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La Cámara baja debate una modificación clave al régimen de los Decretos de Necesidad y Urgencia y además vota sobre la medida presidencial que permitió canjear deuda sin pasar por el Congreso. Los opositores tendrían los votos, pero hay fuerte presión del oficialismo.
Sin urgencia, Milei prefiere prorrogar el Presupuesto 2023 antes que ceder ante la oposición
El Gobierno se acerca a un martes de derrota en la Cámara de Diputados. Con el proyecto que busca cambiar el régimen de los Decretos de Necesidad y Urgencia, y la intención de voltear el DNU de Javier Milei que habilitó el canje de deuda sin pasar por el Congreso, la oposición quiere hoy imponer su agenda en medio de una situación parlamentaria al límite por el fin de las sesiones ordinarias el 30 de noviembre.
El espacio de Miguel Pichetto, los radicales díscolos que responden a Facundo Manes y Martín Lousteau y el peronismo de Unión por la Patria convocaron a una sesión para las 15 que Martín Menem no pudo desatender. La disputa es táctica, porque mientras la oposición quiere demostrar una señal de autonomía al Gobierno, el oficialismo presiona a través de los gobernadores para que bajen a sus diputados y amenaza con que la votación puede perjudicar el Presupuesto 2025.
En el arco opositor confían tener los porotos necesarios para avanzar con los dos ítem de la orden del día. El número de apoyos que calculaban ayer, según pudo recoger elDiarioAR, es el de 134, cantidad suficiente para conseguir el quórum y luego aprobar ambas iniciativas. Pero hasta último momento habrá rosca para inclinar la balanza. “Justito, pero llegamos”, consideró uno de los diputados opositores metido de lleno en las negociaciones. Será una pelea con varios rounds.
La modificación del régimen de los DNU (Ley 26.122) necesita una mayoría absoluta para su media sanción. Esto es un mínimo de 129 votos a favor en el recinto de Diputados. Lo que quiere la oposición es “mostrarle los dientes al Gobierno”, como expresó otro legislador consultado, a partir del apego de Milei a gestionar vía decreto, saltando casi por completo al Congreso, donde La Libertad Avanza tiene una fuerza exigua.
Actualmente los DNU firmados por el Presidente quedan en pie hasta tanto ambas cámaras parlamentarias lo rechacen. Solo pasó una vez en la historia democrática y fue justamente con el decreto sobre la expansión presupuestaria de la SIDE mileísta. El dictamen opositor establece lo contrario: que los DNU perderían vigencia a los 90 días corridos de su publicación, a menos que sean aprobados tanto por Diputados como por el Senado. Y condiciona además de que si en la ventana de tres meses una de las dos cámaras lo rechaza, automáticamente queda inválido.
El Gobierno se puso en guardia contra la medida que impulsa la oposición. Milei la calificó de “golpe de Estado” y anticipó su veto, aunque hoy el proyecto de modificación solo tendría media sanción. Con el fin de las ordinarias el próximo 30, el debate en la Cámara alta quedaría ya para el año que viene.
Menem se despachó por Twitter durante el fin de semana, recordando que fue durante el kirchnerismo que se estableció el régimen actual de DNU: “La Ley 26.122 que ‘repentinamente’ quieren modificar, TIENE CASI 19 AÑOS DE VIGENCIA. Quienes promueven esto SE VALIERON de la misma cuando fueron gobierno. Solamente QUIEREN COMPLICAR al actual GOBIERNO Priorizan sus intereses y SE OLVIDAN UNA VEZ MAS DE LA GENTE”.
El segundo round de la jornada parlamentaria será el DNU 846/24 correspondiente al canje de deuda. Lo firmó Milei en septiembre para habilitar el canje de títulos de deuda en cualquier moneda saltándose los requisitos que impone la Ley de Administración Financiera y la autorización del Congreso.
Es el tema que más urticaria genera en el oficialismo porque su aprobación solo requiere una mayoría simple. Ante una derrota inminente, el Gobierno argumentó que el rechazo al decreto perjudica “la estrategia financiera”. Buscó presionar a los gobernadores para que bajen a sus diputados a partir de que la jugada opositora pondría en jaque las obras públicas que puedan llegar a financiarse el año que viene a través del presupuesto.
Pero los opositores creen que en realidad los libertarios no quieren aprobar la llamada Ley de Leyes. “A ellos les conviene el presupuesto en función de mostrar seguridad jurídica, pero por otra parte lo dan perdido por perdido, si ven que pueden tranquilamente prorrogar otro año más y seguir gobernando por decreto”, entendió una de las espadas legislativas de Encuentro Federal.
