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Con la presencia del jefe de gabinete, Guillermo Francos y otros funcionarios, congregaciones de distintas religiones despidieron a Jorge Bergoglio en una ceremonia repleta, antes de su entierro el sábado en Roma.
“¿Qué auto? yo me vuelvo en subte”. Sorprendido por la pregunta, así de llano contestó el entonces arzobispo de Buenos Aires, Jorge Begoglio cuando el rabino Diego Elman le ofreció acompañarlo hasta su coche luego de haber participado de un evento de Janucá en una sinagoga. El propio Elman le contó la anécdota a elDiarioAR luego de participar en oración interreligiosa que este martes se ofreció en la Catedral Metropolitana para homenajear al papa Francisco.
Elman recordó que conoció a Bergoglio cuando era cardenal de Buenos Aires: “Él estuvo con nosotros tres meses antes de ser papa. Lo invitamos a un evento de Januncá en una sinagoga. Eso pinta mucho a su esencia”, señala el rabino.
Las velas derretidas en las escalinatas de la Catedral Metropolitana cortan el paso. El altar improvisado que empezó el lunes temprano en un sector de la entrada principal, tras conocerse la muerte del Papa Francisco, ahora toma la forma de un verdadero punto de encuentro para fieles y seguidores que quieren dejar un mensaje de despedida. Como si fuera la calle la que habla por Francisco, las cartas –pegadas en la ancha columna del medio de la última iglesia que dirigió en el país–, reflejan el verdadero sentimiento que generaba en sus fieles. Por eso esta tarde de martes, durante una misa interreligiosa, líderes y congregaciones de diferentes cultos no dudarán en definir a Francisco como un hombre que nunca escondió sus intereses por la ayuda a los más necesitados y, según lo definio José María Cuerva, arzobispo de Buenos Aires y anfitrión de la celebracion, “como Dios”, nunca miró con los ojos, “sino con el corazón”.
Por la colectividad judía, el rabino Daniel Goldman fue en primero en hablar en la misa. “Despedir a un hombre de la magnitud del papa Francisco excede a cualquier vocablo que se pueda decir o escribir”, sostuvo Goldman. El rabino resumió a Francisco en tres acciones puntuales. En primer lugar, destacó su compromiso con los migrantes, ni bien asumió su papado. “Lo primero que hizo fue dirigirse a la isla Lampedusa (Italia) y definió su postura a favor de los refugiados que se escapaban de hambrunas y persecuciones en barcazas peligrosas”, comentó Goldman. La segunda acción que destacó Goldman fue su compromiso con el dialogo interreligioso. “Vemos en Francisco al gran guía de nuestras religiones, uniendo puentes sin ningún atisbo espurio”, destacó. El tercer gesto que lo conmovió fue su compromiso con el medio ambiente. “Un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social. El amor a la tierra, como quien la habita, es un camino que todos deberíamos recorrer”, finalizó.
“No era normal lo que generaba en otras iglesias”, destaca un sacerdote de la religión africanista de La Plata, quien prefiere no revelar su identidad. “Somos once religiones en La Plata y todos pensamos lo mismo de él. Su pasión y amor por la creación del hombre”, finaliza el sacerdote.
Desde la comunidad islámica, el sheij Salim Delgado y Omar Abboud apuntaron a la solidaridad del Papa y su compromiso “genuino” por los más pobres. Los islámicos, además, recordaron la visita de Francisco a Jerusalén para que cesen los conflictos armados entre Israel y Palestina. “También recordamos los llamados diarios que hizo en los últimos meses a la parroquia de la sagrada familia en Gaza”, comentó Delgado. Y pidió: “ojalá que el mundo que dejó atrás se haga eco de su llamado por un mundo mejor”.
En representación de la iglesia armenia, Kissag Mouradian, destacó su deseo “por la paz entre los seres humanos” y que siempre pedía que recen por él. “En esos rezos encontraba la paz que tanto buscaba”, afirmó Mouradian.
Entre los asistentes no sólo había líderes de iglesias. Después del traspie que ayer sufrió la vicepresidenta Victoria Villarruel –quien fue insultada al término de una misa en la Basílica de San José de Flores– varios funcionarios estuvieron tambien presentes. Además del jefe de gabinete, Guillermo Francos, también estuvieron el canciller, Gerardo Werthein, y el secretario de Culto y Civilización, Nahuel Sotelo.
