectativas en que el futuro pueda ser mejor con Milei. En el Gobierno saben que si no bajan la inflación, no mantendrán la popularidad, empeorará la situación social y no se crearán los empleos con los que sueñan reemplazar los planes Volver al Trabajo.

AR/MG