Si en la Cámara baja el rechazo al DNU avanza –se mantendría la entente del peronismo, radicales disidentes, Pichetto, más la izquierda y el espacio de Elisa Carrió–, es probable que también en el Senado exista voluntad para apurar su caída antes de fin de noviembre. Ahí ya sería un acuerdo entre Unión por la Patria y Lousteau.
En las filas oficialistas mantienen su postura de alarma institucional y atan el destino de las provincias a lo que defina el recinto de Diputados. Pero no reniegan habilitar un siga-siga con el presupuesto 2023, como fue este año. “Creemos que sería un buen signo institucional que el Congreso de la Nación apruebe el presupuesto que envió el Ejecutivo. Pero si no lo hace, seguiremos con la prórroga actual”, avisó Guillermo Francos.
Una alternativa que baraja el oficialismo es que la discusión sobre el canje de deuda se incorpore efectivamente al texto del Presupuesto 2025. Como gesto de compromiso, podrían plantear dentro del recinto que haya un emplazamiento para que el debate se traslade a comisiones. “Estamos llevándolo a la cuerda para negociar”, consideró una voz libertaria sobre la salida intermedia que ensayan.
En la oposición entienden que el número de 134 voluntades podría reducirse a partir de la presión del Gobierno a algunos gobernadores, sobre todo porque ya fueron efectivas en su momento acciones coercitivas sobre legisladores de UP (Raúl Jalil cambió el voto de varios de sus coterráneos) o del espacio de Pichetto (el chubutense Jorge Ávila, por caso, de relación con Nacho Torres). LLA tendría el apoyo incondicional del PRO y sus satélites de siempre, incluso los “radicales peluca”. La definición se conocerá en el recinto.
MC/MG
En Casa Rosada admiten que el "Plan A" es que la "ley de leyes" no prospere, algo que le permitiría al Presidente continuar administrando discrecionalmente las partidas. Este martes podría definirse una fecha para el dictamente del proyecto, que debería tratarse antes de fin de mes.
“Si no sale, mejor”. Así de contundente, una alta fuente del Gobierno lleva meses repitiendo que el “Plan A” de Javier Milei es que el Presupuesto 2025 no prospere. Mientras en el Congreso los libertarios asumen la posibilidad de una derrota en la pulseada por la ley de DNU, en Casa Rosada saben que tienen en sus manos una carta letal: si el proyecto presentado por el Presidente ante la Cámara de Diputados no es aprobado, se prorrogará nuevamente el de 2023. Una movida que le permitiría al libertario seguir con su plan de ajuste sin necesidad de algún tipo de negociación.
La sesión especial que tendrá lugar este martes en la Cámara baja será clave: los bloques opositores buscarán definir una fecha para el dictamen de la “ley de leyes”, que debería tratarse antes de que finalice el periodo ordinario. De lo contrario, son conscientes de que Milei estaría facultado para continuar administrando discrecionalmente las partidas, esquivando compromisos fiscales con las provincias. Es que en el oficialismo ven esta opción como un arma poderosa para que los gobernadores, dependientes de fondos nacionales, continúen alineados con el Gobierno.
En las últimas semanas, sin ir más lejos, Guillermo Francos mantuvo conversaciones con varios de los mandatarios provinciales para discutir sus necesidades de financiamiento y ofrecerles recursos para proyectos específicos, pero con una condición: que respalden la regla del déficit cero que impulsa La Libertad Avanza.
El jefe de Gabinete es el encargado de dejarle en claro a los gobernadores que, si no se logra consenso legislativo, continuará vigente la ley sancionada a fines de 2022 y Milei podría avanzar sin tener que ceder ante sus demandas. El mensaje es directo: o aceptan un presupuesto austero o se quedan con el del año anterior, lo que colocaría a las provincias en una situación de todavía mayor dependencia de la Casa Rosada, que tendría la última palabra en el manejo de los fondos.
El oficialismo mueve sus fichas con la tranquilidad de saber que el reloj corre a su favor. Así y todo, Francos y su equipo intentan seducir a gobernadores para evitar que sus representantes se plieguen al cada vez más consolidado bloque anti-Milei en el Congreso. Cada aliado cuenta, sobre todo frente a un grupo variopinto que incluye a Unión por la Patria, el Frente de Izquierda y el flamante bloque radical Democracia para Siempre, todos unidos en un objetivo en común: frenar la política fiscal del Gobierno. Para esos sectores, la prorrogación presupuestaria es sinónimo de retroceso, ya que se postergarían partidas clave para educación, salud y programas sociales que dependen de una actualización urgente.
