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La suspensión de las PASO generó un efecto dominó sobre los dos principales conductores de la política nacional no oficialistas. El presidente del PRO –aliado de La Libertad Avanza— batalla contra la ola violeta mientras sus dirigentes analizan como abandonar el partido sin traicionarlo. Fernández de Kirchner emprende la novela bonaerense en torno del desdoblamiento.
El miércoles a la tarde, cuando la Cámara de Diputados votó la suspensión de las PASO, las dos grandes peleas internas de la era Milei entraron en tiempo de descuento. Para Mauricio Macri, que lucha para contener las fugas hacia las Fuerzas del Cielo, fue, como grafica un exdirigente macrista, el Pacto de Múnich. “Nosotros los dejamos entrar a Checoslovaquia, ahora es cuestión de que no nos hagan mierda”, ironiza, conocedor de cómo termina la historia: la Alemania nazi invade Polonia, a pesar de los Acuerdos, y estalla la Segunda Guerra Mundial.
En el ala acuerdista del PRO están convencidos de que el ocaso de Macri es solo cuestión de tiempo: La Libertad Avanza arrasará con lo que queda del partido amarillo y la única manera de sobrevivir es cerrando un acuerdo amplio que evite el uso y descarte de Karina Milei. La expulsión y humillación de Ramiro Marra fue, en ese sentido, un llamado de advertencia para todos, libertarios y futuros libertarios. Por eso, si bien coinciden en que la convergencia con LLA es inevitable, no se apuran: es cuestión de subirse a la ola en el momento justo.
La otra gran protagonista es Cristina Fernández de Kirchner, cuya relación personal con Axel Kicillof parece inevitablemente rota, pero igual deberá sentarse a diagramar el armado electoral de la Provincia de Buenos Aires. Están a la espera: falta que el Senado le de sanción definitiva a la suspensión de las PASO. Una vez que ocurra, el gobernador bonaerense desdoblará las elecciones locales y comenzará, entonces, la danza de negociaciones por las listas que tienen un solo trasfondo: la disputa por el liderazgo de cara a 2027.
A Macri el agua se le escurre entre los dedos. Organiza “mesas de trabajo”, prepara recaudaciones de fondos para relanzar el PRO —pretende lanzar una en marzo—, reúne dirigentes sub-40 que puedan darle una nueva imagen al partido y contiene a los que puede contener. Todo para dilatar la decisión final.
Macri no se anima a rechazar de lleno la posibilidad de un acuerdo electoral con Milei porque teme que la decisión implosione el partido. Pero tampoco observa, al igual que su primo Jorge Macri, que haya mucho espacio para negociar con LLA. “Nosotros ya hicimos lo que teníamos que hacer, son ellos los que tienen que mover ahora”, insisten los pocos dirigentes que todavía le responden directamente.
Pero la espera, cuestionan sus detractores internos, es contraproducente. Mientras más posterga la decisión, más lo liman Santiago Caputo y Karina Milei. “Cada día que pasa Macri pierde un gramo de poder. Él creyó que iba a poder negociar el último día antes del cierre de listas poniendo un chumbo sobre la mesa y se equivocó”, analiza un dirigente bullrichista que trabaja para vaciarle el bloque en la Cámara de Diputados. Patricia Bullrich ya comenzó con la Legislatura porteña, rompiendo el bloque PRO y llevando a tres legisladores a sumarse a la bancada que preside Pilar Ramírez. El objetivo, si no hay acuerdo electoral, es hacer lo mismo con el Congreso Nacional.
Puertas adentro, quienes todavía forman parte de la estructura del PRO presionan para cerrar una alianza. Hay algunos, como Diego Santilli, Guillermo Montenegro o Néstor Grindetti, que solo están esperando el momento justo para repetir los pasos del intendente de Tres de Febrero, Diego Valenzuela, y hacer el pase a LLA. Los tres, incluso, ya fueron seducidos para ocupar cargos en el Ejecutivo, pero demoran la decisión, a la espera de que Karina cumpla con una serie de condiciones.
Muchos aguardan, además, la decisión de Cristian Ritondo, uno de los pocos hombres fuertes que le quedan a Macri y cuya partida sería la señal de largada para el éxodo amarillo. Ritondo maneja, junto a Santilli y Alejandro Finocchiaro, gran parte de los intendentes y jefes territoriales bonaerenses del PRO: negociar con ellos es quedarse con sus armados territoriales en PBA, un escenario más bien esquivo para los Milei. Ritondo se reunirá el 17 de febrero con algunos de los referentes bonaerenses para sondear los ánimos políticos, pero, según pudo saber elDiarioAR, no son pocos los que ya se preparan para hacer el pase a LLA.
“Yo no soy un traidor, no me voy a ir primero como Valenzuela, pero tampoco puedo ser el boludo que se aviva al final. No es lo mismo traicionar que reaccionar ante una pelea. Nosotros necesitamos un motivo, un casus belli (motivo de guerra, en latín)”, explica un dirigente de peso en PBA.
