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Caputo asegura que los bancos le prestarán dinero para pagar la deuda y el riesgo país baja a 1.038 puntos

Caputo asegura que los bancos le prestarán dinero para pagar la deuda y el riesgo país baja a 1.038 puntos

El ministro de Economía le anticipó a Financial Times que consiguió el crédito llamado Repo, de corto plazo y altas garantías, para afrontar vencimientos en enero. La agencia Bloomberg informó que JP Morgan y Santander lo financiarán. Por eso, se aprecian los títulos públicos y desciende la prima de riesgo.

Más importante que los encuentros del ministro de Economía, Luis Caputo, con la directora gerenta del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, y su segunda, Gita Gopinath, han sido sus reuniones privadas de esta semana en Washington con bancos privados. El FMI no va a prestarle fondos frescos antes de que el próximo día 4 se definan las elecciones presidenciales de EE.UU., su principal accionista. En cambio, Caputo anunció en una entrevista con el diario Financial Times (FT) que “ha conseguido un Repo (siglas en inglés de un acuerdo de recompra) de casi tres años con los bancos para pagar el capital” de la deuda que vence en enero próximo, unos US$2.900 millones. La agencia Bloomberg informó que ese pacto aún no se firmó pero está avanzando con el norteamericano JP Morgan y el español Santander.

Un Repo es préstamo de corto plazo que exige fuertes garantías. En un principio se especulaba con que se iba a respaldar con el oro que el Banco Central envió a Londres en una operación sospechosa. Después se advirtió el riesgo de que eso reduzca la contabilidad de las reservas y por eso comenzó a mencionar la posibilidad de garantizar con bonos Bopreal, que el Central emitió en dólares para saldar la deuda de los importadores con el extranjero que dejó el gobierno anterior.

Más allá de la garantía, el anuncio del Repo, que no fue confirmado por el Ministerio de Economía más allá de las declaraciones de Caputo en la prensa británica, descomprime la tensión por el pago de los títulos públicos en enero.

La reacción no se hizo esperar: este jueves subieron esos activos en los mercados y bajó entonces el riesgo país a 1.038 puntos básicos. Si este viernes perfora el piso de 1.000 puntos, será una señal de que quizá la Argentina pueda volver a los mercados internacionales de deuda, de los que se despidió en 2018 por la crisis de confianza que generó en su momento el rápido endeudamiento del gobierno de Mauricio Macri, con Caputo como ministro de Finanzas.

Cuando más baje el riesgo país, más barato se puede endeudar el país. Ahora en Financial Times, Toto, como lo llaman sus amigos, reconoció que si se consigue una merma, a mediados de 2025 podría colocar bonos, aunque la idea es para refinanciar vencimientos, no para incrementar el pasivo. Esta vez promete no repetir los errores del pasado, aunque no los reconozca como tales. “En junio, si las tasas de interés lo permiten, refinanciaremos el capital y pagaremos los intereses utilizando nuestro superávit primario. Si las condiciones no están dadas, haremos los pagos de otra manera”, prometió al FT.

AR/DTC

Georgieva tras reunirse con Caputo: "Nos alineamos en torno a las prioridades del país"

Georgieva tras reunirse con Caputo:

"Fue una muy buena reunión", dijo la directora general del Fondo Monetario Internacional en declaraciones a la prensa en la sede del organismo, minutos después de reunirse con el ministro de Economía y otros miembros de la delegación argentina.

La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, confirmó hoy que se reunió con las autoridades argentinas que se encuentran en Washington, entre ellas el ministro de Economía, Luis Caputo, con el que se sacó una foto, para hablar sobre el programa de refinanciamiento de la deuda.

“Fue una muy buena reunión”, apuntó Georgieva en declaraciones a la prensa en la sede del FMI, minutos después de reunirse con Caputo y otros miembros de la delegación argentina. “Nos alineamos en torno a las prioridades del país. Felicité al ministro por el premio que le dieron, muy merecido, porque miramos los indicadores objetivos y económicos de Argentina y vemos las mejoras”, afirmó la directora gerente de la institución.

El titular de Economía recibió ayer un premio de manos de la revista LatinFinance por ser el “ministro de Finanzas del año”.

El primer encuentro de Caputo fue con la número dos del Fondo, Gita Gopinath, y ocurrió a primera hora de la mañana. La cita con Georgieva fue al mediodía, luego de una reunión de los ministros de finanzas del G20, indicaron fuentes oficiales.

