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Mientras el Poder Legislativo retoma la agenda tras las ceremonias por la muerte de Jorge Bergoglio, se reactivan las tensiones por la investigación que involucra a Javier y Karina Milei en la causa que sacude a la Casa Rosada. La conformación de la comisión investigadora del criptofraude está prevista para el miércoles.
Durante una semana, la solemnidad y el duelo por la muerte del papa Francisco dominaron el clima político y suspendieron la habitual crispación en la Cámara de Diputados. Por unos días, oficialismo y oposición acordaron una tregua inédita: posponer la interpelación a los funcionarios del Gobierno por el caso $LIBRA, la trama de corrupción cripto que salpica el corazón mismo del poder en la Argentina, los hermanos Javier y Karina Milei. También se postergó la conformación de la comisión investigadora de ese criptofraude, que en consecuencia se realizará el próximo miércoles, dentro de 48 horas, en medio de cabildeos, mensajes de WhatsApp, presiones y mucha rosca, en todo el arco político.
La noticia del fallecimiento de Jorge Bergoglio, el argentino más trascendental de la historia reciente según palabras de varios diputados, modificó por completo la agenda parlamentaria. Un acuerdo transversal selló la suspensión de toda actividad legislativa y la convocatoria en la Cámara baja a una sesión de homenaje al pontífice, celebrada el martes a las 15, como solicitó Unión por la Patria junto a otros bloques federales.
La sesión, nacida de un pedido que resaltó la “geopolítica pastoral” de Francisco, unificó a oficialistas y opositores en el reconocimiento del papa como “gran motivador para que las partes enfrentadas se sienten en una mesa”.
En ese contexto, la investigación por el caso $LIBRA quedó en pausa. El escándalo, que desde hace semanas tenía en vilo al Congreso, implicaba la citación a funcionarios clave como Guillermo Francos, Luis Caputo, Mariano Cúneo Libarona y el titular de la Comisión Nacional de Valores (CNV), Roberto Silva. La comisión especial, que debía iniciar su trabajo el miércoles, también vio suspendida su conformación. “Hoy es un momento para mostrarle a la sociedad un espectáculo de homenaje y no de grieta política”, justificó un legislador opositor del pichettismo, que junto al peronismo y el radicalismo de Democracia Para Siempre venía empujando la ofensiva sobre la Casa Rosada.
Pero la pausa fue apenas un paréntesis. La muerte del papa no apagó los cañones de la oposición, que ya preparan la reanudación de la interpelación y el despliegue de la comisión $LIBRA, con la mira puesta en la relación directa del presidente Javier Milei y su hermana Karina —secretaria general de la Presidencia— con los empresarios Hayden Davis y Mauricio Novelli, y el controvertido proyecto “Viva La Libertad Proyect”, que buscaba promover la criptomoneda desde el corazón del Ejecutivo.
La denuncia de pagos en dólares para acceder a reuniones con el Presidente, que involucra a Karina Milei, y la renuncia de Sergio Morales, exasesor de la CNV, imputado en la causa, completan un cuadro explosivo que promete nuevos capítulos.
En paralelo, el Senado también se plegó al luto nacional, con la vicepresidenta Victoria Villarruel suspendiendo reuniones de comisiones. Sin embargo, persiste la incertidumbre sobre la suerte de la ley de Ficha Limpia, que pretendía prohibir candidaturas a condenados por corrupción en segunda instancia.
Tras idas y vueltas y la posibilidad de contar finalmente con los votos necesarios tras el apoyo anunciado de los senadores santacruceños, la muerte del papa postergó cualquier definición. El oficialismo deja trascender que no impulsará la sesión en medio del clima de duelo. “No podemos pedir una sesión de homenaje y al rato estar matándonos por el caso $LIBRA, hay que dar otro mensaje”, razonó un diputado peronista, graficando la excepcionalidad del momento.
Pero la tregua tiene fecha de vencimiento. La pulseada por la Comisión Investigadora del caso $LIBRA expone la fragilidad de los equilibrios parlamentarios. La Libertad Avanza intenta asegurarse la presidencia de la comisión, clave para frenar la embestida, mientras la oposición busca sumar un voto que rompa el empate actual de 14 a 14 y así hacerse con el control. Las ausencias de Lisandro Nieri, Soledad Carrizo y Agustín Domingo en las reuniones recientes revelan grietas dentro de los aliados del oficialismo, mientras la oposición tantea a figuras como Carrizo, Oscar Agost Carreño, Carolina Gaillard y Fernando Carbajal para liderar la comisión.