FLD/MG
La muerte de Bergoglio llega cuando trataba de subrayar su figura política internacional y mientras gana espacio la ofensiva conservadora dentro y fuera de la institución católica
El Vaticano entra en 'sede vacante': dos semanas de velatorio, funeral y entierro del Papa hasta el cónclave
La muerte del papa Francisco descabezó a una institución como la Iglesia católica en medio de una ola reaccionaria global (que también empuja en el Vaticano) y cuando Bergoglio había decidido subrayar su papel de figura política internacional. El papa muere tras enviar hace poco una carta a los obispos estadounidenses para que encabezaran la resistencia a las deportaciones masivas de migrantes que comenzaron a producirse en ese país por orden de la Casa Blanca de Donald Trump.
¿Y ahora qué? Es la pregunta que muchos se hacen en el Vaticano y en las sedes cardenalicias de todo el mundo. La muerte ha tenido un punto de sorpresa, pues, pese a su delicado estado de salud, nadie podía prever que Bergoglio moriría este lunes de Pascua, justo después de haber presidido la bendición urbi et orbi, y haberse paseado, por última vez, en papamóvil para saludar a una plaza de San Pedro abarrotada de fieles.
Francisco deja muchas incógnitas. No ha dado tiempo a negociar un sucesor a diferencia de lo sucedido con la muerte de Juan Pablo II –cuya agonía se vivió durante semanas, y fue sucedido por su relevo natural, Joseph Ratzinger– y del propio Benedicto XVI, quien renunció al cargo en una decisión histórica, pero que facilitó algo de tiempo.
Entre las posiciones de Francisco que chocan con la contraofensiva conservadora (la autodenominada anti-woke) están desde la lucha contra el cambio climático –EE.UU. ha vuelto a abandonar el Acuerdo de París–, los gestos hacia las mujeres y el colectivo LGTBI o la crítica al rearme internacional. También ha criticado la ola anti-inmigrantes que está ganando posiciones no solo en EE.UU., sino también en la Unión Europea.
La política en general y el ascenso a la presidencia argentina de Javier Milei en particular han estado detrás de que un papa argentino no visitara nunca su país natal.
Y es que la muerte de Francisco, además de desatar las lógicas ambiciones de cara a un cónclave que se presenta más abierto que nunca, deja a la Iglesia católica en una suerte de orfandad que no se recordaba desde el fallecimiento de otro papa carismático: Juan Pablo II.
¿Quién sucederá a Bergoglio? ¿Puede haber un Francisco II? O, por el contrario, como suele ser norma siempre que hay un papa progresista, volverá un pontífice más conservador. ¿Aplicará la Iglesia su ‘teoría del péndulo’,o se atreverá a continuar con las reformas emprendidas por Francisco?
Las reformas de Bergoglio no han contado con el respaldo de buena parte del aparato curial. Algunas sin materializarse, como el papel de la mujer y los laicos, pero otras muy avanzadas como la reforma de la Curia, pasando por las bendiciones a parejas homosexuales o el intento serio de erradicar los abusos sexuales. También la unidad entre las distintas confesiones cristianas o el mismo papel del Obispo de Roma. Muere Francisco sin tomar una decisión definitiva, por ejemplo, sobre el futuro del Opus Dei, o en el caso de España, sin nombrar al nuevo Nuncio apostólico.
De hecho, los grupos ultracatólicos más opuestos al papa han aprovechado desde que Francisco cayó enfermo el pasado febrero para reactivar su campaña de influencia y posicionar sus candidatos de cara al futuro cónclave.
¿Por qué tantas dudas? En buena medida, porque Francisco no quiso ser un papa al uso. No quiso gobernar a golpe de baculazo, ni tomando decisiones como gobernador supremo y absoluto de la Iglesia. El estilo Bergoglio fue más bien una suerte de pontificado participativo que consultaba.
Así, junto a la convocatoria de un proceso sinodal, creó el famoso grupo del ‘C9’, con varios cardenales (entre ellos, el español Omella) para asesorarle en el gobierno de la Iglesia. Ahora, en un estado como es el Vaticano, la elección del sucesor de Francisco vendrá por una elección entre los cardenales menores de 80 años.
