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Tal y como pronosticaban todas las encuestas, gracias al apoyo de la derecha tradicional y de la extrema derecha más radical, Kast superó con comodidad a Jeannette Jara, que encabezaba la mayor coalición de fuerzas de centroizquierda e izquierda.
El ultraderechista José Antonio Kast, del Partido Republicano, ganó este domingo la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Chile con un cómodo margen y se convierte en el primer líder de la extrema derecha en llegar al Gobierno desde el retorno a la democracia.
Tal y como pronosticaban todas las encuestas, gracias al apoyo de la derecha tradicional de Evelyn Matthei y de la extrema derecha más radical de Johannes Kaiser, Kast superó a la progresista Jeannette Jara, que encabezaba la mayor coalición de fuerzas de centroizquierda e izquierda. Kast recibió un 58,3% de los votos, mientras que Jara obtiene un 41,7%.
En su primer discurso, el ultraderechista prometió que será “el presidente de todos, sin excepción”, y que “va a haber un cambio real” en el país. Kasta aseguró que Chile “ha dado un mandato claro, que no admite excusas: no quiere continuidad, quiere un cambio real”.
“Sin seguridad no hay paz, sin paz no hay democracia y sin democracia no hay libertad. Chile volverá a ser libre del crimen, de la angustia y del temor”, declaró quien será el primer presidente pinochetista después de décadas. “Chile necesita que el país vuelva a tener empleo digno y orden en nuestras calles, en el Estado, en las prioridades que se han perdido”, agregó en su discurso frente a miles de sus seguidores en Santiago.
Kast gana en todas las regiones del país, incluso donde había ganado Jara en la primera vuelta (el sur del país, en la Metropolitana y la región de Valparaíso, bastión tradicional del centro-izquierda e izquierda). “La democracia habló fuerte y claro. Me acabo de comunicar con el presdiente electo para desearle éxito por el bien de Chile”, señaló Jara. “Nos toca ahora hacer oposición y el camino de la unidad es el único que merece la pena. La unidad es el camino. Construimos una alianza amplia e histórica y tenemos una fuerza social y cultural que debemos consolidad, cuidar y hacer crecer. No hay espacio para el desánimo, hay una tarea que continúa”, añadió.
“No queremos promocionar el odio. Somos un solo país”, dijo, al tiempo que que pidió “hacer una relfexión profunda sobre los factores que condujeron a este resultado”.
Kast llegará a la La Moneda tras su tercer intento (los anteriores fueron en 2017 y 2021) y pese a haber perdido la primera vuelta contra Jara por la fragmentación de candidaturas dentro de su propio sector.
De 59 años, es hijo de un matrimonio de migrantes alemanes –su padre estuvo afiliado al partido nazi– y licenciado en Derecho por la Pontificia Universidad Católica. Fue diputado 16 años por la conservadora Unión Demócrata Independiente (UDI), partido nacido al alero del régimen de Augusto Pinochet (1973-1990) al que abandonó para fundar el Partido Republicano.
Con estrechos vínculos con la dictadura, la ponderó a lo largo de su trayectoria política: su hermano fue ministro del dictador y él apoyó la continuidad del régimen en el plebiscito de 1988. Durante su carrera defendió en varias ocasiones el legado neoliberal del pinochetismo.
Hasta ahora, el primer y único presidente de derecha en Chile desde el retorno a la democracia había sido el fallecido Sebastián Piñera (2010-2014 y 2018-2022), que votó en contra de la permanencia del dictador.
Con la gran promesa de formar un “gobierno de emergencia” para aplicar mano dura contra la delincuencia y la migración irregular, el abogado ultracatólico y padre de nueve hijos colocó la seguridad y el orden público en el centro de la discusión electoral. Según su programa, blindará la frontera norte con vallas y zanjas, construirá cárceles de máxima seguridad con aislamiento total para líderes del narcotráfico y endurecerá las penas para cualquier delito, entre otras.
Tras su victoria, afirmó que “quien no cumpla la ley, va a recibir todo el peso de esa ley”, advirtiendo de que “los padres tendrán que responder por los daños que provoquen sus hijos”. Sostuvo que su victoria “no es la meta, sino el punto de partida”, desde el cual los cambios que propone empezarán a aplicarse “de inmediato”, pero frente a las expectativas que puedan tener los votantes, les advirtió que “los resultados no se verán al día siguiente”.