Mauricio Macri observa agazapado desde las sombras. El expresidente reunió esta tarde a su tropa para determinar cómo actuará su bloque en la votación que buscará limitar la ley de DNUs. El PRO mantiene una postura ambigua en relación al presupuesto, sin comprometerse ni con Milei ni con la oposición instransigente, algo que podría replicarse durante la sesión de este martes. La jugada es astuta: una abstención calculada le permitiría a Macri seguir jugando a la diferenciación, sin cerrar las puertas a futuros acuerdos, tanto legislativos como electorales.
Sin embargo, en Balcarce 50 prima la cautela: aseguran que Macri nunca matizó sus críticas al “entorno” presidencial, especialmente en lo que respecta a la influencia de la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, y del asesor Santiago Caputo en las principales decisiones y líneas de acción de la gestión libertaria. Lo que suceda mañana a partir de las 15 en el recinto de Diputados pondrá nuevamente a prueba un vínculo cuyo origen lleva la marca de la desconfianza mutua.
PL/MG
El presidente del partido amarillo reunió a su mesa chica para marcarle la cancha al Gobierno, pero seguirá alineado a los libertarios. Ficha limpia y privatización de Aerolíneas Argentinas, sus prioridades.
Mauricio Macri definió volver a forzar su apoyo al Gobierno, al borde de la sesión de este martes en Diputados donde la oposición más alejada a los libertarios busca limitar el uso de los DNU por parte del presidente Javier Milei. El jefe del PRO reunió a su mesa chica en la sede partidaria de la calle Balcarce, a metros de la Casa Rosada, y lanzó un nuevo pedido al oficialismo para que impulse la agenda legislativa macrista: resolver el conflicto sindical en Aerolíneas Argentinas y la sanción de la Ficha limpia.
Hace ya varias semanas que las espadas del partido amarillo no se encuentran cara a cara con funcionarios mileístas, como ocurrió cuando Karina Milei y Guillermo Francos dieron el puntapié a la mesa con aliados, donde también se sentó el MID de Oscar Zago. Allí el compromiso era que el Gobierno compartiría sin secretismo con sus socios la estrategia parlamentaria a futuro, a fin de abroquelar posicionamientos.
Tras el apoyo al veto a la ley de Financiamiento Universitario, el “noviazgo” Milei-Macri volvió a enfriarse. Cuando hace 15 días el oficialismo prometió un “importante anuncio” sobre el Presupuesto 2025, en medio de la discusión por nuevas partidas para las universidades, el PRO se corrió porque no estaba al tanto de qué se trataba. El tan mentado anuncio mediático se canceló 15 minutos antes de ocurrir, y en el mismo momento se conoció la expulsión de Diana Mondino como canciller.
Tampoco hubo avances en las líneas secundarias, que protagonizan el asesor estrella Santiago Caputo y el jefe de la bancada amarilla Cristian Ritondo. Luego de un asado compartido semanas atrás –un menú distinto a las milanesas con ensaladas que Milei le sirve a Macri en Olivos– no volvieron a verse, supo elDiarioAR.
En ese contexto, Macri sigue intentando reencauzar una relación compleja con los libertarios, por la pérdida de centralidad de su partido en la arena política. Juntó hoy a sus laderos de siempre: los gobernadores Rogelio Frigerio (Entre Ríos), Jorge Macri (CABA), Nacho Torres (Chubut); los diputados Ritondo, Diego Santilli y María Eugenia Vidal; y los intendentes Soledad Martínez (Vicente López) y Guillermo Montenegro (Mar del Plata). Días atrás el propio Milei recibió a los mandatarios provinciales del PRO en la Rosada, pero fue una cumbre sin avances concretos.
En una entrevista que le concedió al portal Infobae, el vocero de Milei, Manuel Adorni, se refirió al vínculo entre el presidente de la Nación y Macri, a quien ninguneó elegantemente.
—¿Mauricio Macri qué es para el presidente en Milei? ¿Es un socio político en el Congreso? ¿Es un asesor del Presidente? ¿O es un gerente de Recursos Humanis?
—Es un amigo con quien comparten algún plato de milanesa con ensalada cada tanto. Siempre lo dice el Presidente: son buenos amigos, con una muy buena relación de muchos años y esa es la definición de la relación del presidente Milei con el presidente o expresidente Macri.
