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Diana Mondino bajo presión: reajustes y tensiones en una Cancillería marcada por las intrigas

Diana Mondino bajo presión: reajustes y tensiones en una Cancillería marcada por las intrigas

La ministra de Relaciones Exteriores continúa haciendo equilibrio al frente de un área cada vez más conflictiva, luego de que Milei le exigiera a todos los representantes y funcionarios del cuerpo diplomático que se alineen o renuncien a sus cargos.

Hace tiempo que el Ministerio de Relaciones Exteriores de Javier Milei es un hervidero de intrigas. Más allá de que los rumores acerca de un desplazamiento de Diana Mondino se aplacaron con el correr de los meses, la polémica acerca de los lineamientos en materia de política exterior trazados por el gobierno de La Libertad Avanza no deja de acrecentarse, incluso puertas adentro de Cancillería. La semana pasada, a través de una nota que llevó su firma, el Presidente le exigió a todos los representantes y funcionarios del cuerpo diplomático que se alineen o renuncien a sus cargos.

“Quienes no se encuentren en condiciones de asumir los desafíos que depara el rumbo adoptado en defensa de las ideas de la libertad, deberán dar un paso al costado”, reza el texto rubricado por Milei, en el que se pone énfasis en la “nueva doctrina” que la Casa Rosada anunció en el mes de marzo y que implica, por definición, “que ningún funcionario de esta administración ni quienes representan a la Argentina en el exterior deben acompañar ninguna iniciativa (que vaya en contra) de valores que son pilares de esta nueva administración”.

Luis Caputo, Diana Mondino y Karina Milei escucharon al presidente Milei durante su discurso ante la ONU.

Este mensaje inédito del Presidente, con los nombres de más de 400 miembros de la Cancillería, llega después de que se removiera a Ricardo Lagorio de la representación argentina ante la ONU y a Leopoldo Sahores del cargo de vice de Mondino. “Diana está haciendo su mejor esfuerzo, pero la línea se resiste”, elogian a la ministra en el entorno presidencial. Un guiño que, sin embargo, no se condice con los desplantes que sufrió en los últimos tiempos por parte de la Casa Rosada. El último de ellos, el mes pasado, cuando en el marco de la cumbre de la ONU debió viajar a Nueva York en un vuelo comercial distinto al que llevó al Presidente y el resto de la comitiva.

Es evidente que Mondino fue perdiendo poder puertas adentro de su propia área. Un ejemplo es el traslado de la Fundación Argentina para la Promoción de Inversiones y Comercio Internacional, un órgano clave del comercio internacional, de la órbita de Cancillería a la de la Secretaría General de la Presidencia, a cargo de Karina Milei. También se incluye en esa lista el desplazamiento del secretario de Culto, Francisco Sánchez, que fue reemplazado en su cargo por Nahuel Sotelo, un ferviente católico que pertenece al círculo de confianza del asesor presidencial Santiago Caputo.

La nota firmada por Javier Milei y enviada a todos los funcionarios de Cancillería. El secretario de Culto, Nahuel Sotelo, la colocó en la puerta de ingreso a su oficina.

Sin embargo, el gesto más fuerte fue otro: la creciente injerencia en Cancillería de la abogada de perfil conservador Úrsula Basset, una asesora que oficia de “guardiana” de la “valores” que Milei declama defender en su carta. Sin cargo formal alguno, Basset tuvo su bautismo de fuego en junio, durante la Asamblea de la Organización de Estados Americanos (OEA), cuando en nombre del “triángulo de hierro” vigiló cada coma del documento presentado por la embajadora ante ese organismo, Sonia Cavallo. La misión de Basset fue evitar cualquier posible desviamiento diplomático hacia alguna postura a favor de la Agenda 2030. En el informe, Cavallo objetó todos los proyectos de Resolución referidos a los derechos humanos, el fortalecimiento de la democracia y la promoción de la igualdad de género en la diplomacia global.

“Estamos separando los tipos que tienen voluntad de acompañar de los tipos que quieren obstruir”, repiten en Casa Rosada, donde el dicurso de Milei ante la Asamblea General de la ONU fue leído como un punto de inflexión. Frente al atril del recinto principal de la ONU, en Nueva York, el Presidente dejó en claro cuáles son los principales puntos de esa “nueva doctrina” en materia de política exterior que el libertario declama llevar adelante desde el comienzo de su gestión, basada principalmente en un alineamiento casi teológico con Israel y los Estados Unidos.

En su reciente nota, Milei cita un fragmento de esa exposición, donde ratifica que la Argentina no se sumará al Pacto del Futuro “Agenda 2045”, el mismo que ya fue firmado por una abrumadora mayoría de los 193 países que integran la ONU. “No es otra cosa que un programa de gobierno supranacional de corte socialista que pretende resolver los problemas de la modernidad con soluciones que atentan contra la soberanía de los estados-nación, y violentan el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad de las personas”, sentencia, contundente, en un llamado de atención a sus funcionarios.