Con el triunfo de Kast, Chile se suma a la ola de gobiernos ultraderechistas del mundo y de la región, consolidando un nuevo polo en Sudamérica, junto con la Argentina de Javier Milei y con la mano tendida a Donald Trump. Pese a tener agendas muy parecidas, el tono y las formas del ultra chileno son menos agresivas y confrontacionales que las de estos otros mandatarios del continente. Su perfil es más parecido al de la primera ministra italiana Giorgia Meloni, de quien se ha declarado admirador, o al de la francesa Marine Le Pen.
Milei expresó su “enorme alegría” por la victoria de Kast, a quien ha calificado de “amigo”, y aseguró que ambos Gobiernos trabajarán para que “América abrace las ideas de la libertad”.
Desde las antípodas del espectro político, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, felicitó a Kast y le deseó “mucho éxito”, reafirmando el compromiso de Brasil de fortalecer las relaciones bilaterales, así como los lazos económicos y comerciales, y de preservar a Sudamérica como una “zona de paz”.
Mientras, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, advirtió de que “vienen los vientos de la muerte” a América tras la victoria de Kast, afirmando que “el fascismo avanza” y que él jamás le dará la mano “a un nazi y a un hijo de nazi”, comparando el ganador de las elecciones en Chile con la figura de Pinochet.
Kast recibirá la banda presidencial el próximo 11 de marzo de parte del mandatario saliente, Gabriel Boric, que por ley no pudo presentarse a la reelección. El presidente del Partido Republicano, Arturo Squella, ya anunció hace días que el Gobierno de Kast incorporará a ministros de la coalición de la derecha tradicional, Chile Vamos, que lo ha apoyado en estos comicios, pero está por ver si se sumará también el ultraderechista radical Johannes Kaiser, quien tras perder la segunda vuelta hizo campaña por Kast, pero no ha aclarado si quiere integrar el próximo Ejecutivo chileno.
Con información de la Agencia EFE

El candidato de la extrema derecha chilena, que intenta alejarse de sus vínculos familiares con el nazismo y su defensa de la dictadura de Pinochet, ganó la segunda vuelta de las presidenciales con propuestas reaccionarias sobre el aborto o los homosexuales y la promesa de 'mano dura' contra la inmigración ilegal y la delincuencia.
Kast gana las elecciones en Chile y se convierte en el primer ultraderechista en llegar al poder desde el fin de la dictadura
Las credenciales ultras de José Antonio Kast le vienen de familia. Su hermano Miguel fue el primer ministro civil a las órdenes de Augusto Pinochet. Su padre, Michael Kast (Alemania, 1924-Chile, 2014) militó en el partido nazi en la Segunda Guerra Mundial, como reveló una investigación de la agencia Associated Press (AP). Y Kast, la gran figura de la ultraderecha que se convertirá en próximo presidente de Chile tras arrasar a la candidata progresista, no es alguien que viva a disgusto con el pasado.
Tras el revuelo mediático que causó la noticia de AP en 2021, Kast terminó reconociendo la presencia de su padre en las filas de Adolf Hitler, pero dijo que lo hizo “obligado por las circunstancias”. Con la dictadura chilena tuvo menos reparos: en una entrevista llegó a afirmar que si Pinochet estuviera vivo, lo votaría, y defendió públicamente a un miembro del Ejército condenado a más de 800 años de cárcel por secuestros y desapariciones.
Admirador de Donald Trump y Javier Milei, Kast (Santiago de Chile, 1966) cultivó sin embargo un perfil muy diferente, de hombre firme pero dialogante, una fuerza transformadora que busca devolver el país a un orden perdido y –de paso– a las buenas costumbres. Quizá tenga que ver con que, a diferencia del magnate estadounidense o el libertario argentino con ínfulas de estrella de rock, Kast no es un outsider de la política. Muy al contrario.
Militó desde muy joven en la Unión Demócrata Independiente (UDI), precisamente defendiendo el legado pinochetista y los valores tradicionales. Fue concejal de 1996 hasta el año 2000, y en 2002 ganó una banca en el Congreso como parte de la Alianza por Chile. Desde allí hizo oposición sobre todo a los Gobiernos de Michelle Bachelet, con iniciativas centradas en la oposición al aborto y en su obsesión y caballo de batalla: la seguridad. Sin embargo, las malas lenguas lo señalan por aquellos años como un diputado con escasa asistencia y aún menor actividad.