Es una cuestión de timing y, además, de correlación de fuerzas. Ya sea con Macri o sin Macri, la dirigencia PRO reconoce que cuenta con mayor poder de negociación si el acuerdo es general. Son lugares en las listas, son cargos y son, además, responsabilidades. Santilli quiere encabezar la lista de diputados nacionales para PBA y, dado el pulgar para abajo que Karina le dio a José Luis Espert, tiene chances. Ritondo quiere lugares para los suyos, así como también coquetea con la posibilidad de ser el jefe de un futuro interbloque de unidad LLA-PRO.
Pero para lograrlo, insisten, hay que negociar como un conjunto, no es soledad. Ninguno le confía a Karina, a quien ya han visto despachar con saña a decenas de libertarios de pura cepa. Un dirigente lo grafica con un mensaje que le llegó de Ramiro Marra, poco después de que lo expulsaran del partido que ayudó a conformar: “Ojo que el próximo podes ser vos. Karina va por todos”.
Cristina Fernández de Kirchner, a diferencia de Macri, no arrastra una crisis de identidad opositora. Su liderazgo no es cuestionado desde afuera por una fuerza que pretende reemplazarla sino desde adentro. Es Kicillof y el “kicillofismo”, esa corriente de dirigentes enemistados con el Instituto Patria —pese a que muchos, como el “Cuervo” Larroque o Jorge Ferraresi, cantaban “Cristina presidenta” hace poco más de un año— que lo instan a diferenciarse y emprender un camino independentista. Un camino independentista que reclama, ahora, el desdoblamiento de las elecciones bonaerenses.
Kicillof todavía no tomó la decisión. Esperará a que el Senado termine de suspender las PASO y ahí definirá, aunque en su entorno anticipan que desdoblará. Es una discusión de supervivencia política —los intendentes temen que, de nacionalizar la elección, Milei termine arrasando con los concejos deliberantes y la Legislatura bonaerense—, pero también de lapicera: en La Plata temen que los dejen afuera del cierre de listas, una vez más.
CFK siempre se opuso a esa estrategia. Considera que hay que organizar a la oposición a nivel nacional para enfrentar a Milei. Pero la suspensión de las PASO, que en la Cámara de Diputados fue acompañada por muchos sectores del peronismo, aceleró los tiempos. En el Instituto Patria saben que, de no haber PASO, Kicillof tendrá vía libre para desdoblar y se abrirá, así, un escenario inédito que habrá que resolver si se quiere evitar la ruptura. Y Cristina, según sostienen quienes se reúnen con ella, no quiere romper.
Si Kicillof desdobla, habrá dos campañas distintas: una local y una nacional. “Hay que sentarse en la mesa con expectativas razonables”, advierte un dirigente que responde a Sergio Massa, tercera pata de la sociedad peronista que gusta de ubicarse de mediador entre CFK y Kicillof. En los últimos días propuso, por ejemplo, una salida a la encerrona del desdoblamiento: desdoblar, sí, pero dejar las elecciones bonaerenses para noviembre, después de las generales. Así se evitaría el adelantamiento, que no quiere CFK, pero el gobernador tendría igual su plebiscito de gestión sobre el que posicionarse para 2027.
La clave está, insisten los moderados de las tres patas, en bajar los decibeles. “Acá a nadie le conviene perder. Si Axel quiere ser presidente de la Nación no puede perder. En PBA tenemos 40 puntos para dividirnos, no 80. No hay que ser boludos porque las negras juegan”, sella, intentando ser salomónico, un dirigente camporista.
MC/JJD
El fenómeno del partidismo negativo y la baja de la inflación como “punto fuerte” de la gestión de Milei, entre un cúmulo de fragilidades y contradicciones. El Gobierno apela a la multiplicación de las batallas culturales y las bombas de humo para tapar los baches.
El sistema político argentino está detonado. Sólo esa realidad puede explicar que un gobierno que exhibe fragilidades por los cuatro costados tenga la apariencia de un poder inmutable. Mas que una relación de fuerzas, lo que rige la dinámica política es una relación de debilidades.
Si la irrupción de las coaliciones en el escenario político de fin del siglo pasado manifestaba la crisis del viejo sistema bipartidista, su etapa senil, la disgregación infinita a la que asistimos en la actualidad expresa una estampida mayor. Mientras todo el mundo se preguntaba cuándo iba a explotar la sociedad, presenciábamos el estallido silencioso de los partidos que dominaron la escena durante el corto siglo XX. En el centro de ese torbellino habita la crisis del peronismo que desde hace por lo menos 12 años perdió la brújula que le permitió alguna vez captar el signo de los tiempos y debilitó como nunca su estructura de poder. Es imposible entender el “fenómeno Milei” si no se toma en cuenta la dimensión de ese vacío.
Las causas estructurales de esta deriva hay que rastrearlas en la lenta agonía de una vieja Argentina que no muere y un nuevo país que no termina de nacer. Una crisis crónica y una larga decadencia económica y social que derivó en un profundo proceso de escisión entre representantes y representados.
