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Milei, sobre la marcha universitaria: "Utilizaron una causa noble para defender sus intereses de casta"

Milei, sobre la marcha universitaria:

El presidente Javier Milei utilizó hoy sus redes sociales para cargar nuevamente contra la “casta”, en este caso por haber participado de una causa “noble” como lo fue marcha universitaria realizada este martes.

“Ayer vimos como, una vez más, aquellos que pretenden seguir viviendo a expensas de los argentinos se montaron sobre una mentira para promover sus intereses”, expresó en su cuenta de la red social X.

“Al margen de la discusión acerca de cuál modelo de educación superior es deseable para un país en el que seis de cada diez chicos menores de 14 años son pobres, los mismos vivos de siempre utilizaron el escudo de una causa que suena noble para defender sus intereses de casta”, continuó.

En ese sentido, aclaró: “En ningún momento el gobierno nacional insinuó la intención de cerrar las universidades nacionales”.

CRM con información de la agencia NA

A un día de la marcha masiva, en Diputados no hubo quórum para otorgar fondos a universidades

A un día de la marcha masiva, en Diputados no hubo quórum para otorgar fondos a universidades

Con la marcha universitaria que copó las calles ayer como telón de fondo, la oposición en el Congreso no logró ganar la agenda en la Cámara de Diputados. La sesión especial pedida por Unión por la Patria para tratar la emergencia presupuestaria de las universidades públicas nacionales, la movilidad jubilatoria y el restablecimiento del Fondo Nacional de Incentivo Docente no alcanzó quórum, y quedó en una mera puesta en escena de discursos de minoría en el recinto de la Cámara de Diputados.

Sin embargo hubo un desafío para el oficialismo y sus aliados más cercanos: se sentaron en las bancas 124 legisladores nacionales de los 129 necesarios para habilitar el tratamiento, entre ellos los peronistas, la mitad del bloque radical, un sector minoritario de Hacemos Coalición Federal y los cuatro diputados del Frente de Izquierda.

Según supo elDiarioAR, desde el bloque que comanda Germán Martinez intentaron convencer a un sector del radicalismo para que sume su firma, pero no ocurrió. “Se apuraron, quisieron sacar rédito inmediato de la marcha”, mostró su malestar una diputada al tanto de la negociación.

La sesión tenía previsto tratar un nuevo marco legal de mayor financiamiento universitario, el regreso del Fondo Nacional de Incentivo Docente (Fonid) y una nueva fórmula de movilidad jubilatoria, entre otros temas, y se venía trabajando desde hacía tiempo entre los sectores más alejados al gobierno de Javier Milei. 

La convocatoria del bloque presidido por Germán Martínez tuvo lugar el día después de la masiva movilización en el centro porteño y en las grandes ciudades del país en el marco de la Marcha Federal Universitaria para denunciar el desfinanciamiento de la educación superior por parte del Gobierno de Javier Milei.

Ninguno de los proyectos del temario tenían dictamen, por lo que hubieran necesitado dos tercios de los votos, una cifra imposible de reunir para la oposición para avanzar con una media sesión. Pero el kirchnerismo logró al menos su objetivo de presionar a la oposición que fue a la marcha y dividirla. La intención si se llegaba al quórum era emplazar al oficialismo a que esos proyectos se discutan en comisiones de manera obligatoria.

La sesión pedida por Unión por la Patria para tratar la emergencia universitaria no alcanzó quórum en Diputados. El diputado radical Facundo Manes, presente en el recinto.

La división de la UCR fue el dato político de la jornada: de sus 30 diputados, 14 dieron quórum encabezados por los sectores que responden a Facundo Manes y Emiliano Yacobitti, vicerector de la UBA. Los restantes decidieron ausentarse para no generar olas en medio de las negociaciones por la Ley ómnibus y el paquete fiscal, que anoche llegó a un principio de acuerdo y ya circulan nuevos borradores.

