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Las empresas privadas se suman a los despidos y continúa el éxodo de multinacionales

Las empresas privadas se suman a los despidos y continúa el éxodo de multinacionales

No sólo el Estado despide personal por decisión del presidente Javier Milei. No sólo con los gobiernos anteriores se iban las multinacionales del país. También las empresas privadas están echando empleados por la depresión económica, que el Gobierno provoca en un intento por bajar la inflación. También las compañías extranjeras se van de la Argentina, pese a que Milei encanta al tercer mayor millonario del mundo, Elon Musk, o a los 150 dueños de grandes fortunas de la Argentina que se reunieron la semana pasada en el Foro Llao Lllao. De hecho, algunos de ellos compraron las filiales de las firmas foráneas que se retiran.

En la lista de las empresas de renombre que despidieron personal este año figuran:

  • Mabe: la mexicana de electrodomésticos, que había comprado la local Drean, echó a 200 empleados en su planta de Luque, Córdoba. No es la única empresa del sector con despidos: la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) denunció 8.000 cesantías.
  • Changomás: la supermercadista de Francisco de Narváez desvinculó a 12 en Paraná.
  • Bimbo: la panificadora mexicana cesó en su trabajo a 20 en Córdoba.
  • PepsiCo: la firma norteamericana de snacks despidió a 36 en Mar del Plata.
  • Topper: la fabricante de zapatillas brasileña, del grupo Camargo Corrêa, echó a 117 en Tucumán.
  • Danone: la láctea francesa exoneró a diez en su fábrica de Longchamps, partido de Almirante Brown.
  • Puma: la alemana de zapatillas despidió a 20 en La Rioja.
  • Ingenio Tabacal: la azucarera de la norteamericana Seabord echó a 38 en el departamento Orán, Salta.
  • El Noble: la empresa de empanadas y otros alimentos congelados desvinculó a 47 en sus instalaciones de Garín, partido de Escobar.
  • Gezhouba: la constructora china, en sociedad con Electroingeniería, despidieron a 2.200 trabajadores que construían las represas hidroeléctricas del río Santa Cruz. Son parte de los 100.000 cesantías que calculó en todo el sector el presidente de la Cámara Argentina de la Construcción, Gustavo Weiss.
  • América TV: el canal de José Luis Manzano, Daniel Vila y Claudio Belocopitt, dejó en la calle a 29 empleados.
  • Neba: la fabricante de heladeras y freezers echó a 22 en Catamarca.
  • Brigdestone: la japonesa de neumáticos cesanteó a 50 en su planta de Llavallol, partido de Lomas de Zamora.
  • Zijin Mining: la minera china echó a nueve de su proyecto de litio en el Salar de Laguna Verde, Catamarca.
  • GPS: la empresa de seguridad proveedora de Aerolíneas Argentinas dejó a 40 en al calle.
  • Ladrillos Olavarría Sociedad Anónima (LOSA): cerró esta fábrica de cerámicas, donde trabajaban 45 personas.
  • Galfione: la textil propiedad del presidente de la Fundación Pro Tejer, Luciano Galfione, desvinculó a 40 personas en Villa Soldati. El 51% de las empresas del sector encuestadas por esta fundación admitió que en el primer trimestre adoptó medidas que afectó al personal, ya sean despidos, suspensiones, reducción de turnos o cancelación de horas extras .
  • Amesud: la textil de un expresidente de Pro Tejer, Yael Kim, echó a 57.

A las noticias de despidos se suman las de empresas que anunciaron desde diciembre en adelante que se van del país:

  • HSBC, el banco británico vendió su filial argentina a Grupo Financiero Galicia.
  • Xerox, la firma estadounidense de fotocopiadoras, se desprendió de su subsidiaria, que fue adquirida por el grupo local Datco.
  • Clorox, la norteamericana de productos de higiene como la lavandina Ayudín, vendió su firma local al fondo Apex Capital, de capitales guatemaltecos. En la misma operación se fue de Paraguay y Uruguay.
  • Prudential, la aseguradora estadounidense transfirió su compañía argentina al grupo local ST.
  • Nutrien, la empresa canadiense de fertilizantes anunció que se va de la Argentina, Chile y Uruguay.
  • ENAP, la petrolera estatal chilena.
  • Fresenius Medical Care, empresa alemana de servicio de diálisis, vendió su subsidiaria al Grupo Olmos.

