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El peronismo y su dificultad para convertir la calle en leyes

El peronismo y su dificultad para convertir la calle en leyes

La avalancha final empezaba a engrosar el número que ni los convocantes esperaban tener. Llegó Facundo Manes, se cruzaban mensajes cortos de whatsapp entre los diputados, mientras el neurocirujano hacía declaraciones frente a las cámaras de televisión en la puerta del Congreso. Último momento: van los jujeños Natalia Rizzotti y Jorge Sarapura a la sesión, sumaban otros, del sector rebelde del radicalismo. Se acercaban las 11 de la mañana del miércoles, la hora del comienzo de la sesión. Finalmente, hubo presencia de 14 de los 34 diputados de la UCR, una cifra derivada solo del contundente y masivo reclamo universitario. No alcanzó. Unión por la Patria se quedó a cinco diputados del quórum. Fracasó el intento, le dedicó Martín Menem a un peronismo que no logra convertir la calle en leyes.

Al menos los despabiló. Todas las referencias electorales del Unión por la Patria salieron a desplegar su “acá estoy” frente a un reclamo que imaginaron, desde antes, masivo y transversal. Con cálculo político, tanto el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, como Sergio Massa, el último candidato presidencial que tuvo el peronismo, se metieron de lleno en la manifestación que desde la esquina de su oficina miraba Cristina Kirchner. 

Lo de Massa es novedoso. Se desguardó. “Nunca estuve guardado”, dirá él, pero es la primera vez que se presenta en público tras la derrota electoral (todavía no habló) después de una seguidilla de acciones callejeras que comenzaron el 24 de enero con la CGT y la cultura, la multitudinaria convocatoria del 8 de marzo con las mujeres al frente y la movilización del 24, en repudio al golpe cívico militar, este año mucho más expansiva en expresiones políticas. 

“No ganó nadie, perdió el gobierno”, sentencian cerca de Cristina Kirchner, que eligió además este momento político para volver. Se terminó aquello de está activa, recibe dirigentes, pero prefiere esperar. Algo aceleró los tiempos y, dicen, si en abril de 2016 el mánager de la gira fue Claudio Bonadio, ahora parece ser el propio Javier Milei. Cerca de la expresidenta reflejan que lo que desencadenó su regreso fue la cadena nacional del lunes y no la marcha, pero la comunicación por parte de Cristina del acto en Quilmes se dio justo al otro día de la movilización universitaria.

El gobernador bonaerense, Axel Kicillof, en la marcha universitaria.

Enfrascada en su propia interna, Cristina tomó partido para ordenar. Eligió para su presentación un distrito gobernado por una dirigente de La Cámpora, Mayra Mendoza. No hay doble interpretación. No existe eso de que justo ella la invitó, como dirán a su lado. Cristina recibe cientos de invitaciones de presentación a diario. Y si en 2016 se plantó con Comodoro Py de fondo, esta vez la foto de su vuelta la hace recostada en el calor de La Cámpora. Desde el escenario envió ayer un fuerte mensaje contra los que, directa o indirectamente, se atreven a cuestionar su conducción. 

En el Instituto Patria mandaron a invitar a todo el peronismo de la provincia de Buenos Aires. Así, busca juntar la mayor cantidad de adhesión posible para ordenarlos, con Máximo Kirchner como delegado de su poder. Nada nuevo. Nadie pronostica, tampoco, si podrá con la misma receta. Por lo pronto, ayer se aseguró la presencia de Axel Kicillof y Andrés Larroque para reafirmar que ella está por encima de todos. El mensaje es claro: acepten su conducción.

Un asterisco. Massa no fue y con aviso. Hoy es su cumpleaños número 52 y ya tenía un compromiso: comer un cordero que le regaló su amigo, el exgobernador de Chubut, Mariano Arcioni. Family plan para el fin de semana del tour cristinista. 

Sergio Massa y Malena Galmarini junto a su hija, en la marcha universitaria.

Cerca de Cristina Kirchner creen que a partir de ahora, con ella al frente de la reorganización, va a ser más fácil tender puentes en las tribus internas. Ordenar, esa palabra tan repetida en un peronismo sin rumbo. Para ella, el proceso se dará en similares condiciones que en el 2017, con dispersión electoral en las legislativas. Ese escenario parirá un liderazgo anti Milei. Entonces fue ella candidata, para tomar la lapicera dos años después, correrse a vice en el 2019 y sumar a Massa. Esta vez, con el fracaso de Alberto Fernández, parece difícil que no le pasen factura. Encima, el líder del Frente Renovador ya está adentro, y lo que hay que salir a atraer son extrapartidarios mucho más difíciles de acercar si quien convoca lleva por apellido la letra k.

Ahí entra a jugar un rol clave Massa. Tiene diálogo con todos los sectores, sobre todo del ala del radicalismo que se puso el reclamo universitario al hombro, los que en la interna de Juntos por el Cambio acompañaron a su amigo Horacio Rodríguez Larreta. 

Más allá del factor Mili, su hija (dice que ella se lo pidió como antes le pidieron sus hijos que no fuera ministro de economía), no podía no estar en la marcha. “Es identitario”, explica para defender su presencia en modo “no molestar”. Incluso movió al Frente Renovador en el interior, como en Córdoba, con una columna de dos cuadras, donde el peronismo está viendo un factor aglutinante más allá de la Plaza de Mayo. “La gente empezó a mirar más la heladera que el TikTok”, apunta el ex candidato presidencial, para dar cuenta que recién ahora las políticas de ajuste empezaron a tener impacto y que eso se traduce en un malestar a representar. 

El acto de inauguración del Microestadio Presidente Néstor Kirchner, donde habló Cristina.

El problema del peronismo sigue siendo el de la derrota: a quién le habla y qué le dice, antes de definir quién se lo dice. Por ahora, todos los referentes coinciden en que la traducción de la marcha tiene que canalizarse en el Congreso. “Yo no pido carnet de afiliación”, suele repetir Cristina Kirchner para focalizarse en ampliar a la hora de debatir ideas. En el Patria están algo molestos porque las propuestas que ella hizo en su carta de 33 páginas, como la reforma laboral, no se tradujeron en ningún proyecto. “Al final todo queda en manos de Pichetto”, rezongan. Es que el diputado fue el único que mostró “emociones” por aquel texto de Cristina que duró nada en la vida política y es el artífice de lo que quedó como reforma laboral en la ley Bases. El bloque de Unión por la Patria ya no se mueve por la interna de la interna, como sucedió hasta el año pasado. Pichetto, encima, estaba pactando la ley Bases y para el miércoles pasado su bloque fue el que menos aportó a la convocatoria de Unión por la Patria: sólo 4 diputados de 23. El emperador, como le dicen, hace su juego. 