Las estrategias se multiplican: si no logran la presidencia, los opositores prevén rechazar la integración de los interbloques para achicar la comisión y debilitar al oficialismo, o incluso respaldar a Marcela Pagano —una integrante del bloque LLA en abierta guerra contra su compañero de bancada, el riojano Martín Menen, presidente de la Cámara baja— para la Comisión de Juicio Político, en represalia. El ambiente de homenaje no eliminó las tensiones de fondo. En absoluto.
En ese contexto, y para colmo, el oficialismo enfrenta además la polémica por la posible candidatura de Nadia Márquez a la presidencia de la comisión $LIBRA, cuestionada por antecedentes judiciales en su provincia, Neuquén, lo que podría complicar su designación en pleno debate por la transparencia política.
JJD
Tienen influencia, experiencia y la capacidad de aglutinar votos alrededor de un candidato o un perfil: desde el cadenal Re, que ofició el funeral de Francisco, hasta enemigos declarados como Rouco Varela, los cardenales no electores también juegan en las jornadas previas al encierro en la Capilla Sixtina.
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La plaza de San Pedro volvió a llenarse. La segunda de las nueve misas previstas por el Papa muerto juntaba este domingo frente a la basílica a los cardenales y a decenas de miles de jóvenes. Frente al blanco de las túnicas, un festín de colores en camisetas y banderas; frente a la solemnidad, la alegría y el bullicio que abandonan el Vaticano, con el final del Jubileo de los Adolescentes, para pasar al silencio y las murmuraciones de cara al cónclave.
El cardenal que oficiaba la misa, Pietro Parolin, de 70 años, participará en ese cónclave. Pero muchos otros de los que compartían plaza este domingo con los adolescentes no podrán hacerlo: solo pueden entrar en la Capilla Sixtina los menores de 80. Sin embargo, puede que sean la clave en la elección del próximo pontífice.
Giovanni Battista Re, Angelo Bagnasco, Christoph Schonborn, Óscar Rodríguez Maradiaga y un viejo conocido de la Iglesia española: Antonio María Rouco Varela…. ¿Cuál será el peso de los cardenales mayores en el cónclave que elegirá al sucesor de Bergoglio?
No pueden participar en el cónclave, cierto, pero sí en las congregaciones generales que desde la semana pasada, y hasta que los electores entren en la Capilla Sixtina (previsiblemente el 5 de mayo), se están celebrando en el Vaticano. En la última reunión, celebrada el viernes, hubo 149 cardenales. De ellos, 33 tomaron la palabra. Algunos para “destacar la enorme afluencia de fieles” a la capilla ardiente de Francisco, otros para hablar “del panorama mundial y la situación de la Iglesia”, según el portavoz vaticano. Es decir, marcando posiciones respecto al futuro, haciendo precampaña.
Y aquí es donde juega la ventaja los cardenales mayores. Muchos han participado en varios cónclaves, y tienen la experiencia y la capacidad para intentar dirigir de alguna manera las votaciones. Se los llama kingmakers o ‘hacedores de reyes’: los purpurados con capacidad de aglutinar votos en torno a un nombre o una sensibilidad.
La mayor parte de los que entrarán en este cónclave jamás han estado en uno: Francisco ha nombrado al 80% de los que votarán a su sucesor, pero todavía hay 62 purpurados nombrados por Benedicto XVI y 41 por Juan Pablo II. De hecho, Wojtyla designó a dos de los que aparecen en todas las quinielas como papables: el ghanés Peter Turkso y el húngaro Peter Ërdo. Entre los nombrados por Ratzinger aparecen con posibilidades el italiano Fernando Filoni, el filipino Luis Antonio Tagle, el alemán Reinhard Marx o el holandés Willem Eijk.
Hay cardenales que han participado incluso en los dos últimos cónclaves –los de 2005 y 2013–. Desde el austriaco Schonborn, cercano a Francisco, hasta su declarado enemigo, el español Rouco Varela, pasando por los candidatos Turkson o Ërdo, lo que demuestra la imprevisibilidad de un cónclave: que un Papa te haya nombrado cardenal no indica, ni mucho menos, que vayas a seguir su estela: recordemos que Bergoglio recibió la púrpura de manos de Wojtyla.