Georgieva no quiso aclarar si acordaron crear un nuevo programa con Argentina cuando venza el existente actualmente. “Tenemos un objetivo que es pensar juntos como un solo equipo para pensar qué es lo mejor para Argentina”, se limitó a responder.

En la reunión con las autoridades del FMI participaron varios miembros del gobierno de Javier Milei, entre ellos Pablo Quirno, ministro de Finanzas, y Santiago Bausili, titular del Banco Central de la República de Argentina (BCRA).

Argentina es el mayor país deudor del FMI y, a su vez, ese organismo es el principal acreedor del país suramericano.

En marzo de 2022, el Gobierno de Alberto Fernández (2019-2023) firmó con el FMI un acuerdo para refinanciar préstamos por unos 45.000 millones de dólares que el organismo había concedido a Argentina en 2018, durante la presidencia de Mauricio Macri (2015-2019).

El pacto incluye revisiones trimestrales sobre el nivel de cumplimiento de metas exigentes en materia de disciplina fiscal, acumulación de reservas monetarias y límites a la emisión monetaria.

Del cumplimiento de esas metas y la aprobación de cada revisión depende el visto bueno para nuevos desembolsos a Argentina por parte del organismo, fondos que, a su vez, el país utiliza para cancelar su deuda con la entidad, la cual ascendía a 40.899 millones de dólares a finales de 2023. Faltan dos revisiones para que el plan concluya.

En el marco de las reuniones anuales del FMI y el Banco Mundial, la institución publicó esta semana sus últimas previsiones económicas.

Estas apuntan hacia una contracción de la economía del 3,5 % este 2024 y una recuperación del 5 % en 2025, año para el que también vaticina una sustancial desaceleración de la tasa de inflación anualizada del 62,7 % frente al 229,8 % actual.

“Nuestras proyecciones para Argentina no cambiaron desde julio. Nuestro equipo está hablando con las autoridades de allí en medio de las negociaciones, pero las cifras son las mismas que teníamos en julio”, afirmó en una rueda de prensa el economista jefe del FMI, Pierre-Olivier Gourinchas, el pasado martes.

El Gobierno de Milei afirmó que definirá si negocia o no con el Fondo un nuevo acuerdo de asistencia financiera una vez que concluyan las revisiones pendientes (novena y décima) del programa todavía vigente.

CRM con información de la agencia EFE

Diana Mondino bajo presión: reajustes y tensiones en una Cancillería marcada por las intrigas

Diana Mondino bajo presión: reajustes y tensiones en una Cancillería marcada por las intrigas

La ministra de Relaciones Exteriores continúa haciendo equilibrio al frente de un área cada vez más conflictiva, luego de que Milei le exigiera a todos los representantes y funcionarios del cuerpo diplomático que se alineen o renuncien a sus cargos.

Hace tiempo que el Ministerio de Relaciones Exteriores de Javier Milei es un hervidero de intrigas. Más allá de que los rumores acerca de un desplazamiento de Diana Mondino se aplacaron con el correr de los meses, la polémica acerca de los lineamientos en materia de política exterior trazados por el gobierno de La Libertad Avanza no deja de acrecentarse, incluso puertas adentro de Cancillería. La semana pasada, a través de una nota que llevó su firma, el Presidente le exigió a todos los representantes y funcionarios del cuerpo diplomático que se alineen o renuncien a sus cargos.

“Quienes no se encuentren en condiciones de asumir los desafíos que depara el rumbo adoptado en defensa de las ideas de la libertad, deberán dar un paso al costado”, reza el texto rubricado por Milei, en el que se pone énfasis en la “nueva doctrina” que la Casa Rosada anunció en el mes de marzo y que implica, por definición, “que ningún funcionario de esta administración ni quienes representan a la Argentina en el exterior deben acompañar ninguna iniciativa (que vaya en contra) de valores que son pilares de esta nueva administración”.

Luis Caputo, Diana Mondino y Karina Milei escucharon al presidente Milei durante su discurso ante la ONU.

