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Docentes dejan sus cargos o reducen drásticamente sus horas para poder tomar otros empleos o emigrar. Solo en Exactas de la UBA renunciaron este año 135 profesores y auxiliares, el 13% del plantel docente. Autoridades advierten un “panorama desolador” para 2025.
Hasta hace algunos meses Esteban Ciarlo trabajaba 40 horas semanales en la Facultad de Agronomía como profesor adjunto de la cátedra de edafología, una disciplina que estudia los suelos en relación con el crecimiento de las plantas. Pasó de esa carga horaria a una dedicación simple de 10 horas para poder tomar otro empleo. “La verdad es que el desfinanciamiento que hay en la universidad es tremendo y todo lo que es investigación se frenó”, cuenta.
Cómo él, cada vez más profesores de universidades públicas reducen sus horas o renuncian a sus cargos por los bajos salarios y en algunas facultades las partidas ya alcanzan al 13% del plantel docente. La tendencia genera incertidumbre por la calidad educativa hacia adelante, pone en peligro la continuidad de investigaciones y plantea un “panorama desolador” a futuro, según coincidieron autoridades académicas y profesores consultados por elDiarioAR.
El aumento de las renuncias es mayor entre los docentes más jóvenes, que pueden cobrar hasta cuatro veces más en el exterior o en el sector privado. En el otro extremo de la escala, también crece la deserción entre quienes están en edad de jubilarse, una situación que vacía a las universidades del personal con más trayectoria.
“Sin ningún lugar a dudas, la preocupación más urgente con la cual vamos a iniciar el 2025 es la recomposición salarial pendiente del año 2024”, advierte Víctor Moriñigo, presidente del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) que nuclea a los rectores de todas las universidades públicas de Argentina.
El atraso salarial trae como consecuencia el incremento de renuncias docentes, “un fenómeno que se da en todo el país, pero se ve mucho más en las grandes ciudades como Buenos Aires, Córdoba, Mendoza o Santa Fe porque hay más variedad de potenciales empleadores”, precisa Moriñigo.
“Es muy penoso perder a profesores que uno los viene formando desde hace mucho tiempo y que, por cuestiones coyunturales, tengan que irse”, agrega el presidente del CIN, que también es rector de la Universidad Nacional de San Luis (UNSL).
A lo largo del 2024, en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) renunciaron en total 135 profesores y auxiliares, lo que representa el 13% del plantel docente, según datos que esa casa de estudios le brindó a elDiarioAR.
“Es un número muy grande y se nota una tremenda deserción. Dependiendo de las disciplinas, va cambiando el perfil de adonde se fueron. Algunos pasaron a la industria, otros a universidades privadas o partieron del país”, explica el decano de Exactas, Guillermo Durán. Y continúa: “Los sueldos de nuestros profesores investigadores son entre tres y cuatro veces más bajos que los sueldos que pueden llegar a ganar en países como Chile, Uruguay o Brasil. Y la calidad de nuestra gente es muy buena, entonces tienen oportunidades en todos lados”.
Las áreas más afectadas de la Facultad son las que están vinculadas con computación y química. A contramano de la deserción de sus profesores, Ciencias de Datos es la carrera con mayor cantidad de inscriptos de Exactas desde sus inicios en 2021.
“La situación es espantosa. En cuarenta años de democracia no hubo un ajuste sobre la universidad y la ciencia tan salvaje como el que hizo este Gobierno en un año”, remarca Durán. “Por el momento, estamos haciendo todo lo posible para mantener la oferta académica tal cual estaba sin tener que cerrar cursos, pero por supuesto que estas partidas en masa provocan una disminución de la calidad”.
Una de las instituciones que se vio obligada a modificar la oferta académica es la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), que cerró las inscripciones para 2025 en las carreras de Tecnicatura y Licenciatura en Informática porque no hay docentes para cubrir todos los cursos que se necesitarían si se sumarán nuevos estudiantes.
“A los docentes de esos rubros les conviene trabajar en el sector privado y la demanda de inscriptos a esas dos carreras es muy elevada, por lo que se priorizó que quienes ya están cursando puedan seguir haciéndolo”, informaron desde la UNQ a este diario.
Alejandro Díaz-Caro es docente de la Licenciatura en Informática de la UNQ y en octubre de este año emigró a Francia para investigar en lenguajes de programación para la computación cuántica en el Instituto Nacional de Investigación en Ciencias y Tecnologías Digitales (Inria, por sus siglas en francés).
“Mientras pueda voy a seguir dando clases virtuales para la UNQ porque es mi manera de ayudar a que la carrera se mantenga”, cuenta a elDiarioAR por teléfono Díaz-Caro, a unos 11.000 kilómetros de distancia. “Siempre fue difícil competir contra los salarios de la industria, pero ahora las condiciones se deterioraron tanto que nos estamos yendo todos y eso hace que la carga para los que quedan sea más grande. Es una situación bastante catastrófica”, agrega.
El investigador ya había vivido en Francia cuando hizo su doctorado y posdoctorado, pero regresó a la Argentina en 2014 gracias al programa Raíces del entonces Ministerio de Ciencia, que promovía la repatriación de científicos.
“Volví con la intención de crear un grupo de investigación y hacer ciencia en Argentina. En diez años formé un montón de estudiantes y ahora tener que bajar la persiana de repente e irme es muy feo. No es lo que hubiese querido”, afirma y explica que tomó la decisión de emigrar porque el Gobierno suspendió los financiamientos para las investigaciones.