Cuanto más se instalaba como referente de la derecha, más se alejaba Kast de la UDI, que acabó abandonando en 2016 para fundar el Movimiento de Acción Republicana y en 2019 el Partido Republicano, que agrupa a veteranos militantes derechistas e independientes. Si en 2017, cuando se presentó a las presidenciales como independiente, sorprendió con casi el 8% de los votos, en las de 2021 ya se alzaba con el 28% en primera vuelta, forzando un balotaje que perdió ante Gabriel Boric. “La tercera es la vencida” ha sido su muletilla esta campaña y, finalmente, lo logró.
Lo cierto es que Kast fue ganando incluso con las derrotas. Por ejemplo, la del plebiscito de 2020 sobre el proceso constituyente, cuando defendió conservar la Carta Magna de Pinochet. Y el de 2022, en el que propuso una Constitución ultraconservadora que fue rechazada. Alrededor de estos ‘tropiezos’ democráticos Kast fue forjándose como líder frente a una derecha desdibujada.
Este licenciado en Derecho por la Universidad Católica, que pertenece a la élite económica del país –y también a la élite política– aprovechó el descontento social y el desgaste de los partidos históricos con un discurso antiestablishment. Un discurso similar al de Milei o Trump, pero atravesado por valores tradicionales y conservadores. “Él habla de sí mismo como ‘la derecha original’, y desprecia al resto con un discurso parecido al de la ‘derechita cobarde’ de Vox en España”, resume Lisa Zanotti, investigadora del CEU Democracy Institute y experta en nuevas derechas latinoamericanas.
Kast es un hombre tradicional. Viste formal, habla con corrección y en tono pausado, y su familia es casi un calco de aquella en la que se crió como el menor de diez hermanos. Tras combatir como teniente de la Wehrmacht, las fuerzas armadas de Hitler, aquel militante forzoso del partido nazi llamado Michael Kast consiguió salir de Alemania en los años 50 y emigrar a Chile, donde hizo fortuna con una fábrica de embutidos. Su benjamín, José Antonio, tiene a su vez nueve hijos y pertenece a un grupo ultracatólico de raíces alemanas llamado Schöenstatt, uno de los que estaba en la mira del papa Francisco, como el Sodalicio y el Opus Dei.
En la campaña de 2021, el candidato jugó fuerte su carta conservadora. Proponía derogar la ley de supuestos que permite abortar en caso de riesgo para la salud de la madre, del feto o por violación, se oponía al matrimonio igualitario y aseguraba que eliminaría el Ministerio de la Mujer. “Kast ha entendido que casi la mitad de la población de Chile está concentrada en Santiago, y que la gente de las zonas metropolitanas es menos conservadora, por eso ha ido moderando su discurso en cuestiones sociales para centrarse en un asunto transversal: el de la seguridad”, analiza Zanotti.
De hecho, en el último debate Kast rehuyó prácticamente cualquier tema que no tuviera que ver con economía o seguridad. Evitó contestar sobre aborto o derechos de los homosexuales, y esquivó la pregunta sobre los crímenes de la dictadura: “Hoy en día se violan los derechos humanos de miles de personas, de 40.000 personas que mueren al año esperando una lista de espera (...) Lo que importa ahora es elegir al presidente que lidere al país para enfrentar los problemas que tienen los chilenos”, aseguró.
Y el principal problema que perciben los chilenos es precisamente el de la seguridad. El 63% piensa que es el principal, según una encuesta de Ipsos, lo que revela un nivel de preocupación mayor que en México (59%) o Colombia (45%), pese a que ambos tienen tasas de homicidios cuatro veces superiores. “Aunque la situación del país no tan mala como en otros puntos de América latina, sí que ha empeorado comparativamente respecto a hace algunos años”, reconoce Zanotti. La llegada de grupos criminales vinculados al narcotráfico le ha permitido a Kast vincular la delincuencia a la inmigración, desplegando un discurso nacionalista y xenófobo. Incluso llegó a decir que apoyaría una invasión de Estados Unidos a Venezuela para luchar contra el narco. Su propuesta se resume en la lucha implacable contra el crimen y los indocumentados, a los que ha advertido que como “entraron por la ventana” deben “salir del país” cuanto antes.
