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Piso 11 del hotel Hyatt Park. El Presidente viste de fin de semana, zapatillas negras, pantalón caqui, camisa celeste. Recuperado de su afección lumbar, ha bajado de peso notablemente desde el episodio gástrico de Indonesia, cuando debió ser atendido de urgencia en un hospital en Bali. Alberto Fernández disfruta de algunas horas relajadas en Nueva York. Acaba de tener un zoom con Luis Caffarelli, el argentino ganador del Premio Abel 2023, el “Nobel” de las matemáticas, hoy una celebridad. “Es muy nuestro”, le dice a uno de sus colaboradores. La frase recuerda el estilo de Néstor Kirchner.
Fernández compartió con parte del equipo que lo acompaña en EEUU algunas ideas sobre la visita de este miércoles a la Casa Blanca y lo que será la reunión con Joe Biden. elDiarioAR reconstruyó pasajes de esa charla. A Fernández lo esperaba el almuerzo y una charla con un grupo de unos 20 académicos argentinos radicados en este país, en el consulado argentino. Nueva York se esfuerza por dejar atrás el invierno y es una mañana luminosa aquí. Casi no hace frío.
Santiago Cafiero propone llevar a Cafarelli a la Argentina y condecorarlo con la orden del general San Martín. Que el matemático vaya preparando el traje: es una idea que interesa al Presidente. Cafarelli le explicó a Fernández cómo puede preverse cuándo se descongelará un glaciar, uno de los hallazgos de este investigador. Genios. Gente de gran humildad y sencillez. Ejemplos verdaderos.
Volviendo a Biden: si hay que decir la verdad, el Gobierno había dado por caído el encuentro. Había sido pautado para julio de 2022 y el norteamericano contrajo Covid. Volvió a postergarse con una fecha tentativa en la última parte del año y parecía ya no haber regreso. “No le golpeamos la puerta”, dice Fernández, pero el embajador Jorge Argüello podría desmentir esa definición. El diplomático trabajó paciente y en silencio para que esa puerta se abriera. Se le adjudica algo de mérito también a Cafiero, que empatizó con Anthony Blinken, el secretario de Estado, en el reciente encuentro de cancilleres del G20 en Nueva Delhi.
Argentina le debe ese lugar a Carlos Menem. Esto no será reconocido mientras gobierne el peronismo “progresista”, digamos, que representan Fernández y Cristina Fernández de Kirchner. Una relación sin regreso.
La reunión con Biden representa una oportunidad para la Argentina y la tragedia muda que está atravesando. Separemos la sequía más importante en más de un siglo de la persistente autodestrucción a la que se entrega este país, con su clase dirigente en la primera línea de responsabilidad. Lo dijo el Papa Francisco hace poco: “La pobreza está en un 52%, ¿qué pasó?, mala administración, malas políticas”. Que alguien tire la primera piedra.
La bendición del clima esta vez le ha dado la espalda a la Argentina y la profecía de la nación sin reservas está a nada de cumplirse. Fernández aspira a que Biden respalde las negociaciones ante el Fondo Monetario Internacional para revisar las metas del acuerdo de facilidades extendidas negociado por Martín Guzmán, hijo del stand by de Mauricio Macri.
Hay optimismo en el Presidente, que se siente cercano a Biden en materia de pensamiento y de sensibilidad. “Biden ha sido generoso con la Argentina”, recuerda Fernández. Alude a la primera revisión de la meta de reservas, anunciada semanas atrás por el Fondo. Este viernes, el board revisará el acuerdo. La aspiración del Presidente es que esta vez se flexibilicen las metas fiscales. Es -podría decirse- el principal pedido que llevará al Salón Oval. El último presidente en estar allí fue Macri, quien fue recibido por Donald Trump.
¿Qué se espera en respuesta? ”Que no se les abran las puertas a China”, dice el Presidente. Es la máxima preocupación en Washington, la preocupación permanente si se contempla el escenario catastrófico que ha abierto Putin en Europa y el mundo con la guerra en Ucrania. No abrir las puertas a China, admite Fernández, es no adoptar su tecnología 5G de conectividad móvil, no recibir inversiones, reducir la intensidad de esa relación. Es una apuesta difícil en el escenario de nueva bipolaridad a la que se dirige el planeta.