Milei fue el beneficiario inducido de este equilibrio inestable y del rechazo rotundo que generó la representación política tradicional en una parte considerable de la población. Logró erigirse en un árbitro que expresa la crisis y representa un mar de frustraciones, pero no la resuelve.
Esta desafección hizo emerger lo que los investigadores Ignacio Ramírez y Agustina Falak rescatan en el último número la revista Más Poder Local (editada por la Universidad de Murcia): el fenómeno del “partidismo negativo”. “El partidismo negativo —escriben Falak y Ramírez— podría ser resumido de la siguiente manera: «Soy lo que rechazo, soy aquello que no soy». Años atrás, cuando un ciudadano decidía su voto en virtud más del rechazo que del entusiasmo o interés que le despertaba la opción elegida solía hablarse de «voto estratégico», como un desvío del «voto normal» que consistiría en elegir a aquel candidato que más nos gusta. Sin embargo, en un contexto regido por el partidismo negativo, el candidato que más nos gusta puede o suele ser precisamente aquel que expresa la cosmovisión que no nos gusta, aquel que representa lo que rechazamos”. Por eso, según un relevamiento que da sustento empírico al artículo, sólo un 10% de los votantes de Milei manifiestan sentir “amor” por su candidato, mientras quienes creen que representa la mejor oposición a todo aquello que odian con fuerza son la amplia mayoría. El odio vence al amor en el soporte social mileísta. Un consenso negativo por antonomasia que en el fondo es frágil.
Solo esta confusión generalizada de un sistema político aturdido y desorientado puede explicar que, a menos de una semana de una extraordinaria movilización política contra el Gobierno motorizada por el movimiento de la diversidad sexual, pero que terminó transformada en un rechazo mucho más amplio, el grueso de los diputados de la mal llamada “oposición” (25 pertenecientes a Unión por la Patria) hayan votado la suspensión de las PASO de acuerdo a los requerimientos de la Casa Rosada.
La atomización que mostró el bloque peronista es directamente proporcional a las internas que lo atraviesan. Quizá algún engreído se atreva a repetir el antiguo axioma: “Creen que nos peleamos, pero nos estamos reproduciendo”, sin embargo, la realidad vuelve traer la pregunta que formuló Juan Carlos Torre y acecha como un fantasma desde 2016: ¿le llegó al peronismo su 2001?
La desinflación actual comparada con el desquicio inflacionario de las últimas administraciones tiene expectante (y hasta con esperanza) a una parte de la población que, igualmente, la considera un punto de partida y no de llegada. El miedo a una hiperinflación que se percibía como posible y cercana, y fue “evitada” a golpes a ajuste y licuadora, logra que se sostenga cierto respaldo a Milei. “Inflación descendente y dólar barato, los dos derechos humanos de la hora. No hace falta nada más para explicar la popularidad del presidente”, escribió en X el economista Pablo Gerchunoff y sintetizó el pequeño éxito de la hora. En los años electorales, el dólar artificialmente barato es para los neoliberales lo que los planes “platita” son a los populistas. Combinado con herramientas que comparten dentro de su menú de opciones: cepo o tarifas contenidas.
Sin embargo, el Gobierno es consciente de que la cuestión de los precios es un problema acuciante, pese a la desaceleración de la suba. Múltiples estudios de opinión revelan que las personas responden que notan que bajó la inflación general, pero no la perciben en su economía familiar. De ahí las contorsiones que intentó en la semana el ministro Luis “Toto” Caputo cuando aseguró que no existe el “atraso cambiario”, sino que hay “precios adelantados” producto de una presunta falta de competencia. El último informe de la consultora PxQ, que dirige Emmanuel Álvarez Agis, demuestra de manera contundente que la economía argentina está mucho más abierta que hace un año y una canasta de productos (que vienen midiendo comparativamente desde hace un tiempo) hoy es bastante más cara.
Con estos claroscuros, la baja de la inflación sería del “punto fuerte”, el resto son todas fragilidades y una acumulación de contradicciones que combinan el dólar barato, atraso cambiario, reservas negativas, crisis con la industria y con el campo y un Donald Trump que le regaló selfies y múltiples gestos al presidente argentino, pero que desató una guerra comercial de consecuencias impredecibles (y negativas) para nuestro país.
Por eso la multiplicación de las “batallas culturales” y las bombas de humo que lanza el Gobierno con los anabólicos del aparato comunicacional y con la intención tapar las contradicciones de un esquema que muestra severos límites. De todo laberinto se sale echando humo parece ser la traducción libertariana del viejo adagio de Leopoldo Marechal: desde el rimbombante anuncio de la salida del país de la Organización Mundial de la Salud (difícil de operativizar en lo inmediato) hasta el cierre de la Dirección Nacional de Publicidad Oficial o la foto de la firma de afiliación de Santiago Caputo a La Libertad Avanza presentada como una imagen de unidad, pero que otros leyeron como un gesto de encuadramiento y subordinación al “Jefe” (Karina Milei) por parte del asesor que por momentos se autopercibió con demasiada autonomía.