Kast promete mano dura y más margen de acción a la policía. Además, defiende el derecho a poseer armas –de hecho, ha asegurado tener una en casa–. Una idea polémica que entusiasma a casi un 54% de los que se reconocen como posibles votantes del utraderechista, tal y como recoge el estudio sobre Democracia y Derechos Humanos de Cristóbal Rovira Kaltwasser publicado en 2024.
El de la seguridad fue un asunto capaz de llevar a José Antonio Kast finalmente al Palacio de la Moneda. Por eso lo explotó al máximo y envuelto en la lógica y la escenificación del miedo. “No le temo a nada, pero sí los delincuentes tienen que tenerle miedo a un Gobierno de emergencia nuestro”, dijo tras su cierre de campaña. El discurso lo pronunció detrás de un cristal blindado.
Tras su victoria el domingo, aseguró: “Sin seguridad no hay paz, sin paz no hay democracia y sin democracia no hay libertad. Chile volverá a ser libre del crimen, de la angustia y del temor”.

El nuevo Chile de Kast, quien ganó los comicios con el 58,1 % de los votos frente a la izquierdista Jennette Jara, que quedó con el 41,8 %, conformará, junto con la Argentina de Javier Milei, el polo de la ultraderecha en el Cono Sur, en sintonía con otros Gobiernos como el de Santiago Peña en Paraguay, el de Rodrigo Paz en Bolivia, el del salvadoreño Nayib Bukele, el ecuatoriano Daniel Noboa y el de José Jerí en Perú.
José Antonio Kast, un ultra de cuna que llegó a presidente de Chile explotando el discurso del miedo
El bloque de países que, bajo el amparo del estadounidense Donald Trump, monopolizan sus agendas con la gestión del orden público y la crisis migratoria, suma desde este domingo un nuevo aliado tras el triunfo del ultraderechista José Antonio Kast en las elecciones presidenciales de Chile.
El nuevo Chile de Kast, quien ganó los comicios con el 58,1 % de los votos frente a la izquierdista Jennette Jara, que quedó con el 41,8 %, conformará, junto con la Argentina de Javier Milei, el polo de la ultraderecha en el Cono Sur, en sintonía con otros Gobiernos como el del salvadoreño Nayib Bukele, el ecuatoriano Daniel Noboa o Santiago Peña en Paraguay.
Milei fue el primero en felicitar a Kast y aseguró que ambos Gobiernos trabajarán juntos “para que América abrace las ideas de la libertad” y se “libere” del “yugo opresor del socialismo del siglo XXI”.
“Excepto Brasil, que es casi la mitad de Sudamérica, el resto de los países hispanoparlantes está apostando por Gobiernos entre hiper conservadores y de derechas radicales”, dijo a EFE el académico de la Universidad de Chile Gilberto Aranda.
Para Carlos Malamud, investigador principal para América Latina del Real Instituto Elcano (España), “la gente vota pensando en soluciones inmediatas a su problema”.
Según explicó a EFE, los argentinos votaron por Milei porque pensaban que resolvería la inflación y reflotaría la economía; y los chilenos lo hicieron por Kast para mejorar la seguridad y gestionar la migración.
El abogado y exdiputado ultracatólico, que será el primer presidente que defendió al entonces dictador Augusto Pinochet (1973-1990) e hizo campaña a favor de su continuidad en el plebiscito de 1988, presidió la red ultraconservadora Political Network for Values (2022-2024) y ha participado en cumbres como la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC) o la convención de Vox en Madrid.
“Hay un alineamiento geopolítico -dice Aranda- propicio a EE.UU. y un apoyo a su estrategia de seguridad”, que surge en un momento en el que Trump “está reafirmando la doctrina Monroe” y quiere restaurar su dominio regional tras años de desinterés.
La ultraderecha latinoamericana, añade, enfrentará el “dilema” de decidir si aceptan la exigencia de Estados Unidos de negar el acceso a China, mientras países como Argentina y Chile, entre otros, mantienen parte importante de su comercio con el gigante asiático.