En el bloque Hacemos Coalición Federal, apenas cuatro de los 23 integrantes fueron de la partida. Los únicos que colaboraron para que hubiera quórum fueron los cordobeses Natalia de la Sota y Juan Brügge, y los socialistas santafesinos Esteban Paulón y Mónica Fein. Sorpresivamente, no estuvo en la sesión Margarita Stolbizer, que ayer había participado de la marcha. Tampoco estuvieron los cinco diputados de la Coalición Cívica, a excepción de Maximiliano Ferraro, quien llegó cuando la sesión ya había sido dada por caída por Menem. Sí estuvieron los dos diputados del bloque “Por Santa Cruz” que responde al gobernador de esa provincia patagónica, Claudio Vidal: Sergio Acevedo y José Luis Garrido.

Sin el quórum reglamentario, la sesión se cayó pero se desarrolló con expresiones en minoría. El primero en tomar la palabra fue Martínez, quien recriminó la ausencia de los diputados que estaban “detrás de las cortinas” del recinto, especulando con ocupar sus escaños solamente si la sesión quedaba habilitada. “En este momento hay negociaciones de distintos bloques parlamentarios alrededor de la ley Bases y el paquete fiscal, con la novedad de que pueden llegar a meter de una manera rápida, como para que no se note, una reforma laboral”, lamentó el santafesino. Según aseguró, “hay un plan para que este recinto esté siempre cerrado, a excepción de cuando lo piden los libertarios”.

Por parte de la UCR, el diputado Fernando Carbajal aseguró que no van a “ceder en la lucha por la defensa de la educación pública, de la autonomía universitaria y el necesario financiamiento que tiene que tener la universidad pública”. “No nos van a correr, por supuesto que vayan y hagan todas las auditorías que quieran, que controlen hasta el último peso a la universidad, que pongan preso a quien tienen que poner, pero eso no puede ser motivo para desfinanciar y dejar a los estudiantes sin la posibilidad del ascenso social. No lo vamos a permitir”, siguió el formoseño.

El diputado de la UCR Facundo Manes ponderó que “ayer la sociedad estuvo delante del Gobierno”. “La sociedad marchó ayer para ponernos una hoja de ruta, un nuevo paradigma, el del conocimiento, equivalente al del desarrollo económico”.

La mayor parte de las bancadas del hemiciclo vacías, este miércoles en Diputados.

MT/MC con información de agencia NA

El español Pedro Sánchez cancela su agenda para decidir si continúa en el cargo ante “la campaña de acoso” contra su esposa

El español Pedro Sánchez cancela su agenda para decidir si continúa en el cargo ante “la campaña de acoso” contra su esposa

“Seguiré trabajando, pero cancelaré mi agenda pública para reflexionar y decidir qué camino tomar”. Con estas palabras el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció este miércoles que está pensando en si seguir o no al frente del Ejecutivo ante la campaña de “acoso y derribo” que dice estar sufriendo junto a su familia por las informaciones vinculadas a su esposa, Begoña Gómez. Lo hizo a través de una “carta a la ciudadanía” [que se puede consultar aquí completa] que publicó en Twitter.

El mensaje del presidente del Gobierno llega después de que a primera hora de este miércoles El Confidencial adelantara que un juzgado de Madrid decidió abrir una investigación secreta en torno a Gómez, y su actividad profesional a raíz de una denuncia del pseudosindicato Manos Limpias. El juzgado 41 de la capital admitió a trámite una denuncia del presidente de la organización, el ultraderechista Miguel Bernad, recientemente absuelto de la acusación de instrumentalizar causas judiciales para extorsionar a bancos y a empresas, contra Gómez por su trabajo en el IE Africa Center por supuestos delitos de tráfico de influencias y corrupción en los negocios.

“Necesito parar y reflexionar. Me urge responderme a la pregunta de si merece la pena, pese al fango en el que la derecha y la ultraderecha pretenden convertir la política. Si debo continuar al frente del Gobierno o renunciar a este alto honor”, escribió Sánchez en su tuit.