La esperanza está nuevamente puesta en un rescate del FMI. Sin embargo, la negociación por un pacto se estancó y ahora se discute una especie de acuerdo puente hasta las elecciones. La diferencia entre Luis Caputo y los funcionarios que siguen el caso argentino se centró en el pedido del ministro de Economía para utilizar con total discrecionalidad los dólares que eventualmente le envíe el Fondo. Los representantes del FMI se negaron y partieron de Buenos Aires sin emitir un comunicado oficial.
Los dadores voluntarios de gobernabilidad no solo le dan triunfos políticos a un Gobierno que tiene estas fragilidades y que lleva adelante un programa de consecuencias sociales gravosas (se perdieron 185.000 empleos formales en el primer año de Milei, según datos oficiales de la Secretaría de Trabajo), mediante un ajuste salvaje y un ataque permanente a las libertades democráticas.
También conceden apoyo político a un proyecto autoritario con referentes como José Luis Espert, que esta semana afirmó en una entrevista: “Hay que colgar a cuatro o cinco de estos delincuentes en una plaza pública, después de llenarlos de agujeros”. Este relato que empodera y ceba a las fuerzas de seguridad no queda en mero discurso. Iván Rodrigo Torres era un joven de 22 años perteneciente a la comunidad colla de la cuenca de Salinas Grandes, en la provincia de Jujuy. Estudiaba la carrera de Turismo y se dedicaba a trabajos de producción agrícola. El jueves pasado por la mañana cuando transportaba hojas de coca y turrones en su moto (parte de sus labores diarias) fue interceptado por una patota uniformada del Escuadrón 21 de La Quiaca de la Gendarmería Nacional que lo persiguió y lo asesinó a balazos. En su vehículo se registraron al menos cinco impactos. El año pasado, exactamente el miércoles 18 de diciembre, Fernando Gómez, de 27 años, había muerto en un operativo de la gendarmería con un disparo en el pecho. El joven era un humilde trabajador informal que también transportaba hojas de coca desde la frontera de Bolivia, en el norte de Salta.
El Gobierno respondió en las últimas horas casi con un premio: un aumento salarial para las fuerzas de seguridad, que venían amenazando con una protesta para imponer una paritaria exprés. En los márgenes se libran batallas que no son culturales y ya se cobran vidas.
FR/DTC
La secretaria de Planeamiento Estratégico Normativo reconfigura el Estado a pedido de Santiago Caputo. Su misión: empujar los límites legales hasta donde resista la institucionalidad. Está detrás del nuevo mega-DNU que el Presidente publicaría este lunes.
María Ibarzábal Murphy no es una funcionaria cualquiera. Su rol como secretaria de Planeamiento Estratégico Normativo está lejos de pasar desapercibido en el día a día de la gestión libertaria. En los papeles, su función es la de “modernizar” el Estado y ordenar la arquitectura jurídica del Gobierno. En la práctica, es la verdadera secretaria Legal y Técnica de Javier Milei y la persona que intenta convertir en derecho todo con lo que Santiago Caputo sueña en su despacho. Si el asesor presidencial es el ideólogo de las grandes apuestas normativas del oficialismo, Ibarzábal es la alquimista que las vuelve técnicamente posibles.
De caminata rápida y perfil bajo, esta abogada que ronda los 40 años se mueve cotidianamente de una punta a la otra del primer piso de la Casa Rosada. Su oficina en el Salón Martín Fierro, lindante con la de Caputo, es el epicentro de la ingeniería legal del Gobierno. Allí, gracias a un equipo de jóvenes letrados que trabajan a muy pocos metros de ella, en el Salón de los Próceres, se delinean estrategias que buscan tensar al máximo los márgenes de la institucionalidad establecida.
Desde el polémico decreto que limitó el acceso a la información pública hasta la intención de Milei de hacer desaparecer los registros de quienes ingresaron al blanqueo, pasando por los distintos vetos presidenciales, no hubo gesto controvertido por parte del oficialismo en el que Ibarzábal no haya estado detrás. Incluso supo orbitar, cuando todavía no era parte del gabinete libertario, los estudios de abogados en los que se cocinaron la ley Bases y el DNU 70/23. Recientemente, sus apuestas más novedosas fueron el cambio en la Ley de Identidad de Género y el mega-DNU que se publicaría este lunes.
Si bien desembarcó en Balcarce 50 en tiempos de Nicolás Posse, su línea directa siempre fue con Milei —la Secretaría que dirige es una de las pocas que está por encima de la Jefatura de Gabinete— y, sobre todo, con Santiago Caputo. Es él quien la eligió para el cargo y quien confía en su capacidad para sortear los límites constitucionales sin que el plan libertario pierda legitimidad. Es que el trabajo de Ibarzábal es tan concreto como profesionalmente desafiante: destilar cada idea en una norma posible, filtrar cada propuesta hasta que encaje dentro del ordenamiento jurídico sin perder su filo político.