—Porque el propio Mauricio Macri ha planteado que determinadas designaciones fueron conversadas con él.
—Pregúntele a Macri porque dijo lo que dijo.
—¿Eso no pasó?
—Las decisiones en este gobierno las toma el Presidente.
La Mesa Ejecutiva del PRO exigió en un texto “el tratamiento de la ley de democratización sindical” que presentaron varios diputados de su bloque, en el marco del conflicto por Aerolíneas. Sobre la privatización de la empresa estatal, el macrismo ya impulsa una iniciativa muy flexible.
También el PRO solicitará una sesión especial para la semana próxima, para tratar y aprobar la Ley de Ficha limpia. “Una bandera histórica de nuestra”, aseguró el partido. Es una ofensiva en el marco de la situación judicial de Cristina Fernández de Kirchner.
Y ante la posibilidad de una fusión parlamentaria, desde el partido tomaron distancia pero conservando un claro alineamiento con el Gobierno. “Vamos a mantener la misma postura en el Congreso que venimos sosteniendo a lo largo del último año: no vamos a poner en riesgo la gobernabilidad y vamos a defender la institucionalidad”, expresaron. Este martes los amarillos no darán quórum en la sesión por la modificación del régimen de DNU.
MC/JJD
Para el psicoanálisis, la cosa está en la forma y no en el contenido, en el modo y no en el contenido. Se trata de la forma lingüística antes que del pensamiento. Todo por hacerse ahí donde se desplaza el contenido que sería, en rigor, que todo está ya hecho.
Cuando Lacan lee el libro de Freud sobre el chiste, señala que la relación entre chiste e inconsciente hay que buscarla en la forma. Dice que Freud vio las relaciones estructurales que hay entre el Witz –que en alemán no es sólo chiste, sino ocurrencia, ingenio, gracia, ironía, agudeza– y el inconsciente “únicamente en un plano que podemos llamar formal. Entiendo formal no en el sentido de las bellas formas, redondeces, todo aquello con lo que tratan de sumergirlos otra vez en el más negro oscurantismo, sino en el sentido en que se habla de la forma en la teoría literaria, por ejemplo”. La forma, para los formalistas, no se opone al contenido; tampoco se trata de que la forma se agregue al contenido, sino que el contenido es constituido por la forma. No sólo no hay oposición, sino que tampoco hay una tan clara separación entre ambos. Roland Barthes lo dice así: “El formalismo en el que pienso no consiste en ‘olvidar’, ‘descuidar’, ‘reducir’ el contenido […], sino solamente en no detenerse en el umbral del contenido”. Y también subraya lo siguiente: “Una vez abolido el sentido, todo queda por hacerse, puesto que el lenguaje continúa”. Todo por hacerse ahí donde se desplaza el contenido que sería, en rigor, que todo está ya hecho. Todo por hacerse porque ahí donde no nos detenemos en el umbral del contenido, se abre un espacio, se abre un mundo que no es el mundo pleno del signo, el mundo colmado de lo ya-sabido, el mundo aplastado y gris de lo repetido como disco rayado. Todo por hacerse escribe también la posibilidad de concebir el inconsciente, no como algo dado, sino como algo por decir, todavía no dicho, porque el inconsciente no expresa lo pensado: siempre hay un hiato entre lo que se piensa y lo que se dice. Para el psicoanálisis, la cosa está en la forma y no en el contenido, en el modo y no en el contenido. Se trata de la forma lingüística antes que del pensamiento. Y eso mismo, dice Ritvo, “puede formar parte de los axiomas fundamentales de la clínica psicoanalítica. En la medida en que lo que importa no es lo que alguien dice –lo que los latinos llaman dictum–, sino el modo en que lo dice –modus–. Esto es lo que hace síntoma, y es esto lo que escucha un analista, no el contenido, que sí se oye y se entiende, pero no en el sentido psicoanalítico del término”. Si el chiste es una formación del inconsciente, lo es justamente, sigue Ritvo, en su diferencia entre el dicho y el modo; “es un modo que se oculta en el dicho”. Leer la forma de decir, antes que el contenido, nos mantiene a resguardo, además, de hacer de la interpretación un simbolismo.