En ese sentido, Díaz-Caro apunta que tampoco se abren llamados para pedir financiamiento al exterior, como hizo durante los últimos años para obtener fondos de la Unión Europea. “Entonces, no es una cuestión de ahorrar plata, sino que hay una intención clara del Estado de que no hagamos más ciencia”, apunta.
“Admiro muchísimo a los que decidieron quedarse y pelearla desde adentro, pero creo que eso no es gratis. Pelearla desde adentro significa dedicar gran parte de tu esfuerzo y tu tiempo a pelear para que el sistema científico no se caiga, en lugar de hacer investigación”, concluye.
Después de un año con paros docentes, tomas de facultades, clases públicas y dos marchas universitarias federales contra el ajuste que aplica el Gobierno de Javier Milei sobre la educación superior, el conflicto, lejos de solucionarse, se expande en el tiempo.
Ya en octubre la Facultad de Agronomía de la UBA había advertido sobre la renuncia de 30 profesores “altamente calificados”, que configuraban alrededor del 10% del plantel. Ahora, la problemática se profundiza porque al menos 15 docentes solicitaron la disminución de su dedicación exclusiva.
“Pidieron tener una dedicación part time y el resto del tiempo se dedican a la actividad privada, con lo cual estamos perdiendo cerebros y capacidades. Se trata de una tendencia peligrosa para sostener el rol fundamental de la universidad que es la investigación”, resalta la decana de Agronomía, Adriana Rodríguez.
Entre los docentes que redujeron este año su dedicación está Esteban Ciarlo, quien pasó de trabajar 40 horas semanales en la facultad de Agronomía a tener una dedicación simple de 10 horas para tomar otro empleo. Ciarlo, profesor adjunto de la cátedra de edafología, dice que en sus 26 años como docente nunca hizo un paro hasta este año. “No es que yo era el único que no hacía paros, no se usaba en la facultad porque es muy apolítica. Pero este año cambió”, enfatiza y remarca que nunca vio un ajuste similar.
“También nos sentimos muy discriminados por la forma en que se trataba a la comunidad universitaria y por esta idea errónea de que los docentes bajamos línea subestimando a los alumnos. Eso nos empujó a todos a movernos”, continúa Ciarlo, quien espera algún día volver a tener dedicación exclusiva porque asegura que la facultad es como su casa.
Durante el 2024 el sueldo de los docentes universitarios “perdió más del 50%”, según alertó esta semana el gremio de la Conadu Histórica, que reclama la reapertura de paritarias. Hoy un salario de cargos iniciales está “en $420.000 de bolsillo, que es lo que cobra un docente con 20 horas de trabajo y una antigüedad de 10 o 12 años”, afirmó la secretaria general de la Conadu Histórica, Francisca Staiti.
Asimismo, el salario de los docentes universitarios sufrió el mayor recorte dentro del sector público, de acuerdo a un informe elaborado por el centro de investigación Fundar con motivo del primer aniversario de la presidencia de Milei.
“Tuvimos alrededor de 30 renuncias de docentes a lo largo del año. Es un número que está por arriba de la media de los años previos y ha aumentado significativamente en los docentes más jóvenes, de hasta 35 años”, detalla a elDiarioAR el decano de la Facultad de Farmacia y Bioquímica (FFyB) de la UBA, Pablo Evelson.
También advierte sobre otro fenómeno: “Los docentes se empezaron a jubilar apenas pueden. Tenemos un aumento en las jubilaciones de las mujeres a partir de los 60 años, o sea que hay deserción en los niveles más bajos y en los más altos de la escala”.
La partida de los docentes más jóvenes se profundiza por la suspensión del ingreso a la carrera de investigador del Conicet y por la interrupción del pago de subsidios a los laboratorios de las facultades. En la FFyB, el ajuste afecta investigaciones que buscan dar respuesta a problemas de salud de la población, como el desarrollo de vacunas, kits diagnósticos o medicamentos para enfermedades desatendidas.
“El panorama es bastante desolador porque además no hay ningún indicio de que las autoridades nacionales tomen seriamente la caída del salario”, agrega el decano. Y advierte: “Si la situación permanece, prevemos una disminución muy grande en los distintos estamentos de recursos humanos de la universidad”.
Si bien las autoridades académicas consultadas concuerdan en que los salarios docentes son el tema más grave de cara al próximo ciclo lectivo, advierten que la cuestión de los gastos de funcionamiento tampoco está resuelta porque el Congreso no aprobó un nuevo presupuesto para 2025.
Para encontrar una alternativa, el Consejo Superior de la UBA firmó la semana pasada una resolución donde solicita a la Cámara de Diputados convocar a una consulta popular vinculante para aprobar la Ley de Financiamiento Universitario que Milei vetó en octubre.
El lunes pasado el Ministerio de Capital Humano anunció que “la inversión universitaria para 2025 es la tercera más alta del presupuesto nacional”. Sin embargo, los 4 billones de pesos previstos están apenas por encima de la mitad de los 7,2 billones reclamados por el Consejo Interuniversitario Nacional para cubrir las necesidades del sistema.
“Esperamos que el Gobierno haga el esfuerzo y genere todas las condiciones políticas para que durante enero y febrero pueda trabajarse en una oferta que empiece a recuperar salarios respecto a la inflación porque de eso depende cómo arrancará el año”, concluye Moriñigo.
DTC
Sarlo tenía una curiosidad que no era solamente letrada, sino que también era territorial: en realidad, su mirada vinculaba inexorablemente la intelectualidad con el territorio, en sus dimensiones simbólicas y materiales.