El triángulo Argentina-EEUU-China presenta nuevos desafíos en la pospandemia, como suele decir el experto Juan Gabriel Tokatlian. La política no ha discutido sobre eso en profundidad y Fernández lo sabe. “Los chinos no te piden nada. EEUU promete una inversión a tasa X. Vienen los chinos y te dicen yo te hago la obra a una tasa tres veces menor y la empezás a pagar a 5 años…”
La cuestión rusa encuentra algunos puntos de contacto entre el presidente argentino y el estadounidense. Pero hay matices. Fernández se muestra convencido de que la decisión de Vladimir Putin de invadir Ucrania ha sido un error estratégico del autócrata ruso. Pero advierte sobre la urgencia de establecer una mesa de negociaciones. “Hay que sentar a Putin con Zelenski”, dice, aunque advierte qué lejos están las cosas de eso. “Occidente quiere que Putin devuelva el Donbás. No está en condiciones de hacerlo. ¿Cómo justificaría esta guerra?”.
Fernández cuenta que habló por última vez con Putin después de la reunión del G7 en Alemania de junio pasado, a la que fue invitado en representación de la Celac. “Le expliqué los riesgos que implicaba el escenario en Ucrania. Me dijo con toda frialdad y de manera lapidaria: ‘Que manden todos las tropas que quieran. Van a morir todos en Rusia’”. Para Fernández, el escenario en Ucrania es incierto. “Un soldado occidental que muera allí desemboca en una nueva guerra mundial”.
El Presidente les recuerda a sus colaboradores lo mismo que suele señalar en público. “La Argentina en este momento ocupa un lugar importante en el mundo”. No sólo como proveedor de energía y alimentos. “(El español Pedro) Sánchez me pidió que hablara con Putin. También (el canciller alemán) Olaf Scholz. Quieren que América latina se involucre en una salida negociada”. Es Lula da Silva quien tiene un plan en esa dirección; se propone articularlo con China, donde tenía previsto viajar esta semana. El virus de la influenza se lo impidió.
El tema “mundo” llevó de regreso a Fernández a la política local. “Estamos aislados del mundo”, había dicho Macri en el spot con el que anunció su renuncia a competir por un nuevo mandato. “Es el equivalente a Menem bajándose del balotaje en 2003. Macri puede ganar las primarias, pero pierde en el balotaje. Lo mismo que Cristina”, se le escuchó decir.
El Presidente da por cierto el anuncio de su vicepresidenta de diciembre pasado de que no será candidata. Sobrevuela aún una duda: esas palabras fueron dichas tras el anuncio de su condena en la causa de la obra pública en Santa Cruz, en un momento en que estaba encendida. Un arrebato. Veremos si lo sostiene.
Un escenario de renuncias masivas ¿favorece o perjudica el proyecto de reelección del Presidente? Fernández reitera que ni él ni Cristina Kirchner están obligados a imitar a Macri, pero desliza una novedad: “Yo siempre dije que hay que construir un candidato que sea competitivo y llevarlo a una interna para hacerlo y ganar. Para eso hay que estar unidos. Yo tengo que mantener mi proyecto de reelección hasta el final por una cuestión de gobernabilidad. Pero otros cuatro años en este lugar… Es un desafío muy duro. No he reflexionado todavía sobre eso”.
¿Quién quiere ser presidente?, podría titularse esta nota.
Fernández apuesta a abrir el proceso de lo que llama “la tercera renovación del peronismo”. “Cafiero (no lo menciona a Menem), Néstor (CFK es parte de esa etapa) y ahora”.
Para el Presidente, el ciclo que se abrió en 2003 con el ascenso de Néstor Kirchner está próximo a su final. Acaso se irá con él, uno de sus fundadores. “Tuvimos la guerra con el campo. La crisis del 2009 de Lehman Brothers. Después se nos murió Néstor. A Cristina se le fugaron 30.000 millones de dólares. Nos ganó Macri. La gente asocia al kirchnerismo con todo eso. ¿Cómo podemos ofrecer futuro con propuestas ancladas en 2015?”.