El presidente del Gobierno atribuye todo lo que le está ocurriendo a una “estrategia de acoso y derribo” que “lleva meses perpetrándose” y de la que culpa a PP, Vox y las terminales mediáticas de la derecha. “No me sorprende la sobreactuación del Sr. Feijóo y el Sr. Abascal”, aseguró, solo unas horas después de la sesión de control al Gobierno en el Congreso en la que el propio Sánchez ha expresado que sigue confiando en la Justicia pese a la investigación a su mujer.

Pero para el jefe del Ejecutivo Feijóo y Abascal “son colaboradores necesarios” de un “atropello tan grave como burdo”. Todo ello, afirma, “junto a una galaxia digital ultraderechista y la organización Manos Limpias”. “De hecho, fue el Sr. Feijóo quien denunció el caso ante la Oficina de Conflicto de Intereses, pidiendo para mí de 5 a 10 años de inhabilitación para el ejercicio de cargo público. La denuncia fue archivada doblemente por dicho organismo, cuyos funcionarios fueron descalificados posteriormente por la dirigencia del PP y de Vox”, recuerda.

“Begoña colaborará con la Justicia”

Refiriéndose al PP, Sánchez también asegura que “instrumentalizaron su mayoría conservadora en el Senado, impulsaron una comisión de investigación para, según dicen, esclarecer los hechos relacionados con este asunto”. “Como es lógico, faltaba la judicialización del caso. Es el paso que acaban de dar”, remachó, en referencia a la decisión de un juez de Madrid conocida esta misma mañana.

A lo largo del texto, el jefe del Ejecutivo remarca que “la denuncia de Manos Limpias se basa en supuestas informaciones de esa constelación de cabeceras ultraconservadoras” que están detrás de esa “campaña” contra él y su familia. “Como es lógico, Begoña defenderá su honorabilidad y colaborará con la Justicia en todo lo que se la requiera para esclarecer unos hechos tan escandalosos en apariencia, como inexistentes”, apunta.

Asimismo, Sánchez afirma que el origen de la denuncia del pseudosindicato son “supuestas informaciones” porque, tras su publicación, desde el Ejecutivo se fueron “desmintiendo las falsedades vertidas al tiempo que Begoña ha emprendido acciones legales para que esos mismos digitales rectifiquen”. “Son informaciones espurias”, insiste.

Como soñaron mis abuelxs: m’hijo, el Dotor

Como soñaron mis abuelxs: m’hijo, el Dotor

Publico esta nota un día después de la marcha convocada para defender la universidad pública en la Argentina. A nivel personal, tuve la experiencia de cursar la Diplomatura en Archivística de la Universidad de Tres de Febrero. Luego de varias charlas a las que fui invitada como panelista para contar sobre la creación y el funcionamiento del Archivo, nos ofrecieron un lugar para sumarnos al alumnado. La cursada fue virtual; me tocó hacerla durante la época de la pandemia. Sin embargo, pude experimentar gran parte de la dinámica académica: tuve compañerxs de estudio, rendí cada una de las materias y aprendí a moverme con confianza por el campus virtual. Mi última etapa de enseñanza escolar había sido a los 17 años cuando, por motivos familiares, tuve que abandonar el tercer año de la secundaria. Mi paso por la UNTREF me resultó muy gratificante y reconstructivo, ya que pude hacer uso de un derecho que, por ser una persona trans, me había sido mayormente negado, tal como al resto de mi comunidad. 

Terminé la diplomatura con un promedio de 8,5. Pienso en cuál podría haber sido la situación en caso de no haber podido contar con un espacio de enseñanza pública. Haber residido en los Estados Unidos durante un buen tiempo me lleva a pensar en cómo existen sociedades en las que, desde que una criatura nace, su familia empieza a juntar el dinero para la universidad. Esa capacidad de ahorro es lo que marca socialmente quién va a prosperar y quién no. Nuestro país, en cambio, nos da la posibilidad de que la educación sea pública, gratuita, y excelente —incluso reconocida en el extranjero por su alta calidad—, y para todxs lxs habitantes del país. Así es cómo la universidad lleva adelante el ejercicio de igualarnos como ciudadanxs.