El siguiente paso para el peronismo es generar mecanismos parlamentarios más consolidados. La dificultad es que el radicalismo, actor clave de la convocatoria estudiantil, no tiene jefes. Está partido en al menos tres sectores (los oficialistas de Rodrigo De Loredo, los de Evolución y los Manes) y Martín Lousteau, el más visibles de los antimileístas, no logra ordenar en Diputados. Todavía pesa y mucho la grieta. Y a pesar de que algunos radicales bajaron el miércoles a dar quórum para tratar sus propios proyectos de financiamiento universitario, terminaron acordando con Alejandro Finocchiaro, del Pro, para convocar a la comisión esta semana. 

Sesión de la Comisión de Presupuesto y Hacienda. Los diputados Juan Manuel López, Maximiliano Ferraro, Germán Martínez, Cecilia Moreau y Diego Santilli conversan durante la reunión.

La foto se ve más nítida en el Senado, donde sí se tejieron acuerdos por el rechazo al DNU y ahora van por el financiamiento universitario con el pedido de sesión especial que presentó Lousteau esta semana junto a los peronistas no kirchneristas. En el Senado se da el terreno más fértil para maniobrar.

Cristina insiste que hay que voltear el DNU. En un cambio de estrategia, Unión por la Patria en Diputados empezó a pedir sesión especial sin los votos. Expuestos al fracaso, como esta semana. “Es un cambio de lógica, nosotros sabemos dónde estamos parados, no esperamos más”, anticipan. 

A pesar de que el Gobierno perdió la agenda esta semana, el peronismo no logra traducirlo en un contragolpe efectivo. Por ahora, se exhibe en la vidriera de la acumulación política callejera.

MV/DTC

Ajuste en el Estado: el Gobierno pidió el detalle de los trabajadores públicos en edad de jubilarse

Ajuste en el Estado: el Gobierno pidió el detalle de los trabajadores públicos en edad de jubilarse

Cómo decide el Gobierno los recortes de empleos en la Administración Pública Nacional; qué criterios aplica para decidir quiénes se van y quiénes se quedan; y hasta dónde llegarán los despidos son tres variables qué nadie parece tener en claro a casi cinco meses de la llegada de Javier Milei a la Casa Rosada. Así surge de las consultas a ministerios y dependencias del Ejecutivo y a fuentes gremiales realizadas por elDiarioAR en los últimos días. 

Lo que sí está confirmado es el último paso que dio la gestión libertaria en su plan de reducción de la planta de trabajadores públicos: diseñar un mapa de cuántos y quiénes están en condiciones de jubilarse, confirmaron fuentes oficiales y gremiales ante la consulta de este medio.

A pesar de los anuncios de auditorías varias a la Administración Pública Nacional, el Gobierno aún no conoce el mapa de los trabajadores del Estado y avanza con pasos intermedios en los recortes con dos criterios generales, según explicó una fuente con conocimiento directo de la toma de decisiones en la materia: sólo conservar a “quienes trabajan” y “quienes cumplen función necesaria”. En el último eje está la clave de qué tan profundo será el recorte porque se trata de un eje sometido a la subjetividad más amplia: ¿qué funciones son “necesarias” en un Estado para los libertarios y cuáles no?

El jefe de Gabinete, Nicolás Posse, tiene a su cargo las políticas de empleo público.

El universo de trabajadores de la Administración Pública Nacional es complejo. Hay numerosas formas de contratación, unos 193.000 trabajadores y 53 convenios colectivos de trabajo. Están los de planta permanente y los contratados en sus diversas categorías. Sólo unos 35.000 tienen estabilidad laboral. Desde la llegada de Milei, los contratos en el Estado Nacional se renuevan cada tres meses o incluso cada mes, explicó Flavio Vergara, de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE). Eso significa, además de la incertidumbre de los trabajadores, que hay despidos cada tres meses cómo máximo. En los gremios hablan de unos 8.000 despidos desde diciembre, pero nadie se arriesga a dar una cifra segura. 

El nuevo diseño del empleo público depende del jefe de Gabinete, Nicolás Posse, que está a cargo de distintas secretarías que intervienen en la toma de decisiones con respecto a los trabajadores del Estado Nacional. La central es la Secretaría de Transformación del Estado y Función Pública, de la que depende, además, una Subsecretaría de Desarrollo y Modernización del Empleo Público. La mujer a cargo es Rosana Reggi, una ex funcionaria de Mauricio Macri en el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y quien ascendió recientemente para ocuparse de la tarea luego del escándalo por el aumento de sueldo de Milei y sus ministros que le costó el puesto a su antecesor, sostienen en la Casa Rosada.

El área envió una nota a las oficinas de Recursos Humanos de los ministerios y organismos descentralizados para obtener el mapa de quienes están en edad de jubilarse, informó una fuente oficial a elDiarioAR. También se están analizando los distintos reglamentos que rigen las licencias, ausentismos y presentismos.

Hubo despidos masivos en oficinas de Anses en todo el país.

Despidos

“Lo que se está haciendo no es un auditoría del empleo público sino un simulacro de auditoría, se despiden trabajadores sin haber estudiado y analizado si cumplían o no con sus tareas y funciones, si se presentaban o no a trabajar. Es una decisión discrecional”, afirmó Vergara. Además, destacó, hay un alto nivel de despidos en las dependencias de la Administración Pública Nacional en las provincias. “El Estado se está concentrando en Capital Federal y desapareciendo en el territorio nacional”, agregó el dirigente sindical. 

“Es un proceso muy desordenado, el Gobierno quiere que le cierren los números y nada más. Se recopila información desde Jefatura y luego cada ministerio decide quién se va y quién se queda”, sostuvo otra fuente sindical ante la consulta. “A la mayoría de los despedidos, los echan sin saber si iban o no a trabajar, si cumplían o no una función y de qué modo lo hacían. Cierran organismos, reestructuran área”, añadió el dirigente consultado.