Pero nadie llega a su posición sin conocer las reglas del juego. Antes de sumarse a la gestión libertaria, Ibarzábal pasó por el estudio Cassagne, uno de los más influyentes en materia administrativa, donde se moldean los argumentos legales que defienden los intereses de las grandes corporaciones. A lo largo del último año, un secreto a voces retumbó en los pasillos del poder: que tanto el proyecto de ley Bases como el polémico DNU 70/23, firmado por Milei a los pocos días de llegar a la Casa Rosada, fueron confeccionados con la colaboración de ese y otros grandes estudios jurídicos del país, como Bomchil, Marval, Bruchou y O'Farrell & Mairal, a los que la actual funcionaria habría estado vinculada.
Sin embargo, Ibarzábal tampoco es una recién llegada a la función pública. Durante el gobierno de Mauricio Macri, trabajó junto a Bernardo Saravia Frías en la Procuración del Tesoro. Además, aunque su apellido no resuene en las declaraciones públicas del vocero Manuel Adorni, los nombres de varios de sus familiares dan cuenta de una cercanía estrecha con lo que fuera la gestión de Cambiemos. Es prima de Emilio Basavilbaso, exdirector de la ANSES, y hermana de Santiago Ibarzábal Murphy, quien ocupó un alto cargo en el mismo organismo.
En abril, la incursión de Ibarzábal en la primera línea del mileísmo fue, en parte, una respuesta al fracaso inicial de la primera versión de la ley Bases. Cuando la estrategia de imponer el proyecto sin concesiones se desplomó en el Congreso, el Gobierno decidió cambiar de táctica y también de interlocutores. Fue entonces cuando la abogada empezó a ganar cada vez más protagonismo en tándem con el hoy vicejefe de Gabinete, José “Cochi” Rolandi, ahora en la cuerda floja por estar en la mira de Karina. Mientras él encabezaba las conversaciones con legisladores, ella se convertía en su sombra. Computadora en mano, aprobaba o rechazaba modificaciones en función de su viabilidad legal.
El momento de mayor exposición de Ibarzábal tuvo lugar en mayo, cuando participó de un plenario de comisiones en el Senado. Su presencia allí tuvo como objeto principal la explicación de las modificaciones a la Ley 19.549 de procedimiento administrativo incluida en la extensa normativa. La funcionaria no se anduvo con vueltas: señaló que la reforma tenía como espíritu que “la relación del Estado con los particulares no puede ser regida por criterios y parámetros del siglo pasado”. En esa línea, defendió la idea de que la estructura estatal está “sobredimensionada” y que “la gestión es ineficiente”, además de argumentar que “las reformas tienden a modernizar el procedimiento y a generar mayor seguridad jurídica con el único fin de incentivar la inversión y el desarrollo del sector privado”.
La réplica opositores no tardó en llegar. Fue el senador Oscar Parrilli quien apuntó sin rodeos contra los dichos de Ibarzábal al señalar que la redacción del proyecto “la hicieron estudios jurídicos que se han dedicado a litigar contra el Estado y que muchas veces se han encontrado con fallos de la Justicia que han invalidado su reclamo”. Y dirigiéndose directamente a la funcionaria, insistió: “Esto es para acorralar al Estado. Este es el lobby de las empresas que litigan contra el Estado que se colaron atrás de esta ley”.
Varios meses más tarde, es evidente que el papel que cumple Ibarzábal puertas adentro de la Casa Rosada va mucho más allá del título que figura en su nombramiento. En un gobierno que desafía constantemente los límites del derecho, ella es quien traduce el caos en normas, quien encuentra el atajo cuando la Constitución parece un obstáculo. Cada vez que un decreto o una reforma enfrenta resistencia, su oficina en el Salón Martín Fierro se convierte en un laboratorio donde la alquimia jurídica opera en tiempo real, bajo la atenta supervisión política del joven Caputo.
Se trata de una dinámica que funciona aceitadamente. Este lunes, sin ir más lejos, el Boletín Oficial publicará un nuevo mega-DNU confeccionado bajo su pluma: un golpe de profundidad en la reestructuración del Estado que promete la eliminación o fusión de más de 60 organismos. Un ajuste que lleva el sello inconfundible de Federido Sturzenegger y cuyo texto Milei está dispuesto a firmar sin titubeos. Mientras tanto, Javier Herrera Bravo, el secretario Legal y Técnico en los papeles, sigue a la sombra de Ibarzábal, cada vez más opacado, reducido a un espectador de lujo en un cargo donde las decisiones se toman en otra oficina.
PL/MC
La bolsa porteña subió 388% entre la campaña del balotaje que ganó Milei y enero pasado, pero desde entonces cae 11%. Entre la City consideran que es sólo de un impasse por la turbulencia internacional provocada por Trump, la falta de acumulación de reservas del Banco Central y la dilatación del acuerdo con el FMI. Pero desde la banca pública economistas opositores advierten problemas.