¿Quién sucederá a Bergoglio? La incertidumbre también se traslada a los nombres de los candidatos, que ya circulan, para convertirse en el nuevo pontífice. Como no puede ser de otra manera ya han surgido multitud de nombres. Sin embargo, se trata de la elección papal más globalizada de la historia, con 135 cardenales electores procedentes de 94 países.
Con todo, ya asoman algunos posibles candidatos que simbolizarían distintas almas de la Iglesia. Desde los más conservadores (que llevan tiempo asomando a sus candidatos a través de webs ultras) a los más progresistas (si es que puede hablarse de progresismo entre los purpurados), pasando por una mayoría continuista que, sin ir más lejos de lo que intentó hacer Bergoglio, no frenarán las reformas.
¿Hay nombres? El más claro, sobre todo si se da un cónclave corto, es el secretario de Estado, Pietro Parolin. El italiano, probablemente el eclesiástico más conocido en el interior de la Iglesia más allá de Francisco, sería un pontífice moderado que, siendo conservador, también fue uno de los principales colaboradores del pontífice durante más de una década.
Ser italiano también podría ser una baza a su favor, después de tres pontificados no italianos. Y también goza de buen predicamento entre los líderes mundiales. Otro italiano, este representante del sector más bergogliano, podría ser el presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, el cardenal Zuppi, a quien Francisco le encargó la fallida mediación a varias bandas (China, Estados Unidos, Ucrania, Rusia y la ONU) para parar la invasión de Putin en Ucrania. El filipino Luis Antonio Tagle, que se convertiría en el primer papa asiático de la historia moderna, simbolizaría la apuesta decidida por una Iglesia que apuesta por la acción social y por los pobres.
En el otro lado se sitúan los grandes enemigos de Francisco, que sin tener muchas posibilidades reales, sí podrían ayudar a desequilibrar la balanza ultraconservadora: el estadounidense Raymond Burke (asesor de Donald Trump), el ex prefecto de Doctrina de la Fe, Gerhard Müller, o el guineano Robert Sarah, quienes se mostraron rotundamente en contra de las bendiciones a parejas homosexuales, la comunión a los divorciados vueltos a casar y a favor de las misas en latín. Sí podría tener opciones un candidato como Peter Erdo, del sector conservador, pero que no se ha posicionado claramente en contra de Bergoglio. O Willjem Ejk, cardenal de Países Bajos.
Después del primer papa latinoamericano, es difícil, pero no imposible, otro pontífice hispanohablante o del Sur. Entre los españoles, algunas voces apuntan al cardenal Omella, quien curiosamente este lunes cumplía 79 años. Él mismo se ha autodescartado en declaraciones a los medios. Para otros candidatos, como el cardenal Cobo (58 años) o el ex rector de los salesianos, Ángel Fernández Artime (64), parece que no ha llegado aún el momento. Pero también es cierto que pocos pensaban que, hace ahora 12 años, los cardenales elegirían a un papa venido del fin del mundo.
"La muerte no es el fin de todo, sino el comienzo de algo. Es un nuevo comienzo, como bien lo destaca el título, porque la vida eterna, que quienes aman ya experimentan en la tierra en las ocupaciones cotidianas, es el comienzo de algo que no terminará. Y es precisamente por eso que es un nuevo comienzo, porque viviremos algo que nunca hemos vivido plenamente: la eternidad", se lee en el texto que publican este martes los medios italianos.
“La muerte no es el fin de todo, sino el comienzo de algo (...) Es un nuevo inicio”, escribe el papa Francisco, fallecido este lunes a los 88 años, en un texto inédito, el prólogo de un libro del cardenal Angelo Scola que se publicará el próximo 24 de abril.
“La muerte no es el fin de todo, sino el comienzo de algo. Es un nuevo comienzo, como bien lo destaca el título, porque la vida eterna, que quienes aman ya experimentan en la tierra en las ocupaciones cotidianas, es el comienzo de algo que no terminará. Y es precisamente por eso que es un nuevo comienzo, porque viviremos algo que nunca hemos vivido plenamente: la eternidad”, se lee en el texto que publican este martes los medios italianos.
Se trata del prefacio con fecha 7 de febrero del libro del cardenal Scola, arzobispo emérito de Milán, titulado “En espera de un nuevo comienzo. Reflexiones sobre la vejez” y que estará disponible en las librerías este jueves.