“El empleo público es un universo enorme y desordenado. La Secretaría coordina lo macro pero no toma la decisión de quién se va y quién conserva su puesto de trabajo. Eso lo deciden cada área de Recursos Humanos”, explicó una fuente gubernamental. Para el Gobierno, “el empleo público está sobredimensionado y en todas las áreas hay más gente de la que debería”.

ED/DTC

Si los héroes fugan capitales ¿invertirán los villanos?

Si los héroes fugan capitales ¿invertirán los villanos?

La semana del mayor desafío callejero que enfrentó hasta ahora Javier Milei fue también la que eligió el Congreso para empujar el manoseado proyecto de ley ómnibus, que el oficialismo promociona como el trampolín para el despegue “en V” de una economía real por ahora en caída libre. Se supone que la reforma laboral, los cambios a la Ley de Hidrocarburos y el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) impulsarán ese salto, pero lo que no termina de quedar claro es el sujeto social de la revolución inversora libertaria. Si los que fugan divisas son héroes, como dijo Milei en el Foro Llao Llao, si el tipo de cambio se va a seguir atrasando hasta fin de año, el cepo no se afloja y el ajuste ahoga la demanda ¿quién enterrará en Argentina un dólar para producir algo?

Es lo que pregunta insistentemente el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), que entrevé en el blanqueo de capitales que debatirá la semana próxima Diputados una invitación al ingreso masivo de dinero del narcotráfico. El aval de esa agencia global antilavado del G7 es clave para que fondos de inversión supervisados por las comisiones de valores europea y estadounidense compren activos argentinos. Justo está terminando de estudiar si devuelve al país a la “lista gris” de países riesgosos donde cayó entre 2010 y 2014. 

El GAFI entrevé en el blanqueo que debatirá la semana próxima una invitación al ingreso de dinero del narcotráfico. Caputo prometió controles implacables..

Los sabuesos del GAFI desembarcaron un mes atrás en Buenos Aires para la fase final de evaluación y auscultaron a jueces, fiscales, legisladores y reguladores. A todos les dijeron que preferían que no hubiera otro blanqueo pero que entendían que todos los gobiernos desde 1983 arrancaron con uno. Veteranos lobos de Wall Street, Luis Caputo y Santiago Bausili les prometieron controles implacables. Lo que no ayudó es que Milei haya dicho en una entrevista justo por esos días que le importaba “un rábano” de dónde provenga el dinero que vaya a blanquearse. 

Lo más bochornoso, sin embargo, fue el escándalo que protagonizó Silvina Rivarola, nombrada directora del Central junto con Bausili, en plena reunión con los enviados del GAFI en el Palacio San Martín. Cuando advirtió que también estaba la jueza en lo Penal Económico Karina Perilli, que había ido a explicar detalles del juicio al ‘clan Loza’, se acercó a increparla. “¡Vos nos arruinaste la vida! ¡Le rompiste la carrera a mi marido!”, le espetó. 

El marido de Rivarola es el exfiscal José Carlos Barbaccia, condenado en 2019 a dos años de prisión en suspenso y a cuatro de inhabilitación especial por haber encubierto el atentado a la AMIA junto al exjuez Juan José Galeano y al abogado Carlos Telleldín, entre otros. Perilli firmó aquel fallo como parte del Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº2, que también condenó a cuatro años y medio de prisión al extitular de la SIDE en el momento del atentado, Hugo Anzorreguy, casado a su vez con Margarita Moliné O´Connor, prima de Rivarola.

Silvina Rivarola, nombrada directora del Central junto con Bausili.

El entredicho no solo dejó al descubierto una desinteligencia entre poderes que podría ser aprovechada por narcotraficantes para esquivar los controles antilavado del Estado. También exhibió el vínculo de una directora del Central con el peor atentado terrorista de la historia argentina, algo que ya había llamado la atención cuando Milei y Caputo la designaron. Combatir el financiamiento al terrorismo es el otro objetivo del GAFI. 

De la letra del proyecto, puntualmente, lo que objeta el GAFI es el artículo 41 inciso b). A diferencia de los blanqueos anteriores, habilita a exteriorizar dinero a los cueveros del mercado blue. Si bien era difícil probar que los fondos provinieran de ahí, siempre estuvieron explícitamente excluidos. 

Quién entra y quién no

Relajar controles para aceitar la actividad económica es siempre una tentación, pero conlleva sus riesgos. Las Sociedades por Acciones Simplificadas (SAS) habilitadas durante el macrismo, que proliferaron hasta convertirse en el 10% de las empresas activas en el país en solo seis años, se convirtieron por ejemplo “en uno de los vehículos legales predilectos entre la criminalidad económica” según un informe publicado este año por la Fundación Friedrich Ebert. El trabajo revela que en el 99% de los casos en los cuales la Inspección General de Justicia (IGJ) fue a visitar la sede social de una SAS denunciada por irregularidades, se encontró que la empresa investigada no tenía allí su domicilio y que ni el encargado de la propiedad ni sus vecinos conocían a la persona jurídica ni a sus integrantes. 

Si Milei hubiera cumplido su promesa de campaña de dolarizar la economía, el riesgo de una amonestación del GAFI habría sido aún mayor. La experiencia de Ecuador es lapidaria: al no tener que pasar por el sucre, los cárteles narcos hicieron base ahí para negocios que migraron de Colombia y Bolivia. Terminaron por poner en jaque al gobierno de Daniel Noboa. 

Javier Milei en cadena nacional flanqueado por Luis Caputo y Santiago Bausili.

El Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) es otro foco de conflicto interno. Milei casi no conoce el alcance de las cuantiosas facilidades que ofrece a grandes proyectos de inversión, como la estabilidad fiscal de largo plazo y las desgravaciones de IVA, retenciones, aranceles y Ganancias. Delegó su redacción original en el eyectado Guillermo Ferraro, que lo conversó a su vez con abogados de los estudios Marval O’Farrell y Mairal y Lisicki, Litvin y Asociados, que asesoran a empresas que podrían aprovecharlo. El texto –tal como descubrió Pablo Ibáñez– fue luego modificado por Kusa Liban Ángel, uno de los socios del estudio de abogados fundado por el jefe de la UIA, Daniel Funes de Rioja.  