Con todo, la experiencia es un grado. Y en este sentido, será fundamental la tarea que desempeñen los cardenales con más experiencia y que ya durante el cónclave que eligió al sucesor de Ratzinger trabajaron para colocar a sus candidatos dentro de la rosa de papables. Muchos, la mayoría, del sector conservador, aunque otros –como Maradiaga o Schonborn–, en lo que podríamos llamar el liberal-renovador: hablar de progresistas en la Iglesia puede resultar un contrasentido.
Fundamental parece la figura del decano, Giovanni Battista Re, encargado de dirigir al colegio cardenalicio hasta el “Extra Omnes”, el “Todos fuera” que pronunciará justo antes del comienzo, para indicar que solo pueden quedarse los cardenales con derecho a voto.
Re, de 91 años, ya dio algunas claves en su homilía durante el funeral de Francisco, invitando a continuar el legado de Bergoglio. Algo que también ha hecho, en esta segunda misa de los novendiales, el cardenal Parolin: “Debemos acoger su herencia y hacerla vida”. El decano también presidirá la misa Pro Eligendo Pontifice, que se celebrará justo antes de que los electores se encierren en la Sixtina para las votaciones. Si en el funeral se habla del pontífice muerto, en la misa previa al cónclave toca referirse a los desafíos del próximo Papa. Las palabras de Re en público, y sus gestos en privado, se antojan fundamentales en estos días.
Entre los cardenales influyentes destacan Angelo Bagnasco y Camilo Ruini, que han capitaneado las dos almas de la Iglesia italiana, que desde 1978 no ha logrado recuperar el trono de Pedro. Aunque la importancia de los italianos ha disminuido, sigue siendo una minoría cualificada, que en el caso de unir criterios podría ordenar el nombre del sucesor de Francisco.
Marc Ouellet (ex prefecto de Obispos), Schonborn (cardenal emérito de Viena) o Sean Patrick O’Malley (ex arzobispo de Boston y líder de la lucha contra los abusos en la Iglesia) también se configuran como perfiles capaces de dirigir el voto de quienes les admiran por su trayectoria vital y eclesiástica. Algo parecido sucede con el cardenal Maradiaga, que tuvo un papel esencial en la elección de Bergoglio en 2013 y que en este parece dispuesto a seguir trabajando por conservar el legado de Francisco.
Contarán con la ayuda de otros kingmakers que sí podrán participar en el cónclave, como el español Juan José Omella (miembro del C9, una especie de órgano consultivo de Francisco) y el jesuita Hollerich, también del C9 y relator del Sínodo.
Por el contrario, los ‘perdedores’ del cónclave de 2013, entre ellos Rouco Varela, harán fuerza para avalar a un candidato que devuelva el orden al Vaticano y se mantenga firme en la ortodoxia, en la más pura línea de los cardenales Sarah, Bürke y Müller, que pese a ser electores no parece que vayan a tener posibilidades de ser elegidos. Pero sí de buscar un ‘tapado’ –más allá de los nombres de Erdo, Eijk o el sueco Anders Arborelius– que pueda, si no dinamitar el legado de Francisco, sí al menos echar el freno a las reformas emprendidas, y no culminadas, en estos últimos 12 años.
Por la tarde, los cardenales que ya están en Roma se acercaban a Santa Maria Maggiore, donde está enterrado el papa Francisco, para presentarle sus respetos. Junto a la basílica, que reabrió al público este domingo por la mañana para que los fieles puedan visitar la tumba del pontífice, se fueron reproduciendo las colas de San Pedro con varias horas de espera incluso bajo la lluvia, pero en una plaza mucho más pequeña y en el centro de Roma, lo que ha complicado su gestión. Aunque estaba previsto que cerrara sus puertas a las siete, a última hora se decidió mantenerla abierta hasta las diez de la noche ante la enorme afluencia de público.
Después de celebrar la misa, cerca de las seis de la tarde, los cardenales regresaron al Vaticano, donde se multiplican las conversaciones y los encuentros entre ellos. Este lunes por la mañana volverán a reunirse, y se espera que definan ya una fecha para el cónclave o alguno de los muchos interrogantes que se plantean sobre cómo será la sucesión del jefe de la Iglesia católica.
El arzobispo de Madrid, José Cobo, dijo que la decisión sobre la fecha se tomará este mismo lunes.