Francisco también reflexiona sobre la vejez: “Ya en la elección de la palabra con la que se define, 'viejo', encuentro una consonancia con el autor”, escribió Francisco antes de ser hospitalizado por una neumonía bilateral y por la que estuvo ingresado 38 días hasta el 23 de marzo.
“Sí, no debemos tener miedo a la vejez, no debemos tener miedo de aceptar el envejecimiento, porque la vida es vida y edulcorar la realidad significa traicionar la verdad de las cosas. Devolverle el orgullo a un término que con demasiada frecuencia se considera malsano es un gesto que debemos agradecer al cardenal Scola. Porque decir 'viejo' no significa 'ser desechado', como a veces nos hace pensar una cultura degradada del descarte”, continúa el papa.
Y añade: “Decir viejo, en cambio, significa decir experiencia, sabiduría, conocimiento, discernimiento, reflexión, escucha, lentitud... ¡Valores que necesitamos desesperadamente!”.
El papa también indica vivir el tiempo de la vejez “como una gracia, y no con resentimiento”. “Si acogemos con gratitud y reconocimiento el tiempo (incluso largo) en el que experimentamos la disminución de las fuerzas, el aumento del cansancio corporal, los reflejos ya no iguales a los de la juventud, pues bien, incluso la vejez se convierte en una edad de vida”, añade el pontífice argentino.
EFE.
IG
Después del papado reformista del argentino Jorge Mario Bergoglio, el colegio cardenalicio elegirá su sucesor en un cónclave signado por una tregua entre progresistas y conservadores, y por las crisis existenciales de la Iglesia Católica.
Cuando el miércoles 13 de marzo de 2013 el cardenal francés Jean-Louis Tauran anunció que Jorge Mario Bergoglio había sido elegido pontífice máximo de la Iglesia Católica Apostólica Romana y sucesor n°266 de San Pedro, los parabienes de Cristina Fernández de Kirchner fueron de una moderación tan extrema como poco característica. En vez de felicitar al exarzobispo de Buenos Aires por su victoria electoral vaticana, expresó una íntima satisfacción personal suya propia y formuló una impersonal pero atingente reflexión histórica. En el cenit de su segundo mandato, la presidenta argentina se congratulaba de que el cónclave cardenalicio convocado el martes 12 para escoger entre sus 117 miembros al sustituto del renunciante Benedicto XVI hubiera finalmente reunido, en quinta vuelta, los votos necesarios para consagrar la candidatura de un papa latinoamericano. Con la elección del jesuita que adoptaría el nombre simple de Francisco, que evocaba adrede la opción por los pobres del santo de Asís, había llegado su turno a un continente subalterno y se había reparado una postergación que era una injusticia.
Aquel mismo espíritu de prudencia y moderación, acaso poco característico, acaso sintomático, seguramente ineludible, animará el próximo cónclave vaticano, según es de prever, a juzgar por todas las fuentes vaticanistas que elDiarioAr ha podido preguntar.
El papa Francisco murió este lunes a los 88 años, víctima de un accidente cerebro-vascular seguido de un coma y colapso cardio-circulatorio irreversibles, según el boletín médico del Vaticano. El cuerpo será velado en la basílica de San Pedro desde el miércoles 23 hasta el funeral del sábado 25. Primer papa latinoamericano, Bergoglio fue también -y lo uno no implica necesariamente lo otro- uno de los líderes más influyentes de la Iglesia Católica en el siglo XXI. Su muerte marca el fin de un pontificado reformista de gran resonancia social, con énfasis en la justicia social, el medio ambiente, la hospitalidad a las migraciones, el ambientalismo, y el pacifismo a ultranza como doctrina rectora básica de las relaciones internacionales.
Con diplomacia y buenas artes jesuíticas, Francisco tensó los polos de reacción y revolución en el interior de la Iglesia Católica. En más de dos milenios de funcionamiento, la administración más duradera entre cuantas organizan las grandes religiones monoteístas del planeta considera que la próxima elección papal significa una decisión existencial para la Iglesia. Todo invita a pensar que entre los cardenales más progresistas y los más conservadores primará aquel raro, poco característico entendimiento prudente de la cuidadosa felicitación de CFK en 2013.