A fines de octubre de 2023, después de la victoria de Sergio Massa contra Javier Milei en la primera vuelta electoral y antes del balotaje que consagró al libertario, el índice de la bolsa porteña, S&P Merval, estaba en 579.000 puntos. A partir de entonces fue escalando hasta el 9 de enero pasado, cuando batió el récord de 2.829.000 puntos, un 388% más que en aquellos tiempos de incertidumbre de la campaña electoral, un rendimiento en pesos por encima de la inflación de este periodo, del 233%. Pero a partir del 10 de enero la fiesta financiera de la que habla Milei se tomó un descanso. El indicador de las acciones argentinas cayó desde entonces 11%, a 2.509.000. En el mercado bursátil confían en que pronto retomará la senda del jolgorio, pero algunos pocos empiezan a dudar.
“La caída de la bolsa argentina en el último mes responde a una combinación de factores tanto locales como globales”, explica Tobias Sanchez, así, sin acento ni en el nombre ni en el apellido. Es analista de una de las sociedades de bolsa que más acciones opera, Cocos Capital. “Primero, hay que tener en cuenta que el mercado argentino tuvo un 2024 con muy buen desempeño, con el S&P Merval subiendo casi 125% en dólares. Después de una suba tan fuerte, es lógico que muchos inversores decidieran realizar ganancias, algo que siempre pasa en los mercados. Además, con este rally, muchas empresas llegaron a valuaciones que ya no resultaban tan atractivas, lo que generó una pausa en el apetito por el equity (acciones) argentino, especialmente entre los inversores en valor”, comienza Sanchez su explicación.
“A esto se sumó un contexto global más volátil. La asunción de Donald Trump en Estados Unidos trajo consigo políticas de aranceles agresivos contra otros países, lo que generó incertidumbre y un mayor risk-off (aversión al riesgo) en los mercados”, se refiere al analista de Cocos a la ola de barreras a la importación que impuso el líder norteamericano, lo que provocá temores de inflación y estancamiento económico globales y corrida financiera hacia refugios como el dólar y el oro, en detrimento de las plazas emergentes como la Argentina. “En este tipo de escenarios es normal que los inversores prefieran moverse a activos más seguros, al menos hasta que haya mayor claridad sobre las próximas medidas del nuevo presidente.”
“Si nos enfocamos en Argentina, enero tampoco vino con buenas noticias macroeconómicas, sino todo lo contrario”, advierte Sanchez. “El dato de inflación de diciembre (2,7%) mostró un repunte (en noviembre había sido 2,4%), los dólares financieros subieron con fuerza en el último mes y el Banco Central desaceleró el ritmo de compras de reservas. Todo esto sumó ruido e incertidumbre, afectando el humor del mercado”, se refiere a que el dólar Bolsa subió a $1.187 y el contado con liquidación, a $1.197, mientras el blue está en $1.210.
“Sin embargo, esto no significa que se acabó la fiesta financiera, sino que estamos viendo una corrección lógica después de un año de ganancias muy fuertes”, se ilusiona el analista de Cocos, cuyo dueño, Ariel Sbdar, desborda optimismo en la red X.
“Además, todavía quedan catalizadores que pueden volver a empujar a las acciones argentinas, como un nuevo acuerdo con el FMI, una posible salida del cepo, la temporada de balances (de las empresas cotizantes) que se avecina y las elecciones legislativas de este año, que van a ser clave para definir el rumbo del país”, agrega Sanchez.
El pacto con el Fondo Monetario Internacional implicaría un nuevo préstamo, es decir, fondos frescos que años después habrá que devolver y que implican exigencias de política económica. Ese crédito llegará condicionado a la liberación quizás gradual pero certera del control cambiario al menos después de los comicios, de modo de evitar que su eliminación provoque un salto inflacionario que afecte el voto a La Libertad Avanza. A su vez, el mercado espera una victoria electoral del oficialismo, pero un cisne negro como un triunfo de una eventual candidatura de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner como diputada por la provincia de Buenos Aires podría desencadenar un derrape del entusiasmo de los inversores financieros.
Otros analistas, en cambio, no observan nada de malo en el plano local. “Noticias malas no hubo. Muy difícil guiarse por el día a día de la bolsa, si bien es cierto que en lo que va del año dejó de apreciarse. Lo mismo con los bonos”, admite el economista de un banco de la City porteña, pues no sólo retrocedieron las acciones sino también los títulos de la deuda pública. A futuro, considera que la recuperación depende del acuerdo con el FMI, el resultado de las elecciones, la incertidumbre internacional que provoca Trump y la balanza de pagos, es decir, la radiografía de ingresos y egresos de divisas de un país. Con la sobrevaluación del peso, la segunda moneda más apreciada del mundo, se desalienta la exportación y se incentiva la importación de bienes y servicios, incluido el turismo, en una nación que necesita generar dólares para pagar sus pasivos. Y los economistas advierten de que ni con un nuevo préstamo del FMI alcanzará para cubrir las obligaciones.
“El mercado no sube todo el tiempo”, justifica el parate Pablo Bachur, operador de Tomar Inversiones. “Los mercados se mueven así y nuevas alzas dependen de que el mercado siga mostrando confianza en el plan económico del Gobierno, como pasó hasta ahora. Por ahora el mercado no dijo basta, como dijo en 2018, en 2019 y hasta 2022”, opina Bachur.