Este mensaje inédito del Presidente, con los nombres de más de 400 miembros de la Cancillería, llega después de que se removiera a Ricardo Lagorio de la representación argentina ante la ONU y a Leopoldo Sahores del cargo de vice de Mondino. “Diana está haciendo su mejor esfuerzo, pero la línea se resiste”, elogian a la ministra en el entorno presidencial. Un guiño que, sin embargo, no se condice con los desplantes que sufrió en los últimos tiempos por parte de la Casa Rosada. El último de ellos, el mes pasado, cuando en el marco de la cumbre de la ONU debió viajar a Nueva York en un vuelo comercial distinto al que llevó al Presidente y el resto de la comitiva.

Es evidente que Mondino fue perdiendo poder puertas adentro de su propia área. Un ejemplo es el traslado de la Fundación Argentina para la Promoción de Inversiones y Comercio Internacional, un órgano clave del comercio internacional, de la órbita de Cancillería a la de la Secretaría General de la Presidencia, a cargo de Karina Milei. También se incluye en esa lista el desplazamiento del secretario de Culto, Francisco Sánchez, que fue reemplazado en su cargo por Nahuel Sotelo, un ferviente católico que pertenece al círculo de confianza del asesor presidencial Santiago Caputo.

La nota firmada por Javier Milei y enviada a todos los funcionarios de Cancillería. El secretario de Culto, Nahuel Sotelo, la colocó en la puerta de ingreso a su oficina.

Sin embargo, el gesto más fuerte fue otro: la creciente injerencia en Cancillería de la abogada de perfil conservador Úrsula Basset, una asesora que oficia de “guardiana” de la “valores” que Milei declama defender en su carta. Sin cargo formal alguno, Basset tuvo su bautismo de fuego en junio, durante la Asamblea de la Organización de Estados Americanos (OEA), cuando en nombre del “triángulo de hierro” vigiló cada coma del documento presentado por la embajadora ante ese organismo, Sonia Cavallo. La misión de Basset fue evitar cualquier posible desviamiento diplomático hacia alguna postura a favor de la Agenda 2030. En el informe, Cavallo objetó todos los proyectos de Resolución referidos a los derechos humanos, el fortalecimiento de la democracia y la promoción de la igualdad de género en la diplomacia global.

“Estamos separando los tipos que tienen voluntad de acompañar de los tipos que quieren obstruir”, repiten en Casa Rosada, donde el dicurso de Milei ante la Asamblea General de la ONU fue leído como un punto de inflexión. Frente al atril del recinto principal de la ONU, en Nueva York, el Presidente dejó en claro cuáles son los principales puntos de esa “nueva doctrina” en materia de política exterior que el libertario declama llevar adelante desde el comienzo de su gestión, basada principalmente en un alineamiento casi teológico con Israel y los Estados Unidos.

En su reciente nota, Milei cita un fragmento de esa exposición, donde ratifica que la Argentina no se sumará al Pacto del Futuro “Agenda 2045”, el mismo que ya fue firmado por una abrumadora mayoría de los 193 países que integran la ONU. “No es otra cosa que un programa de gobierno supranacional de corte socialista que pretende resolver los problemas de la modernidad con soluciones que atentan contra la soberanía de los estados-nación, y violentan el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad de las personas”, sentencia, contundente, en un llamado de atención a sus funcionarios.

Javier Milei en la Asamblea General de la ONU, el 24 de septiembre de 2024.

Sin embargo, más allá de las demarcaciones ideológicas, en el mundo diplomático continúa el malestar por el impuesto a las Ganancias, pese a que la Justicia ya falló en contra de la decisión del Gobierno que pretende gravar el adicional que perciben en Cancillería por prestar servicio en el exterior. A ese conflicto en los últimos días también se le sumó otro, incipiente: el que puede comenzar a partir del recorte que planea Milei del gastos de traslado de los diplomáticos, algo que afectaría directamente a quienes se demepeñan en embajadas.

Son todos frentes abiertos con los que debe lidiar Mondino, que este miércoles se vio envuelta en otra polémica: se difundió un comunicado sobre una actividad oficial en la que participó, donde se alude a las Islas Malvinas como “Falklands”, que es la denominación británica. La publicación la realizó la oficina de Coordinación de Veteranos de la Guerra de Malvinas, dependiente del Ministerio de Defensa. “Estamos identificando al responsable para despedirlo”, escribió luego Mondino en X. Es que en Cancillería aseguran que fue la cartera que conduce Luis Petri la que modificó “maliciosamente” el texto. No hay paz.

PL/JJD

Canciones de la amistad, las últimas mujeres del mar

Canciones de la amistad, las últimas mujeres del mar

Libros, series, películas y un montón de cosas de las que aferrarse en medio del desconcierto.