Fernández defiende ante su gente su idea de una primaria abierta, con varios candidatos, competitiva. “Si Cristina tiene su candidato, que lo ponga. Yo pongo el mío. Un candidato se construye en 20 minutos. Yo en 2019 no medía en las encuestas. Aparecían Cristina, el Chivo Rossi, Taiana. Después del anuncio pasé a medir 40 puntos. Cualquier candidato del peronismo tiene asegurado un 30%. Aunque sea Drácula. Lo que lo convertirá en un candidato competitivo es que consiga estirar ese porcentaje a los 40. Ese es el objetivo”.
¿Quiere el Presidente ser reelecto? En su entorno no hay dudas de que sí.
Como ya se ha dicho en estas notas, la desaparición de los extremos que representan Macri y CFK en las dos grandes coaliciones, para Fernández favorece las posiciones de “centro” del espectro ideológico, que él mismo encarna. “La renovación del peronismo será por la vía de la moderación”, asegura. Moderación: esa palabra que subleva a su vicepresidenta y mentora.
WC
Cena con una "treintena de inversores" en el Council of Americas de Susan Segal, anfitriona eterna de todos los presidentes argentinos, no importa el signo, si son buenos o réprobos, más una recepción a científicos en el consulado argentino. El resto, en construcción, dice la fuente diplomática. Todas los viajes presidenciales a Nueva York se parecen.
Un día de distensión en Nueva York para Fernández previo a la visita a Washington. El Presidente era blanco de la artillería amiga en Buenos Aires cuando la Casa Blanca llegó para rescatarlo. Joe Biden lo espera este miércoles en el Salón Oval para una visita de trabajo largamente postergada, cuya fecha de origen era julio del 22.
Pasaron cosas. Además del Covid, la llegada de Lula a la presidencia reordenó los equilibrios en la región a los ojos de Washington. El presidente brasileño fue invitado por Biden al mes de su asunción y las razones son obvias: las dimensiones de Brasil y del propio Lula y los episodios espejo entre la invasión de Palacio Planalto, apenas asumido, y el asalto al Capitolio, el 7 de enero de 2021. (O las simetrías entre Donald Trump y Jair Bolsonaro). "No le golpeamos la puerta a Biden", dijo aquí una fuente calificada de la delegación. No dice toda la verdad, seguramente.
La Casa Blanca confirmó la invitación el sábado, cuando Fernández participaba de la Cumbre Iberoamericana en Santo Domingo con un mensaje publicado en su página web. La visita tiene un marco apropiado: el aniversario de los 200 años de las relaciones bilaterales, cuando Martín Rodríguez gobernaba Buenos Aires (Rivadavia era su ministro de Gobierno) y James Monroe presidía los EEUU.
Se habló en Buenos Aires de agenda abierta, pero Washington le puso temario: Los presidentes, dice el comunicado, "discutirán cómo los Estados Unidos y Argentina pueden seguir asociándose para abordar los desafíos globales y continuar avanzando en áreas de interés nacional mutuo, incluidos los minerales críticos, el cambio climático, el espacio y la tecnología. También discutirán la cooperación económica, así como sus valores compartidos de inclusión, democracia y protección de los derechos humanos".
Ahí hay que leer, encriptado y a los ojos de los intereses argentinos: el impacto global de la guerra en Ucrania; el rol de la Argentina como principal proveedor de litio de EEUU, insumo clave para la transición a los automóviles eléctricos; el impacto de la sequía en las cuentas fiscales de la Argentina y sus necesidades financieras, con las negociaciones con el Fondo Monetario como eje.
El rol de los Estados Unidos es clave en las decisiones del Fondo, organismo del que es principal accionista. Todo indica que la Argentina se encamina a incumplir las metas negociadas con el FMI en el acuerdo de facilidades extendidas que reemplazó el stand by de Mauricio Macri: un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario estimó que la economía perderá este año US$19.251 millones por efecto de la sequía. Ante este escenario dramático, el ministro de Economía Sergio Massa, que se sumará a la delegación, logró días atrás una flexibilización en las metas de reservas.
El Presidente hizo un pago por adelantado: en su discurso ante el plenario de la cumbre de Santo Domingo, A horas de la visita a Biden, Fernández habló de la “inexplicable invasión rusa a Ucrania que altera la economía global” y dedicó un párrafo a la creciente influencia, en sus dos caras, positiva y negativa, de China en la economía global. Nunca había sido tan enfático respecto a la situación en Ucrania en un foro internacional.