“Van a tener que definir si privilegian el pragmatismo o si se alinean absolutamente con Estados Unidos”, plantea Aranda.
La victoria de Kast, líder del Partido Republicano, apoyado por los otros candidatos de derecha y extrema derecha que no pasaron a la segunda vuelta, se lee como un voto de castigo al Gobierno del progresista Gabriel Boric, que no ha logrado solucionar las prioridades de la ciudadanía, como reducir la inseguridad.
“Tenemos un electorado volátil que castiga de manera alternada, según el contexto”, dijo a EFE la directora del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile, Dorotea López.
Al no materializarse sus expectativas “sienten frustración, enojo y repentina confianza en el otro”, añadió.
“La insatisfacción de los votantes provoca una política pendular permanente”, afirmó a EFE Benjamin Gedan del Wilson Center de Estados Unidos.
El autor de ‘Epidemia Ultra’, Franco Delle Donne, experto en extrema derecha, señaló a EFE que Latinoamérica vive un proceso de “derechización” hacia una “visión más autoritaria” y el “debilitamiento del Estado de derecho”.
Según él, “se acepta la agenda de la derecha radical” y “se prueban opciones nuevas”, que antes no tuvieron tanto apoyo.
Delle Donne considera a Kast uno de los representantes más característicos de los “neopatriotas”, ultraderechistas que han encontrado “una ventana de oportunidad” gracias a la crisis de la globalización.
El académico de la Universidad Católica de Chile Cristóbal Rovira apuntó a EFE a una “derechización de la derecha” porque en la competencia de este sector ha aparecido una ultraderecha y eso hace que muchos votantes empiecen a radicalizar sus propias posturas“.
El giro ultra que este domingo se refuerza en la región sucede varias olas pendulares que desde principio del siglo XXI se han alternado en Latinoamérica.
A principios de los 2000 llegó la “marea rosada”, los Gobiernos de izquierda que gobernaron simultáneamente en casi todos los países de Sudamérica, con Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, Néstor Kirchner en Argentina, Evo Morales en Bolivia y Michelle Bachelet en Chile, entre otros.
La marea, que se sostuvo con altos y bajos hasta 2015, cambió de rumbo hacia la derecha con Mauricio Macri en Argentina, Sebastián Piñera en Chile, Iván Duque en Colombia o Jair Bolsonaro en Brasil; para luego virar hacia la izquierda, de nuevo, con Alberto Fernández en Argentina, Lula en Brasil, Boric en Chile y Gustavo Petro en Colombia.
Con Milei, Bukele, Trump y Kast, que se diferencia de estos líderes por sus formas menos disruptivas y agresivas, la ola regresa del lado conservador.
Aunque en Brasil, México o Uruguay no gobierna la derecha, Aranda advierte que Chile puede ser “el preludio” de “una ola marrón” que expanda “los gobiernos de derechas radicales”.
Según los expertos, en 2026 la región mirará hacia Perú y Colombia, que podrían consolidar el giro ultra en el continente.
EFE

El presidente argentino manifestó su “enorme alegría” por la victoria de Kast, a quien calificó como su “amigo”, y afirmó que ambos Gobiernos trabajarán para que América "abrace las ideas de la libertad”. También le enviaron saludos Lula da Silva (Brasil), Yamandú Orsi (Uruguay) y Claudia Sheinbaum (México).
Gobiernos y líderes de América felicitaron este domingo a José Antonio Kast por su triunfo en la segunda vuelta presidencial en Chile, en mensajes que coincidieron en subrayar la cooperación bilateral, la seguridad y el control migratorio como ejes de la futura relación con el nuevo Gobierno chileno.
El secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, señaló que, bajo el liderazgo de Kast, Chile impulsará prioridades compartidas como el fortalecimiento de la seguridad pública, el control de la inmigración ilegal y la revitalización de la relación comercial bilateral, y además expresó su disposición a trabajar estrechamente con la futura Administración chilena.
En América Latina, el presidente argentino, Javier Milei, manifestó su “enorme alegría” por la victoria de Kast, a quien calificó como su “amigo”, y afirmó que ambos Gobiernos trabajarán para que “América abrace las ideas de la libertad”.