Jorge Mario Bergoglio pontífice fue un peregrino que hizo 47 viajes apostólicos en 66 países. Cuarenta visitas pastorales a 49 ciudades italianas. Más de 200 visitas en la diócesis capitalina como obispo de Roma. Declaró a la República Centroafricana “capital espiritual del mundo”. Eligió la marginal Albania como destino de su primer viaje fuera de Italia. Es decir, el único país europeo donde la mayoría de la población profesa y practica no una confesión cristiana sino la fe islámica.
El primer papa latinoamericano y del “Sur global” eligió a la minúscula isla mediterránea de Lampedusa, de soberanía italiana, para su primer viaje apostólico fuera de Roma, después de que en el cardenal argentino hubiera sido elegido papa por sus pares del colegio cardenalicio. El exarzobispo de Buenos Aires eligió como nombre Francisco, el santo medieval de la ciudad de Asís, que hizo voto de una pobreza desde entonces llamada “franciscana” y que en los años 70 fue, junto a santa Clara, un ícono contracultural, global y hippy gracias al film de Franco Zeffirelli Hermano sol, hermana luna estrenado en la Argentina en 1973. Territorio insular a mitad de camino entre el sur de Europa y el norte de África, destino masivo de migrantes que aun hoy, a pesar de las políticas restrictivas eficaces de la premier post-fascista Giorgia Meloni deambulan entre una población local a la que superan ampliamente en número.
Lampedusa era la isla de Tommaso di Lampedusa. El aristocrático autor siciliano de Il gatopardo (1957). Una novela después adaptada como film cinematográfico y hoy como serie multimediática, cuyo tema y problema es el fin del poder temporal del Papado y la unidad política de Italia en el siglo XIX. Un libro donde su protagonista, el aristocrático, astuto, populista Príncipe de Salina formula el ideario “gatopardista” de que todo debe cambiar (accidental, espectacularmente) un poco para que todo siga siendo (sustancial, invisiblemente) lo mismo. Un libro que conocía bien el primer papa jesuita, lector y profesor de literatura italiana.
La narrativa de ficción favorita de Bergoglio era una novela histórica. I promessi sposi (1842) narra la vida de los novios del título italiano, sobre el fondo de la autocracia colonial española que vive la Península y la peste que sufre Lombardía en el siglo XVII. Su autor, Alessandro Manzoni, escritor romántico y senador del Reino de Italia, católico militante y novelista elogiado por Friedrich Engels -amigo, protector, colaborador y coautor de Karl Marx-, estaba cruzado y atravesado por contradicciones que serían las del primer “papa peronista”, según el título del ensayo de interpretación biográfico de Ignacio Zuleta.
Cuando el domingo 2 de marzo de 2025 la actriz española Penélope Cruz anunció que Aún estoy aquí había ganado el Oscar a la mejor película internacional, la alegría brasileña, vociferada sin morigeración ninguna, sonó entre quienes festejaban con los decibeles bombásticos de un añorado desenlace favorable de final de Copa FIFA. Con el film de Walter Salles, Brasil ganaba por primera vez el premio mayor de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas. El día del triunfo nacionalista podía ser percibido, en buena ley, como una jornada de justicia que al tiempo que acababa con una postergación consumaba una reparación o al menos representaba una compensación.
Cuando Bergoglio fue elegido papa, la presidenta Dilma Rousseff, en su primer mandato, único concluido completo, y antes de las protestas de junio de 2013 que determinarían los diez próximos años de política en Brasil, comentó informalmente: “El papa es argentino, pero Dios es brasileño”.
El primer gran viaje americano de Francisco pontífice no fue a su patria sino a Brasil. En Rio de Janeiro, con Dilma Roussseff presente, Bergoglio pudo celebrar el buen humor del chiste, que en nada lo ofendía, de la presidenta petista. El “papa peronista” conocía poco de antemano Brasil. En la mayor nación católica de la tierra -según los censos-, en un país de remanida religiosidad popular, lo sorprendió el desapego de las autoridades políticas ante su peregrinar. No lo abandonaban, pero lo dejaban obrar a solas sin trabas. En contra del cliché que opondría una Argentina moderna a un Brasil más arcaico en lo que a fe se refiere, el recuerdo del Pontífices de su patria es el de un territorio donde jamás un político se pierde una misa o una procesión o las festividades de vírgenes o santos locales. Un Estado federal donde el evangelismo tiene bancadas propias en el Congreso Federal de Brasilia, y donde sin embargo ese Estado, sus funcionarios y los cargos electivos se comportan con un laicismo práctico y desenvuelto en sus conductas jurídicas cotidianas y (para ellos) productivas.