Uno. Por azar, dos adolescentes de divisiones distintas quedan sentados uno al lado del otro en el micro que los lleva a una excursión escolar. “Esa mañana, apenas me senté a su lado, Fernán me preguntó sin levantar la vista, como si retomáramos una conversación añeja y no estuviéramos charlando él y yo por primera vez, si me gustaban los Beatles y cuál de los cuatro era mi favorito. Nunca supe responder a esta pregunta, tal vez porque se responde solamente con matices. ¿Mi favorito en los estudios de grabación? Más bien Paul. ¿Mi favorito como personaje mordaz y gracioso, como espléndido antihéroe? Más bien Ringo. ¿Mi favorito en el centro del escenario, como vocero ideológico, como guardián del grito y del inconformismo? Más bien John. Pero mi claro favorito como exbeatle porque tuvo a mi entender la mejor carrera solista, porque fue quien mejor creció después de la separación (dado que el grupo, aventurero, le había impedido crecer) siempre fue George: mi favorito como talento discreto y elegante, mi reverenciado dark horse, se lee en el encantador libro Faster, de Eduardo Berti (lo acaba de reeditar el sello Híbrida, abajo les cuento un poco más). La escena me atrapa porque busca capturar esa percepción inasible del comienzo de cualquier amistad: que en ese terreno tal vez no exista algo así como un principio, que justamente ser amigos sea retomar en cada encuentro una charla remota, un reloj suspendido. Por supuesto que Fernán, el flamante amigo del narrador de Faster, también tendrá como faro a George Harrison y esa figura pasará a formar parte de la constelación infinita de sincronías y conversaciones que los mantienen unidos en el resto del libro y hasta hoy. Como la música, la lectura y la escritura, muchas veces a cuatro manos: un tiempo fuera del tiempo.

Dos. “Mucho antes de que existiera este libro, coleccionamos de manera arbitraria –¿qué sería del pop sin una buena cuota de capricho?– fragmentos de canciones que por algún motivo nos encantaban, nos conmovían o simplemente nos hacían reír (coincidíamos en muchas, ¿somos amigos porque nos gustan las mismas canciones o nos gustan las mismas canciones porque somos amigos?). Lo hicimos por años intercambiando mensajes de texto hasta que fuimos sofisticando el método”, anotamos en el prólogo a la primera edición de Quién es la chica, un libro-cancionero que escribimos juntos hace una década con mi amigo Tomás. Ser amigos: escuchar –o hacer que se escuche, si tenemos el don musical– una misma banda sonora cada vez. Ser amigos: atravesar la vida como una lista de canciones inagotable. 

Tres. En el libro de Berti, además de hacer varios intentos por desentrañar la letra de la canción Faster, de George Harrison, el narrador y su amigo pasan sus días haciendo listas. De músicos que admiran, de bandas famosas que nacieron entre compañeros de colegio, de canciones traducidas al castellano con títulos cómicos, de hits conjeturales que los Beatles deberían haber hecho como contraparte de los ya existentes (Nothing en respuesta a Something, o She Hates You como un reverso posible de She Loves You). Me acordé de lo que dice Ricardo Piglia sobre las listas en Los años felices, el segundo tomo de Los diarios de Emilio Renzi: “Como antes con los cuentos y antes con los libros que había leído, y antes con los músicos de jazz, y antes con los jugadores de fútbol y antes con las series de historietas, hago listas. Listas de compras, listas de cosas por hacer, listas de amigos a los que ver, listas de amigas a las que llamar, listas de ciudades que no conozco, listas de capítulos de la novela que voy a escribir. Las listas siempre me han tranquilizado, como si al anotarlas me olvidara del mundo y, en algunos casos, como si anotar fuera ya hacer lo que imagino o prometo, contento entonces, como si la novela cuyos capítulos he anotado ya estuviera escrita”. La amistad también supone ese olvido pasajero del mundo, una desaceleración conversada, un vértigo mullido. Anoto algo que ahora me parece medio despatarrado, pero igual voy, como si estuviera charlando con un amigo: si en el amor romántico la aguja del reloj está siempre atravesada por el destiempo, en la amistad el tic tac es la sincronía. Una complicidad que busca recuperar el sonido provisorio de la correspondencia