Por estos días circula uno de los últimos hits que le dio Sarlo a la cultura popular: “La mayor parte de la gente cree que soy una vieja pedante. Eso no me afecta”. No es el único: hay una historia de sus reacciones picantes en medios masivos ante críticas variopintas –el debate televisivo con Viñas, el inmortal “conmigo no, Barone”–, expuestos desde adentro de una arena masiva que ella también analizó desde afuera. Esa es una versión más que puso en escena a lo largo de su vida.
En la primera década del siglo XX, no tanto tiempo después de haber publicado sus Escenas de la vida posmoderna, en la que contraponía el desarme del aparato estatal con la estética y la ética del consumo en shoppings y en la televisión, Sarlo tuvo una columna semanal en la revista Viva, de Clarín. A veces decía cosas interesantes, a veces no. Ella misma pensaba que había una actitud de cierta humildad y una performance en la obligación de decir algo todas las semanas. Muchos de los que sentían encono hacia la Sarlo profesora porque los había dejado afuera del canon que tallaba en su programa de literatura argentina del siglo XX también menospreciaban por vulgar el hecho de que la Sarlo periodista escribiera semanalmente en una revista masiva.
Probablemente les costara entender que ella, que representaba a la intelectual argentina, que hablaba de sí misma en esos términos, tenía una curiosidad que no era solamente letrada, sino que también era territorial: en realidad, su mirada vinculaba inexorablemente la intelectualidad con el territorio, en sus dimensiones simbólicas y materiales. Ver la ciudad le producía pensamiento. Por eso, alguno de sus libros más célebres mencionan una condición geográfica en su propio título: por caso, Borges, un escritor en las orillas y Una modernidad periférica: Buenos Aires 1920 y 1930. Para Sarlo, “las orillas” de Borges “son un espacio imaginario que se contrapone como espejo infiel a la ciudad moderna despojada de cualidades estéticas y metafísicas”, pero también y justamente las orillas eran barrios pobres, “limítrofes con la llanura que rodeaba a la ciudad”. El borde es una idea y un paisaje, como en El Sur, de Borges, en donde Dahlman se bate a duelo con su destino sudamericano en el descampado. La modernidad periférica es una obra maestra de la mirada. Y una clave para entender por qué Sarlo decía que ella leía todo –desde una feria en Mataderos hasta la interna peronista– como si fuera literatura. En su análisis de las vanguardias de principios de siglo XX, Sarlo leía a una ciudad en transformación, y el puro presente de la escena urbana que aparece en los versos de un “poeta-ojo”, como ella define a Oliverio Girondo. En sus poemas, dice Sarlo, se conjuga el verbo “no saber” –¡justo! tan parecido al nombre que le puso al libro de memorias póstumo, No entender, que saldrá en 2025–: “En vez de saber, se palpa, se oye, se huele, se percibe”. Girondo se quiere separar de los poetas que “sienten”, “expresan”, “imaginan”. También Sarlo: si Girondo era un “poeta-ojo”, ella era una “crítica-ojo”.
Su libro La ciudad vista se publicó en 2009. En sus páginas, la crítica-ojo pasa por Liniers, el Barrio Charrúa, Puerto Madero, registrando la transformación de esa ciudad y esos márgenes que vuelven a ser una construcción literaria y una realidad generalmente precaria, frágil y a la vez estructural. Releerlo hoy, después de una pandemia que agudizó y legitimó el trabajo intelectual y periodístico como uno cada vez más de escritorio, realizado adentro de cuatro paredes, suena mucho más contracorriente que en el momento de su lanzamiento.
Por estos días, muchos leyeron sus mails con una sonrisa –algunos los compartieron en redes sociales–. Tenían gracia, filo y una amabilidad a veces inesperada. Beatriz Sarlo indagó en determinadas novedades que trajo internet alrededor de sus temas de interés. Por ejemplo, el libro La audacia y el cálculo, dedicado al kirchnerismo cultural, es también un fresco de la discusión y militancia online circa 2010. Pero nunca aceptó que el desplazamiento virtual suplantara el desplazamiento urbano, que informaba sus libros más conceptuales.
Su oficina quedaba en Microcentro, su casa en Caballito, y era común cruzarse a Beatriz Sarlo en el subte A yendo de su cama a su living. Pero tampoco sorprendía encontrarla en la boletería de salas teatrales de todos los tamaños y ubicaciones: en La Boca, Almagro, Boedo, en Chacagiales. Antes de la ubicuidad de la internet móvil, era capaz de ir a escribir a cibers si tenía alguna circunstancia le imposibilitaba asistir a su computadora.
Como los vanguardistas del 20, como el Borges orillero, Beatriz Sarlo supo construir en su obra y en sus intervenciones, de pique corto y largo, de “alta” y “baja” cultura, de mirada, caminata y pensamiento, un espacio urbano simbólico y concreto.
Ese es, también, su legado.
La ministra celebró este viernes la supuesta apertura del penal de Coronda, que no cuenta con servicios básicos para su funcionamiento. El intendente local aseguró que se trató de un show. Faltazo del gobernador Pullaro.
Ataviada con una gorra del Servicio Penitenciario Federal, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, apareció este viernes por la mañana en el acto de inauguración de la Unidad 36 de Coronda, “Dr. Eusebio Gómez”, en la provincia de Santa Fe. Montada sobre un atril pronunció un duro discurso “contra las mafias”, agitó al aire su dedo índice y afirmó que con la construcción del nuevo penal avanzaba “en una estrategia clara y contundente para combatir el narcotráfico y a las organizaciones criminales”. Horas más tarde el relato oficial se desarmó rápidamente.