La última etapa tras el entierro del Papa es la convocatoria del cónclave para elegir sucesor, que todavía no tiene fecha. El arzobispo de Madrid y cardenal José Cobo dijo que la decisión se tomará este mismo lunes. A Roma ya han llegado un total de 149 cardenales del total de los 252 que componen el colegio cardenalicio, aunque solo 133 votan en el cónclave para elegir sucesor por tener menos de 80 años, una regla obligada.
Las exequias marcan el inicio de las 'Novendiales', el periodo de nueve días de luto en el Vaticano por la muerte del pontífice. La tumba de Francisco se podrá visitar a partir de este domingo.
Estos días se celebran congregaciones generales. De momento se han organizado cuatro. Es en estas reuniones donde los cardenales debaten sobre el futuro de la Iglesia. Muchos ni se conocen, no han tenido la oportunidad de saber las posiciones de los demás y, por tanto, no tienen una idea clara de lo que les espera en la Capilla Sixtina.
La Capilla Sixtina anunció su cierre a partir del 28 de abril para prepararse para el cónclave. Debe convocarse en una fecha entre quince y veinte días desde la proclamación de la “sede vacante”, es decir, entre el 5 y el 10 de mayo como máximo.
¿Podrá participar Angelo Becciu en el Cónclave que elegirá al sucesor de Francisco? Bergoglio le retiró ese derecho, pero el cardenal piensa que sí puede participar y de hecho el pasado martes se presentó en la primera congregación general de cardenales como miembro de pleno derecho en los actos del funeral del Papa y los escrutinios para designar a su sucesor. O, incluso, ser elegido. El portavoz del Vaticano, Matteo Bruni, se limitó a confirmar la participación del purpurado y a decir que cualquier decisión en torno al cónclave se tomará “después del funeral” de Francisco. De momento, no se sabe nada más.
El cónclave se celebra con los cardenales encerrados para animar al acuerdo y evitar interferencias. Esta práctica surgió en el 1270, cuando los habitantes de Viterbo, entonces sede pontificia, hartos de años de indecisión, encerraron a los 'príncipes de la iglesia' hasta elegir sucesor. Funcionó y el designado fue Gregorio X.
Esta jornada histórica comenzará con la misa 'Pro eligendo papa' en la basílica de San Pedro y después los electores procesionarán hasta la Sixtina cantando el “Veni creator”. Una vez dentro, ante el Juicio Final de Miguel Ángel, jurarán y luego el maestro ceremoniero echará a los ajenos proclamando “Extra omnes” (fuera todos) y cerrará sus puertas para garantizar la más absoluta privacidad (se usan incluso inhibidores de frecuencia).
Ya no se vota por aclamación o compromiso sino por escrutinio secreto. Para que sea válida la elección, se requieren dos tercios de los votos.
El 'scrutinium' contará con tres cardenales encargados de escrutar el proceso y tres de revisarlo. Las papeletas serán rectangulares y en ellas se lee “Eligo in Summum Pontificem”, mientras que en la parte inferior habrá un espacio para escribir el nombre del elegido.
Luego, cada purpurado llevará su papeleta hasta la urna y, ante los escrutadores, pronunciará el juramento: “Pongo por testigo a Cristo Señor, el cual me juzgará, de que doy mi voto a quien en presencia de Dios, creo que debe ser elegido”. Después colocará la papeleta en un plato y con este la deslizará en la urna.
El primer día de encierro se realizará una sola votación y en los días posteriores, en caso de fracasar, dos por la mañana y dos por la tarde.
Una vez que todos votaron se procede al recuento. Los escrutadores leerán en alto cada papeleta mientras otro toma nota y un tercero las perfora con una agua e hilo, uniéndolas en ristra.
Tras cada votación, se quemarán los votos en una estufa instalada para la ocasión en la Capilla Sixtina. El color del humo que salga por la chimenea anunciará al exterior el resultado: si es blanco, significará que se ha alcanzado un acuerdo. Si es negro, el cónclave deberá seguir. En el pasado se usaba leña o paja para intensificar el humo y evitar confusiones, pero ahora se emplean químicos.
Una vez un cardenal se imponga al resto, el decano, Giovanni Battista Re (en febrero de 2025), preguntará al elegido: “¿Aceptas tu elección canónica para Sumo Pontífice?”. De asentir, le preguntará cómo quiere ser llamado.