Javier Milei en la Asamblea General de la ONU, el 24 de septiembre de 2024.

Sin embargo, más allá de las demarcaciones ideológicas, en el mundo diplomático continúa el malestar por el impuesto a las Ganancias, pese a que la Justicia ya falló en contra de la decisión del Gobierno que pretende gravar el adicional que perciben en Cancillería por prestar servicio en el exterior. A ese conflicto en los últimos días también se le sumó otro, incipiente: el que puede comenzar a partir del recorte que planea Milei del gastos de traslado de los diplomáticos, algo que afectaría directamente a quienes se demepeñan en embajadas.

Son todos frentes abiertos con los que debe lidiar Mondino, que este miércoles se vio envuelta en otra polémica: se difundió un comunicado sobre una actividad oficial en la que participó, donde se alude a las Islas Malvinas como “Falklands”, que es la denominación británica. La publicación la realizó la oficina de Coordinación de Veteranos de la Guerra de Malvinas, dependiente del Ministerio de Defensa. “Estamos identificando al responsable para despedirlo”, escribió luego Mondino en X. Es que en Cancillería aseguran que fue la cartera que conduce Luis Petri la que modificó “maliciosamente” el texto. No hay paz.

PL/JJD

El Gobierno admite que una ONG que impulsa la abstinencia sexual capacitó a funcionarios sobre la ESI en las escuelas

El Gobierno admite que una ONG que impulsa la abstinencia sexual capacitó a funcionarios sobre la ESI en las escuelas

El secretario de Educación, Carlos Torrendell, reconoció el vínculo oficial con la organización chilena ultracatólica Teen STAR. El funcionario negó que haya una contratación. Los detalles del curso que hubo en el ex Palacio Pizzurno.

El Gobierno admitió que una organización católica que promueve como único método anticonceptivo la abstinencia dio recientemente un curso a los formadores de docentes que tienen que aplicar la ESI (Educación Sexual Integral) en distintas jurisdicciones del país. Se trata de la ONG chilena Teen STAR, vinculada a los sectores más conservadores de la Iglesia como el Opus Dei, cuyo director estuvo el lunes pasado en la sede de la secretaría de Educación de la Nación brindando una charla con el título “Encuentro Afectividad y Sexualidad-ESI”.

El reconocimiento oficial lo hizo el propio secretario del área, Carlos Torrendell, al exponer este jueves en Diputados, donde asistió para defender el Presupuesto 2025. El funcionario dijo que la participación de la organización fue a través de una invitación cursada pero sin que haya una intermediación económica: “De ninguna manera hemos contratado a Teen STAR, sí se va invitando a distintos expositores a tratar temas como por ejemplo quien se invitó últimamente”, admitió el segundo de la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, que tiene a su vez una estrecha relación con los sectores más conservadores de la Iglesia. Torrendell también buscó despegarse de la polémica al afirmar: “No estamos tercerizando la educación sexual integral”.

Torrendell tuvo que responder al requerimiento puntual de la diputada del Frente de Izquierda Vanina Biasi, quien denunció que hubo una contratación con la organización vinculada al Opus Dei para impartir educación sexual. “Lo que ocurrió el lunes fue un curso de formación. Firman un convenio de actuación y Teen STAR forma a los formadores de los docentes, que vendría a ser la función de la secretaría de Educación”, señaló la legisladora en diálogo con elDiarioAR. Este medio buscó más preciones en el Gobierno pero no hubo respuestan de los voceros oficiales.

La presencia de Teen STAR en el Salón Blanco del Palacio Sarmiento (ex Palacio Pizzurno), sede de Educación, fue revelada ayer por el diario Página/12. La nota consigna que la capacitación “estuvo dirigida a integrantes del Programa Nacional de ESI, a equipos técnicos que trabajan en escuelas de gestión pública de la Ciudad de Buenos Aires y directivos y docentes de colegios de gestión privada, la mayoría confesionales”. Habría un plan para extender el proyecto a otras jurisdicciones.

De ninguna manera hemos contratado a Teen STAR, sí se va invitando a distintos expositores a tratar temas como por ejemplo quien se invitó últimamente

Carlos Torrendell Secretario de Educación de la Nación

El curso lo impartió el director de la organización extranjera, Miguel del Río Vigil, bajo la consigna de una “alfabetización emocional”, un cambio rotundo a la política ESI que hasta el gobierno de Javier Milei había en el país. La gestión libertaria siempre rechazó la obligatoriedad de dictar educación sexual en las escuelas y el propio mandatario señaló durante la campaña electoral que la ESI es un plan para “eliminar a los seres humanos”. Ya en funciones, la motosierra mileísta cayó sobre el Plan ENIA, desmantelando el programa de prevención del embarazo en adolescentes.