A los ojos argentinos o chilenos, la ausencia de la religión católica y de toda religión como referencia o guía de acción, es notable en el film de Salles. En los films argentinos, el clero secular y la jerarquía eclesiásticas son cómplices de la dictadura (en el caso del clero regular, como la Compañía de Jesús, la imagen es más matizada, o más confusa); en los chilenos, está la memoria de la Vicaría de la Solidaridad antipinochetista.
La Iglesia Católica es una monarquía electiva y vitalicia. La renuncia de Joseph Ratzinger, primer papa alemán, que en 2005 había sucedido a Juan Pablo II, primer papa polaco, era una novedad o una anomalía en una historia que no había hecho más que acumularlas. Al menos desde 1978, cuando a la muerte de Paulo VI fue elegido papa el patriarca de Venecia, Albino Luciani, que adoptó como nombre Juan Pablo I, en honor a sus predecesores, el inmediato, y el anterior, Juan XXIII, para morir a los pocos meses en circunstancias que todavía hoy siguen considerándose sin esclarecer por entero.
Al papa lo eligen 117 cardenales. Es la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood la que confiere los premios Oscar. Veamos en qué se parece y en qué no al cónclave cardenalicio. Como el nombre no deja de insinuarlo, la artística Academia californiana no es un sindicato sino un club. Como a muchos clubes privados, se ingresa por un proceso de selección endogámico (como al colegio cardenalicio) y el pago de una membresía anual (a diferencia del colegio cardenalicio, al que no se paga nada, porque paga a sus miembros). Como también suele suceder con los clubes exclusivos, la magra diversidad de la Academia salta a vista: de sus diez mil y pico de miembros, más del 80% son blancos (sólo el 50% entre los cardenales), el 70% son varones (el 100% entre los cardenales) y, en promedio, es un grupo que se acerca a la tercera edad (la tercera edad es la edad canónica de los Príncipes de la Iglesia).
En 2025, el film Aún estoy aquí deplora la renuencia del Estado brasileño para reconocer su participación en las desapariciones de la dictadura que terminó en 1985 y elogia el saneamiento constitucional que aportó la nueva Constitución de 1988. Si menos personas son analfabetas, si hay menos impunidad en Brasil, nadie puede negar que la alegría por el Oscar que finalmente llegó donde debía, un cuarto de siglo después, sea legítima, y legal. Ya empiezan a circular los nombres de los posibles sucesores del trono de San Pedro. Un dicho corriente asegura que ‘quien entra papa al cónclave, sale cardenal’: que las candidaturas mejor conocidas de antemano no son -o casi nunca son- las vencedoras. Puertas adentro de la Iglesia, la mayor revolución de Francisco fue el Sínodo sobre el carácter sinodal del gobierno eclesiástico de la Iglesia. A puertas adentro, pero no a puertas cerradas, dado el grado de invitación a participar, y de participación efectiva, de laicos, mujeres y aun representantes de la antes irradiada comunidad LGBT+. El reconocimiento, sin duda incompleto todavía, de crímenes y delitos de abuso sexual también pesó sobre aquellas reflexiones, y pesa hoy. La finalidad del Sínodo estaba guiada por un pensamiento central de Francisco: la descentralización de las decisiones y las responsabilidades en la Iglesia.
El Vaticano no quiere ser una monarquía absoluta. Busca regresar a una organización comunitaria carismática originaria, como la de la Iglesia fundada por Cristo. Por detrás de esta ideología primigenia o ‘primitivista’ despunta, antes que una opción ideológica, una brutal ausencia de opciones en el contexto actual. El Papa no puede actuar como un monarca absoluto, y el Pontificado de Francisco ha dado, en los hechos, abrumadora constancia de esa impotencia. La mayoría de los cardenales que votarán en el Cónclave participaron en el Sínodo. Progresistas o reaccionarios, a ninguno falta una aguda consciencia histórica, refinada por fuerza en la última década. Para los católicos, en la elección de cada nuevo Vicario de Cristo interviene el Espíritu Santo. La organización del voto en el colegio cardenalicio, sin embargo, es pasible de un análisis político. Todo invita a pensar que, lejos de la polarización, un corporativo espíritu de prudencia, cálculo y mesura guiará a los príncipes de la Iglesia a la hora de escoger al sucesor del jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio.