Me gusta detenerme en las formas de decir. Porque si algo tienen esas formas, es que no están separadas de lo que se dice. Podría consolarme con la frase que le quita peso a lo dicho y que relativiza y neutraliza los efectos: “Es una manera de decir”, pero no. Parafraseando a Barthes diría: tengo una enfermedad: veo las formas de decir. Freud inventa un método en el que se trata de leer las formas de decir: las verbales, pero que no están separadas del cuerpo. El cuerpo también tiene sus formas de decir: inhibición, síntoma y angustia acaso sean eso mismo. Y todas las formaciones del inconsciente son formas de decir, de decir algo que no termina de decirse del todo, porque no todo puede decirse, porque el lenguaje siempre es un poco insuficiente y porque el retorno de lo reprimido no es nunca absoluto. Sueños, lapsus, síntomas, chistes: formas de decir de lo inconsciente, formas de decir inconsciente.
Leer es, antes que nada, leer esas formas, leer la enunciación, las marcas, las pistas que hay en un texto, en un reel, en una imagen más allá del contenido de lo que se dice. Si no se lee la enunciación, si no se puede leer la forma no hay, en rigor, lectura. Hay más bien atribución, suposición, prejuicio, la violencia del prejuicio, etc. Por ejemplo: un autor escribió hace un tiempo una crónica sobre un supuesto viaje a Rusia con una comitiva oficial del gobierno de Alberto Fernández. Parodiaba las denuncias de “los curros”, “con la nuestra”, “el IVA de los fideos de los pobres” y todas esas frases llenas de ideología a cielo abierto. Parodia, pura parodia, frases desopilantes. Por supuesto que el texto está lleno de claves para poder leer que es una parodia, pero para poder leer esas claves se necesita, antes que nada, una disposición a sacarse de encima el prejuicio, cuestión nada sencilla. Muchos, pero muchos, reaccionaron denunciando que el escritor había viajado a Rusia “con la nuestra”. Ese tipo de bodrios pueden advertirse a diario en la esfera pública. Las evidencias sobran. Todas esas formas de decir que son la parodia, la ironía, la sátira, el humor, el chiste ya no se distinguen y, en cambio, todo se (no) lee del mismo modo. Me parece que la tiktoquización de la circulación de imágenes y textos, la fragmentación de todo, hizo que todo lo que se ve en las redes se consuma de igual manera, como si fuera verdad sin más, con la literalidad a flor de piel; sin advertir las distintas capas, las ambigüedades de la lengua, los distintos matices de lo que se dice. No importa quién hable, no importa ningún otro elemento de la escena, incluso aunque esos elementos estén puestos adrede para arrojar pistas de lectura. Adiós a la sorpresa de lo figurado, hola al tedio de la opa literalidad.
Por su parte, el psicoanálisis también está en las formas: en las formas de escuchar, en las formas de leer y en las formas de decir. El psicoanálisis no es una profesión, no es una técnica, no es una forma de ser; el psicoanálisis puede escribirse o leerse en la forma de decir, de decirlo incluso al psicoanálisis. El psicoanálisis no está garantizado por un título universitario, por una placa en la entrada del consultorio, por un título de posgrado, por una maestría, por un doctorado (no estoy diciendo que eso no importe, por supuesto que eso también puede ser parte de la formación). El psicoanálisis nunca está garantizado sino en sus efectos. Y ¿quién puede dar cuenta de que hubo efectos analíticos? No se trata del psicoanalista, sino del analizante. Analizante es la palabra que Lacan prefirió a paciente. Porque al lugar del analizante también se llega, no está dado. Y estar en ese lugar implica, sin dudas, dejarse llevar por la palabra, estar dispuestos a leer, en lo que se dice, algo más o algo menos, de lo que se dice. Los psicoanalistas que más me gustan son aquellos que se ubican justamente ahí, los que saben que no existe hablar “como psicoanalistas”, que esa es una posición impostada.