En su exposición en el Congreso, Torrendell rechazó que el Gobierno tenga una postura ideologizada sobre la educación sexual, aunque suscribió la línea conceptual de Teen STAR. “La ESI tiene que basarse en lo científico con un sentido amplio: lo biológico, lo social, lo espiritual, lo afectivo… lo afectivo yo no lo dejaría de lado, forma parte de un contenido ampliado”, planteó el funcionario. 

“Este no es un Gobierno que se dedique a imponer al resto su visión. No hay una sola manera efectiva de encarar el contenido de la ESI. Los chicos tienen el derecho a tener una ESI adecuada, pero también una ESI plural. No hay que abrirse a una bajada de línea, sino a una visión amplia”, fue el argumento del secretario de Educación.

Según reveló Página/12, la capacitación dictada por Teen STAR fue organizada por la Coordinación de Fortalecimiento para la Educación Integral y la Alfabetización Emocional, dependiente de la Subsecretaría de Políticas e Innovación Educativa de Nación. En ese espacio –consignó el diario– “se propuso enseñarles a las alumnas a autodiagnosticarse un desarreglo hormonal frotándose un brazo con una cuchara o tenedor de metal: si aparece una erupción, el diagnóstico sería positivo”. También hubo como actividad un taller para conocer los cambios en la pubertad y se les pidió a docentes y directivos de escuelas que inflaran globos para representar a los óvulos que iban madurando en las chicas, mientras “los participantes recibieron explicaciones que personificaban a las hormonas”. En un pasaje “se apeló al cuento de los tres chanchitos” .En ningún momento de la capacitación se hizo referencia a las identidades trans, destaca el diario.

Según Teen STAR, da capacitaciones a docentes en educación sexual en más de 50 países.

“Teen STAR es de los sectores más orgánicamente de la Iglesia católica y afirma que la única forma de anticoncepción es la abstinencia”, señaló la diputada Biasi a elDiarioAR. Una de las referencias bibliográficas de la charla que se dio en la sede de Educación fue un artículo publicado en 2005 en el sitio Journal of Adolescent Health donde se lee que “la intervención de educación sexual Teen STAR centrada en la abstinencia fue eficaz en la prevención del embarazo no deseado en adolescentes”. 

Según su página web, Teen STAR está en más de 50 países y llegó al país en 2019 con un taller en la Diócesis de Córdoba y otro curso en la sede de Puerto Madero de la Universidad Católica Argentina (UCA). La organización se autopresenta como “un programa internacional de educación en afectividad y sexualidad que acompaña a niños, adolescentes, jóvenes y adultos desde su realidad personal y familiar”.

El Gobierno ya tiene vínculos con organizaciones ultraconservadoras. En junio la ministra Pettovello le entregó al director de la Fundación CONIN, Abel Albino, un médico que niega el uso del preservativo, la distribución de comida que estaba a punto de vencer en los depósitos oficiales. 

MC/JJD

Canciones de la amistad, las últimas mujeres del mar

Canciones de la amistad, las últimas mujeres del mar

Libros, series, películas y un montón de cosas de las que aferrarse en medio del desconcierto.

Uno. Por azar, dos adolescentes de divisiones distintas quedan sentados uno al lado del otro en el micro que los lleva a una excursión escolar. “Esa mañana, apenas me senté a su lado, Fernán me preguntó sin levantar la vista, como si retomáramos una conversación añeja y no estuviéramos charlando él y yo por primera vez, si me gustaban los Beatles y cuál de los cuatro era mi favorito. Nunca supe responder a esta pregunta, tal vez porque se responde solamente con matices. ¿Mi favorito en los estudios de grabación? Más bien Paul. ¿Mi favorito como personaje mordaz y gracioso, como espléndido antihéroe? Más bien Ringo. ¿Mi favorito en el centro del escenario, como vocero ideológico, como guardián del grito y del inconformismo? Más bien John. Pero mi claro favorito como exbeatle porque tuvo a mi entender la mejor carrera solista, porque fue quien mejor creció después de la separación (dado que el grupo, aventurero, le había impedido crecer) siempre fue George: mi favorito como talento discreto y elegante, mi reverenciado dark horse, se lee en el encantador libro Faster, de Eduardo Berti (lo acaba de reeditar el sello Híbrida, abajo les cuento un poco más). La escena me atrapa porque busca capturar esa percepción inasible del comienzo de cualquier amistad: que en ese terreno tal vez no exista algo así como un principio, que justamente ser amigos sea retomar en cada encuentro una charla remota, un reloj suspendido. Por supuesto que Fernán, el flamante amigo del narrador de Faster, también tendrá como faro a George Harrison y esa figura pasará a formar parte de la constelación infinita de sincronías y conversaciones que los mantienen unidos en el resto del libro y hasta hoy. Como la música, la lectura y la escritura, muchas veces a cuatro manos: un tiempo fuera del tiempo.