La lucha por la universidad pública es en contra del desfinanciamiento que impone el gobierno nacional actual, y a su vez, una manifestación en defensa de los derechos conquistados por los estudiantes, docentes y no docentes que estuvieron antes que nosotrxs. Desde La noche de los lápices hasta la conquista del boleto estudiantil y cada una de las asambleas internas; la universidad es un semillero de luchas sociales y de acercamiento a las problemáticas de cada momento de nuestra historia, así como de organización y acción para transformarlas.

La marcha de este 23 de abril se me presenta como una manifestación que propone encontrar el punto en común de la sociedad argentina: no hay partidos que nos diferencien en cuanto a este tema, la educación pública y gratuita es parte del orgullo y de la identidad de ser argentinx. Así como lo quisieron nuestrxs abuelxs y lo mantienen hoy lxs obreros, defendamos el sueño: “m’hijo, el Doctor”.

MBC/SN/DTC

Tocar un monstruo

Tocar un monstruo

Estoy hace cinco días en Montevideo, pero tengo la sensación de que alguien movió el espacio y el tiempo y estoy hace mucho más. Incluso un mes. Apropiarse del transporte público de un país ajeno, por ejemplo, da la sensación de que una ya se instaló, de que algo de lo extraño finalmente te pertenece. Aprender a pedir el boleto, sentarse en un asiento de fórmica, mirar el mapa hasta aprender de memoria el recorrido y saber perfectamente dónde hay que bajar, cómo, por qué. El sistema de transporte metropolitano de Montevideo fue lo que agitó la realidad. Pocas veces vine a este lugar, pero pocas veces, también, mi lugar de origen era una ciudad devastada como lo es Buenos Aires ahora mismo. Lo que está por fuera de Argentina puede parecer muy apacible, aunque eso sea engañoso y duela de una manera difícil de identificar. La sensación imprecisa de estar a salvo en otro territorio tiene su costo, y es falsa y es etérea.

Vine por trabajo y me alojé en el mismo hotel que me alojé el año pasado, por el mismo trabajo, a una cuadra de la rambla, en Ciudad Vieja. Es un hotel que está detrás de otro hotel demasiado inmenso, de cara al río. Yo me alojo en el otro, el hotel de reparto, el doble de riesgo. Un hotel apartamento que por las noches se vacía de personal y en el que solamente quedamos los huéspedes, en una confianza muda respecto del cuidado propio y de las instalaciones. Anoche fue mi última noche en esta construcción tímida, escondida. Después de un día largo, largo de trabajo, me invitaron a ver una obra de teatro que se llama Acariciar a un monstruo, en la famosa sala Camacuá de Montevideo. Una sala que parece haber quedado imantada en el año 92, igual que el resto de la ciudad, con paredes de madera simil barco y butacas bordeau muy juntas entre sí pero ilusoriamente cómodas. La obra es un texto del dramaturgo y director uruguayo Gabriel Calderón, actualmente director de la Comedia Nacional en el teatro Solís de Montevideo, y también autor de un repertorio enorme de obras teatrales. Está dirigida por  Gustavo Kreiman y Leonardo Sosa, quienes originariamente hacían la asistencia de dirección y luego terminaron siendo los directores absolutos del espectáculo. La obra transcurre en una especie de jaula de madera, algo así como un deck pero tortuoso, no tan amigable. Las actrices uruguayas Dahiana Mendez y Carla Moscatelli llevan puestos unos mamelucos color lila que van adaptando a distintas secuencias de la obra, que dura algo así como dos horas (bastante). Las direcciones de puesta son austeras porque todo lo demás no lo es. Me refiero a relato, a lo que llevan dentro las actrices durante el tiempo que dura su permanencia arriba del escenario. Descubrí a Carla Moscatelli anoche, no la conocía. Una actriz como un cubo rubik, depende dónde esté ubicada y cómo le pegue la luz, es una persona totalmente distinta. Y espeluznante, también. La obra es un sinfín de anécdotas pesadas y angustiosas en las que las actrices por momentos derrochan recursos y por momentos dan en lo preciso para acompañar la sensación. Historias sobre gente muy dañada que hace daño porque no conoce otra cosa que el origen del daño. Muerte, destrucción, un presente desolado y totalmente perdido. No hay nadie, no queda nada: ese es apenas el mensaje que nos queda.  No estoy del todo segura de qué me pasó con eso que vi en la sala antigua, frente al río, pero sé que quedé cargada, como si hubiera bebido un vaso de cemento. Después de la obra, fui a la famosa heladería de Montevideo, Grot, austera en su oferta de sabores (había como mucho diez) pero fenomenal en la exploración de cada uno. 