AGB/MC
Más allá de coincidencias o diferencias con el pensamiento del fallecido Francisco, los jefes de Estado de distintas partes del planeta confirmaron que el próximo sábado estarán presentes en la misa exequial para despedir al pontífice argentino. Milei parte el jueves desde Buenos Aires con seis funcionarios.
Líderes internacionales empezaron a confirmar su presencia en el funeral por Francisco, una vez que se supo que la ceremonia tendrá lugar el sábado 26 de abril en la Plaza de San Pedro, más allá de la cercanía o lejanía que mantenían con el pontífice en diversas posturas de apertura de la Iglesia mostradas por Jorge Bergoglio durante su papado.
Ya desde este lunes, poco después de conocer la muerte del pontífice, de 88 años, numerosos países anunciaron medidas de luto y enviaron condolencias al Vaticano. Pero cuando se definió la fecha del funeral, comenzaron a confirmar su presencia en la despedida final. Así se ratifió en primer término que Javier Milei estará presente en el Vaticano junto a parte de su Gabinete, a pesar de su turbulenta relación con Bergoglio, con duras críticas y pedidos de disculpas posteriores incluidos en sus idas y vueltas. Alguna vez, Milei, cuando ya era diputado, había llamado al papa argentino “maligno en la tierra” y lo tildó de “imbécil” y “comunista”. Después, lo visitó en febrero de 2024 en la sede de Roma y cambió su postura. El pointífice pasó de “maligno” a una persona con “bondad y sabiduría”
La comitiva partirá el jueves a las 22 y acompañarán al mandatario la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei; el jefe de Gabinete, Guillermo Francos; la ministra de Seguridad Nacional, Patricia Bullrich; la titular de Capital Humano, Sandra Pettovello; el canciller Gerardo Werthein; y el vocero presidencial Manuel Adorni.
Entre los más madrugadores a la hora de confirmar su desplazamiento a Roma figura el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien viajará con su esposa Melania. “¡Descanse en paz, papa Francisco! ¡Que Dios lo bendiga a él y a todos los que le quisieron!”, escribió el líder republicano en redes sociales.
La relación entre el pontífice y el mandatario estadounidense estuvo marcada por varios desencuentros, en especial por la postura crítica del pontífice sobre las políticas migratorias del líder republicano. “Que se centre en la Iglesia católica y arregle eso y nos deje a nosotros la vigilancia fronteriza”, habían reclamado al papa desde la Casa Blanca meses atrás.
Por su parte, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, tiene previsto viajar a Roma para asistir al funeral del papa Francisco, según informaron este martes fuentes de la presidencia ucraniana a la agencia pública del país, Ukrinform.
El mandatario ucraniano destacó que Francisco rezó siempre por “la paz en Ucrania y por los ucranianos” y destacó su compromiso “con Dios, con la gente y con la Iglesia”.
Los presidentes de la Comisión Europea, del Consejo Europeo y de la Eurocámara, Ursula von der Leyen, António Costa y Roberta Metsola, respectivamente, ya han confirmado que asistirán al funeral.
Los presidentes de las principales instituciones de la Unión Europea lloraron el lunes la muerte de Francisco, a quien recordaron como guía para avanzar hacia “un mundo más justo, pacífico y compasivo”, dijo Ursula von der Leyen.
El presidente francés, Emmanuel Macron, también anunció su presencia en Roma el día 26 después de que ayer, tras conocer la noticia del óbito, rindiera homenaje a Francisco, de quien subrayó que durante todo su pontificado “estuvo al lado de los más débiles”.
Los reyes de España, Felipe Vi y Letizia, también asistirán el próximo sábado al funeral informaron fuentes de la Casa del Rey. El monarca, que ha acudido este martes junto a la reina Letizia y su madre, la reina Sofía, a la Nunciatura Apostólica para firmar en el libro de condolencias, presidirá la delegación española como jefe del Estado.