El nuevo papa soberano es llevado enseguida a la sacristía de la Capilla Sixtina, conocida como la 'sala de las lágrimas', donde estarán preparados tres trajes pontificios de varios tamaños (dado que es imposible saber de antemano quién será el elegido).
El último paso será anunciar la elección al mundo: “Habemus Papam” (tenemos papa) es la fórmula que el protodiácono exclamará desde el balcón de la basílica vaticana. El nuevo pontífice se presentará entonces al mundo e impartirá su primera bendición 'Urbi et orbi'.
"Francisco nos deja un legado enorme sobre el cual construir una justicia humana, 'un reto al que todos debemos enfrentarnos si queremos abordar los problemas de nuestra convivencia civil de una manera racional, pacífica y democrática'". El autor es Doctor en Derecho, ex embajador de la República Argentina en Italia y presidente de la Fundación Laudato Si.
El Jueves Santo, en su última salida del Vaticano, Francisco visitó la cárcel de Regina Coeli. No pudo, esta vez, realizar el rito del lavado de pies como era su costumbre desde los tiempos en que era arzobispo de Buenos Aires. Era una ceremonia que amaba, imitar con los últimos el gesto que tuvo Jesús con sus discípulos, un gesto de servidumbre.
En cada una de sus visitas a las cárceles, Francisco llevaba esperanza. Eso hizo el pasado 26 de diciembre al abrir de par en par la puerta del Centro de Detención de Rebibbia, la segunda que abrió luego de dar inicio al Jubileo con la apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro. Un gesto cuyo significado, dijo, no era otro que el de invitar a los presos a abrir sus corazones a la esperanza.
“¿Por qué ellos y no yo?”, se preguntaba el Santo Padre. De este modo expresaba, con palabras sencillas y a la vez profundas, como era su estilo, que todos cometemos errores pero que sólo algunos los pagan.
Por ello no debería sorprender que desde el inicio de su pontificado la cuestión de la justicia penal estuviera en el centro de su magisterio. En una serie de documentos e intervenciones públicas promovió, a la luz del Evangelio y en continuidad con sus predecesores, un desarrollo de la Doctrina Social de la Iglesia que, a partir de la realidad de los sistemas penales en nuestro tiempo, sostiene que la justicia penal debe estructurarse en torno al respeto por la dignidad humana.
En un documento de 2019 que sintetiza su magisterio en la materia, sostuvo que “uno de los mayores desafíos actuales de la ciencia penal es la superación de la visión idealista que asimila el deber ser a la realidad”, con el riesgo de “ocultar los rasgos más autoritarios del ejercicio del poder”. En esta afirmación aplicó a la cuestión penal uno de los principios que propuso en su documento programático, la exhortación apostólica Evangelii Gaudium: la realidad es superior a la idea. En consecuencia, el saber penal no ha de ser construido sobre la base de cómo creemos que debe ser el castigo sino a partir del conocimiento efectivo de la realidad de los sistemas penales.
Francisco describió y criticó esa realidad, caracterizada por el encarcelamiento masivo, el hacinamiento y las torturas en las cárceles, la selectividad del sistema penal, la arbitrariedad y los abusos por parte de las fuerzas de seguridad, la ampliación del alcance de la pena, la criminalización de la protesta social, la instrumentalización del sistema penal con fines políticos, el uso arbitrario de la prisión preventiva y el repudio de las garantías penales y procesales más elementales.
Se opuso en forma contundente a las iniciativas para bajar la edad de punibilidad: “los Estados deben abstenerse de castigar penalmente a los niños que aún no han completado su desarrollo hacia la madurez, y por tal motivo no pueden ser imputables. Ellos, en cambio, deben ser los destinatarios de todos los privilegios que el Estado puede ofrecer, tanto en lo que se refiere a políticas de inclusión como a prácticas orientadas a hacer crecer en ellos el respeto por la vida y por los derechos de los demás”.
Condenó la pena de muerte y promovió la nueva redacción del n. 2267 del Catecismo de la Iglesia Católica, que la declara inadmisible y establece el compromiso de la Iglesia con su abolición en todo el mundo; una reforma que expresa “el progreso de la doctrina de los últimos pontífices así como también el cambio en la conciencia del pueblo cristiano, que rechaza una pena que lesiona gravemente la dignidad humana”.