Después de unas vueltas turísticas en las que me despedí por un tiempo indeterminado, volví al hotel que ya parecía ser mi casa, por esta sensación de estancia tan extrañamente duradera en la ciudad que te amansa pero también te atrapa. Me acosté a dormir porque se me cerraban los ojos y desaparecí del mapa. A las horas, pocas horas, me desperté con voces. Podía ser una televisión encendida, alguna publicidad sobre alboroto, o una radio, o tal vez gente en la calle. Ese extravío del sueño y el despertar que ofrece infinitas opciones. Pero conforme pasaron los minutos, esas voces se hicieron cada vez más nítidas y pude reconocer a una mujer y a un hombre. Probablemente en la habitación de al lado, por lo cerca que se los oía. Nunca discerní lo que decían, podían estar hablando en castellano o en geringoso, daba igual. La temperatura de la conversación era alarmante. A ella se la oía apenas. El devoraba la escena sonora. Bajaba la voz y decía cosas que sonaban a reproche y apenas ella respondía él gritaba y caminaba, abría y cerraba puertas de placares y después entraba al baño, creo yo, y salía. Un cuerpo totalmente agitado. Era difícil adivinar qué hacía ella, pero permanecía más quieta. Al instante todo se volvía silencioso otra vez, y después, esa calma antes de la tormenta era lo que asustaba más, después arremetía él otra vez, nunca supe en qué idioma y volvía a gritar y a golpear la pared ¿acaso era la pared? Y sentí un susto extraño, aunque mi conciencia de no pertenecer a eso era absoluta, igualmente algo me paralizó, como si supiera que no saldría de mi cama ni movería una mano, un pie, un dedo, por nada del mundo. No quería que ese monstruo supiera que yo estaba ahí, oyendo todo. ¿Alguien había trasladado la obra de teatro que había visto horas antes, al piso de mi hotel? ¿Qué era esta realidad que se duplicaba? ¿Quiénes eran estas personas, en esta ciudad tan a simple vista sosegada? 

Encendí la linterna de mi celular porque no quería llamar la atención con luces. Busqué algún número de teléfono de recepción pero no había ninguno, solamente una línea de Whatsapp a la que –según aclaraba el reglamento– había que acudir únicamente en caso de emergencia. ¿Era esto una emergencia o tenía que esperar que la tragedia fuera evidente? ¿Exageraba? ¿Cómo confiar en mí, si según los demás, siempre exagero?

Escribí a ese número y alguien me respondió que era extraño, que cosas así no sucedían en ese hotel. ¿Ponían en duda mi versión de los hechos? Volví a enrollarme en la cama y el susto no se disipó. Pensé en llamar a la policía de Montevideo pero ni siquiera conocía el número ni el protocolo. Fui una extranjera cobarde. Una cómplice. 

Pasó un rato largo, entre los  murmullos que venían de las paredes, y el monstruo pareció calmarse. Lo dominó el sueño. Dejé de escucharlo a él y también a ella, que casi nunca la había escuchado desde que empezó el desvarío, porque en ese vínculo, muy posiblemente, ella ya no tenía voz. Cuando finalmente me dormí soñé con squatters: gente que ocupa espacios abandonados sin permiso legal. Como si estar divididos entre paredes significara algo.