El jefe de Estado de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, felicitó a Kast y destacó la transparencia y el orden del proceso electoral, pese a situarse en las antípodas ideológicas del mandatario electo. Le deseó “mucho éxito” en su futuro mandato y reafirmó el compromiso de Brasil de fortalecer las relaciones bilaterales, así como los lazos económicos y comerciales, y de preservar a Suramérica como una “zona de paz”.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, felicitó al pueblo chileno por una jornada electoral “pacífica y democrática” y al candidato triunfador de la segunda vuelta. “Confío en que ambos gobiernos seguiremos trabajando por el bien de nuestros países y de la región”, señaló.
En contraste, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, advirtió que en América “vienen los vientos de la muerte” tras la victoria de Kast y llamó a los países de la antigua Gran Colombia a “resistir con la espada de Bolívar en alto”, al tiempo que sostuvo que “el fascismo avanza” y afirmó que “jamás le daré la mano a un nazi y a un hijo de nazi”, en una dura crítica en la que comparó el triunfo electoral en Chile con la figura del exdictador Augusto Pinochet.
Desde Ecuador, Daniel Noboa afirmó que “se abre una nueva etapa para Chile y para la región” y manifestó su interés en reforzar el trabajo conjunto.
El mandatario de Bolivia, Rodrigo Paz, señaló que el resultado envía “un mensaje firme de la ciudadanía en defensa de la familia, de la seguridad ciudadana y de la economía libre”, además de representar “una oportunidad histórica” para construir una relación de respeto, amistad y cooperación entre ambos países.
Por su parte, el presidente de Paraguay, Santiago Peña, expresó su deseo de trabajar juntos para “fortalecer aún más la amistad y la cooperación” entre ambos países.
Desde Uruguay, el presidente Yamandú Orsi felicitó a Kast y, según informó Presidencia, ambos mantendrán este lunes una conversación telefónica, en el marco del inicio de los contactos entre ambos Gobiernos.
Mientras, el jefe de Estado de Costa Rica, Rodrigo Chaves, felicitó al pueblo chileno y celebró la victoria de Kast al afirmar que espera que puedan “fortalecer la amistad y las relaciones bilaterales para el progreso mutuo con Chile”.
Asimismo, el Gobierno de Panamá le auguró a Kast que alcance sus objetivos “en beneficio del bienestar, la estabilidad y el desarrollo del pueblo chileno”.
El Gobierno de Guatemala felicitó a Kast y al pueblo chileno por la “exitosa jornada electoral, muestra de un proceso democrático ordenado”, y reiteró su compromiso de trabajar con el nuevo Gobierno para fortalecer la relación bilateral, orientada a la prosperidad y la estabilidad de ambos países y de la región latinoamericana.
Entre los exmandatarios, el colombiano Iván Duque deseó éxito a Kast en la tarea de promover un diálogo amplio que fortalezca la seguridad y el progreso con respeto institucional.
También desde Bolivia, el expresidente Jorge Tuto Quiroga celebró la victoria del ultraderechista chileno y destacó que la región cuente con su liderazgo en la “lucha por la democracia y la libertad”, mientras que la expresidenta interina Jeanine Áñez saludó al pueblo chileno por la “ejemplar jornada democrática” y envió a Kast sus “más sinceras felicitaciones”.
Mientras que el expresidente ecuatoriano Guillermo Lasso subrayó que el liderazgo de Kast fortalecerá una cooperación “firme y estratégica”.
Desde Europa, el líder del partido español Vox, Santiago Abascal, celebró la victoria de Kast y destacó su afinidad ideológica.
Kast ganó la segunda vuelta presidencial con el 58,1 % de los votos frente al 41,8 % de la izquierdista Jeannette Jara, con más del 99 % del escrutinio completado.
EFE

El desafío del oficialismo tendrá un primer round este lunes a las 17 cuando quede constituida la Comisión de Presupuesto y Hacienda, silla que quedará en manos de Alberto Benegas Lynch, quien, con el apoyo del jefe de la bancada, Gabriel Bornoroni, buscará un trámite exprés. La intención de La Libertad Avanza (LLA) es ir al recinto el miércoles o jueves para darle media sanción al Presupuesto y girarlo al Senado. En la Cámara alta, Patricia Bullrich activa motores con el objetivo de aprobar la reforma laboral antes de fin de año.