Otras empresas extranjeras pusieron en venta sus activos en la Argentina en el gobierno anterior y continúan con su proceso de venta en la actualidad. Son los casos de las áreas de la petrolera estadounidense Exxon Mobil y la cementera Loma Negra, de Camargo Corrêa.

Razones distintas explican los despidos y el éxodo, aunque detrás de ambos fenómenos existe una crisis argentina sin visos de solución. El exsecretario de Desarrollo Productivo José Ignacio de Mendiguren lo atribuye a “la falta de sustentabilidad de lo que [Javier] Milei está planteando porque el equilibrio fiscal se basa en el no pago, no en más ingresos, y lo dicen hasta los que eran sus socios como Carlos Rodríguez”. “Los textiles —se refiere De Mendiguren, exfuncionario de Alberto Fernández, a su sector de origen— ya lo conocen: vamos al atraso cambiario (peso sobrevaluado), apertura irrestricta de importaciones. Entonces ya se anticipan a ese horizonte. Si hay crecimiento, vendrá por los sectores elegidos: minería, gas y petróleo, que son negocios concentrados y dejan poco en el país”.

“La decisión de una multinacional de irse del país tarda por lo menos un año y medio”, cuenta el exministro de Producción Francisco Cabrera. “O sea que la decisión fue tomada hace mucho. Una vez que se toma la decisión, es muy difícil que se cambie, aunque haya cambios en el clima de negocios del país”, agrega Cabrera. La única multinacional que anunció que suspendía su retirada es la eléctrica italiana Enel, que en el gobierno anterior vendió casi todos sus activos con excepción de Edesur, a la que no le pudo encontrar comprador. “Así que ninguna multinacional se fue con este gobierno sino que se van por la sucesión de riesgos que tiene el país. El riesgo país era 700 puntos con (Mauricio) Macri, hoy es 1.200, con Alberto Fernández fue 2.500, pero no me refiero a ese riesgo sino que hay riesgo de volatilidad en este país. Y cuando la facturación y la rentabilidad acá es muy baja, muchas multinacionales deciden sacarse el tema de encima”, completa su análisis el exministro de Macri.

Juan Pablo Ronderos, de la consultora MAP, atribuye los despidos al “cambio de condiciones, que hace que muchas empresas tengan que recortar grasa acumulada en estos años en términos de costos”. “También aplican una agenda de competitividad mucho más amplia. Y la fuerte caída en actividad económica actual acelera esas decisiones”, añade. Respecto de la salida de multinacionales, Ronderos no ve “nada masivo”: “Las pocas que salen es porque ya lo tenían decidido antes y ahora ven algo de interés para poder vender”.

Su colega Hernán del Villar, de Alpha, opina que “ante una recesión se iba a ajustar primero por caída del salario real y después por nivel de empleo”, pero confía en que, “cuando la economía vuelva a crecer, volverán a tomar” empleados. El exsecretario de Industria Fernando Grasso también atribuye las cesantías a la caída de actividad. En cuanto a las multinacionales, Del Villar razona que “no reaccionan por expectativas”: “Hoy la Argentina no les mueve el amperímetro, no venden y es mal negocio y se van. Después eventualmente volverán. Está dentro de las reglas, no debería preocupar”. Otro consultor, en cambio, está perdiendo las esperanzas depositadas en Milei: por un lado, porque considera que muchos inversores ya se desilusionaron con la Argentina después de que Macri emprendiera reformas que Fernández echó para atrás, lo que demuestra la reversibilidad de los cambios; y por otro, porque observa que al presidente actual le está siendo difícil concretas las transformaciones pretendidas.

AR/JJD

Tras días de pasillos a oscuras y clases abiertas, la universidad pública marcha contra el ajuste de Javier Milei

Tras días de pasillos a oscuras y clases abiertas, la universidad pública marcha contra el ajuste de Javier Milei

Una joven tarda casi diez minutos –con parada de hidratación obligada a mitad de la subida– en llegar al piso 16 de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, para rendir Bioquímica. Ahí, a solo una escalera de la cumbre (el edificio tiene 17 niveles, sin contar el subsuelo), los estudiantes se abanican con apuntes, se sacan las camperas. Privados de ascensor, presos de un discurso de época que impone el sacrificio, repasan. La casta y los castigados. 