El intendente de Coronda, Ricardo Ramírez, que participó del acto, dijo a elDiarioAR que todo fue una puesta en escena y que la unidad todavía no está en condiciones de ser utilizada. Al edificio le falta la conexión de agua y las celdas aún no están en condiciones para alojar presos, pudo confirmar este medio de otra importante fuente oficial.
La puesta en escena tuvo ribetes de espectáculo. Detrás de Bullrich se mostraron efectivos con pasamontañas, anteojos negros, fusiles y revólveres. En una celda de pocos metros cuadrados, con paredes de ladrillos grandes y blancos, se vio la mano dura libertaria: cinco penitenciarios con casco y escudo redujeron a tres hombres, presumiblemente presos. La foto del “método Bukele”, por el estilo que impregnó el presidente de El Salvador, sólo muestra la cara de dos: tienen la frente contra el muro, el pelo rapado y uno de ellos –el que se ubica en primer plano– lleva ropa oscura. “No sabemos si son presos o actores. Después del acto se los llevaron”, comentó una de las fuentes.
En Seguridad no respondieron a la consulta periodística. Sí extraoficinalmente la versión bullrichista apunta a que los presos fueron llevados “desde Marcos Paz”, pero que son personas de origen santafesino. “No son presos de alto riesgo”, recogió elDiarioAR.
El montaje tuvo clima épico e histórico. “Esta cárcel es un símbolo de nuestra estrategia integral de seguridad”, sentenció Bullrich. “Nuestro objetivo es transformar el Servicio Penitenciario Federal en una institución moderna, eficiente y orientada a la rehabilitación de quienes cumplen condenas largas. Al mismo tiempo, buscamos aliviar la presión sobre las cárceles provinciales, permitiéndoles enfocarse en la reinserción social de internos con penas menores. Esto es parte de un cambio estratégico que ya estamos implementando en todo el país”, prometió.
El intendente “Bachi” Ramírez confirmó el montaje con sus propias palabras: “A los presos los llevaron para la foto”, afirmó, y criticó que no están dadas las medidas de seguridad externas para que la población corondina pueda convivir con ese penal ahora. “Yo no voy a definir si la cárcel está o no en condiciones, pero no están dadas para la ciudad”, dijo el jefe comunal.
Consultado sobre si el penal está preparado para ser habitado ahora, esquivó la respuesta: “Habría que preguntarle a la jefe del Servicio Penitenciario. Yo no tengo esa información”, expresó. Recién en marzo podría comenzar a funcionar efectivamente la cárcel, alojando a los primeros presos.
“Me sorprendió, porque en reuniones con autoridades penitenciarias nos habían dicho que los internos iban a llegar en 45, 60 días, que hoy se iba a hacer una inauguración. Cuando la ministra Bullrich dijo que ya había internos...lo que hubo fue un operativo”, había dicho más temprano este viernes el intendente Ramírez en un móvil con el medio santafesino Aire.
Sugestivamente, el gobernador de la provincia, el radical Maximiliano Pullaro, no asistió al acto. La comunicación oficial en la previa desde Seguridad de la Nación avisaba que el mandatario iba a participar.
La cárcel de Coronda está ubicada a la vera de la ruta provincial N°64, entre las localidades de Coronda y Larrechea, lo que para el Ministerio de Seguridad configura un punto estratégico. Según información oficial, tiene capacidad inicial para alojar a 464 internos y cuenta con “instalaciones modernas que incluyen cuatro pabellones, dos con celdas colectivas y dos con celdas individuales; patios internos, diseñados para actividades recreativas y de integración; y un área educativa, equipada con seis aulas para la formación de los internos”. Su apertura viene demorada desde los tiempos del Frente de Todos; la construcción no la comenzaron desde cero Bullrich y Javier Milei.
De hecho, según el medio local El Litoral, su desarrollo comenzó en 2016, durante la gestión de Mauricio Macri, con Bullrich también como ministra. En el último año, ante la necesidad de descomprimir las cárceles provinciales, Pullaro había pedido a la Nación la cesión temporal de la obra para terminarla lo antes posible, pero el pedido fue rechazado.
Según el informe anual de la Procuración Penitenciaria de la Nación correspondiente al 2023, en diciembre de ese año el Servicio Penitenciario Federal tenía alojados 11.247 internos mientras que la capacidad declarada es de 10.932. Del total, 10.424 corresponden a hombres (93%), 795 a mujeres (7%) y 28 a población trans (menos del 1%). Las estadísiticas también indican que 9.372 son argentinos (83%), mientras que 1875, extranjeros (17%).
Aunque la mayoría de las personas encarceladas en el SPF están condenadas, el 44% (4.937) vive en prisión sin condena firme. Además, los delitos relacionados con la Ley de Estupefacientes (27.373) son desde 2017 los más frecuentes en la jurisdicción federal. La intención política de Bullrich y Milei de “inaugurar” una cárcel justamente en Santa Fe es dar una señal de mano dura en el combate del flagelo del narcotráfico en Rosario.
El papelón de Bullrich con la no-inauguración de la cárcel de Coronda se suma a una seguidillas de otros anuncios que quedaron en la espectacularidad. En noviembre elDiarioAR publicó la historia de un hombre de 42 años, con tres hijos y que vive en Mar del Plata, que viajó a Mendoza por un tratamiento contra el alcoholismo, pero terminó preso por un error. La Gendarmería confundió en su equipaje talco con cocaína y lo detuvo 21 días. La ministra celebró la detención como si hubiera sido un importante narcotraficante: “Mucho talco, poco Eficient-e”. Luego de liberarlo, ni Bullrich ni funcionarios de Seguridad se disculparon.