Dos. “Mucho antes de que existiera este libro, coleccionamos de manera arbitraria –¿qué sería del pop sin una buena cuota de capricho?– fragmentos de canciones que por algún motivo nos encantaban, nos conmovían o simplemente nos hacían reír (coincidíamos en muchas, ¿somos amigos porque nos gustan las mismas canciones o nos gustan las mismas canciones porque somos amigos?). Lo hicimos por años intercambiando mensajes de texto hasta que fuimos sofisticando el método”, anotamos en el prólogo a la primera edición de Quién es la chica, un libro-cancionero que escribimos juntos hace una década con mi amigo Tomás. Ser amigos: escuchar –o hacer que se escuche, si tenemos el don musical– una misma banda sonora cada vez. Ser amigos: atravesar la vida como una lista de canciones inagotable. 

Tres. En el libro de Berti, además de hacer varios intentos por desentrañar la letra de la canción Faster, de George Harrison, el narrador y su amigo pasan sus días haciendo listas. De músicos que admiran, de bandas famosas que nacieron entre compañeros de colegio, de canciones traducidas al castellano con títulos cómicos, de hits conjeturales que los Beatles deberían haber hecho como contraparte de los ya existentes (Nothing en respuesta a Something, o She Hates You como un reverso posible de She Loves You). Me acordé de lo que dice Ricardo Piglia sobre las listas en Los años felices, el segundo tomo de Los diarios de Emilio Renzi: “Como antes con los cuentos y antes con los libros que había leído, y antes con los músicos de jazz, y antes con los jugadores de fútbol y antes con las series de historietas, hago listas. Listas de compras, listas de cosas por hacer, listas de amigos a los que ver, listas de amigas a las que llamar, listas de ciudades que no conozco, listas de capítulos de la novela que voy a escribir. Las listas siempre me han tranquilizado, como si al anotarlas me olvidara del mundo y, en algunos casos, como si anotar fuera ya hacer lo que imagino o prometo, contento entonces, como si la novela cuyos capítulos he anotado ya estuviera escrita”. La amistad también supone ese olvido pasajero del mundo, una desaceleración conversada, un vértigo mullido. Anoto algo que ahora me parece medio despatarrado, pero igual voy, como si estuviera charlando con un amigo: si en el amor romántico la aguja del reloj está siempre atravesada por el destiempo, en la amistad el tic tac es la sincronía. Una complicidad que busca recuperar el sonido provisorio de la correspondencia

Cuatro. Extraño a Diego, quizá el más ruidoso de mis amigos. Extraño nuestras conversaciones que eran siempre deshilachadas y sonoras. Extraño esas tardes sin ton ni son, ese reloj de plastilina que, desde que él murió, se volvió inexorablemente memoria. Entonces arranco una lista en la que anoto asuntos de estos días que pienso que le interesarían o le causarían gracia. Como comentamos por acá alguna vez: me gusta que ese grado cero de la confidencia que se abre con nuestros amigos sea una especie de río desbocado donde por suerte no hay jerarquías, ni asuntos más importantes que otros. Así que en la lista que armo para Diego se superponen los títulos de unos libros que creo que le hubieran encantado, tres chismes que lo harían reír a carcajadas, la noticia infame de la privatización del Belgrano Cargas, una metida de pata, una película alucinante, un secreto que solamente le contaría a él. 

Cinco. Entre muchísimos intercambios y confidencias que cruzamos a diario, con mi amiga Florencia coleccionamos imágenes o escenas del siglo XX que nos llaman la atención y que nos vamos mandando por Whatsapp. Una lista inabarcable y destartalada que se está convirtiendo, con el tiempo, también en un libro que intentamos escribir a cuatro manos. Hace unos días le mandé un fragmento de algo que acababa de subrayar en Curso de literatura argentina. Universidad de Michigan, 1976, de Jorge Luis Borges: “Si hay una pasión argentina, esa pasión es la amistad, y es necesario que Martín Fierro tuviera un compañero. Hasta ahora ha sido un hombre solo, ya que nada sabemos de sus años anteriores. Martín Fierro se hace amigo de Cruz, Cruz le da la mano de amigo y esa amistad tiene que ser verdadera, fatal, ya que Cruz se había jugado la vida también”.

Seis. Leo hacia el final de Faster, de Berti: Faster nos recuerda que el tiempo se desboca como un bólido y que, por mucho que tratemos de frenarlo con el cuerpo, con las manos o con los pies, no, no hay palancas ni pedales, no hay nada que lo detenga, salvo quizás (exagero para darle algo de pese a esta tarea que cumplo para sentirme más vivo), salvo quizás el rito de la escritura. Ese rito de estar fuera y dentro del tiempo a la vez”.

Empieza este rito módico y anacrónico de cada viernes. Empieza una nueva edición de Mil Lianas.