“Usá las escaleras. Cuidemos la energía”, advierte un sticker del Programa de Gestión Eficiente de Recursos Energéticos de la Universidad. Como los numerosos carteles de salida, cobran otro significado en este contexto. En el piso 9, Victoria, a punto de entrar a su clase de Farmacología, recupera el aliento y habla de forma entrecortada. 

“Durante todos estos años, la UBA sobrevivió gracias a los docentes, a los no docentes, a los estudiantes… creo que va a sobrevivir a esto. Aunque, si no negocian algo, no descarto que el cuatrimestre que viene la facultad cierre por un tiempo”. Planea ir a la marcha del 23 por la educación pública. “Me da miedo de que se ponga peligroso, eso sí. Estoy arreglando para ir con amigos”.

Lucas, vestido con un ambo, cuaderno en mano, cursa el tercer año de la carrera. Tiene confianza, aunque reconoce que la situación es complicada. Como futuro profesional de la salud, sabe que el camino –el que transita y el que le espera– es espinoso. 

Una clase pública en la Facultad de Medicina.

“Esta situación nos afecta a todos. Creo que vamos a salir adelante, pero después de un tire y afloje”. Su presencia en las calles el martes próximo, dice, dependerá de si surge una oferta satisfactoria desde el Gobierno. La insuficiente propuesta oficial, anunciada horas más tarde y rechazada por los gremios, las autoridades universitarias y las agrupaciones estudiantiles augura un participante más en la manifestación.

La marcha de hoy es la derivación de la decisión del Gobierno de prorrogar para este año el presupuesto universitario 2023 sin contemplar que la inflación interanual, tomando en cuenta la medición oficial de febrero último, superó el 270%. Así, las cuentas de las universidades públicas llegaron a tal nivel de asfixia que su funcionamiento entró en una zona de riesgo. Según un relevamiento de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ), sin una ampliación, los montos actuales para la financiación de la educación superior nacional serían los más bajos en 27 años.

En las escalinatas de la entrada de la Facultad conviven tres grupos que también decidieron abandonar las aulas. Los alumnos, amontonados, escuchan a las docentes, anotan, pasan el mate. Hay algo íntimo en estas clases, cierto aroma asambleario no intencionado

En la Plaza Houssay, el pasto reemplazó a los pupitres y también se dictan diversas asignaturas. Frente a tanto énfasis en lo privado, estudiantes, médicos y docentes enseñan, aprenden, subrayan y resumen lo público. 

Una doctora del Hospital de Clínicas está terminando de comer. Cuenta que no puede detenerse para dar una entrevista. “Estuvimos en el abrazo y ahora tenemos que atender a nuestros pacientes”. 

El día que apagaron la luz

El sol bajo el cual conviven skaters y futuros médicos brinda un mejor panorama que la oscuridad total que se vive en la Facultad de Ciencias Económicas, ubicada a pocas cuadras. Camila, estudiante de Contaduría, camina bajo la sombra total que prosiguió a las elevadas tarifas de luz. 

–¿Cómo vivís la situación que atraviesa la UBA?

–Complicada. Saber que puede llegar a cerrar es una conmoción, la sensación de que se te puede cortar todo, porque, ¿adónde iríamos?

Tiene, según comenta, “un mal presentimiento”, la intuición de que su casa de estudios puede cerrar. Respeta a los que marchan –“pacíficamente”, aclara–, aunque ella no va a sumarse. Se inclina por otras soluciones, como la auditoría de la Universidad o los convenios entre las autoridades universitarias y estatales.

En un pasillo de muchas lámparas, todas apagadas, una trabajadora no docente se limita a agregar: “Todo está mal, muy mal”. 