Cuatro. Extraño a Diego, quizá el más ruidoso de mis amigos. Extraño nuestras conversaciones que eran siempre deshilachadas y sonoras. Extraño esas tardes sin ton ni son, ese reloj de plastilina que, desde que él murió, se volvió inexorablemente memoria. Entonces arranco una lista en la que anoto asuntos de estos días que pienso que le interesarían o le causarían gracia. Como comentamos por acá alguna vez: me gusta que ese grado cero de la confidencia que se abre con nuestros amigos sea una especie de río desbocado donde por suerte no hay jerarquías, ni asuntos más importantes que otros. Así que en la lista que armo para Diego se superponen los títulos de unos libros que creo que le hubieran encantado, tres chismes que lo harían reír a carcajadas, la noticia infame de la privatización del Belgrano Cargas, una metida de pata, una película alucinante, un secreto que solamente le contaría a él. 

Cinco. Entre muchísimos intercambios y confidencias que cruzamos a diario, con mi amiga Florencia coleccionamos imágenes o escenas del siglo XX que nos llaman la atención y que nos vamos mandando por Whatsapp. Una lista inabarcable y destartalada que se está convirtiendo, con el tiempo, también en un libro que intentamos escribir a cuatro manos. Hace unos días le mandé un fragmento de algo que acababa de subrayar en Curso de literatura argentina. Universidad de Michigan, 1976, de Jorge Luis Borges: “Si hay una pasión argentina, esa pasión es la amistad, y es necesario que Martín Fierro tuviera un compañero. Hasta ahora ha sido un hombre solo, ya que nada sabemos de sus años anteriores. Martín Fierro se hace amigo de Cruz, Cruz le da la mano de amigo y esa amistad tiene que ser verdadera, fatal, ya que Cruz se había jugado la vida también”.

Seis. Leo hacia el final de Faster, de Berti: Faster nos recuerda que el tiempo se desboca como un bólido y que, por mucho que tratemos de frenarlo con el cuerpo, con las manos o con los pies, no, no hay palancas ni pedales, no hay nada que lo detenga, salvo quizás (exagero para darle algo de pese a esta tarea que cumplo para sentirme más vivo), salvo quizás el rito de la escritura. Ese rito de estar fuera y dentro del tiempo a la vez”.

Empieza este rito módico y anacrónico de cada viernes. Empieza una nueva edición de Mil Lianas.

1. Las últimas mujeres del mar.  Una de ellas lo dice muy claro frente a cámara: “Por el momento preferimos hacerlo a la antigua. Si trabajáramos con tanques de oxígeno durante horas, habría una sobreexplotación”. Las haenyeo son buceadoras célebres en la isla de Jeju, Corea del Sur, que bajan al fondo del océano para ganarse la vida juntando mariscos tal como lo hacían sus ancestras. En su mayoría entre los 60 y los 80 años, son mujeres que han pasado sus días tomando aire de un impulso y buceando hasta que sus pulmones se lo permiten. Una actividad en la que se combinan la tradición, las ganas de mantener cierta independencia, una ética férrea de trabajo, el esfuerzo físico implacable, la amistad y una sabiduría alegre. 

El conmovedor documental Las últimas mujeres del mar, que llegó por estos días al menú de Apple TV+, muestra cómo viven algunas haenyeo históricas y otras más jóvenes que todavía trabajan e insisten con su tarea, mientras que la contaminación y los cambios tecnológicos parecieran ponerlas en jaque. Con imágenes entrañables del día a día, del fondo del mar, de las reuniones entre ellas, de sus diálogos y de cierta intimidad, a lo largo de una hora y media exhibe una historia pequeña y luminosa de unión, valentía y tenacidad frente a cualquier amenaza.

El documental Las últimas mujeres del mar se puede ver en Apple TV+.

2. Faster, de Eduardo Berti. Entre la crónica, una novela de coming of age y el ejercicio en plan Me acuerdo, de Georges Perec, este libro se mueve en el terreno difuso y magnético de la memoria. Es por eso que, al ritmo a veces vertiginoso y a veces aplacado de los chispazos de la evocación, cuenta la historia en fragmentos de algunos episodios de la vida de su autor que insisten en ser recordados y, por lo tanto, narrados. 