MM/MC
Con dos decretos, el Poder Ejecutivo decidió permitir la intervención de las Fuerzas Armadas en problemas de seguridad interior, sin habilitar los mecanismos de consenso previstos en la ley. Las FFAA podrían destinarse a tareas que no tienen que ver con su misión y para las que no están formadas. En los países en los que se involucraron en asuntos de seguridad, creció su peso político y su capacidad para condicionar gobiernos.
Un sector del gobierno tiene el objetivo de que las Fuerzas Armadas realicen tareas de seguridad que son propias de las policías y fuerzas de seguridad. Pero esto va en contra de lo que dicen las leyes de Defensa Nacional y Seguridad Interior. Durante este año promovieron una reforma en el Congreso, un proyecto sin pies ni cabeza que mandaba a los militares a realizar tareas de patrullaje en caso de “ataques terroristas”. Esa iniciativa no prosperó. Ahora vuelven a la carga, pero evitando el debate parlamentario.
En estos días se conocieron dos decretos (1107 y 1112/ 2024) que rascan en las zonas más grises del marco normativo argentino para encontrar resquicios que permitan meter por la ventana a los militares en temas de seguridad. Lo hacen a través de la redefinición de las ideas de “amenaza externa” y de “objetivos de valor estratégico”. En el primer caso, es un camino que ya se intentó durante el gobierno de Mauricio Macri, y que va en contra del espíritu planteado en la ley de Defensa Nacional. En el segundo caso, transgrede lo dispuesto en la ley de Seguridad Interior. Al mismo tiempo, este corrimiento habilitaría a la inteligencia militar a meterse en asuntos hasta ahora vedados.
El decreto 1107/2024 establece un nuevo supuesto de intervención de las FFAA que no está incluido en la ley de Seguridad Interior, es decir, la reforma de hecho sin pasar por el Congreso. Según este decreto, el Ministerio de Seguridad de la Nación, que tiene la misión de proteger los objetivos de valor estratégico, podría solicitar la intervención de las FFAA para esa tarea sin pasar por los mecanismos previstos en la ley (convocatoria de un comité de crisis, o declaración del estado de sitio). Estos mecanismos fueron pensados para situaciones graves y extremas en las que la decisión de involucrar a las FFAA en un asunto interno es el resultado de un consenso entre distintos funcionarios con responsabilidad de gobierno (presidente, ministros, gobernadores). Con este decreto, el presidente habilita al Ministerio de Seguridad a concentrar ese poder de decisión y a evitar el mecanismo legal de resguardo y control.
La norma tiene otros problemas graves, como la total discrecionalidad que pasa a tener el Poder Ejecutivo para definir qué es un “objetivo de valor estratégico” potencialmente sujeto a ser militarizado, y cuáles son las posibles amenazas (menciona por ejemplo a “organismos y organizaciones”). También debilita el control civil sobre las FFAA en situaciones de conmoción interior o estado de sitio al delegar la conducción en el Estado Mayor Conjunto.
El otro decreto (1112/2024) modifica aspectos de la reglamentación de la Ley de Defensa, y va en contra del espíritu de esta norma al establecer que la misión principal de las FFAA es intervenir ante ataques o agresiones de origen externo, no importa cuál sea su naturaleza. Así, se podría considerar una “agresión externa” la actividad de un grupo dedicado al contrabando. El criterio para que intervengan las FFAA ya no sería las características de la amenaza (es decir, si el instrumento militar es el más idóneo y eficaz para contrarrestarla), sino su mero carácter externo o transnacional. En principio el trasfondo de esta medida consiste en ampliar la injerencia de las FFAA en temas como terrorismo y habilitar su intervención en problemáticas como la criminalidad organizada. Pero la falta de parámetros sobre lo que constituye una “agresión externa” estira hasta límites desconocidos las posibilidades de involucrar a las FFAA en tareas que no tienen que ver con su misión y para las que no están formadas.
Como ya dijimos en su momento, arrastrar a las Fuerzas Armadas a tareas de seguridad es un objetivo puramente político declamado por este gobierno y con riesgos institucionales evidentes. La agitación de indefinidas “amenazas terroristas” es funcional al desborde de las FFAA hacia el ámbito de la seguridad interior y debe advertir sobre los problemas de un avance del militarismo sin debate político ni control institucional.
En todos los países en los que las FFAA fueron ampliando sus facultades de intervención hacia asuntos de seguridad, lo que siguió fue un crecimiento de su peso político y de su capacidad para condicionar gobiernos y otras estructuras del Estado. La clara distinción entre seguridad y defensa que la Argentina construyó en los últimos años no sólo terminó con las doctrinas de seguridad de las dictaduras militares, sino que fue una de las condiciones para terminar con medio siglo de poder político militar. Hoy esos avances están en riesgo.
El autor es director de Justicia y Seguridad del CELS
Estuvo en el principio de todo. Organizó la jornada épica donde los hippies se visibilizaron en 1967. Escribió canciones con Moris, Miguel Abuelo y Tanguito, entre otros. Le debemos la existencia de tres revistas puntales del rock argentino. Es una de las voces privilegiadas de la memoria de una cultura vigente. Ecoactivista. ¿Cuándo lo nombrarán Personalidad Destacada de la Cultura Porteña?
¿Levante la mano quiénes el día de su boda contaron con Charly García brindando por la pareja, el saludo con copa de champagne en alto de Luis Alberto Spinetta y las palabras como maestro de ceremonias de Miguel Abuelo? Tal vez la única persona a la redonda que pueda jactarse de esto es Pipo Lernoud (Buenos Aires, 1946), quien una jornada de noviembre de 1984 festejó en el legendario Stud Free Pub su matrimonio con María Calzada (Qepd, ella falleció en septiembre de 2023).