Su condena no se limitó a la pena de muerte legal, sino que en reiteradas ocasiones llamó la atención sobre las ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias. Ello lo llevó a observar con preocupación algunas reformas legislativas que se promovieron en distintos países con respecto a las eximentes de cumplimiento de un deber y de legítima defensa.
Denunció que la pena de prisión perpetua es una pena de muerte “oculta” porque compromete el “derecho a la esperanza” y las “perspectivas de reconciliación y reintegración” de las que la pena no puede prescindir.
Se ocupó también de fenómenos concretos como la criminalización de la homosexualidad, que “representa el modelo negativo por excelencia de la cultura del descarte y del odio”, expresó su preocupación por “la escasa o nula atención que reciben los delitos de los más poderosos” y promovió el reconocimiento del ecocidio como crimen contra la paz.
Francisco no se limitó a denunciar los males del sistema penal, sino que propuso un modelo superador del tradicional retribucionismo: “existe una asimetría entre el castigo y el delito […] la ejecución de un mal no justifica la imposición de otro mal como respuesta. Se trata de hacer justicia a la víctima, no de ajusticiar al agresor”. Para ello, alentó la construcción de un modelo de justicia penal restaurativa “basado en el diálogo, en el encuentro, para que, en la medida de lo posible, se restablezcan los vínculos dañados por el delito y se reparen los daños causados”.
Francisco nos deja un legado enorme sobre el cual construir una justicia humana, “un reto al que todos debemos enfrentarnos si queremos abordar los problemas de nuestra convivencia civil de una manera racional, pacífica y democrática”.
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El Presidente evalúa acompañar a su vocero en una recorrida que tendría lugar el próximo martes, el mismo día del debate de candidatos. La actividad, aún en duda, marcaría un nuevo gesto en la guerra cada vez menos silenciosa entre La Libertad Avanza y el PRO.
La Libertad Avanza y el pragmatismo subterráneo con el que define su estrategia electoral en las provincias
Después de una semana de luto, la campaña en la ciudad de Buenos Aires se prepara para reactivarse. Y lo haría con una jugada de alto voltaje simbólico: según pudo saber elDiarioAR, el presidente Javier Milei analiza salir a la calle el próximo martes 29 de abril para acompañar a su vocero y candidato, Manuel Adorni, en una recorrida proselitista. El evento —que por ahora no fue confirmado oficialmente— está condicionado por una serie de factores: el debate de candidatos porteños previsto para ese mismo día, la preocupación por eventuales protestas opositoras y, sobre todo, el hermetismo que rodea cada movimiento del jefe de Estado. “No queremos que se organicen para pudrirla”, deslizaron en Casa Rosada.
Milei ya le había puesto la cara a la campaña de Adorni. Lo hizo con un spot en el que, sin metáforas, lo bendijo como su heredero político en territorio porteño. “Es mi voz en la Ciudad”, dice el Presidente en cámara, antes de elogiar su defensa del “modelo libertario”. Pero ahora evalúa ponerle también el cuerpo. A contramano de las estrategias clásicas, no se trataría de un acto masivo ni de una caravana militante, sino de una aparición breve, controlada y en una locación mantenida en reserva. Inicialmente, la bajada de Milei iba a realizarse en Plaza Irlanda, en el barrio de Caballito, pero a último momento el equipo de seguridad presidencial pidió mudar la actividad a otro punto con mejores condiciones logísticas.
La semana pasada, quien sí salió a la calle fue Patricia Bullrich. La ministra de Seguridad acompañó a Adorni en una caminata por Recoleta, junto al legislador Juan Pablo Arenaza, ex PRO y hoy enrolado en La Libertad Avanza. Fue una actividad discreta, sin aparato partidario ni globos amarillos, en la que el candidato conversó con vecinos y repitió una de las máximas que rige su campaña: “Nada fingido”. Según su entorno, el vocero evita los grandes actos porque no quiere parecerse a la política tradicional. Su zona de confort, insisten, son las redes sociales y los sets de televisión.
El regreso a la calle coincide con una reactivación planificada de la campaña oficialista en todo el país, tras el impasse impuesto por la muerte del papa Francisco. Esta semana, las actividades proselitistas quedaron en suspenso, pero a partir del fin de semana volverán los spots, las caminatas y los posteos. En la Ciudad, la agenda se acelera: este lunes 28, Adorni, que formó parte de la comitiva que acompañó a Milei al Vaticano, cerrará con un discurso la cena de la Fundación Libertad, en reemplazo del Presidente. Y si las condiciones lo permiten, el martes sería el turno de la recorrida callejera conjunta.