En 2018, los inversores se dieron cuenta que habían prestado demasiado al gobierno de Mauricio Macri y a su Banco Cental, con Luis Caputo como ministro de Finanzas y Federico Sturzenegger en la presidencia de la autoridad monetaria, y entonces comenzaron a huir. En 2019, el mercado volvió a espantarse con la victoria electoral de la dupla Alberto Fernández-Cristina Kirchner. En 2023 empezó a ilusionarse con el cambio, finalmente encarnado por Milei, y con el regreso de Caputo y Sturzenegger al poder, absueltos de pecado pasados como ministros de Economía y Desregulación, respectivamente.
Otro colega de Bachur que prefiere el anonimato coincide con él en que el mercado se encuentra sólo en un “Impasse, a la espera de buenas noticias”. ¿Cuál? El acuerdo con el FMI, concuerda. También opina que la caída bursátil de este año guarda relación con el “ruido internacional” y no con lo local. En ese ruido se incluye la irrupción de la intelilgencia artificial china DeepSeek, que pone en jaque al desarrollo de EE UU.
“Nosotros creemos que el mercado estaba sobrecomprado y cuando llegó Trump y tomó esas medidas, obviamente se vio impactado”, opinan en Adcap Grupo Financiero, propiedad de Javier Timerman, Agustín Honig y Juan Martín Molinari. “También se sumó la visita del equipo técnico del FMI (en enero), con la cual se esperaba un acuerdo que finalmente no se dio antes de que se fueran del país. En este contexto, la toma de ganancias era esperada. Sin embargo, a mediano y largo plazo creemos que el mercado tiene catalizadores suficientes para continuar en alza, aunque creemos que las ganancias de 2024 no van a ser las mismas que en 2025. Los bonos corrigieron luego del pago de cupones en un contexto internacional amenazante previo a la asunción de Trump. Seguimos optimistas con la deuda argentina y creemos que aún queda algo de compresión de spreads (diferenciales de tasas), lo que podría generar una ganancia de entre 10% y 20% en 2025”, recomiendan en Adcap.
“Caputo sale a dar la entrevista con (Luis) Majul (esta semana) porque los mercados internacionales se movieron un poco contra los emergentes, haciendo que subiera el riesgo país y porque Milei aseguró que en enero de 2026 sale del cepo”, analiza la economista Delfina Rossi, directora por la oposición del Banco Ciudad.
“El segundo elemento tiene repercusiones sobre la potencial devaluación y Caputo intentó disuadir esa idea. Los mercados le creen. Es más, creen que puede haber una salida del cepo virtuosa para el corto plazo. Esa idea se sostiene con ciertos fundamentals económicos que no son errados: el megaajuste fiscal, el blanqueo de capitales, el acompañamiento del FMI con US$11.000 millones más, un escenario donde este 2025 no tiene mayores vencimientos de deuda que no pueda afrontar roleando y un escenario de exportaciones positivo que vaya ampliando el superavit comercial le permite pensar en una estabilidad cambiaria. Quizás antes de las elecciones el Gobierno se anima a anunciar un relajamiento del cepo e ir eliminando el dolar blend (que rige para exportadores y consiste en un 80% del oficial, a $1.074, y 20% al MEP o CCL) para dejar de intervenir en el dólar financiero, donde se les fueron US$1.600 millones para bajar la brecha, y eso le permitiría pensar en la eliminación de las restricciones en enero de 2026. En el marco inflacionario, el crawling (suba paulatina del dólar oficial) al 1% le permite también cerrar paritarias al 1% con baja conflictividad, y esos dos elementos le permitiría bajar la inflación al 2% mensual. Hay más dudas sobre el impacto de los precios regulados (tarifas).”
“Ahora bien, ¿esto es virtuoso para la Argentina en general?”, se pregunta Rossi. “Un escenario de mayor endeudamiento externo y flexibilidad para fugar y blanquear y entrar a la timba financiera argentina, como el propio secretario de Agricultura (Sergio Iraeta) le pide al campo, consolida dos elementos: una distribución desigual del ingreso y la paulatina dolarización de la economía. Estos dos elementos nos alejan cada vez más del sueño de la Argentina productiva y desarrollada”, concluye la economista.
En el Banco Provincia de Buenos Aires, su gerencia de estudios económicos, que dirige Matías Rajnerman, se refiere también en su último informe a que se paró la música de la fiesta. “A contramano de lo que parecía esperarse hace algunos meses, las novedades postsuba de Trump fueron positivas en materia comercial, pero negativas en el plano financiero. Las expectativas de cupos chinos a las importaciones de Estados Unidos de aceite de soja impulsaron su precio en el arranque de 2025 (+12,3%), en tanto que el poroto avanzó 7% en lo que va del año.