La educación como Derecho

A la unión que surge del amor por la Universidad, se suma el poder (y la potencialidad) del espanto por el ajuste. Hasta en la Facultad de Derecho hay clases públicas. De traje, sin pizarrón, ni micrófono, Gustavo Caramelo, profesor de Contratos Civiles y Comerciales expone frente a decenas de estudiantes. Luego de dos horas de debates legales, recibe halagos de tres estudiantes, la consulta de algunos más y se toma una pausa antes de su próxima clase. 

“Me parece que la educación pública es un baluarte de la Argentina, algo que tenemos que defender, más allá de lo que cada uno vote. Muchos estudiantes acá pueden haber apoyado a este Gobierno y no están de acuerdo con las medidas que está adoptando con respecto a la Universidad pública. Estas afectan la posibilidad de desarrollo del país, la movilidad social ascendente, la perspectiva de futuro, la esperanza de que haya generación tras generación con mayor formación que la anterior”, arguye. 

Sus padres no accedieron a la instrucción superior, pero tanto él como su hermano son profesionales. La UBA está inscrita en su ADN desde los trece años, cuando ingresó al Colegio Nacional de Buenos Aires. Sin embargo, resalta la importancia de defender a todas las universidades públicas de todo el país: como la Universidad Nacional de Avellaneda, donde da clases.

“La Facultad de Derecho no siempre se pliega a los movimientos de protesta, pero estamos viviendo una situación tan extrema que hasta el decano dio una clase en las escalinatas”, remata el doctor Caramelo. El 23 va a marchar, remarca, “ejerciendo el derecho constitucional de la comunidad a hacer reclamos ante las autoridades”.

También mirando hacia la avenida Figueroa Alcorta, una docente acababa de impartir la materia La Vía Recursiva en el Derecho Penal. Tres alumnas permanecen sentadas, charlando. Una de ellas es Elisa, estudiante de Abogacía, quien está a punto de terminar la carrera.

“¿Cómo es tener clases públicas? Por un lado, disfrutás de la excelencia académica de los profesores. Por otro, sentís la tristeza de estar afuera por un recorte presupuestario que resulta completamente inaceptable e inadmisible”. 

Elisa lamenta tener que referirse a su próximo recibimiento como un “privilegio”. Al igual que ella, sus amigas van a dar el presente el 23. Las tres están de acuerdo: “Quizás falte más acción por parte de un sector de los estudiantes, pero la gran mayoría defendemos la educación pública y de calidad”.

Una clase pública en la Facultad de Ingeniería de la UBA, el pasado 17 de abril.

Motor psico

En la Facultad de Psicología, la cartelería, tan común en el edificio de la calle Independencia, esta vez sorprende: más allá del color político, las consignas se relacionan con la marcha y el ajuste impuesto por La Libertad Avanza. Recientemente, una masiva asamblea demostró el respaldo a las medidas de fuerza y la solidaridad entre el claustro docente y estudiantil.

En la fotocopiadora pegada al edificio, una estudiante se queja de lo caro que es cursar. Gastó 15 mil pesos, solo en una materia. Precisamente, una de las reivindicaciones más sentidas, junto con la necesidad de aumento presupuestario y de los salarios docentes, es la necesidad de políticas públicas para que todos los estudiantes puedan afrontar la cursada. 

Como recuerdan los afiches, el desmantelamiento de las universidades nacionales no está escindido del crecimiento de los trabajos precarizados entre los jóvenes, o el impacto que sufren por el aumento de servicios y alquileres.

Hacer Historia

La Facultad de Filosofía y Letras no es ajena a las marchas, los paros, la simpatía hacia las luchas de los trabajadores, ni a las disputas políticas e ideológicas. 

Allí, se lee a Marx (el “barbudo” que obsesiona al Presidente) y la izquierda tiene un peso fuerte. Pero lejos de representar una obstrucción a la calidad educativa, la institución cuenta con dos de las carreras mejor posicionadas en el prestigioso Ranking QS de 2024: Lenguas modernas (en el puesto 21) y Antropología (puesto 24).

Para tranquilidad del Presidente, materias como Economía para Historiadores también indagan en la escuela austríaca. Y esto pudo presenciarse en las más de 200 clases públicas con corte de calle que se desarrollaron a lo largo de días e involucraron a casi 5.500 estudiantes y docentes de cátedras muy diversas. 