La autoridad de aplicación del RIGI era el Ministerio de Infraestructura, que tras el despido de Ferraro quedó bajo la órbita de Caputo. Pero Nicolás Posse pidió intervenir y será quien decida quién entra y quién no. El jefe de Gabinete se prepara para que el país le conozca la voz –algo que preferiría que no ocurriera– cuando conteste preguntas del Senado el 15 de mayo. Tarde pero seguro: la Constitución lo obligaba a hacerlo antes de marzo. 

Bausili también pataleó por el RIGI. Reclamó que sea gradual la liberación del cepo cambiario para las empresas que adhieran al régimen, a las cuales se permitirá disponer de los dólares que generen para el pago de dividendos, ganancias y deudas con el exterior. “Nosotros en la programación cambiaria contábamos con los dólares de la minería para los dos primeros años. No podemos prescindir de eso”, aclaró.

Nicolás Posse pidió intervenir y será quien decida quién entra y quién no en el RIGI.

Es todo un dilema para el dúo que flanqueó a Milei en la cadena nacional del lunes por la noche, escenificada al estilo de las proclamas de viejos gobiernos de facto. Tanto Caputo como Bausili habrían querido conseguir los U$S15.000 millones que les negó el FMI para liberar el cepo, pero ambos saben que sin ellos es ilevantable. Tampoco saben si China va a renovar el swap, tal como se advierte en esta columna desde diciembre. Eso podría restar otros U$S5.000 millones a las reservas. Difícilmente ayude la foto que se sacó el viernes el presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda de Diputados, José Luis Espert, con la directora general de la Oficina Comercial y Cultural de Taiwán en Buenos Aires, Florencia Miao-hung Hsie. 

Depresión, mulas y Moreno

No es que Sergio Massa habría hecho las cosas muy distinto en materia tributaria y cambiaria. Lo admitió abiertamente ante operadores de fondos de Wall Street que lo visitaron en sus oficinas de Avenida del Libertador el mes pasado: “Hay muchas medidas que yo comparto, que hacían falta, pero cuando queremos dialogar sobre los proyectos que presenta el Gobierno nos hostilizan y nos insultan”, les dijo. 

El problema para el despegue de las inversiones es que la demanda sigue catatónica. ¿Por qué invertiría un industrial, por ejemplo, si el uso de la capacidad instalada está en su piso desde 2001, con la sola excepción de la pandemia? ¿Qué señal de precios alcanza para despertar los animal spirits del emprendedor cuando las ventas de algo tan esencial como los lácteos se desploma un 20% promedio? ¿Quién compraría máquinas para abastecer de algo al exterior si una lata de atún vale la mitad en dólares en Manhattan que en La Matanza?

El atraso cambiario que gritan esas latas se verifica también en las caras de horror que ponen los turistas europeos al pagar más de 150 dólares el cubierto en parrillas como Don Julio (con buen vino, eso sí) o en el el auge de Grabr, una aplicación que permite contratar a cualquiera que llegue al país como una especie de “mula legal”. ¿Cómo funciona? El usuario publica el link de un producto que quiere comprar en el exterior y los viajeros pueden ofrecerse a traerlo a cambio de una comisión. Si el fee no es abusivo, conviene usarla hasta para las compras del súper.

Las ventas de algo tan esencial como los lácteos se desploman un 20% promedio.

Caputo lo sabe: aprovechó en Washington para comprar zapatillas. También sabe que los piropos del lunes de Milei no le garantizan la supervivencia. Sus detractores internos cuchichean cada vez más sobre cómo se cocina el superávit fiscal que promociona a los cuatro vientos y seduce a sus excolegas de Wall Street. “Las dudas que expresan tipos como Cavallo o Broda le entran a Milei. Puede bardear a Melconian pero le entran. Acá hay licuadora y hay motosierra pero también hay freezer. Y poner la pata arriba de la caja no dura para siempre. Explota con temas como la deuda con CAMMESA y la negativa de las generadoras a financiarla gratis”, comentó con elDiarioAR uno de esos críticos. 

Ocurre de modo más palpable con los ferrocarriles, que sacan de circulación cada vez más formaciones por falta de combustibles. Y con los contratos que empiezan a caerse por falta de pago y a disparar juicios contra el Estado. El no pago termina generando más gasto futuro, porque los expedientes litigiosos insumirán dinero en abogados, intereses y actualizaciones. Pero la planilla da bien, como los índices de inflación de la época de Guillermo Moreno. “Parece que no solo le copió el estilo de apretar a las prepagas por los medios”, ironizó la misma fuente que advierte sobre los pagos en el freezer.

  

AB/DTC

La gran prensa se topa con un tardío "principio de revelación" que ilumina a un Presidente soez y autoritario

La gran prensa se topa con un tardío

Teresita Frías, para InfoSalta y Radio Caput, de Buenos Aires. Mi pregunta es la siguiente: Teniendo en cuenta que las políticas keynesianas a las que hacías mención se aplican en Estados Unidos, ¿por qué considerás que, en Estados Unidos, desde el New Deal en adelante, funcionaron y acá no?

Me querés explicar cómo hizo (Franklin Delano) Roosevelet para aplicar las políticas keynesianas de un libro que todavía no había sido escrito (Teoría general del empleo, el interés y el dinero, 1936). ¿Entendés primero eso? Listo, a ver. ¿Entendistes (sic) eso? Acabás de decir una burrada y lo que voy a hacer es tratar de desasnarte. Te voy a tratar de desasnar ¿Vos sabés lo que es el mercado? (…).

Usted dice que el keynesianismo es totalitario, pero usted al responderme la pregunta que le hice para que me dé su postura y su visión, me trató de burra.

¿Y acaso no dijiste una burrada? Me parece que tenés ahora problemas de comprensión. Tenemos problemas graves de comprensión (lee un fragmento de Keynes). ¿Necesitás que te lo lea de vuelta?

¿Me lo podría leer de vuelta?

Va despacito para que me entiendas. Me parece que la única que tiene dudas en esta sala sos vos. (A los gritos) Hablás de keynesianismo y no leíste nada de keynesianismo, no sabés nada…. Yo no soy totalitario. Solamente estoy diciendo que sos una burra y que hablás de cosas que no sabés.