La reunión entre los presidentes será a solas y, se escuchó aquí, podría tener el formato de la que Biden mantuvo con Lula. Ese encuentro duró 90 minutos y prosiguió con una reunión de trabajo con parte de sus gabinetes. Además de Massa, acompañará al Presidente el canciller Santiago Cafiero; sus contrapartes son la secretaria del Tesoro Janet Yelen y el secretario de Estado Antony Blinken.
WC
"Tiene razón el Cuervo: nadie habla de mi reelección. Solo ellos hablan de mi reelección". A 6 mil kilómetros de Buenos Aires, a poco de aterrizar en Santo Domingo, Alberto Fernández dejó la frase que trafica, de mínima, una confesión: el presidente asume, y no parece a esta altura que ese proceso le resulte traumático, que su hipotético plan para ir en busca de un segundo mandato dejó de estar en la agenda y en la conversación, lo que es un indicio de que esa aventura se evapora de manera irremediable.
El comentario que Fernández desliza a un interlocutor en Buenos Aires puede leerse como la pseudo admisión de que la reelección se encamina a boxes y está atada a otro fenómeno que se instaló en Casa Rosada, donde se interpreta que Cristina Kirchner -a quien se descarta como candidata presidencial e, incluso, ponen en duda que acepte ir como senadora bonaerense ("¿Se va a bancar que digan que lo hace por los fueros?", se preguntan más maliciosos que curiosos)- tiene dificultades, por falta de herramientas e insumos, para articular un dispositivo electoral.
"Máximo pide que se le dé a Cristina el manejo de la estrategia electoral. Podría hacerlo ya. En 2019, ella lo dijo sin consultar a nadie. ¿Por qué no lo hace ahora? Muy fácil: porque no tiene candidato", apunta un entornista del presidente que acepta, además, que las chances electorales de Alberto son mínimas, pero que, ante la incertidumbre general, la variable de que quede como candidato del Frente de Todos no es todavía nula. En Casa Rosada aparece otro factor, luego del ruido por los off, con Sergio Massa. "A Sergio la oposición lo quieren convertir en Remes Lenicov: quieren que haga el trabajo sucio para el próximo gobierno".
Casi como si fuese una respuesta a eso, la última semana se produjeron dos movimientos que parecen destinados a aportarle a la vice eso que, para algunos, le falta: una o varias piezas para mover en el ajedrez electoral. Uno de esos procesos se produjo dentro de La Cámpora agrupación que acaba de hacer el primer cambio de conducción luego de más de una década: la designación de Lucía Cámpora en lugar de Andrés "Cuervo" Larroque (citado en la frase inicial de este texto) que migró a conducir la agrupación La Patria es el Otro que integran espacios escindidos y/o orbitales de la orga que Néstor Kirchner presentó en sociedad en 2010.
El domingo pasado, en estas páginas se dio cuenta de una intervención de Cristina Fernández de Kirchner para que la agrupación se ordene detrás del plan de reelección de Axel Kicillof en la provincia de Buenos Aires. Días después, ocurrieron varios hechos. Uno, público y relevante, fue el encuentro unionista que en Lomas de Zamora compartieron Kicillof, Máximo Kirchner, Martín Insaurralde y Eduardo "Wado" De Pedro, durante el que se produjo un episodio inusual: los elogios cruzados entre Kicillof y De Pedro, dos dirigentes que se conocen hace mucho, que se asumen muy distintos entre sí y que, además, "no tienen empatía". Seguro tenía otras tareas más importantes, pero que no esté Larroque en la foto de Lomas, fue leído hacia adentro de la orga como una señal.
Breve viaje al pasado inmediato: cuando De Pedro apareció en una foto con Jorge Rendo, el directivo de Clarín, arreció un fuego amigo que se le atribuyó a Larroque. La posterior mención que Cristina hizo durante un acto en Viedma respecto a un comentario de Wado -aquello del Código penal y el Código electoral- más que detenerse en un hallazgo discursivo sin magia, fue leído como un mensaje hacia adentro respecto a la "La Jefa respaldando a Wadito".