Por eso me parece un hallazgo que Andrés Mainardi le haya puesto de título Analizantes -editado por Endoxa- a su libro en el que compila una serie de nueve entrevistas a psicoanalistas. Me gusta mucho leer entrevistas a psicoanalistas porque, en sus formas de decir, se pueden advertir muchas cosas: que el psicoanálisis no es uno solo, que hablar implica siempre trastabillar, que los titubeos son parte del asunto, que el psicoanálisis sólo puede decirse así: con medias tintas. Las preguntas de Mainardi son muy buenas porque conducen al entrevistado a ese lugar de analizante. Son preguntas, la mayoría, muy personales. En el sentido en que cada uno da cuenta de lo que el psicoanálisis hizo en ellos, del modo en el que llegaron al psicoanálisis, del modo en el que el psicoanálisis llegó a sus vidas. Y, así como un escritor está hecho de lecturas, los psicoanalistas estamos hechos de nuestra experiencia de análisis, un modo de la lectura, sin dudas (por eso llama tanto la atención que muchas personas quieran ser psicoanalistas sin haberse analizado ni pretendan analizarse). El libro de Mainardi da cuenta de lo siguiente: ¿qué es un psicoanalista? Un psicoanalista puesto a hablar es un analizante. Y no se trata de la experiencia que se tenga, esa posición nunca se abandona ahí donde uno está dispuesto a escuchar lo que dice, lo que se dice, la forma de decirlo. Por eso Mainardi puede preguntar así: “¿Qué es para vos el psicoanálisis?”. Me gusta lo que contesta Patricia Fochi: “Es una pregunta incesante para los que estamos en esto”. Una pregunta incesante recupera, entonces, lo que no termina, lo que insiste, lo que, en su insistencia, no termina nunca de contestarse. Acaso como lo incesante del enigma del deseo. Un enigma que, como el del amor, no está para ser resuelto. Y entonces “todo queda por hacerse”.
AK/DTC
El dirigente de La Cámpora dio una extensa entrevista a un canal de streaming en el que habló de la actualidad política del país y las situaciones que atravesó por ser hijo de dos presidentes.
Máximo Kirchner reapareció en una entrevista por streaming durante la noche de este lunes. En diálogo con Flavio Azzaro y Andrés Ducatenzeiler en el programa “El loco y el cuerdo” hizo un extenso análisis sobre el pasado, el presente y el futuro político de la Argentina, además de su pasión por el fútbol.
Con autocríticas y críticas a la gestión del expresidente Mauricio Macri, al desempeño del ministro de Economía Luis Caputo y al programa económico de La Libertad Avanza, Kirchner hizo una minuciosa radiografía de la oposición y del mapa electoral de cara a las próximas elecciones. Además, mencionó “los libros de Sileoni”, una ironía al material pedagógico en las escuelas del gobierno de Axel Kicillof en provincia de Buenos Aires.
“Vos tenés una derecha argentina que se abraza a Elon Musk. Dicen 'Elon Musk me llamó', 'Elon', 'Elon' y decís 'flaco, los pibes no pueden cargar los datos de los celulares. Esto es lo que va pasando. No tienen acceso a una computadora. Está muy lindo, pero ¿para quén es eso? Para un 20% ó un 30% de la sociedad. ¿Y el resto? La ñata contra la pantalla”, apuntó.
Kirchner, además, se refirió al rol de los medios en la política y cómo el periodismo afectó su vida y la de su hermana Florencia. “El encarnizamiento que hubo con ella fue terrible. Eso no se hace”, dijo. Y justificó: “Como no le podían entrar por ningún lugar a Cristina fueron a buscar a los hijos. Se creyeron autorizados para hacer un montón de cosas, mucho más allá de lo que se debe”.
En medio de la entrevista que duró cerca de cuatro horas, Máximo Kirchner describió momentos de su adolescencia y, casi sin querer, con sarcasmo, le dio un tiro por elevación a Axel Kicillof, en estos días más alejado de Cristina kirchner, apesar del apoyo del gobernado en las últimas horas por la causa Vialidad, que este miércoles tendrá un día clave.
El diputado relató anécdotas de sus años de infancia-adolescencia en Río Gallegos y, en un momento, contó que en su casa, “se discutía todo. Se debatía y a veces se picaba. Cuando se picaba, no sabía qué podía pasar. Me acuerdo que, antes de que Néstor sea intendente, hubo una semana en que aparecimos todos los días con la luneta rota del auto”. y agregó: “Había llamados, obviamente. No había celular, todos teníamos teléfonos fijos. Y por ahí atendías el teléfono y decían barbaridades. Generalmente eran de mi vieja. Las cosas que decían cuando atendías el teléfono eran terribles. Y, digamos que yo no tenía acceso a los libros de Sileoni. En ese momento no sabía de qué se trataba nada”, explicó, entre risas.
La referencia es una alusión a la polémica generada días atrás por el programa pedagógico Lecturas Bonaerenses del ministerio de Educación bonaerense, Alberto Sileoni, en el que se presentan textos con contenido erótico y sexual en el contexto de la Educación Sexual Integral, con textos ficcionales utilizados para acercar al aula temas relacionados a las primeras relaciones sexuales, las diversidades y las situaciones de abuso. La frase de Máximo fue tomada como una referencia a Axel Kicillof, sin nombrarlo.
MM