Como en todo relato potente, hay algunos hitos, algunas escenas inaugurales. En este caso, está, como contábamos arriba, el encuentro de dos adolescentes a finales de los ‘70 en la Argentina unidos por el amor a los Beatles, por algunas obsesiones lectoras y por cierta sensibilidad hacia la palabra escrita. A medida que el relato avanza, irán apareciendo más imágenes iniciáticas, más situaciones que se desplegarán para agrandar el mito de esa amistad incandescente. Entre ellas, el encuentro de los protagonistas con el piloto Juan Manuel Fangio, a quien un día los dos jóvenes, fundadores precoces de una revista deportiva casera, deciden ir a entrevistar. 

Como el propio Fangio que cuando lo van a ver prefiere hablar de los inicios y no tanto de sus épocas de gloria, Faster decide posarse con sutileza en los comienzos, en lo embrionario, en la potencialidad de las pasiones, de la amistad, de eso que rápidamente llamamos oficio o profesión. Así, a lo largo de sus páginas las carreras de Fórmula Uno, la música, el periodismo, las velocidades, la literatura y las vidas se entrelazan en un relato extraordinario. Una serie de fragmentos que, gracias al trabajo de orfebrería narrativa de Berti, se vuelve anular, redondita, circular como un disco, como las ruedas de los autos, como las mejores canciones.

Eduardo Berti nació en Buenos Aires, en 1964. En la actualidad vive en Francia.

Faster, de Eduardo Berti, salió por Híbrida Editora.

3. Santiago Loza por tres. “Hay gente que me señala una supuesta híper productividad, pero la verdad es que yo tengo procesos lentos. Tardo bastante en caer a las cosas y las cosas toman sus propios tiempos también”, dice el escritor, dramaturgo y cineasta Santiago Loza. Loza habla bajito, pausado, como si se ubicara en la vereda opuesta de algunos de los personajes que creó, que siempre rodean el desenfreno y cierto desborde. Como Mario, interpretado encantadoramente por Mariano Saborido, el protagonista de la obra Viento blanco, uno de los grandes estrenos teatrales del año. Como el narrador de Pequeña novela de Oriente (Entropía, 2024), una voz construida para prestarse al desconcierto de unos viajes por Corea, Japón y China. O como el de Diario inconsciente (Bosque energético, 2022), también pegado a Loza y a su experiencia, que recuerda una internación psiquiátrica de su juventud (“cuando tenía veinte años y me volví loco, tenía piedras en los bolsillos”, dirá en el libro y más adelante reforzará: “Se vive y se narra. Se vive para contar, poner un orden a los acontecimientos. La crisis viene a desordenar o a decretar que no hay orden posible y todo intento es vano”).

Autor de más de 20 obras teatrales, de varias novelas, de libros híbridos donde se dedica a indagar en la escritura y director de una docena de películas, Loza es uno de los artistas argentinos más prolíficos y su obra una de las más radiantes de las últimas décadas. Hace unos días tuve el enorme gusto de entrevistarlo para hablar sobre algunos de sus textos más recientes. Pueden leer la nota en este enlace.

Autor de más de 20 obras teatrales, de novelas, de libros híbridos y director de una docena de películas, Santiago Loza es uno de los artistas argentinos más destacados de las últimas décadas.

Entre los libros más recientes de Santiago Loza se encuentran Pequeña novela de Oriente (Entropía, 2024) y Diario inconsciente (Bosque energético, 2022). La obra teatral Viento blanco, con texto de Loza y la actuación de Mariano Saborido, sigue en cartel en Buenos Aires. Más sobre todos ellos, en esta entrevista con el autor.

Banda sonora. A propósito de la reedición del libro de Eduardo Berti, mencionamos arriba Faster, de George Harrison. Me pareció una excusa perfecta para sumar esa canción junto con otras que me gustan mucho de él a nuestra lista de canciones compartidas. Se escucha, como siempre, por acá.

Por su cumpleaños 73, esta semana se multiplicaron los homenajes y las imágenes de Charly García inundaron con todo su magnetismo las redes. Por estos días, también, en la siempre nutritiva revista Otra Parte, Pablo Schanton escribió un texto notable sobre su obra, sobre el disco La lógica del escorpión y sobre ese lugar pringoso y fascinante que llamamos rock argentino. Se lee por acá.