Insaurralde, socio territorial de Máximo -presente pero corrido de la escena central- aportó la localía para dar una señal pública de lo que parece, aquí y ahora, el plan A del camporismo validado por Cristina: De Pedro como candidato presidencial y Kicillof como postulante a reelegir en la provincia. En una línea todavía más sutil, el ministro del Interior elogió a Kicillof y, de rebote, castigó a Daniel Scioli.
"Como ciudadano, como mercedino, te quiero decir que desde la gestión de Felipe Solá no veo una gestión tan comprometida con las necesidades de la gente", dijo De Pedro y se salteó los ocho años de Scioli como gobernador para ir a vindicar a Solá, un buscapié contra Scioli a quien empieza a ver como un potencial rival en las PASO. Primer dato: luego de decir que no es posible una primaria, el camporismo empezó a asimilar la alterantiva de una interna para resolver el candidato presidencial del FDT. Lo dijo Máximo el 24-M: las diferencias se resuelven votando. En Santo Domingo, Fernández lo festejó como una victoria: "Aceptan que se vote", les dijo a los suyos.
Sobre la omisión de Wado a Scioli hay una respuesta: De Pedro armó una mesa de campaña, incorporó a consultores y a operadores, le dio centralidad a uno de los estrategas más respetados del camporismo, como parte de un plan destinado a alcanzar una meta primordial: acrecentar su nivel de conocimiento, que hoy ronda el 60%, y debería estar en al menos el 80%.
Pero hay algo extra que explica la omisión de exgobernador y actual embajador en Brasilia. Uno de los escenarios hipotéticos -aunque no el único- sobre los que opera La Cámpora, en el que no figuran como candidatos presidenciales ni Cristina ni Alberto ni Sergio Massa, es una PASO en la que se enfrenten De Pedro y Scioli. Algo así como la primaria de los muletos. En los cuarteles camporistas abrazan, ahora, un dictamen que en su momento sonó cerca de Fernández respecto a que aquel candidato que derrotase en una PASO al "postulante del gobierno", surgiría de las primarias del oficialismo empoderado y más competitivo.
El lado B de ese planteo refería a que el candidato que derrotase en unas primarias al candidato de Cristina, emergería como el futuro presidente. De ahí surgió la polémica respecto a Fernández terminando con 20 años de kirchnerismo. Ahí aparece, en paralelo, un alerta interno para el dispositivo K: ¿Puede Cristina arriesgarse a poner un candidato propio en las PASO y perder? Si ese postulante es Wado, no hay manera que la vice se desentienda de una hipotética derrota. ¿Y si recurre a otra figura?
Un consultor relata, cada tanto, que en 2010, a pocos meses de dejar la jefatura de Gabinete junto a Cristina, Alberto Fernández planteaba que quería ser candidato a presidente en el 2011 y enfrentar a la actual vice en una PASO. El argumento -según la leyenda- era que cualquiera que fuese por dentro contra Cristina absorbería los votos anti Cristina y, aun sin ganarle, podría quedarse con un pedazo de las listas. Luego falleció Néstor Kirchner y esa teoría, quizá un mero ejercicio de café, naufragó.
Pero fue eso lo que pensó Florencio Randazzo en 2017, con el asesoramiento de Fernández, por entonces su jefe de campaña, cuando apostó a ir a una primaria contra la ahora vice en la provincia de Buenos Aires. Cristina lo resolvió a su modo: le dejó el PJ a Randazzo, se fue con sus votos a Unidad Ciudadana, y el 98% de la dirigencia bonaerense, la siguió. La hipótesis de relanzar UC, tal como se contó el domingo pasado en estas páginas, tiene esa matriz: la vice no anula el recurso de cambiar de piel electoral si no la convence una PASO en el FDT.
Por ahora, sin embargo, La Cámpora fijó una hoja de ruta para consolidar a Wado como candidato a presidente -y ver si suma músculo- y alinearse detrás de Axel en la provincia. ¿Porqué no cambiar de jugadores, subir a Axel y bajar a Wado a la provincia? De Pedro, dicen, construyó una relación con los gobernadores del PJ que no tiene Kicillof. Hay, respecto a las PASO, un mandamiento que parece sólido: el candidato que Cristina bendiga gana las primarias del FDT. "Tenemos 90 días para fortalecer y 140 para consolidarlo", dice un campañista de Wado sobre la fecha de cierre de listas y la fecha de las PASO.