Luca Bonfante está terminando la carrera de Historia. Es militante del PTS y consejero estudiantil por la lista “La Izquierda al Frente Unidad”. Está convencido de que la marcha educativa –respaldada por las 73 universidades públicas del país, gremios, federaciones, organizaciones, docentes, estudiantes y no docentes– marcará un hito. 

Abrazo al Hospital de Clínicas, también en peligro, ya que depende de la UBA.

A la vez, entiende que, con el renacimiento de un movimiento estudiantil activo (actor histórico indiscutible en la historia nacional), surgen discusiones, preguntas y desafíos. “Entre los convocantes de la jornada del 23 de abril están los radicales, que dirigen la UBA hace años, con miles de docentes ad honorem. Además, impulsan una reforma laboral en el Congreso. Y, sin ir más lejos, junto a peronistas, macristas y libertarios acaban de votarse un aumento escandaloso de sueldos en el Senado, en pleno contexto de ajuste. ¿Nos vamos a conformar con una visión corporativa de los reclamos universitarios? ¿O vamos a apoyarnos en la fuerza de la movilización para responder de conjunto al plan de Milei?”, se pregunta el joven. 

Para muchos estudiantes de Filo –entre ellos, la izquierda–, la resolución emitida por el Consejo Superior de la UBA que limita becas, actividades de extensión, el uso de calderas y de energía representa un “autoajuste”, que puede entenderse como una adaptación a las condiciones existentes. Los debates están abiertos.

Cerca de las 21 horas, la única iluminación en el primer y segundo piso sale de los baños y las aulas. Paradójicamente, los afiches, los textos resaltados, la discusión y las ganas se encienden. La facultad –donde asambleas y un importante cacerolazo con trabajadores y despedidos de distintos sectores exhibieron una adhesión generalizada a la marcha universitaria– canta, como Charly García: 

Ya llegó el día en que estemos juntos

Haciendo todo a pesar del mundo

Paralizando la tierra

El día que apagaron la luz

JB/MG

El mapa de la marcha universitaria en CABA

El mapa de la marcha universitaria en CABA

Este martes 23 de abril, los estudiantes y docentes de las distintas universidades públicas del país se concentrarán para marchar contra las políticas del gobierno de Javier Milei.

El reclamo comenzó por la Universidad de Buenos Aires (UBA), que a principios del mes se declaró en emergencia presupuestaria. Luego se sumaron otras universidades nacionales, dándole el formato de Marcha Universitaria Federal la Confederación General del Trabajo (CGT) y las dos CTA.

Bajo el lema “En defensa de la educación pública”, la movilización comenzará a las 15.30 en la plaza del Congreso Nacional, en la esquina de las avenidas Callao y Rivadavia. Desde allí se trasladarán hacia Plaza de Mayo, donde a las 18 leerán un comunicado elaborado de forma consensuada entre la UBA, todas las facultades y otras universidades nacionales.

Las trece facultades de la UBA comenzarán la concentración en sus respectivas sedes, formando distintas columnas para marchar en conjunto. Donde habrá una mayor acumulación de estudiantes será en Plaza Houssay, desde las 14.30. En el acto principal se juntarán las autoridades de la UBA, rectores de universidades públicas, alumnos, representantes del cuerpo docente y no docente.

Marcha nacional universitaria

Cuáles serán los principales puntos de concentración de manifestantes

  • La concentración principal se llevará a cabo el martes a partir de las 15.30 horas en el Congreso Nacional.
  • La cuenta oficial de la Universidad de Buenos Aires sumó como segundo punto de encuentro la Plaza Houssay, donde algunos se encontrarán a las 14.30.
  • La Facultad de Ingeniería de la UBA puso a disposición también las sedes de Las Heras y Paseo Colón como otros puntos de partida.
  • Cualquiera sea el punto de inicio, todos se encontrarán en el Congreso a las 15.30. Desde allí partirán en dirección a Plaza de Mayo. Arribarán cerca de las 17 y a las 18 leerá un documento redactado en conjunto frente a la Casa Rosada.
Marcha universitaria en todo el país

Las instituciones universitarias que participarán de la marcha se encuentran distribuidas en diversas provincias argentinas, incluyendo:

  • Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA)
  • Provincia de Buenos Aires (PBA)
  • Entre Ríos
  • La Rioja
  • Chubut
  • Córdoba
  • Santa Fe
  • Catamarca
  • Neuquén
  • Tucumán
  • Chaco
  • San Juan
  • San Luis
  • Santiago del Estero
  • Jujuy
  • Formosa
  • Misiones
  • Río Negro
  • Salta
  • La Pampa
  • Corrientes
  • Tierra del Fuego
  • Santa Cruz

NB

El movimiento universitario argentino sale una vez más a las calles a revalidar su historia de lucha

El movimiento universitario argentino sale una vez más a las calles a revalidar su historia de lucha

La Reforma de 1918, la represión sufrida en la “Noche de los Bastones Largos”, el Cordobazo, las luchas militantes de los años ’70, las manifestaciones contra la Ley de Educación Superior del menemismo y la defensa de la gratuidad a principios del siglo XXI son episodios que conforman la larga y rica historia de lucha que posee la comunidad estudiantil y universitaria de Argentina, que el próximo martes ganará las calles del país en defensa de las casas de altos estudios del país frente a la política de desfinanciamiento que aplica el gobierno del presidente Javier Milei.

Los orígenes de este movimiento universitario que pugnó por una universidad pública gratuita, de calidad, con libertad de cátedras, concursos y un cogobierno entre docentes, graduados y estudiantes llegan a la primera década del siglo XX, en los tiempos de la Ley Sáenz Peña que habilitó el voto universal y secreto, pero solo para la población masculina y mayor de 18 años.

Esa norma, que permitió la llegada de Hipólito Yrigoyen a la presidencia, posibilitó en Argentina el surgimiento de un clima de agitación política y sindical que se trasladó a las universidades públicas, donde los estudiantes comenzaron a exigir reformas y participación en el gobierno de las instituciones.

La reforma de 1918

Ese movimiento tuvo su epicentro en la provincia de Córdoba, en la universidad más antigua del país, donde tras una sucesión de huelgas estudiantiles, el gobierno radical dispuso la intervención con la intención de impulsar una normalización que contemplara algunas de las demandas promovidas por el estudiantado.

La universidad que impulsó la reforma tenía en esa época unos 1500 estudiantes, todos eran varones porque las mujeres tenían vedado el ingreso, los contenidos estaban distanciados de la ciencia y la titularidad de las cátedras era heredada.

La Universidad de Córdoba estaba intervenida, y ante un proceso fraudulento de normalización, los estudiantes tomaron el 15 de junio de 1918 la sede de la institución y establecieron un gobierno propio. 

En medio de la huelga y la ocupación, los estudiantes hicieron circular la Gaceta Universitaria, que difundió en sus páginas el célebre “Manifiesto Liminar”, un documento que sentaba las bases del movimiento reformista gestado en la provincia mediterránea.

“Hombres de una República libre, acabamos de romper la última cadena que, en pleno siglo XX, nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica. Hemos resuelto llamar a todas las cosas por el nombre que tienen. Córdoba se redime. Desde hoy contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que quedan son las libertades que faltan. Creemos no equivocarnos, las resonancias del corazón nos lo advierten: estamos pisando sobre una revolución, estamos viviendo una hora americana”, rezaba este manifiesto en unos de sus párrafos.

Tras meses de revueltas y enfrentamientos, la reforma universitaria finalmente se consagró en Córdoba, aunque con algunas limitaciones en relación a las que impulsaban los estudiantes. Los docentes tendrían mayoría en el cogobierno en desmedro de los estudiantes y los graduados.

Pero las bases de ese movimiento se extendieron por el resto de las universidades del país como Buenos Aires, La Plata, el Litoral y Tucumán, pero también se extendería por países como Cuba, México, Perú, Uruguay, Cuba y hasta en España.

Tras la caída de Yrigoyen y en los sucesivos gobiernos dictatoriales que Argentina tuvo en el siglo XX, los principios de la reforma fueron suprimidos y las universidades públicas intervenidas. 