Si usted lo dice yo lo respeto, porque creo en la pluralidad de voces.

Ta bien, pero pluralidad de voces no es que dos más dos es igual a 57.825. Dos más dos es cuatro, no es una cuestión de apreciación artística. Lo que dijiste es una burrada. ¿De qué me venís a hablar? La totalitaria sos vos, que te ponés a opinar de cosas que no sabés un carajo.

¿Hace falta el tono fuerte?

Sí, porque cuando uno se encuentra con la masa impenetrable… Te leí cuatro veces un párrafo de la Teoría General y no la entendiste. Tu problema es un problema de soberbia que no sabés un carajo y opinás de lo no sabés. No es un problema de percepción personal. Mirá si se te ocurre hacer un puente con tus ideas, vas a matar a un montón de gente. Encima me lo querés cargar a mí.

La escena tuvo lugar en el Colegio de Abogados de Metán el martes 26 de junio de 2018. Javier Milei había llegado a esa ciudad del centro-sur de Salta invitado por su promotor en la provincia, el latifundista y entonces diputado (Cambiemos) Alfredo Olmedo.

Teresita Frías

La presencia del economista, quien ya era un asiduo personaje del prime time del canal América, convocó a la feligresía evangelista que sustenta a Olmedo, productores agrarios, profesionales y dirigentes políticos de Metán.

El plan económico de Mauricio Macri acababa de caer al precipicio del megaendeudamiento y la fuga. Eran semanas en las que Milei, auspiciado por Eduardo Eurnekian, en plena negociación por los aeropuertos, disparaba llamaradas de furia contra el Gobierno, pero estaba todavía lejos de cualquier proyecto presidencial.

Me puse en blanco y pensaba ‘no llorés, no llorés’, porque trabajo con víctimas de violencia y sé que el violento goza con la humillación. Y aunque me costó, en ese momento, la verdad, me felicité

Teresita Frías

Durante su disertación, el economista apeló a su repertorio habitual de groserías contra Macri, quien no era su aliado “el presi” de ahora, y contra su blanco favorito, el kirchnerismo y los socialistas.

Teresita Frías trabajaba en Salta capital, pero estaba por esos días en Metán, su ciudad natal. Antes de cursar Comunicación en la Universidad Nacional de Salta, había estudiado Economía un tiempo, por lo que tenía claro el peso de las teorías de John Maynard Keynes en el paradigma capitalista que sucedió a la Gran Depresión. Aunque el New Deal de Roosevelt fuera precedente a la Teoría General, la pregunta de la periodista salteña era a todas luces pertinente.

Javier Milei, entrevistado por Alejandro Fantino en 2023, en Canal 9.

Durante la catarata de improperios acompañados por alguna risa entre el auditorio, Frías, madre de dos hijos y entonces de 34 años, se fijó una meta: no llorar ni abandonar el lugar. “Me puse en blanco y pensaba ‘no llorés, no llorés’, porque trabajo con víctimas de violencia y sé que el violento goza con la humillación. Y aunque me costó, en ese momento, te digo la verdad, me felicité”, relata la periodista a elDiarioAR seis años después del ataque de ira de Milei.

El siguiente turno para preguntar le tocó a Rodrigo García, presentador del noticiero de canal local Spacio Televisión. Dijo que se le habían ido las ganas de preguntar, dado el trato que Milei le había propinado a su colega, y que por lo tanto le sugería que le pidiera “disculpas a una dama”.

“Lo tuyo es un acto de populismo barato. Sos un impresentable. La falta de respeto es hablar sin saber”, respondió el disertante.  

Luis Vera, un dirigente de la UCR de Metán, intercedió y le dijo a Milei que era un “irrespetuoso”. Más gritos del “Javi, genio”, alabado cada noche en “Animales Sueltos”. Allí entró en acción Germán Maurell, director de Tránsito de Metán, conocido como “sheriff”, 1,90 metros, 120 kilos. “Vení a decirme a mí que soy burro. Burro sos vos”.

Milei bajó el tono. “La falta de respeto es hablar sin saber”. Acudió a su auxilio un rastrero. “Estamos hablando de economía, dejemos de joder. El que no sabe, que no se meta. Aprendan a usar la cabeza”. Reivindicado, el porteño ultraderechista cerró el acto. “Muchas gracias a todos, igual”. Aplausos.

La periodista salteña y el porteño avasallante

A Frías le pesó mucho en los años siguientes ser identificada como la víctima de Milei. No era el papel que había elegido, ni para ella ni para un hijo pequeño ni una hija entrando en la adolescencia. La cuestión pasó a mayores cuando sus redes sociales se empezaron a poblar de agravios y amenazas de muerte. Tuvo ataques de pánico. Cada tanto, cuando el video se vuelve a viralizar, los ataques recrudecen. No obstante, Frías siguió trabajando tanto en InfoSalta como en Radio Caput.

Reflexiona Frías. “Un porteño avasallante, soberbio, al agricultor rico de Metán lo obnubila, y al pobre, lo somete. Para muchos era el ‘catedrático’ que los hacia reir. Milei demostró que tiene un desprecio por el marrón. Jamás en la vida habría pensado que una morocha del Norte, petisa como soy yo, con todos los rasgos bien salteños, le podía salir con una pregunta así en Metán. Si quedaba en evidencia que no podía explicar Keynes, se le caía toda la farsa que se veía en televisión”.

Olmedo, el diputado macrista y anfitrión de Milei que le abrió las puertas en Salta, se aproximó más tarde a Frías y le pidió que lo apartara del revuelo que comenzaba a tomar la agresión en redes sociales, porque él “no tenía nada que ver”. “Pídame disculpas en público, no en privado”, le respondió la periodista.

Una fiscal actuó de oficio y denunció a Milei por violencia de género. La causa tuvo un breve recorrido, motivó una restricción para actividades del economista en Metán, y terminó en archivo.

Un mes atrás, Frías llevó a su hijo a una peluquería de la ciudad de Salta. El peluquero la reconoció. “¿Vos sos a la que Milei le gritó?”.