El gobierno del presidente Javier Milei inicia una semana que marcará el pulso de su legitimidad política cosechada en las urnas el pasado 26 de octubre y en la que quedará expuesto el nivel de consenso que logró absorber el esquema de poder diseñado por la secretaria General de la Presidencia, Karina Milei, y los Menem.
Tras la arrasadora victoria en los comicios legislativos, los vencedores en la interna del Poder Ejecutivo (el karinismo) se dedicaron a mover piezas y rearmar una administración que había detonado los canales con los gobernadores denominados “dialoguistas”, entre ellos, varios peronistas.
Con un Santiago Caputo con menos herramientas en la caja, en los dos años de Milei nunca había quedado tan claro el loteo interno en Balcarce 50 como ahora. En el último mes y medio, el ministro del Interior, Diego Santilli, recorrió provincias y recibió a mandatarios provinciales en Casa Rosada. Su único cometido fue y es aprobar el Presupuesto 2026.
Tan delimitados quedaron los roles en el nuevo mosaico que Santilli ni siquiera mantendrá el monopolio de la agenda con el Congreso en sí, sino que para ese trabajo el jefe de Gabinete, Manuel Adorni, dispuso que Ignacio Devitt sea el encargado de aceitar conversaciones de alto interés para la Casa Rosada.
Devitt hasta hace pocos días fue lobista de Philip Morris. Si bien lo designaron como secretario de Asuntos Estratégicos, sostuvieron desde el Gobierno que, en realidad, ocupará el lugar que dejó Oscar Moscariello. Un rol, al menos, curioso.
Con una gran cuota de malicia en el Congreso se preguntaban la semana pasada qué es lo que hacía Moscariello porque “nunca” quedó en “claro su verdadero rol” o si “aportó algo” en estos meses como secretario de Relaciones Parlamentarias e Institucionales de la Jefatura de Gabinete para intentar así predecir la agenda Devitt.
El desafío de Santilli tendrá un primer round este lunes a las 17 cuando quede constituida la Comisión de Presupuesto y Hacienda, silla que, sin la irrupción de Fred Machado, tendría como protagonista al caído en desgracia José Luis Espert. Quedará en manos de Alberto Benegas Lynch, quien también lo reemplazó en el mismo lugar cuando Espert pidió licencia.
Benegas Lynch, con el apoyo del jefe de la bancada, Gabriel Bornoroni, buscará un trámite exprés y hay buenas expectativas al respecto. La intención de La Libertad Avanza (LLA) es la de ir al recinto el miércoles o jueves para darle media sanción y girarlo al Senado.
En el Senado el panorama es menos alentador para la Casa Rosada con la reforma laboral. La encargada de delinear la estrategia fue la superpoderosa senadora Patricia Bullrich. Desembarcó en la Cámara alta con ínfulas de manejar a control remoto el bloque, algo así como hace Cristina Kirchner desde San José 1111 con el interbloque de José Mayans.
Como monjes en una abadía, dos senadores libertarios de la primera camada repiten en coro por los pasillos y salones del Palacio que “es una senadora más”. Lo hacen desde principios de noviembre, pero, ante el panorama complejo que se presenta en el horizonte, lo exacerbaron en los últimos días.
A Bullrich le costará aprobar la reforma laboral durante lo que queda de diciembre porque no solo se topó con los tiempos legislativos, sino también con la dilatación –¿forzada?– del oficialismo para enviar el proyecto.
Según el esquema rediseñado en las últimas horas por la ex ministra de Seguridad, el debate en comisión arrancaría el miércoles de esta semana; allí buscará abrochar un rápido dictamen y abrir las puertas del recinto senatorial entre la Navidad y Año Nuevo.
Tiene dos escollos por delante: debería hacer trabajar a los senadores en el período festivo, lo cual de superpoderosa se convertiría en hacedora de milagros, y obturar los pedidos de expositores en comisión, algo habitual en la arena legislativa y que les sirve a los opositores para dilatar los despachos.
El martes habrá una reunión de Labor Parlamentaria que tendrá presente a la -desdibujada y en busca de agenda- vicepresidenta y titular del cuerpo, Victoria Villarruel, para ordenar la discusión con el resto de las bancadas. El panorama para el oficialismo es difícil, pero no imposible.
Con información de NA.
IG