La Noche de los Bastones Largos

Entre fines de los años ’50 y mediados de los ’60, la universidad pública argentina tuvo su época de esplendor en materia de excelencia formativa, diversidad de contenidos en las cátedras, producción científica y de extensión, sobre todo en la UBA.

Pero en 1966, tras la caída del presidente radical Arturo Illia y la entronización del régimen militar de Juan Carlos Onganía, la universidad pública vivió una verdadera tragedia que la sumiría en un período de oscurantismo y mediocridad que se extendería hasta la década siguiente.

La dictadura dispuso la intervención de las universidades, el 29 de julio de 1966, y en un episodio que se conoce como “La Noche de los Bastones Largos”, ingresó a los claustros de la UBA y desató una violenta represión con la policía a docentes y alumnos, que intentaron resistir la medida. 

Las escenas más violetas se dieron en las facultades de Ciencias Exactas, Naturales y de Filosofía y Letras, donde hubo numerosos heridos y cerca de 400 detenidos.  

La foto de docentes saliendo de la Facultad de Exactas (ubicada en Diagonal Sur y Perú) en fila india, con las manos en la nuca y bajo una escolta policial, constituyó la imagen emblemática de ese despropósito, perpetrado por un gobierno que prefiguraba a la universidad pública como un antro de marxistas y disolventes.

Tras la irrupción castrense en la universidad pública, muchos de sus docentes y científicos emigraron al exterior, principalmente a los Estados Unidos, donde siguieron carreras exitosas en los ámbitos privados y académicos, mientras la universidad argentina era ocupada por ultramontanos que impartían concepciones perimidas sobre la ciencia, el arte y la cultura.

Otra vez Córdoba a la vanguardia

En Córdoba, cuna de la reforma, la intervención de Onganía fue férreamente resistida con huelgas y tomas de facultades. 

El régimen respondió con violencia y en uno de los tantos episodios represivos murió asesinado el estudiante y obrero Santiago Papillón, quien se convirtió en un símbolo de las luchas que sucederían en esos tiempos de agitación.  

Esa conjugación entre la condición de obrero y la vocación estudiantil inspiraron muchas de las movilizaciones que se sucedieron en esos años, y en mayo de 1969, se encarnarían en una emblemática protesta que devino en un estallido social que sacudió las estructuras de la Argentina autoritaria.

Obreros y estudiantes ganaron las calles de Córdoba el 29 de mayo de ese año en protestas por medidas económicas del gobierno de Onganía, y virtualmente tomaron la ciudad ante el repliegue de las fuerzas policiales que se vieron impedidas de detener a una multitud movilizada y decidida.

Ese suceso de masas puso en jaque a la dictadura de Onganía, que un año más tarde dejaría el gobierno por decisión del general Alejandro Lanusse, que asumió la presidencia en 1971 y entregó el Gobierno a Héctor Cámpora en 1973. 

Normalización y vuelta atrás

En los años ’70, con el regreso de la democracia hubo un intento de normalización en medio del clima de movilización política y social que caracterizó a esa época de la historia del país, aún en ese turbulento contexto, hubo un intento de recuperar el prestigio que la universidad tuvo en la década anterior.   

Pero tras la muerte de Juan Domingo Perón, y con la gestión de Oscar Ivanissevic como ministro de Educación retornó el autoritarismo al sistema universitario.

Alberto Eduardo Ottalagano, un abogado y escritor de tendencias fascistas y antisemitas que había militado en la Alianza Libertadora Nacionalista, fue designado como interventor de la UBA. 

Estableció cupos para el ingreso, despidió a los docentes que venían de la gestión anterior e impuso un férreo control ideológico en las aulas y en todos los ámbitos de las universidades.

Esa gestión constituyó la antesala de lo que sucedería tras el golpe de marzo de 1976, cuando todas las tendencias autoritarias se incrementaron en un contexto de persecución en sintonía con el terrorismo de Estado.            

La Ley de Educación Superior

Con la recuperación de la democracia, la universidad pública inició, por decisión del entonces presidente Raúl Alfonsín, un proceso de normalización que le permitió recuperar la autonomía en 1986.

En 1995, el movimiento universitario volvió a ganar las calles para protestar contra la sanción de la Ley de Educación Superior, que planteaba la educación universitaria como “un servicio” y no como un derecho.