El pesar fue tamizado con el paso del tiempo. Los hijos crecieron y se dieron cuenta de que el recelo que provocaba su madre en el pago chico en los meses posteriores al ataque fue la obra de un violento que abuso de su posición de privilegio. Ese violento hoy preside la Casa Rosada. “Soy periodista, trabajo hace muchos años. No quiero que cualquier cosa que diga o haga sea asociada a ‘la agredida por Mieli’”.

El derecho a decir “burra”

Dos días después de la escena en el Colegio de Abogados de Metán, Javier Milei conoció a Jorge Lanata en los estudios de Radio Mitre.

Sucede que hoy a la mañana trasciende que Milei estuvo en Salta, en el Colegio de Abogados, y hubo una discusión con una periodista a la que terminó increpándola y diciéndole ‘sos una burra’. En este país donde nade dice nada, donde está cada día más lleno de analfabetos, me parece que es totalmente reivindicable. Hubo todo un movimiento feminista, kirchnerista, dedicado desde ayer a decir que esto era un insulto sexista. No podemos pensar que los insultos a las mujeres valen doble o cuatro o 32…. Me imagino que Milei, a quien acabo de conocer, también se lo diría a un tipo, a un gay, a cualquier persona, si considera que es burro. No pasa nada que una persona te insulte en medio del fragor de una discusión. Lo que me parece sano es que podamos decir las cosas cuando el otro no sólo está equivocado, sino está equivocado de mala fe, o no sabe, o discute sin estar preparado. Si no, todo es tan panelísticamente correcto, que es un embole, porque cualquier opinión da igual. ¿Qué tal Milei, cómo andás?

Qué tal Jorge, un placer enorme y un honor estar con todo tu equipo. Lo que vos decís es tal cual.

La hora siguiente de Radio Mitre —40% de la audiencia AM de Buenos Aires— fluyó con Milei envalentonado. El agresor mintió aviesamente sobre cómo se había dado el intercambio con Frías, sin ninguna objeción de sus entrevistadores. A las denostaciones a Keynes le siguió un segmento sobre sexo tántrico. Según el economista, su aptitud para mantener erecciones firmes sin eyacular llevó a que le pusieran el mote de “vaca mala”. Las risas incontenibles de la mesa de Lanata Sin Filtro, de la que formaba parte el hoy diputado Martín Tetaz, ayudaron a llevar el momento.

El ultra entretenía, daba rating y ponía sobre el tapete argumentos con los que los grandes grupos mediáticos, en el fondo, no estaban muy en desacuerdo

La humillación a la que Milei sometió a Teresita Frías marcó un hito. Fue un caso palmario de avasallamiento hacia una persona con indudable menor poder simbólico que el blanquito que pavoneaba sus insultos y sus erecciones en la televisión porteña.

Pero lejos de sentar un límite, no hizo más que potenciar a un violento que comenzaba a copar el horizonte mediático. El ultra entretenía, daba rating y ponía sobre el tapete argumentos con los que los grandes grupos mediáticos, en el fondo, no estaban muy en desacuerdo.

Imagen retocada por Presidencia de Fátima Flórez, Javier Milei y Mirtha Legrand, en la apertura del ciclo 2024 en Canal 13.

El Foro de Periodismo Argentino (Fopea), integrado por más de doscientos periodistas, no se pronunció en su momento por el ataque a Frías. Hacia el fin del Gobierno de Macri, esa ONG, que tenía una conducción íntimamente vinculada al Ejecutivo —no es la actual, de perfil crítico—, estaba mucho más preocupada por defender el buen nombre de su cofundador Daniel Santoro, procesado un tiempo por supuesto espionaje ilegal junto al falso agente Marcelo D’Alessio, contertulio en “Animales Sueltos”.

“Javi” siguió siendo parte del elenco estable del programa de Alejandro Fantino e “Intratables”, en América, y pegó el salto a las grandes ligas. Mirtha Legrand le tendió la mesa, varios periodistas establecieron vínculos que terminarían con despacho oficial y los multimedios La Nación y Clarín le abrieron sus puertas a esa “expresión del enojo” que vehiculizaba un economista que en cada una de sus presentaciones era un compendio de microfascismos.

Milei no fue un cometa que irrumpió en un remanso bucólico de convivencia democrática.

Cadena de agravios

En la Argentina de estos años, escuchar que los familiares de desaparecidos hicieron “un negocio con los derechos humanos” y que Estela de Carlotto “va a tener que decir cuánta guita hay detrás de cada encuentro de un nieto” fue parte de la música cotidiana.

La Nación y Clarín le abrieron sus puertas a esa “expresión del enojo” que vehiculizaba un economista que en cada una de sus presentaciones era un compendio de microfascismos.

Cada anochecer de los canales de noticias y cada mañana de media docena de radios ofrece un repertorio sobre quienes “laburan de piqueteros y muchos no son argentinos”, “negros de mierda” y el “salame” Santiago Maldonado, que no sabía nadar y “se ahogó”. “Van a correr”, amenazó una conductora antes de que la corrieran a ella del canal que financian allegados a Macri por alguna interna sórdida. “La gente en la calle dice ‘los quiero matar’”, graficó Elisa Carrió.

Cristina Fernández de Kirchner, hoy en declive, no concita tanta atención, pero antes fue descripta en el mainstream de los medios como “una psicópata que cree en sus delirios”, “la ladrona más grande de la historia”, “una pobre vieja enferma sola y peleando contra el olvido”, “una mierda”. “La banda que vino a robar un país entero”, “una desgracia” o “nostálgicos de los que ponían bombas en los setenta” son frases que se escriben solas los editoriales del diario La Nación, que no por circunspectos, dejan de ser groseros.

Fernando Sabag Montiel leyó cómo soplan los vientos a su modo, consiguió un arma, la colocó a centímetros del rostro de Cristina, gatilló y se trabó el percutor.

Macri, Milei y Luis Caputo son calificados con frecuencia como “malos bichos”, “hijos de puta”, “mafia” o “trastornados” en medios opositores, que tienen menos alcance y ventanas de difusión que los oficialistas en un sistema con altos niveles de concentración, pero están lejos de ser marginales. Hasta hubo llamados a la agresión física contra “ellos”. “¿Por qué tenemos que tener miedo nosotros?”.