1. Las últimas mujeres del mar.  Una de ellas lo dice muy claro frente a cámara: “Por el momento preferimos hacerlo a la antigua. Si trabajáramos con tanques de oxígeno durante horas, habría una sobreexplotación”. Las haenyeo son buceadoras célebres en la isla de Jeju, Corea del Sur, que bajan al fondo del océano para ganarse la vida juntando mariscos tal como lo hacían sus ancestras. En su mayoría entre los 60 y los 80 años, son mujeres que han pasado sus días tomando aire de un impulso y buceando hasta que sus pulmones se lo permiten. Una actividad en la que se combinan la tradición, las ganas de mantener cierta independencia, una ética férrea de trabajo, el esfuerzo físico implacable, la amistad y una sabiduría alegre. 

El conmovedor documental Las últimas mujeres del mar, que llegó por estos días al menú de Apple TV+, muestra cómo viven algunas haenyeo históricas y otras más jóvenes que todavía trabajan e insisten con su tarea, mientras que la contaminación y los cambios tecnológicos parecieran ponerlas en jaque. Con imágenes entrañables del día a día, del fondo del mar, de las reuniones entre ellas, de sus diálogos y de cierta intimidad, a lo largo de una hora y media exhibe una historia pequeña y luminosa de unión, valentía y tenacidad frente a cualquier amenaza.

El documental Las últimas mujeres del mar se puede ver en Apple TV+.

2. Faster, de Eduardo Berti. Entre la crónica, una novela de coming of age y el ejercicio en plan Me acuerdo, de Georges Perec, este libro se mueve en el terreno difuso y magnético de la memoria. Es por eso que, al ritmo a veces vertiginoso y a veces aplacado de los chispazos de la evocación, cuenta la historia en fragmentos de algunos episodios de la vida de su autor que insisten en ser recordados y, por lo tanto, narrados. 

Como en todo relato potente, hay algunos hitos, algunas escenas inaugurales. En este caso, está, como contábamos arriba, el encuentro de dos adolescentes a finales de los ‘70 en la Argentina unidos por el amor a los Beatles, por algunas obsesiones lectoras y por cierta sensibilidad hacia la palabra escrita. A medida que el relato avanza, irán apareciendo más imágenes iniciáticas, más situaciones que se desplegarán para agrandar el mito de esa amistad incandescente. Entre ellas, el encuentro de los protagonistas con el piloto Juan Manuel Fangio, a quien un día los dos jóvenes, fundadores precoces de una revista deportiva casera, deciden ir a entrevistar. 

Como el propio Fangio que cuando lo van a ver prefiere hablar de los inicios y no tanto de sus épocas de gloria, Faster decide posarse con sutileza en los comienzos, en lo embrionario, en la potencialidad de las pasiones, de la amistad, de eso que rápidamente llamamos oficio o profesión. Así, a lo largo de sus páginas las carreras de Fórmula Uno, la música, el periodismo, las velocidades, la literatura y las vidas se entrelazan en un relato extraordinario. Una serie de fragmentos que, gracias al trabajo de orfebrería narrativa de Berti, se vuelve anular, redondita, circular como un disco, como las ruedas de los autos, como las mejores canciones.

Eduardo Berti nació en Buenos Aires, en 1964. En la actualidad vive en Francia.

Faster, de Eduardo Berti, salió por Híbrida Editora.

3. Santiago Loza por tres. “Hay gente que me señala una supuesta híper productividad, pero la verdad es que yo tengo procesos lentos. Tardo bastante en caer a las cosas y las cosas toman sus propios tiempos también”, dice el escritor, dramaturgo y cineasta Santiago Loza. Loza habla bajito, pausado, como si se ubicara en la vereda opuesta de algunos de los personajes que creó, que siempre rodean el desenfreno y cierto desborde. Como Mario, interpretado encantadoramente por Mariano Saborido, el protagonista de la obra Viento blanco, uno de los grandes estrenos teatrales del año. Como el narrador de Pequeña novela de Oriente (Entropía, 2024), una voz construida para prestarse al desconcierto de unos viajes por Corea, Japón y China. O como el de Diario inconsciente (Bosque energético, 2022), también pegado a Loza y a su experiencia, que recuerda una internación psiquiátrica de su juventud (“cuando tenía veinte años y me volví loco, tenía piedras en los bolsillos”, dirá en el libro y más adelante reforzará: “Se vive y se narra. Se vive para contar, poner un orden a los acontecimientos. La crisis viene a desordenar o a decretar que no hay orden posible y todo intento es vano”).

Autor de más de 20 obras teatrales, de varias novelas, de libros híbridos donde se dedica a indagar en la escritura y director de una docena de películas, Loza es uno de los artistas argentinos más prolíficos y su obra una de las más radiantes de las últimas décadas. Hace unos días tuve el enorme gusto de entrevistarlo para hablar sobre algunos de sus textos más recientes. Pueden leer la nota en este enlace.