"No sabemos si Alberto va a ser candidato, lo que sí sabemos es que habrá un candidato del gobierno y uno de ellos. Uno del PEN y uno de CFK", detallan en el entorno del presidente. Scioli parece, en esa foto, el preferido de Fernández mientras que enfrente se recorta, como primera opción, De Pedro. El exgobernador está enfocado en ese plan: va y viene a Brasilia y recorre, cada vez que puede, las provincias. Estuvo en Córdoba y envió señales a Juan Schiaretti. Scioli, como Horacio Rodríguez Larreta, es un candidato que tiene su plan de acción fijado en el balotaje pero, como el jefe de gobierno, parece olvidarse que antes tiene que superar las primarias.
"Está más fácil que en el 2015", dijo el embajador en una nota en C5N, en otra demostración de optimismo inoxidable pero con un norte preciso: salir a juntar, después, a peronistas críticos y sobre todo, tratar de interpelar a los votantes de Javier Milei. ¿Y si CFK rehúsa esa interna y recurre a otra figura, cercana pero con más autonomía? Es una de las razones por las que Jorge "Coqui" Capitanich, gobernador del Chaco, hará la semana que viene un doble desembarco en la provincia de Buenos Aires, con su gira literaria: la presentación del libro Argentina Merece Más.
El chaqueño está convencido de que Cristina no será candidata a presidente y que necesitará una figura para poner en el menú de candidatos. Si Wado es el plan A, él puede ser el plan B pero está corrido por las fechas porque en algo más de un mes -el 1° de mayo- vence el plazo para inscribir las candidaturas a gobernador del Chaco. Si antes de esa fecha no se resolvió lo nacional, Capitanich se anotará para reelegir en la provincia donde las PASO son el 18 de junio, una semana antes del cierre de listas nacional. Si sale bien parado de esa elección, o bien hace un renunciamiento histórico para ser candidato presidencial del FDT o acepta algo de menor impacto, y que le permite seguir como candidato a gobernador, por ejemplo anotarse para una vice. "¿Qué otro gobernador puede estar en una boleta nacional?", pregunta alguien de diálogo fluido con "Coqui". En Casa Rosada ven a Capitanich movedizo y entienden que su demora en salir tuvo que ver con que imaginaba que Cristina sería candidata y llevaría de vice a Gerardo Zamora.
En tres semanas, con la elección en Río Negro y Neuquén, arrancará el calendario de elecciones en las provincias y empezará a despejarse el escenario. En ese primer turno se verá un dato determinante: cuándo vale, en las urnas, Javier Milei. El libertario tiene candidatos a gobernador en las dos provincias -ver "la cantera "castiza" de candidatos de Milei- y esas elecciones pondrán a prueba por primera vez si su voto antisistema llega a expresarse o es un grieto al viento.
Pero el mes determinante será mayo, donde se definirán procesos de los que pueden, eventualmente, salir jugadores que quieran mostrarse en la pelea nacional. El radar está puesto en San Juan donde, según los datos que manejan en Casa Rosada, la riña entre Sergio Uñac y José Luis Gioja está pareja, competencia que puede salvar al peronismo de una derrota. Uñac, al igual que Schairetti, son gobernadores que siempre están por ser candidatos. El cordobés promete que esta vez sí lo será: "Está hablando y poniendo plata: pauta en redes y en el armado", explican en el Peronismo Federal como prueba fáctica de que esta vez, sí, el lobo bajará a la pradera a tratar de cazar alguna oveja.
El plan Schiaretti es participar de una PASO contra Juan Manuel Urtubey, y atraer sectores que puedan sumar a esa aventura. El salteño generó ruido cuando se vio con Omar Perotti, el gobernador de Santa Fe, que parece ordenar su campaña en hacer schiarettismo a la santafesina: puro gesto que lo aleje del cristinismo y la Casa Rosada.