Los fariseos del republicanismo hicieron un mundo con el famoso 678, la “tanqueta” que combatía al ejército de la “corpo”, pero acaso sus inspiradores hayan sacado alguna conclusión sobre las consecuencias nocivas que extender los límites de la ridiculización y la ofensa selectivas desde la pantalla de un canal público que, por mandato legislativo, debía ser plural.

La época pinta el cuadro. El contenido violento y vulgar pueblan el panorama audiovisual de punta a punta, desde los asuntos políticos hasta las descripciones del clima. “Buen día. La concha de la lora, qué frío hace esta mañana. Son las 7.30. Agenda cargada de noticias”.

Revelación tardía

Un día de abril, Milei llamó “ensobrado” a Lanata y aludió, sin nombrarlo, al columnista de La Nación Jorge Fernández Diaz, porque “escribe cada pelotudez” y es un “imbécil”. El ultra apuntó en la misma semana contra blancos más previsibles, como Víctor Hugo Morales y Jorge Fontevecchia, y pidió bloquear la presencia de oficialistas en el programa de Romina Manguel en Canal 9.  

Por ahora, el enemigo en común que representa cualquier hipótesis de retorno de un proyecto político kirchnerista o de izquierda parece actuar como factor de cohesión de última instancia

Se trató de una andanada que siguió a muchas otras, pero esta vez alcanzó a firmas importantes de los dos principales grupos mediáticos. La relación entre los grandes grupos con el Ejecutivo de Milei tiene aristas en tensión. Combinan segmentos que actúan en modo de oficialismo propagandístico con otros de perfil crítico. Por ahora, el enemigo en común que representa cualquier hipótesis de retorno de un proyecto político kirchnerista o de izquierda parece actuar como factor de cohesión de última instancia.

Para el sistema de medios más influyente, la oleada de ataques actuó como un “principio de revelación”, en los términos de Milei, quien suele interpretar hechos como instancias que dividen aguas. La gran prensa se puso en guardia y proliferaron declaraciones, entrevistas y comunicados de repudio.

Se dio la paradoja de que Lanata, en su respuesta al ataque de Milei, esta vez sí incluyó el nombre de Teresita Frías, a quien junto a Milei había estigmatizado como “bruta” seis años atrás.

Que el más insultante de una era insultante haya ganado las elecciones y sea el Presidente de Argentina excede el análisis de discurso público. Ganaron los agravios de Milei, pero también su promesa de hacer sufrir a la población en aras de lo que escribieron alguna vez economistas sin relevancia, su goce con la quiebra de las empresas, su crueldad con los pacientes de tratamientos médicos, su enaltecimiento de la ignorancia, su desprecio del saber, su fortaleza con los débiles y su sumisión con los poderosos.

La prepotencia de Milei lo pinta de cuerpo entero y desprestigia al cargo que accedió por mandato popular, pero los choques con periodistas famosos son el menor de los problemas sobre la libertad de expresión, si acaso lo son. No todo lo disgustante pone en jaque el derecho a la información. Si alguna estrella de los medios un día se siente agraviado por un Gobierno, probablemente tendrá a mano acudir a un canal de televisión para cantar “queremos preguntar”, y si al tiempo se siente consustanciado con un presidente de otro signo, lo podrá entrevistar y le consultará si se siente tan en su eje como Mandela.

Amenazas reales

Distinta es la agresión a una “morocha del Norte, bien salteña”, por el poder estigmatizante que tiene el poder centralista de Buenos Aires, y porque la precarización de las relaciones laborales en el periodismo, que se da en todo el país, pero con más profundidad en las provincias económicamente más desfavorecidas, es un campo mucho más fértil para la censura y el amedrentamiento.

El periodismo hoy se encuentra expuesto ante la temeridad de Patricia Bullrich y sus protocolos. Como ocurrió en 2017, en ocasión de las protestas contra la reforma previsional, decenas de trabajadores de prensa fueron disparados con balas de goma de la Policía el pasado 2 de febrero, durante la cobertura de una concentración contra la ley Bases. La pérdida de un ojo u otras consecuencias graves son una cuestión de azar. En ambas ocasiones, la encargada era la misma ministra cuyo invariante no es ideológica ni partidaria, sino su apego a la violencia por la violencia misma.

Policías sujetan a un manifestante en las inmediaciones del Congreso el 2 de febrero.

Las acechanzas que provocan el declive y la reconfiguración de la sustentabilidad económica del periodismo son múltiples y graves, pero una medida llevada a cabo a las apuradas por el Gobierno de Milei es en sí misma el mayor ataque contra el derecho a la información en décadas.

El cierre de la agencia de noticias Télam, por lejos, la más importante de América Latina, deja áreas temáticas y geografías silenciadas. La forma atropellada en que el Ejecutivo ultraderechista ejecuta sus decisiones dejó a Télam en un limbo y a sus trabajadores en la absoluta incertidumbre.

El cese de una agencia de casi ocho décadas de trayectoria, cuyo funcionamiento era evidentemente mejorable, provocó goce en alguna voz afín al libertario, que luego, si toca, se escandaliza por esa cloaca que son los tuits de Milei.  

SL/DTC

Pintado al óleo

Rodrigo De Loredo

A la masiva marcha de resistencia al Programa Nacional de Destrucción Masiva de las Universidades Públicas Mediante la Inanición Financiara (PNDMUPMIF), desarrollado por la Unión Temporal de Empresas (UTE) “Presidencias Milei”, se le quiso dar un sentido disperso, equivalente a la figura de una desconcentración.

Los auxiliares de cámara de “Presidencias Milei”, centrifugaron sus teorías de cuerdas de a racimos. En ellas, la marcha fue, sucesiva o simultáneamente, en rechazo a que se auditen las cuentas de las universidades para seguir con los “curros”, a favor de llorar “lágrimas de zurdos”, para voltear al gobierno, y en defensa del adoctrinamiento y de Baradel, Keynes y el grupo Bloomsbury, Yacobitti, Melconian, Lali Espósito; y en contra de Calamaro, Casero y uno de LN+ que se sostiene la pera con los dedos en una L acostada para que se le vean los relojes, mientras pronuncia palabras que sólo tienen la vocal “o” (“Lo morcho fo polótoco”). Una adicción al lipograma más profunda que la de George Perec, que usó sólo cuatro vocales en su novela El secuestro (1969).  