Autor de más de 20 obras teatrales, de novelas, de libros híbridos y director de una docena de películas, Santiago Loza es uno de los artistas argentinos más destacados de las últimas décadas.

Entre los libros más recientes de Santiago Loza se encuentran Pequeña novela de Oriente (Entropía, 2024) y Diario inconsciente (Bosque energético, 2022). La obra teatral Viento blanco, con texto de Loza y la actuación de Mariano Saborido, sigue en cartel en Buenos Aires. Más sobre todos ellos, en esta entrevista con el autor.

Banda sonora. A propósito de la reedición del libro de Eduardo Berti, mencionamos arriba Faster, de George Harrison. Me pareció una excusa perfecta para sumar esa canción junto con otras que me gustan mucho de él a nuestra lista de canciones compartidas. Se escucha, como siempre, por acá.

Por su cumpleaños 73, esta semana se multiplicaron los homenajes y las imágenes de Charly García inundaron con todo su magnetismo las redes. Por estos días, también, en la siempre nutritiva revista Otra Parte, Pablo Schanton escribió un texto notable sobre su obra, sobre el disco La lógica del escorpión y sobre ese lugar pringoso y fascinante que llamamos rock argentino. Se lee por acá.

Bonus track. Por falta de tiempo y de conocimiento específico del rubro, no suelo leer novelas gráficas y realmente lo siento. Sin embargo, cada tanto hago el intento con algunas y termino siempre maravillada. Es el caso de Matar al tirano, del escritor Lautaro Ortiz y del dibujante Ignacio Minaverry, una historieta que salió hace poquito por la editorial Deux Books, luego de que en 2015 la publicara por entregas la mítica Revista Fierro. Se trata de la versión gráfica de una historia real muy impactante contada en tiempos que se van superponiendo en el relato: Soghomón Tehlirian, un joven que perdió buena parte de su familia en manos de las autoridades turcas durante el Genocidio Armenio y debió escapar de su tierra, se cruza en Berlín con Talaat Pashá, uno de los ideólogos de aquellos crímenes masivos que tuvieron lugar a comienzos del siglo pasado. Tal como escribió Osvaldo Bayer, en un rapto el joven “lleva a cabo la ley no escrita de ‘matar al tirano’” y su vida cambia para siempre. Es que, a partir de ese encuentro, de ese arrebato y del histórico juicio al que fue sometido (y en el que fue absuelto), aquellas imágenes indelebles volverán una y otra vez a su memoria. El dolor, las preguntas alrededor de la justicia y las heridas abiertas se cruzan a lo largo de estas páginas en una narración impresionante. La publicación incluye un texto de Bayer y un epílogo escrito por Eduardo Kozanlian.

La novela gráfica

Bonus track II. Esta semana se dio a conocer el listado con las cinco novelas finalistas del Premio Fundación Medifé Filba, que busca distinguir a lo mejor de la literatura argentina y, según sus organizadores, “darle nueva visibilidad a libros que salieron un año atrás para volver a ponerlos en la discusión”. Pueden leer por acá los títulos y algunos detalles sobre cada uno de ellos. Dos recordatorios, por si se distrajeron y quieren saber más sobre algunos de los libros: comentamos algo sobre El amor es un monstruo de Dios, de Luciana De Luca, en esta edición de Mil Lianas de 2023. Y, sobre Las niñas del naranjel, hablamos con Gabriela Cabezón Cámara en esta entrevista.

Fueron anunciadas las cinco novelas finalistas del Premio Fundación Medifé Filba 2024.

¡Hasta la próxima!

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Palabra plena

Palabra plena

Vivimos rodeados de palabras vacías, que murmuran o vociferan, pero no se anclan en ninguna realidad, no hacen lazo con nada real.

Hace unas semanas estaba en misa y uno de mis hijos me dijo: “Pa, quiero ir al baño”. Le dije que si iba hacia el patio encontraría uno. Al rato, como no llegaba de regreso, fui a buscarlo. Lo crucé en el camino y le pregunté: “¿Dónde te habías metido?”. Él me respondió: “Es que justo era la parte en que Jesús reparte la comida y no quería interrumpir”.

Mi hijo no está bautizado, tampoco conoce demasiado acerca del rito cristiano, pero sí entiende algo para lo que yo no consigo tener fe suficiente. Con sus palabras pude tener una imagen clara y sensible de que, en la celebración de la misa, no se trata de la representación del cuerpo y la sangre de Cristo, sino que está él mismo ahí compartiendo y compartiéndose con nosotros.

Mi fe es demasiado frágil, está llena de vacilaciones y, no tengo vergüenza de decirlo, hasta de supersticiones. Creo que pienso del cristianismo lo mismo que del psicoanálisis: uno está siempre en el comienzo, tratando de hacer el esfuerzo por la conversión, por llegar a ese punto en que una palabra tiene sentido, en que es palabra viva y se la siente con el alma. Yo me paso los días buscando esa palabra, una que esté al ras de la realidad, en la que se pueda creer y no por lo que dice, sino por su verdad.