Bonus track. Por falta de tiempo y de conocimiento específico del rubro, no suelo leer novelas gráficas y realmente lo siento. Sin embargo, cada tanto hago el intento con algunas y termino siempre maravillada. Es el caso de Matar al tirano, del escritor Lautaro Ortiz y del dibujante Ignacio Minaverry, una historieta que salió hace poquito por la editorial Deux Books, luego de que en 2015 la publicara por entregas la mítica Revista Fierro. Se trata de la versión gráfica de una historia real muy impactante contada en tiempos que se van superponiendo en el relato: Soghomón Tehlirian, un joven que perdió buena parte de su familia en manos de las autoridades turcas durante el Genocidio Armenio y debió escapar de su tierra, se cruza en Berlín con Talaat Pashá, uno de los ideólogos de aquellos crímenes masivos que tuvieron lugar a comienzos del siglo pasado. Tal como escribió Osvaldo Bayer, en un rapto el joven “lleva a cabo la ley no escrita de ‘matar al tirano’” y su vida cambia para siempre. Es que, a partir de ese encuentro, de ese arrebato y del histórico juicio al que fue sometido (y en el que fue absuelto), aquellas imágenes indelebles volverán una y otra vez a su memoria. El dolor, las preguntas alrededor de la justicia y las heridas abiertas se cruzan a lo largo de estas páginas en una narración impresionante. La publicación incluye un texto de Bayer y un epílogo escrito por Eduardo Kozanlian.

La novela gráfica

Bonus track II. Esta semana se dio a conocer el listado con las cinco novelas finalistas del Premio Fundación Medifé Filba, que busca distinguir a lo mejor de la literatura argentina y, según sus organizadores, “darle nueva visibilidad a libros que salieron un año atrás para volver a ponerlos en la discusión”. Pueden leer por acá los títulos y algunos detalles sobre cada uno de ellos. Dos recordatorios, por si se distrajeron y quieren saber más sobre algunos de los libros: comentamos algo sobre El amor es un monstruo de Dios, de Luciana De Luca, en esta edición de Mil Lianas de 2023. Y, sobre Las niñas del naranjel, hablamos con Gabriela Cabezón Cámara en esta entrevista.

Fueron anunciadas las cinco novelas finalistas del Premio Fundación Medifé Filba 2024.

¡Hasta la próxima!

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Palabra plena

Palabra plena

Vivimos rodeados de palabras vacías, que murmuran o vociferan, pero no se anclan en ninguna realidad, no hacen lazo con nada real.

Hace unas semanas estaba en misa y uno de mis hijos me dijo: “Pa, quiero ir al baño”. Le dije que si iba hacia el patio encontraría uno. Al rato, como no llegaba de regreso, fui a buscarlo. Lo crucé en el camino y le pregunté: “¿Dónde te habías metido?”. Él me respondió: “Es que justo era la parte en que Jesús reparte la comida y no quería interrumpir”.

Mi hijo no está bautizado, tampoco conoce demasiado acerca del rito cristiano, pero sí entiende algo para lo que yo no consigo tener fe suficiente. Con sus palabras pude tener una imagen clara y sensible de que, en la celebración de la misa, no se trata de la representación del cuerpo y la sangre de Cristo, sino que está él mismo ahí compartiendo y compartiéndose con nosotros.

Mi fe es demasiado frágil, está llena de vacilaciones y, no tengo vergüenza de decirlo, hasta de supersticiones. Creo que pienso del cristianismo lo mismo que del psicoanálisis: uno está siempre en el comienzo, tratando de hacer el esfuerzo por la conversión, por llegar a ese punto en que una palabra tiene sentido, en que es palabra viva y se la siente con el alma. Yo me paso los días buscando esa palabra, una que esté al ras de la realidad, en la que se pueda creer y no por lo que dice, sino por su verdad.

La verdad de la palabra no está en decir algo verdadero, sino en su autenticidad. No es la palabra que busca convencer, tampoco la que dice qué hacer; no es la palabra que describe un estado de cosas, ni la que informa. La palabra verdadera es incluso una palabra torpe, que se equivoca, que no tiene referencias precisas, pero dice a quien habla.

Le sugiero al lector que lea las cartas de San Pablo –sobre las que escribieron grandes filósofos de nuestro tiempo, como Giorgio Agamben y Alain Badiou. Pablo es un bruto, es por momentos un desaforado. Yo me lo imagino como una especie de Slavoj Žižek, medio loco, irascible, argumentando mal –hubiera sido un pésimo rabino–, trampeando con las circunstancias, pero es fascinante.