Pipo es uno de los que escribió las bases del rock argentino. Uno de los que se subió a la balsa y naufragó. Pero fue una deriva rica en aventuras y fundaciones. Poeta y letrista de fuste (junto con Abuelo, Moris y Tanguito, entre otros). Ecoactivista, fue vicepresidente de IFOAM (Federación Internacional de Movimientos de Agricultura Orgánica) durante diez años. Mentor de varias revistas puntales en la historia del periodismo de rock vernáculo (Expreso Imaginario, Canta Rock y La Mano), todas surgidas en momentos calientes de nuestra historia reciente, en ese preciso instante.
Pandemia de por medio, Lernoud y su mujer terminaron viviendo en medio de la naturaleza, a unos treinta y algo de kilómetros del centro de Buenos Aires. Entre carpinchos y humedales, entre los pajaritos y la soledad, conversamos con Pipo vía Zoom. Su vozarrón sigue indeleble. Y su risa estentórea aún rebota en la memoria de este humilde servidor cuando él recuerde cierta tarde a mediados de los años 80 en la que el periodista y músico David Wroclavsky (Suplemento Sí! de Clarín) decretó el fin de la hegemonía hippie: “La generación de ustedes terminó”. Claramente, el joven Wroclavsky no contaba con la astucia y las mañas de Pipo.
- Estuviste al frente de tres revistas que aparecieron en momentos relevantes para la historia argentina. Expreso Imaginario, con el inicio de la sangrienta dictadura cívico-militar. Canta Rock, en los albores del regreso democrático. Y La Mano, con el primer año de Néstor Kirchner en el gobierno.
- Nunca había relacionado esto. Es loco porque en los tres casos siempre veníamos laburando de antes. Por ejemplo, (Jorge) Pistochi me trajo la idea de la Expreso en 1974 y empezamos a armarla en el 75. Pero estábamos laburando en un país en el que nunca se sabe lo que puede pasar. Nos preguntábamos: “¿Qué va a pasar con Isabelita ahora que murió Perón? Bueno, le damos para adelante y después vemos”. Íbamos a salir en diciembre de 1975, pero nos pareció que era mejor hacerlo después del verano. Dijimos: “Saquémosla en marzo”. Pero en marzo vino el golpe. Dijimos: “A la mierda”. Así que la Expreso finalmente apareció en agosto del 76, sabiendo que no teníamos que poner nada que pudiese ser un quilombo. No podíamos hablar de política ni de religión ni de drogas.
- Tu Facebook es como un diario a cielo abierto. Entre recuerdos y necrológicas, entre observaciones musicales y posteos de carácter ecologista. El otro día posteaste: “Una playa en los 70. No hay sobrepeso. ¡Cómo nos destruyó la industria alimentaria!”.
- Yo lo tomo como una especie de revista. Como no tengo la paciencia para escribir en ningún lado, hago esta cosa de ping pong que me encanta. Veo una nota interesante o que me parece horrible y la comparto, sin opinión, y veo cómo reacciona todo el mundo. Me encanta la reacción de la gente, se genera algo ahí. Esto viene de la Expreso, cuando con mi pareja de ese momento hicimos el Correo de Lectores, donde muchas veces inventamos cartas para incentivar el debate.
- ¿Qué revista idearías para estos tiempos aciagos?
- La Cueva y la Expreso fueron –como decía un amigo nuestro– un oasis en medio del desierto. La unión de gente muy variada, cuanto más distinta mejor: un Tanguito, que era un tipo que no te agarraba un libro ni loco, por un lado, e intelectuales por el otro. Una sopa muy particular. Esto generaba un oasis en medio de la chatura general. Una revista actual tendría que ser una web con una lista de puntas que linkea a mundos y soluciones posibles. Nada de un universo cerrado. ¿Cómo hacemos para sobrevivir en este mundo cada vez más hostil? ¿Cómo interactuar y convencer que así como estamos, al mundo le quedan veinte años de vida?
Es fundamental que más que una revista, sea una plataforma transformadora. Cada noticia tendrá el respaldo de un archivo digital con la información científica chequeada y trabajada inteligentemente. Tiene que ser como la Expreso, muy participativa: mucha gente haciéndola, los lectores participando y libertad total para escribir. La revista tiene que pensarse a sí misma como un medio de comunicación para todos las personas de habla hispana que estén buscando algo diferente, de todas las edades, clases sociales e ideologías. Por otro lado, debe estar en contacto activo con los jóvenes y con la gente que traen nuevas formas de cultura y de comunicación.
- Veo que te entusiasma la idea.
- Lo que hizo al rock transformador es mostrar otros estados de la mente y otros estilos de vida. Eso tiene que replantarse hoy en día con los problemas a los que nos enfrentamos: el cambio climático, la reducción de la biodiversidad, las corporaciones, la inteligencia artificial, etc. Creo que hay que salir paralelamente en papel y en internet o los medios nuevos que se inventen. ¿Por qué en papel? Porque da mucha seguridad y además muchas veces lo virtual se diluye o se pierde en el mar de la web.
Yo estoy dispuesto a ser el asesor de un proyecto así, aunque debería estar hecho por jóvenes y si es posible de varios lugares del mundo. Tiene que ser popular, escrita en un idioma normal y con una salvedad: que quienes la hacen no quieran lucirse como escritores ni como sabelotodos, sino que estén apasionados por comunicar sus hallazgos. Hay que evitar a toda costa el aislamiento de la vanguardia y la élite cultural. Debemos sacar a la gente del pequeño mundo en el que la han metido la familia, la educación y la clase social.