La verdad de la palabra no está en decir algo verdadero, sino en su autenticidad. No es la palabra que busca convencer, tampoco la que dice qué hacer; no es la palabra que describe un estado de cosas, ni la que informa. La palabra verdadera es incluso una palabra torpe, que se equivoca, que no tiene referencias precisas, pero dice a quien habla.

Le sugiero al lector que lea las cartas de San Pablo –sobre las que escribieron grandes filósofos de nuestro tiempo, como Giorgio Agamben y Alain Badiou. Pablo es un bruto, es por momentos un desaforado. Yo me lo imagino como una especie de Slavoj Žižek, medio loco, irascible, argumentando mal –hubiera sido un pésimo rabino–, trampeando con las circunstancias, pero es fascinante.

Me explico mejor. No es encantador, para nada. Tampoco es seductor. Es una suerte de Guillermo Moreno, representante absoluto –según él– de la doctrina que nadie conoce mejor que él y que, por momentos, llega a confundirse con él. Pablo, ¿habla en nombre de Cristo o, por momentos, la suya es la voz de Cristo?

Quizá haya una relación profunda entre peronismo y cristianismo. No me refiero a las relaciones históricas. Eso es dato, historia, pero no verdad. Creo que puedo contarlo desde un punto de vista más íntimo.

Durante algunos años de mi vida fui delegado de un sindicato peronista. Si hoy pienso en ese tiempo, creo que tengo la imagen de ese pasaje del libro de los Hechos, en que se narra la situación de las primeras comunidades cristianas, cuando estas vivían en la frugalidad y si tenían mucho era porque no querían más y compartían lo poco que tenían.

Lo poco de uno con lo poco de otro, puede ser un montón. Eso aprendí yo en aquellos años, entre otras cosas, que podría resumir del modo siguiente: a nadie que te haga daño se la podés devolver cuando está indefenso; cualquiera está a tiempo de darse cuenta de que jugó mal y sumarse al movimiento; la derrota nos hace más fuertes si no nos quedamos derrotados y sabemos que nos tenemos a nosotros.

Por último, la alegría no se negocia. Este último principio me recuerda esas palabras que tanto se dicen en la finalización de la misa: “La alegría del Señor es nuestra fortaleza”. En el sindicato se decía y entiendo que todavía se dice: “Unidos somos fuertes, organizados invencibles”. A veces lamento que la vida me haya llevado para otros caminos y haber dejado un espacio al que le debo tanto. Los días más felices, según la expresión popular.

No sé muy bien a dónde voy con estas reflexiones. O sí, hacia algo muy simple: hacia la fuerza de la palabra. Digo que es simple, hasta puede parecer trivial, me refiero a la palabra con sentido, la palabra verdadera, la que se puede encontrar en cualquier sitio, en la religión o en la política, pero también en otro tipo de encuentros.

Dicho de otra forma, ¿no les parece a ustedes que vivimos rodeados de palabras vacías, que murmuran o vociferan, pero no se anclan en ninguna realidad, que no hacen lazo con nada real? Discursos de turno, más o menos oportunistas; temas de opinión, pero sin consecuencias. Y lo complejo es que quienes hablan desde esos discursos no creen en nada, solo se orientan en función de lo que es preciso decir. Creer por conveniencia es la maldad.

Tal vez sea exagerado, pero por momentos tengo la impresión de que vivimos hasta el cuello rodeados de consignas y modos de hablar que no dicen nada. La religión sin fe. La política sin práctica, solo como declaración. Esto no es nuevo, claro; pero hoy es quizá más ostensible. Es posible que la virtualidad haya acelerado el proceso de pérdida de la voz personal y en carne viva.

Tengo la impresión de que nunca como hoy –al menos yo no lo percibía– estuvimos tan inmersos en una normatividad discursiva, que colectiviza, pero no funda una comunidad. El sujeto extraviado de nuestro tiempo es el que vive para expedirse, con la falsa certidumbre de que así se compromete con algo. Algunos llaman “militancia” a esta actitud insensata.

Esta es la época de los discursos, en el doble sentido de la palabra. Lacan decía que el psicoanálisis era un discurso sin palabras. Sería muy extenso desarrollar esta idea, pero creo que podría resumirla del modo siguiente: la posición tomada no se declama. En mi última columna lo propuse de algún modo, cuando comenté el libro de Verónica Buchanan y dije que ella escribía como psicoanalista y no sobre psicoanálisis.

En estos últimos días releí una de mis novelas preferidas: El reino, de Emanuel Carrère, en la que narra su aproximación al cristianismo y los límites de su fe. Dice que no cree, no lo suficiente como para ser ateo, pero alcanza con leer semejante volumen para saber que solo con una enorme fuerza interna se pueden escribir esas 500 páginas.