En el frente financiero, los números son algo más complicados. Desde mediados de enero, el riesgo país subió 40 puntos básicos, en un contexto donde el índice brasileño se redujo 30 y el resto de la región permaneció estable. Así, se amplió el spread entre Argentina y América Latina, que se ubica 240. La dinámica fue similar en el segmento corporativo. El estancamiento de las reservas brutas del Banco Central argentino en torno de US$30.000 millones, en un año donde quedan vencimientos de deuda por US$20.000 millones y la cuenta corriente (hoja del balance de pagos que se refiere al intercambio comercial de bienes y servicios y al pago de deuda) está en rojo hace más de seis meses, explican esta diferencia“, advierte el Provincia.
La eventual recuperación del stock de reservas, “que podría lograrse por vía comercial o financiera, siendo esta más factible en el corto plazo, podría impulsar nuevamente a los títulos y acciones argentinas”, admite el banco bonaerense. Es decir, espera más un acuerdo con el FMI que mayores exportaciones. “Los títulos públicos y las acciones de empresas argentinas tuvieron peores resultados que sus pares de la región y emergentes, luego de haber mostrado importantes ganancias relativas entre julio y noviembre, reflejando que el mercado no espera un tratamiento particularmente favorable para nuestro país luego de las primeras semanas de Trump al frente de la presidencia de Estados Unidos, al menos en lo inmediato. Por lo tanto, la entrada de dólares pareciera seguir en stand by”, advierte el Provincia. Como advierten fuentes diplomáticas europeas, por más que Milei sea aliado de Trump, necesitará relacionarse bien con el Brasil de Luiz Inácio Lula da Silva y la China de Xi Jinping, los dos principales socios comerciales de la Argentina, para exportar y conseguir dólares. Con Lula sigue la tensión. Con Xi ya se arrepintió de acusarlo de comunista autoritario, pero el conflicto continúa después de que el gobierno argentino prohibiera que empresas estatales participaran de la licitación de la Hidrovía del río Paraná, a la que aspiraba la china CCCC a presentarse y por eso judicializó esta semana la privatización.
AR/MG
Diversos focos afectan a localidades y a dos parques nacionales en las provincias de Chubut, Río Negro y Neuquén.
Incendios en El Bolsón: las llamas alcanzaron zonas pobladas y se evacuaron 700 casas
Postales de la Patagonia envuelta en llamas
Los incendios forestales que desde finales de diciembre pasado azotan a la Patagonia argentina continúan su avance y ya han arrasado unas 28.100 hectáreas, obligando en las últimas horas a nuevas evacuaciones.
Diversos focos afectan a localidades y a dos parques nacionales en las provincias de Chubut, Río Negro y Neuquén.
En el Parque Nacional Nahuel Huapi, ubicado entre Neuquén y Río Negro, el fuego, originado a finales de diciembre pasado, ya consumió 9.592 hectáreas en el sector Los Manzanos y 683 hectáreas en el sector El Manso, de acuerdo al último reporte oficial. Unas 230 personas continúan trabajando en los dos sectores afectados de la zona sur del área protegida.
En el Parque Nacional Lanín, en Neuquén, el incendio en el Valle Magdalena, que comenzó a principios de enero, ha afectado ya unas 7.000 hectáreas y se mantiene activo pese al trabajo de unas 300 personas, entre brigadistas y voluntarios.
El gobernador de Neuquén, Rolando Figueroa, visitó este sábado el centro de evacuados abierto en la ciudad de Junín de los Andes, para brindar su apoyo a las personas que debieron dejar sus hogares por el avance de las llamas.
Este sábado la zona ha permanecido con humo en suspensión, lo que impidió el despliegue temprano de medios aéreos. Además, se dispuso el cierre del paso fronterizo Mamuil Malal, entre Argentina y Chile, para prevenir accidentes.
Otro foco de incendio fuera de control está en la localidad de El Bolsón, en la provincia de Río Negro, donde, según informó este sábado el Ejecutivo provincial, la superficie quemada ascendió a 3.300 hectáreas.
Este incendio ha afectado ya un centenar de viviendas y ha causado el fallecimiento de un hombre de 80 años.
En las últimas horas, las autoridades locales ordenaron nuevas evacuaciones de áreas pobladas en peligro de ser alcanzadas por el fuego.
Según informó el Ejecutivo de Río Negro, durante las últimas horas el fuego avanzó con intensidad hacia Costa del Azul y Loma del Medio -en el área de El Bolsón-, “lo que obligó a redoblar esfuerzos y reforzar las estrategias de contención”.
En tanto, en la provincia de Chubut unas 300 personas trabajan en el combate a los incendios.
Uno de los focos -categorizado ya como “contenido”- está en la localidad de Epuyén, donde el fuego ha quemado unas 3.500 hectáreas de vegetación, incluyendo matorrales, pastizales, plantaciones, arbustos y bosque nativo, además de unas 70 viviendas.
Otro foco se desató el pasado 19 de enero en la zona rural de Atilio Viglione y afecta al área de La Batea-Río Pico, donde las llamas continúan activas y ya se han quemado unas 4.000 hectáreas.
Un tercer foco se desató este miércoles en Chubut, en la zona de El Pedregoso, y logró ser controlado en las últimas horas, tras arrasar con 55 hectáreas de bosque nativo e implantado.
MM con información de la agencia EFE.