- Viene la pregunta remanida. ¿Cómo es que estuviste en el lugar indicado en el momento indicado?
- En mi vida, tuve más suerte que talento al juntarme con cierta gente: todo lo que hice y que es mencionable se debe a que es siempre en grupo. Una canción como “Ayer nomás” pertenece a La Cueva. “La princesa dorada” con Tanguito pertenece al grupo de náufragos. La revista Expreso Imaginario es un grupo de acá a la China. La revista Canta Rock es un grupo de cuatro personas que pusimos cien dólares cada uno y yo terminé comprando una casa.
- Una revista como Canta Rock fue un fenómeno editorial.
- Llegamos a vender ciento veinte mil ejemplares. Una locura. Uno de mis socios era Leonardo Sacco, que era profesor de filosofía y trabajaba en la cátedra de Tomás Abraham. Era un tipo muy sencillo, después dirigió la revista El Musiquero. Él venía cagándose de risa y decía: “Qué barato que está todo”, porque era la primera vez en su vida que ganaba guita. Es que iba con la mujer al shopping, cosa que nunca había hecho, y de pronto tenía guita para comprarle regalos. Después de años de naufragar sin un mango, los rockeros en algún momento casi todos tenemos nuestra venganza. (Risas) Esa fue la única vez que gané guita de verdad. Pero por lo menos una vez en mi vida lo hice.
- “Por lo menos una vez en mi vida lo hice”, es genial. Pero volvamos a la cuestión colectiva, a que detrás de tus logros hay un grupo de personas.
- Para mí lo colectivo es muy importante. Siempre fui el armador. Sería como una especie de (Ricardo) Bochini del rock argentino. (Risas) Es decir, estuve en La Cueva, pero los principales tipos eran otros que podemos mencionar; estuve en la Expreso, pero el verdadero inspirador de la revista fue Jorge Pistochi; si lo dejabas solo, no hacía nada; pero al contar conmigo, yo podía canalizar y armar todas esas grandes ideas que él tenía. Así me ha pasado a lo largo de la vida, con lo orgánico también. Yo me dediqué muchos años a la producción orgánica. Fui vicepresidente una década de la IFOAM, la Federación Internacional de Movimientos de Agricultura Orgánica. Viajé por todo el mundo, siempre como vicepresidente, apoyando. Debo ser el único vicepresidente que nunca traicionó al presidente. (Risas)
- Habrás vivido miles de anécdotas para contar en el universo orgánico.
- Esa organización posee productores de todo el mundo y a mí me votaron dos millones de tipos, con representantes de los movimientos de Polinesia, de Tailandia, de África, de donde sea; y además viajé por todos esos lugares. Una de las cosas más maravillosas que recuerdo es el día en que leí en el Festival de la Biodiversidad. Había representantes de protección de la fauna, había indígenas de todas partes del mundo. En una sala para seiscientas personas de todo el planeta leí un poema que me pidieron para cerrar el evento, con traducción a seis idiomas. Fue muy fuerte.
- Esto es un ejemplo de todas las capas que conviven en tu persona. Está el poeta, está el editor. Está el activista orgánico, está el visionario. ¿Estaríamos acá si no hubieses juntado a los hippies en Plaza San Martín el 21 de septiembre de 1967?
- A mí me gusta la idea de que le aporté al rock un poco de pensamiento global, le hice salir del pequeño mundo al músico que ve todo en el plano de: “Esto lo tocás en Fa; esto en Si bemol”. Los músicos están muy concentrados en algo muy específico y es difícil volar. Entonces, lo mío fue abrir la cabeza de todos. Porque intenté ser músico, pero no pude. Javier Martínez me enseñó a tocar la batería. Moris a tocar la guitarra. Sin embargo, no prosperé.
- No tenías profesores, ¡eh! (Risas)
- Yo tenía el deber de traer toda esa visión cósmica, era el que leía cosas más raras, de afuera: a los surrealistas, a Rimbaud, a los filósofos místicos. Al principio teníamos mucho de taoístas: Javier (Martínez) escribió “Porque hoy nací”; Moris leía a Krishnamurti. Estábamos en un diálogo bastante volado. Además, estábamos solo como perros, metidos en la Perla; afuera nos metían en cana, así que lo único que nos quedaba era imaginar, viajar…
- ¿Qué te parece rockero hoy en día?
- Es que ser rockero no me parece una cosa interesante. ¿Qué es ser rockero? ¿El tipo con la campera de cuero y las botas? (Diego) Capusotto hizo mucho bien porque etiquetó personajes. Un gran trabajo. A mí me parece que el rock nos abrió la puerta, como en otro momento lo fue el existencialismo. De golpe cambió la continuidad histórica. El rock fue un cachetazo mundial. Argentina era un país muy careta, no era joda: gomina, pantalón planchado, zapatos lustrados. Si te salías de eso, estaba todo mal.
- Imagino que habrás escuchado el tema “Viejo rocker” de la Fernández Fierro.
- Sí, pero no me termina de gustar. ¿Te acordás de la palabra “maquieta” que viene del italiano “macchietta”, una especie de pintura exagerada con golpes bajos? A ellos los amo, pero no me gusta ningún tema que hable de los tangueros o de los rockeros. Porque siempre terminan siendo medio caricaturas. Es decir, me gustó la canción pero no me pareció algo ejemplar. En este tipo de cosas me gusta más Alejandro Del Prado y su “Tanguito de Almendra”. Él es un auténtico rockero, o sea, es un manalero de la primera hora, un tipo muy conflictuado. Del Prado musicalizó un poema de (Raúl) González Tuñón “Saludo a la cofradía”, que también hacía Miguel Abuelo.