El primer ministro británico, Keir Starmer, también confirmó su presencia en la ceremonia religiosa, informó este martes la residencia oficial del 10 de Downing Street. El palacio de Buckingham, mientras, aún no ha comunicado si el rey Carlos III del Reino Unido u otro miembro de la familia real británica viajará a Roma para las exequias del pontífice.
Tras conocerse la muerte de Francisco, Starmer destacó ayer el “liderazgo valiente” del pontífice en tiempos complejos para el mundo y consideró que “fue un papa para los pobres, los oprimidos y los olvidados”. Resaltó la cercanía del papa a las realidades de la fragilidad humana, reuniéndose con cristianos que por todo el mundo se enfrentan a guerras, a la hambruna, a la persecución y a la pobreza.
Por su parte, el rey Felipe y la reina Matilde de Bélgica asistirán a la ceremonia religiosa de este sábado tras definir al pontífice argentino de “gran hombre, cercano a los más humilde y preocupado por los problemas del mundo”.
Otros dirigentes que han confirmado su presencia fueron la presidenta de Suiza, Karin Keller-Sutter, y el presidente interino de Rumanía, Ilie Bolojan, así como los mandatarios de Lituania y Letonia, Gitanas Nauseda y Edgars Rinkēvičs.
También estarán el presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa; el de Hungría, Tamás Sulyok; y el polaco, Andrzej Duda.
Desde otras latitudes todavía no han aclarado qué tipo de representación tendrán en el funeral, caso de China, que no tiene vínculos diplomáticos con la Santa Sede desde 1951 y que este martes, sin embargo, expresó sus condolencias por la muerte del papa y, mediante el Ministerio de Exteriores, afirmó estar dispuesta a “trabajar junto al Vaticano para promover la mejora continua” de sus relaciones bilaterales.
El presidente ruso, Vladímir Putin, no tiene planes de acudir el sábado al entierro del papa Francisco, al que la víspera alabó por su “actitud positiva” hacia Rusia.
“No, el presidente no tiene tales planes”, dijo Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin. Putin, un creyente ortodoxo confeso que fue bautizado a escondidas en tiempos soviéticos, se reunió con el papa en tres ocasiones, la última en 2019.
En cuanto a quién representará a Rusia en las pompas fúnebres, Peskov aseguró que no hay una decisión final y que informará en su momento sobre ello.
La ciudad de Roma se prepara para recibir a los cientos de miles de fieles que llegarán desde este lunes a la capital italiana para los funerales del papa Francisco, motivo por el que las autoridades convocaron un Comité Operativo urgente para garantizar la seguridad ciudadana y de las autoridades mundiales que en los días sucesivos se harán presentes para la despedida del pontífice.
Ya las autoridades italianas desplegaron un operativo inicial en las inmediaciones de la Plaza de San Pedro que cortó algunas calles para garantizar el orden en los aledaños al Vaticano, zona masificada tras la muerte de Francisco.
Además, en señal de duelo por la muerte del Santo Padre, la Presidencia del Consejo de Ministros ordenó que las banderas de los edificios de la Presidencia ondeen a media asta. Esta disposición fue comunicada a los órganos constitucionales, prefecturas, representaciones diplomáticas y consulares en el extranjero, así como a las fuerzas armadas y de policía.
La primera ministra, Giorgia Meloni, está en contacto con Ciciliano, a quien pidió que active las acciones necesarias para garantizar la ordenada afluencia y asistencia de los fieles que llegarán a Roma.
El maestro ceremoniero del Vaticano, Diego Ravelli, informó en un comunicado que el féretro es velado en la capilla de su residencia por disposición en vida del pontífice, ya que antes de Francisco esto se hacía en la capilla del Palacio Apostólico.
El pontífice simplificó el año pasado los ritos funerarios en el documento 'Ordo Exsequiarum Romani Pontificis' y, entre otras cosas, estipuló ser velado en la capilla de su residencia y no en el Palacio, además de que su cuerpo fuera después expuesto a los fieles en un ataúd abierto y no sobre un catafalco en la basílica.
Con su muerte, con 88 años y tras una difícil convalecencia por sus problemas respiratorios, dará inicio al protocolo que regirá su funeral y, después de este, en un plazo no superior de 20 días, la convocatoria de un cónclave para elegir a un sucesor.
Con información de EFE.
IG