Las 33 universidades nacionales de entonces fueron ocupadas por los estudiantes y hubo una multitudinaria movilización al Congreso el día que la norma fue debatida.

La ley abría la posibilidad del arancelamiento, pero las sucesivas luchas y movilizaciones de la comunidad universitaria, impidieron su concreción.

En 2001, en la antesala de la caída de Fernando de La Rúa, se pretendió imponer un fuerte programa de ajuste sobre el sistema universitario y otra vez una activa movilización lo frenó. 

Ricardo López Murphy, efímero ministro de Economía de la Alianza, que plantó la necesidad de aplicar recortes al sistema debió presentar su renuncia al cabo de 16 días de gestión.

En las primeras dos décadas del siglo XXI, el kirchnerismo impulsó la creación de numerosas universidades nacionales en varias localidades del país, lo que posibilitó que muchos jóvenes fueran los primeros en sus familias en acceder al nivel educativo superior.

“Esa locura de universidades por todas partes”, como alguna vez lamentó el expresidente Mauricio Macri, sentó las bases de una nueva conciencia estudiantil que se expresará en las nuevamente en calles, con el respaldo de la CGT, los movimientos sociales y varios partidos políticos.  

Ante el desfinanciamiento y las acusaciones de adoctrinamiento lanzadas por la gestión libertaria, el movimiento universitario vuelve otra vez a la lucha y a la movilización. Seguramente, nada será igual en Argentina tras la jornada del próximo martes 23 de abril.

Fuente: somostelam.com.ar

IG

Según Bullrich, la marcha universitaria es "rara" y busca "poner en jaque al Gobierno"

Según Bullrich, la marcha universitaria es

La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, anticipó que activará el protocolo de seguridad en la movilización convocada para hoy por autoridades educativas y sostuvo que se trata de una “marcha rara” que busca “poner en jaque al Gobierno”. 

En la previa de la multitudinaria convocatoria, la funcionaria nacional sostuvo que se trata de “una marcha compleja, donde muchos intereses se juntan para querer poner en jaque al Gobierno”, por lo que anticipó que la administración libertaria tomará precauciones. 

De esta forma, Bullrich confirmó que las fuerzas federales trabajan en coordinación con la Policía de la Ciudad de Buenos Aires para monitorear la medida de protestas y la activación del protocolo. “Vamos a respetar el protocolo que hemos planteado, en el marco del tipo de marcha que encontremos hoy en la calle”, sostuvo al respecto. 

“Llamo a la reflexión porque el país entero está en un momento en el que debe ajustarse. Esto lo saben los estudiantes y profesores. Es una marcha rara. Hay demasiados intereses que se juntan”, desarrolló en declaraciones televisivas desde la puerta de su casa. 

Previo a dar asistencia en la reunión de Gabinete en Casa Rosada, la dos veces ministra de Seguridad planteó: “En los últimos días se les ha dado un presupuesto importante a las universidades y la verdad es que todos los sectores de la sociedad están necesitando tener un presupuesto menor porque todos necesitamos salir de la crisis brutal que la Argentina está”. 

“Es necesario que todos los sectores comprendan el momento histórico”, remarcó, y agregó: “Ayer lo dijo el Presidente bien clarito: necesitamos tener déficit cero, bajar la inflación para comenzar a crecer”.

Asimismo, Bullrich subrayó que “ese camino no se tuerce más allá de los Massa, los Kicillof, la CGT y la CTA, y el elenco estable que hoy se va a movilizar”, y anticipó: “No importa cuántos sean porque hay millones de estudiantes que comprenden muy bien lo que el Gobierno está haciendo”.

Por último, cargó contra los referentes políticos que convocan a movilizar, como Axel Kicillof y Sergio Massa, a quienes acusó de irresponsables y de “bloque el camino” del Gobierno. “Me parece una falta total y absoluta de responsabilidad, de asumir que el país necesita salir de la crisis permanente que nos ha llevado a este nivel de pobreza. Queremos salir de la pobreza, encontrar un camino y quieren bloquearte ese camino. Vamos a seguir adelante, es un auto sin marcha atrás”, concluyó.

Con información de agencias.

IG