Lo que sí está confirmado es el cierre de campaña, que ya tiene sede: será en Plaza Holanda, punto del primer acto político de Milei en 2021, bajo una estética deliberadamente austera, con un pequeño escenario, sin escenografía partidaria y un único orador: el Presidente. “Un mini mini Parque Lezama”, ironizaron en el entorno libertario.
El despliegue está pensado como parte de una estrategia más amplia: nacionalizar la elección porteña, empujar desde arriba y blindar a Karina Milei del fuego cruzado que llega desde el PRO. La secretaria General de la Presidencia no aparece en los afiches, ni en los actos, ni en los spots. Pero es la figura omnipresente. En su entorno explican que prefiere mantenerse fuera de escena. No dicen que es por su alto nivel de imagen negativa en la Ciudad —superior al 50%—. Sin embargo, nadie duda de que maneja la lapicera. La lista violeta que lleva a Adorni como cabeza visible responde de manera directa a ella, con Pilar Ramírez como jefa de bloque y operadora de confianza. “Está en todo, aunque no se vea”, resumieron cerca suyo.
Del otro lado, el macrismo endurece su estrategia. Silvia Lospennato —la primera candidata del PRO a la Legislatura— intenta capturar el voto útil antikirchnerista y posicionarse como la candidata de la “Ficha Limpia”. En cada entrevista recuerda su pelea contra la habilitación de Cristina Kirchner y denuncia un pacto entre el gobierno nacional y el peronismo para frenar esa ley. En las filas amarillas no faltan los que acusan a los libertarios de haber negociado su portergación como retribución por el salvataje en el caso $LIBRA. El blanco, una vez más, es Karina.
La pelea no es solo por las bancas, sino por el control del electorado más fiel a la derecha porteña. Mauricio Macri, corrido de las listas pero activo en las sombras al igual que Karina, acusa a la hermana del Presidente de haber dinamitado todos los intentos de acuerdo, no solo en la Ciudad sino también en provincias clave como Santa Fe, Chaco o Jujuy. Ella, por su parte, considera al expresidente parte del pasado. El conflicto es personal, pero también estratégico: Karina quiere posicionarse lo mejor posible con vistas a 2027; Macri, resistir en su terruño.
Mientras tanto, en la provincia de Buenos Aires, ambos espacios negocian un acuerdo contra reloj. El 14 de mayo vence el plazo para inscribir alianzas y, cuatro días después, se vota en la Ciudad. Esa cronología envenenada convierte cada gesto, cada foto y cada declaración en una jugada de ajedrez con múltiples tableros. ¿Podría sellarse un acuerdo bonaerense a pesar de la guerra porteña? ¿O acaso su desenlace será el factor que determinará su ruptura?
En ese tablero en tensión, Adorni juega su partido. El vocero confirmó su participación en el debate oficial de candidatos porteños, pero rechazó la invitación del canal TN para un debate paralelo. Cerca suyo argumentaron que “discrimina” a los postulantes menos competitivos y privilegia el rating sobre la representación política. Su entorno insiste en preservar la narrativa de “anti-casta”: estar en el sistema, pero combatiendo sus lógicas tradicionales.
De cara al 18 de mayo, la mayoría de las encuestas muestran a Leandro Santoro primero, aunque sin despegarse, y a Ramiro Marra —referente libertario desplazado de escena— sin poder alcanzar los dos dígitos. Al igual que Lospennato, el desafío de Adorni es capturar el voto antikirchnerista, esquivando tanto al PRO como al peronismo. Por eso en las últimas semanas su discurso viró: menos críticas a Macri, más golpes directos al candidato del PJ.
Aun así, el panorama no es lineal. Desde el entorno del vocero admiten que todavía hay sectores del electorado —sobre todo mayores y menos politizados— que no terminan de asociarlo plenamente a Milei. “Increíblemente, hay una parte que no lo compatibiliza con Javier”, reconocen cerca de Adorni. La apuesta, en ese contexto, es que la presencia del propio Presidente ayude a sellar esa identificación simbólica en el tramo final de una campaña que promete ser decisivo.
PL/JJD