Me explico mejor. No es encantador, para nada. Tampoco es seductor. Es una suerte de Guillermo Moreno, representante absoluto –según él– de la doctrina que nadie conoce mejor que él y que, por momentos, llega a confundirse con él. Pablo, ¿habla en nombre de Cristo o, por momentos, la suya es la voz de Cristo?

Quizá haya una relación profunda entre peronismo y cristianismo. No me refiero a las relaciones históricas. Eso es dato, historia, pero no verdad. Creo que puedo contarlo desde un punto de vista más íntimo.

Durante algunos años de mi vida fui delegado de un sindicato peronista. Si hoy pienso en ese tiempo, creo que tengo la imagen de ese pasaje del libro de los Hechos, en que se narra la situación de las primeras comunidades cristianas, cuando estas vivían en la frugalidad y si tenían mucho era porque no querían más y compartían lo poco que tenían.

Lo poco de uno con lo poco de otro, puede ser un montón. Eso aprendí yo en aquellos años, entre otras cosas, que podría resumir del modo siguiente: a nadie que te haga daño se la podés devolver cuando está indefenso; cualquiera está a tiempo de darse cuenta de que jugó mal y sumarse al movimiento; la derrota nos hace más fuertes si no nos quedamos derrotados y sabemos que nos tenemos a nosotros.

Por último, la alegría no se negocia. Este último principio me recuerda esas palabras que tanto se dicen en la finalización de la misa: “La alegría del Señor es nuestra fortaleza”. En el sindicato se decía y entiendo que todavía se dice: “Unidos somos fuertes, organizados invencibles”. A veces lamento que la vida me haya llevado para otros caminos y haber dejado un espacio al que le debo tanto. Los días más felices, según la expresión popular.

No sé muy bien a dónde voy con estas reflexiones. O sí, hacia algo muy simple: hacia la fuerza de la palabra. Digo que es simple, hasta puede parecer trivial, me refiero a la palabra con sentido, la palabra verdadera, la que se puede encontrar en cualquier sitio, en la religión o en la política, pero también en otro tipo de encuentros.

Dicho de otra forma, ¿no les parece a ustedes que vivimos rodeados de palabras vacías, que murmuran o vociferan, pero no se anclan en ninguna realidad, que no hacen lazo con nada real? Discursos de turno, más o menos oportunistas; temas de opinión, pero sin consecuencias. Y lo complejo es que quienes hablan desde esos discursos no creen en nada, solo se orientan en función de lo que es preciso decir. Creer por conveniencia es la maldad.

Tal vez sea exagerado, pero por momentos tengo la impresión de que vivimos hasta el cuello rodeados de consignas y modos de hablar que no dicen nada. La religión sin fe. La política sin práctica, solo como declaración. Esto no es nuevo, claro; pero hoy es quizá más ostensible. Es posible que la virtualidad haya acelerado el proceso de pérdida de la voz personal y en carne viva.

Tengo la impresión de que nunca como hoy –al menos yo no lo percibía– estuvimos tan inmersos en una normatividad discursiva, que colectiviza, pero no funda una comunidad. El sujeto extraviado de nuestro tiempo es el que vive para expedirse, con la falsa certidumbre de que así se compromete con algo. Algunos llaman “militancia” a esta actitud insensata.

Esta es la época de los discursos, en el doble sentido de la palabra. Lacan decía que el psicoanálisis era un discurso sin palabras. Sería muy extenso desarrollar esta idea, pero creo que podría resumirla del modo siguiente: la posición tomada no se declama. En mi última columna lo propuse de algún modo, cuando comenté el libro de Verónica Buchanan y dije que ella escribía como psicoanalista y no sobre psicoanálisis.

En estos últimos días releí una de mis novelas preferidas: El reino, de Emanuel Carrère, en la que narra su aproximación al cristianismo y los límites de su fe. Dice que no cree, no lo suficiente como para ser ateo, pero alcanza con leer semejante volumen para saber que solo con una enorme fuerza interna se pueden escribir esas 500 páginas.

Carrère dice algo con lo que quisiera concluir estas líneas: cuando escucha una historia, no le interesa lo que le cuentan, sino la voz de quien habla. Busca esa voz, quiere llegar a lo más profundo de la intimidad de quien es capaz de narrar. Son muy pocas las veces que nos encontramos con una voz. Yo escuché una en la respuesta de mi hijo, cuando este regresaba del baño. Él tuvo el don de la palabra plena. La misma que se busca en cada sesión de psicoanálisis.

LL/MF