- Qué buena memoria.
- Mi hija me dice: “Sos un hijo de puta, te acordás solo de lo que lo que te gusta, pero nunca te acordás de que quedaste conmigo y que íbamos a ir a hacer tal cosa”. (Risas)
- Ya que entramos en terrenos filiales, el papel de tu madre en tu vida fue muy importante. Ella fue un personaje fundamental en esos primeros años del rock argentino.
- Mandioca se llamaba La Madre de los Chicos por la madre del Colorado Mario Rabey, que después fue rector de la Universidad de Jujuy, y la mía. Junto con él imaginamos el 21 de septiembre en Plaza San Martín. El Colorado era una especie de asesor de Mandioca y su madre, Dorita Loyber, tenía un departamento en Callao y Corrientes. Ella nos dejaba quedarnos en la casa. Nos daba de comer. Solíamos subir ocho de nosotros, con Tanguito incluido. Imaginate alguien como Tanguito subiendo en el ascensor junto con los vecinos del edificio: todo el mundo lo miraba. Bueno, los demás tampoco estábamos muy presentables. (Risas) En cuanto a mi vieja (Mabel Campi Lernoud), ella era ama de casa. Una mujer muy piola, muy inteligente, hábil con los números. Mis tíos eran todos profesionales y ella tenía mentalidad de abogado. Nos decía: “Muy lindo que compongan las canciones, pero regístrenlas”. A Moris lo llevó de una oreja a Sadaic para que registre sus canciones y se hiciese socio. Lo mismo hizo con Tanguito. Pensar que mi vieja fue la que nos rompió las pelotas para que demos el examen…
- Tu madre fue mánager tuya y de los Abuelos de la Nada.
- En esa época, hasta los veintiún años eras menor; es decir, no podías firmar un contrato, tenía que hacerlo un apoderado. Miguel (Abuelo) y yo tendríamos diecinueve o veinte años. Por eso ella fue nuestra apoderada: “Por la presente, yo Miguel Ángel Peralta le doy el poder a Mabel Campi Lernoud ta ta ta”... Pensar que por “Ayer nomás” cobré lo que hoy serían 50 mil dólares. Por suerte inmediatamente me los gasté en instrumentos, no como hizo Tanguito que se compró discos y después los dejó arriba de un taxi. Le conseguí una guitarra a Miguel (Abuelo), otra a Pappo, otra a (Claudio) Gabis. La batería a Pomo. Con eso armamos Los Abuelos de la Nada. Si yo no hubiera tenido a mi vieja, cuidando los números y sabiendo en cómo ir a un banco, no estaríamos acá. Por eso está muy bien que Mandioca se llame la Madre de los Chicos porque es un reconocimiento a mi vieja y a la del Colorado Rabey. Como dice Pedro Pujó, ellas fueron las que nos estructuraron porque si no esto hubiera sido una masacre.
- ¿Sentís que viviste muchas vidas?
- A veces pienso que podría haberme quedado en compositor, seguir trabajando con Moris. O podría haber seguido siendo periodista. Pero siempre estuve cambiando. Salí de la Expreso y me metí en lo orgánico. A veces pienso que exageré porque cuando me metí en lo orgánico, me olvidé del rock y del periodismo. De alguna manera me recuperó Alfredo Rosso que me invitó a hacer un programa en Radioactiva a mediados de los años 90.
- ¿No nos volvimos medio dinosaurios en estos tiempos que corren de música urbana y fake news, como un registro de otra época?
- Nuestra lucha fue al pedo. A veces pienso eso. Sin embargo, creo que realicé un aporte importante por las coas que hice. Siento que fui muy más o menos útil. Es fuerte lo que está pasando, por ejemplo, musicalmente. El otro día subí a mi Facebook lo que hicieron Paco Amoroso y Ca7riel (en el Tiny Desk Concert), y se armó lío. Hay muchos de nosotros que no entendemos un carajo. Para mí está muy bien hecho, pero no deja de ser raro. Hay todo un debate ahí: la mayoría de mi gente no lo entiende. (Claudio) Kleiman dice directamente: “No me gusta”. Es un salto fuerte el que se produjo con estos chicos.
- Uy, daba por hecho que todo el mundo había celebrado esa aparición de Paco Amoroso y Ca7riel. Hasta pensaba en la intervención política que hicieron.
- Pasa que en tu círculo son todos muy modernos, muy abiertos.
- Puede ser, puede ser… (Risas)
- En serio te lo digo. Está muy bueno lo que hicieron estos pibes. Es un escándalo cómo suenan. Pero muchos de nosotros no entendemos un carajo.
- Borges decía que la vida de una persona se resume por dos o tres hechos. ¿Cuáles son los tuyos?
- Hoy millones de campesinos en el mundo certifican muy barato su producto gracias al sistema que inventamos con dos flacos, uno brasilero y otro sueco. Se llama Sistema Participativo de Garantía (SPG); en inglés es Participatory Guarantee System. Creo que estoy más orgulloso de esto que de haber estado en La Cueva. Hay países enteros que se organizan con este sistema. Para mí esto es el tope máximo de mi vida. Y además debo agregar la cumbia peruana que hicimos con Ariel Minimal para la película Planta madre, de Gianfranco Quattrini, que cuenta la historia de una banda pionera del rock argentino a fines de los 60. La canción se llama “Bajo el sol” y la grabó una banda muy importante de cumbia amazónica peruana. A mí me contrataron para verificar que los años 60 estuviesen bien representados y ayudé un poquito en el guión. Mi hija dice que es el momento tope de mi carrera autoral. (Risas)
GAN