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El ministro de Economía, Sergio Massa, viajará en las próximas horas a Estados Unidos para sumarse a la comitiva presidencial comandada por Alberto Fernández que se reunirá con el mandatario de los Estados Unidos, Joe Biden, con el objetivo de explorar alternativas de financiamiento para cubrir el déficit de las cuentas públicas y mantener un diálogo con Kristalina Georgieva, titular del FMI, para analizar las metas de cumplimiento del acuerdo de Argentina con el organismo de crédito.
El Presidente procurará, a través de Biden, obtener el apoyo político que aceite los mecanismos de aprobación, mientras que Massa deberá detectar las oportunidades que pueden surgir de organismos multilaterales o privados para lograr nuevos fondos para el país.
La agenda de Massa en Washington aún no está confirmada, de allí a que se tejen una serie de versiones sobre cuál será el camino a explorar por el jefe del Palacio de Hacienda.
Argentina debe reducir su déficit fiscal al 1,9% del PBI en medio de la peor sequía de la historia que le quitará recursos por unos US$20.000.
Agotada la capacidad de pedidos a los tradicionales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Banco Mundial (BM) y el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), las opciones son cada vez más angostas.
Una de las variantes que se baraja es la de avanzar con Biden para que apruebe una flexibilización del acuerdo con el FMI.
La moción fue cobrando cuerpo en los últimos días a partir de la demora del FMI en confirmar la fecha de reunión del Directorio para aprobar la cuarta revisión y girar US$5.300 millones.
La Argentina postergó pagos que operaban la semana pasada para el próximo viernes 31 de marzo, a la espera de que se concrete el cónclave, pero aún la Casa Rosada continúa esperando la ratificación.
Esa reunión de la cúpula ya tiene definida la renegociación de la pauta de acumulación de reservas, pero las metas al primer trimestre de 2023 están en la cornisa y de allí es que se espera con atención lo que diga el Board.
De la reunión con Biden puede depender gran parte del pago del próximo viernes de unos US$ 2.700 millones al FMI.
Un guiño del presidente de los Estados Unidos a una flexibilización del convenio con el FMI puede decidir a Fernández a realizar el pago con reservas. Si no hay una señal favorable de Biden, la situación del Banco Central quedará muy comprometida.
Si bien todo se maneja con absoluto hermetismo, las distintas acciones de los actores del Gobierno permiten presuponer que este encuentro con Massa por los pasillos de la Casa Blanca y con reuniones en oficinas de Washington, serán clave para el futuro económico de la Argentina.
Con información de NA.
IG
La economía argentina puede caerse este año, con el consiguiente impacto en las aspiraciones oficialistas a mantenerse en el poder, porque una sequía agravada por la crisis climática amenaza con reducir la cosecha de maíz y soja a la mitad, acotar en un cuarto las exportaciones y empeorar la escasez de divisas. Hasta hace una semana decenas de miles de hogares del área metropolitana de Buenos Aires (AMBA) permanecían días y días sin luz ni agua porque el verano con temperaturas récord catapultó la demanda eléctrica en una ciudad donde uno de los dos distribuidores, Edesur, lleva dos décadas y media de baja inversión.
Al mismo tiempo, en las escuelas los alumnos sufrían el calor sin agua fría en aulas sin aire acondicionado ni ventilador o sin infraestructura eléctrica que los soporte. Nos podemos quejar del Gobierno, de la falta de inversiones, de la estructura productiva endeble dependiente de una cosecha, pero no nos olvidemos de apuntar también al calentamiento global y pedir soluciones a las potencias que son las responsables, pero también a las autoridades argentinas, comprometidas por escrito, al igual que los demás países de ingresos medios, a bajar las emisiones de dióxido de carbono.
Está claro que si las naciones desarrolladas y China no hacen su parte, serán inevitables las catástrofes que -en pocos años- ocurrirán por el aumento de la temperatura global. Pero, mientras tanto, ¿la Argentina puede y debe hacer algo? Sí, es uno de los 20 países con mayores emisiones de dióxido de carbono del mundo. Para dilucidar cómo reaccionar, elDiarioAR ha sondeado a tres expertos en la materia: Leandro Díaz -doctor e investigador del Conicet en el Centro de Investigación del Mar y la Atmósfera (CIMA) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA)-, el consultor Enrique Maurtua Konstantinidis y Nicole Becker, cofundadora de Jóvenes por el Clima. A continuación una síntesis de sus propuestas:
AR