En los hechos (en los hechos-hechos), al sentido de la marcha no hubo necesidad de darlo. La marcha en sí misma fue el sentido. No hizo falta ni siquiera deducirlo. Cientos de miles de personas anegaron las calles, manifestando su correspondencia, es decir una relación sentimental y económica con la educación pública. Fueron a darle a la universidad, en las calles, una retribución al milagro político de su existencia; y a definir, para quienes no lo supieran, los alcances de su población, que no se reduce a los 2 millones de alumnos de la actualidad sino, también, a los millones de alumnos del futuro (por eso fueron estudiantes secundarios) y a los trillones de egresados (por eso fueron los estudiantes del pasado).    

En cada manifestante se podría encontrar un argumento específico de esa generalidad. Pero eran tantos, y de argumentos seguramente tan variados, que vamos a detenernos solo en uno: Rodrigo de Loredo, presidente del bloque de la UCR de la Cámara de Diputados de la Nación. Fue diputado provincial de 2011 a 2015, presidente de ARSAT de 2015 a 2018, y concejal de 2019 a 2021. En el ítem “Familia” de su entrada en Wikipedia figura el nombre de su mujer en “Cónyuge”, y el número de hijos con ella: “cuatro”; y, al final del recuadro, en la línea de “Familiares”, en la que los corazones emotivos quisiéramos ver los nombres de sus padres, dice solamente: “Oscar Aguad (suegro)”, en una referencia patrimonial tan retorcida que le sugeriría de onda erradicar.

Entro a la biografía del Kun Agüero en Wikipedia, y en “Datos personales” figura su exmujer, Gianinna Maradona, pero Diego no está. En la de Thomas Mars, pareja de Sofía Coppola, no lo veo en ningún lado a Francis Ford. En la mención a “Familiares” de Jared Kushner, casado con Ivanka Trump, no figura su suegro Donald sino su hermano, Joshua Kushner. Y en el rubro “Familia” de la biografía de Kate Middleton, figuran su consorte, sus padres y sus hijos, pero no su suegro, el Rey Carlos III.  No puedo parar, pero no sigo porque temo lo peor: que nadie más que Rodrigo de Loredo tenga pegada en los millones de artículos de Wikipedia la estampilla con el nombre de su suegro.

Le pregunto a un amigo, autoridad de Wikipedia a nivel global, ¿qué onda con que aparezca mencionado el suegro en la biografía de alguien? Su respuesta técnica (su respuesta política sobre de Loredo, me la guardo: no es apta para menores) es que las menciones que se hagan de una persona se sostienen en su relevancia: “Si en la biografía de Lebron James, se menciona su altura, es porque es un dato relevante para un basquetbolista. Y si en la de de Loredo, figura el suegro, es porque el suegro es tan relevante en su carrera política como lo es la altura para un basquetbolista”. 

Sigamos en la marcha. de Loredo es un egresado más de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Córdoba, ciudad en la que tiene más de diez mil colegas. ¿Qué hizo el diputado el día de la marcha universitaria? Fue, se presentó, movilizó, se cobijó bajo el calor de un cartel de Franja Morada, evocó el espíritu de la Reforma de 1918 y se expresó en libertad a favor de la existencia de lo público contra la voluntad de supresión de lo público de la UTE “Presidencias Milei”. ¿Y qué pasó? Lo llamaron, in crescendo: “caradura”, “garca” “lacra” e “hijo de puta”. Y él respondió con excelencia equidistante: “A los kirchneristas les molesta que acompañemos el reclamo universitario. A los libertarios, también. A la educación pública la defendimos, la defendemos y la vamos a defender”. 

Cuestión que, zanjadas las diferencias argumentales en favor de su legendaria ecuanimidad, de Loredo reapareció en la puerta del Congreso de la Nación. La última vez que se hizo ver o lo vieron fue bajo la lluvia de insultos en Córdoba. Era la hora del resarcimiento civil de un luchador por la universidad pública.

Salió del edificio, y desembocó en un paraíso de micrófonos en el que comenzó su tarea habitual: descollar, siempre, con picos de razonamiento y estilo deslizantes que son el techo de la venta de humo legislativa. El sonido directo del teléfono de alguien que pasaba por ahí pescó sus palabras, sin que se supiera a qué pregunta estaban respondiendo: “No, no, no, no… Salió gracias a nosotros, y vamos a ir a fondo”. ¡Epa, epa! ¡Qué carácter! Este no te la manda a decir, ¿no?  

De pronto, el teléfono que lo está filmando lo abandona para encuadrar a un chofer de bondi que acaba de frenar y abrir la ventanilla para gritarle, como quien le grita a un infractor de tránsito: “¡Está en rojo, pelotudo!”. ¿Qué le grita?: “Fuiste a la marcha y no das el quorum. Da quorum para el presupuesto. Después te sacás fotitos, ¿eh?”. Es una frase al paso, casi de free jazz, de veinte segundos, intervenida cuatro veces por la palabra “sorete”, la única seleccionada para insultarlo por vía del subrayado.

Durante el brevísimo reclamo del chofer, compuesto por la descripción de un hecho frívolo (de Loredo fue a la marcha a sacarse la fotito), un cuestionamiento político (no dio quórum para tratar el presupuesto universitario), una solicitud (la de dar quorum) y un juicio sobre su persona (“sorete”), el diputado criptolibertario quedó en un sentido artístico “de piedra”, o “pintado al óleo”. Quedó retratado.

Retratar a alguien es descubrirlo, sacarle la ficha interior en el momento en que más esfuerzo hace por ocultarla. Lo saben Leonardo, Tiziano, Rubens, Goya y Velázquez. Pero en esta oportunidad me quedo con Jan van Eyck y “Hombre con turbante rojo” (1433), joya de la National Gallery de Londres. ¿Por qué? Por el agua en los ojos, la tormenta contenida en los labios y la posición de la cabeza, girada hacia la izquierda en busca del juicio y del desafío al juicio. Pero sobre todo porque en ambos retratos, el del hombre del turbante rojo por Jan van Eyck, y el del yerno de Oscar Aguad por el chofer de bondi y artista callejero anónimo, los personajes retratados acaban de ser atrapados en el interior en el que han estado ocultándose en vano. La expresión común de sus rostros habla en el silencio por ellos, y nos dice: “Concha de la lora, me agarraron”.

JJB/MF