Carrère dice algo con lo que quisiera concluir estas líneas: cuando escucha una historia, no le interesa lo que le cuentan, sino la voz de quien habla. Busca esa voz, quiere llegar a lo más profundo de la intimidad de quien es capaz de narrar. Son muy pocas las veces que nos encontramos con una voz. Yo escuché una en la respuesta de mi hijo, cuando este regresaba del baño. Él tuvo el don de la palabra plena. La misma que se busca en cada sesión de psicoanálisis.

LL/MF

No dan las cuentas

No dan las cuentas

El Día de la Madre destacó la importancia del cuidado materno y la carga que recae en las mujeres. En Argentina, el sistema de cuidados depende de las familias, lo que plantea la necesidad de una distribución más equitativa y mejores servicios.

El domingo se festejó un nuevo Día de la Madre y las cuentas de redes sociales se llenaron de posteos que buscaron poner en valor todo lo que las madres hicieron y hacen por sus hijos, el tiempo dedicado, las comidas preparadas, el “estar siempre”, el acompañamiento constante, el haberlos “bancado en todas”, ser no sólo buenas madres sino también grandes abuelas. En definitiva, poner en palabras el agradecimiento hacia ese amor y esos cuidados brindados durante años y años de vida. 

También se pudieron ver muchos posteos que hacían referencia a la necesidad de valorar y reconocer que los cuidados requieren de mucho tiempo, esfuerzo físico y mental, y que, en muchos casos, pueden generar estrés, agobio, malestar. Sobre todo cuando esa enorme tarea recae sobre las familias y, más aún, si no se distribuye equitativamente. Porque, a pesar de todos los cambios y progresos, el cuidado sigue teniendo, aún hoy, cara de mujer. 

¿No podríamos cambiar algunas cosas para cuidar con más disfrute y menos estrés? Es cierto que es parte de la tarea, muchas veces, pero también sucede porque no hay suficientes servicios, apoyos o tiempo para cuidar. Aunque siempre pensamos que es algo privado, en realidad, cuidar es una responsabilidad que debería ser compartida entre las familias, las instituciones, las empresas y la comunidad. 

Lo esencial es invisible a los ojos: ¿Cómo cuidamos en Argentina hoy?

Esa es la gran pregunta. Podríamos pensar que efectivamente el mundo gira, las cosas se hacen. ¿Qué necesidad habría de cambiar las cosas tal como están? Las familias cuidan y trabajan. Alguien lleva a los niños a la escuela, les prepara la vianda, firma las notas escolares, lava el guardapolvos, los lleva bañados, alimentados, con las vacunas al día. También alguien acompaña a las personas mayores al médico, les recuerda tomar su medicación, le compra los medicamentos, gestiona sus cuidados cuando ya no pueden cuidarse solos. La pregunta es ¿no se podría hacer de otra manera? ¿De qué manera la sociedad acompaña y asiste a esas familias para cuidar? ¿Las personas cuentan con los servicios y apoyos necesarios para llevar adelante la crianza de sus hijos y poder al mismo tiempo generar los ingresos necesarios para vivir? ¿O vivimos en un sálvese quien pueda y que cada quién se arregle como pueda con lo que tenga? La respuesta no les sorprenderá. 

En Argentina tenemos un esquema que sigue descansando en que son las familias las grandes aseguradoras del cuidado, las que se organizan, arman y desarman, gestionan, van de acá para allá y resignan, para poder asegurar dentro de sus posibilidades que sus integrantes tengan bienestar o algo cercano a ello. 

Cada familia se organiza en función de lo que quiere y de lo que puede: no es lo mismo contar o no con buenos jardines públicos en tu barrio (y conseguir vacante); que el jardín sea desde los 45 días o que arranque a los 3 o 4 años; poder acceder o no a una doble jornada; tener familiares con disponibilidad de tiempo y ganas de cuidar que no tenerlos; tener o no una obra social que cubra gastos de cuidadora domiciliaria, acompañante terapéutica; tener o no dinero para pagar servicios, cuidadoras, clases extracurriculares; tener un espacio comunitario en tu barrio donde tus hijos puedan comer y estar protegidos mientras salís a trabajar, que no tenerlo; tener o no un trabajo que sea flexible y te permita resolver urgencias cuando lo necesitas. En definitiva, el entorno social y económico moldea y condiciona las elecciones y estrategias de cuidado de las familias.  

Pensemos en la siguiente situación ficcionalizada pero basada en hechos reales para entender cómo nuestra sociedad está organizada en relación a ese bien preciado que son los cuidados, es decir qué servicios, recursos y tiempo tienen disponible las familias y qué pasa con roles de género:

Florencia y Manuel trabajan a tiempo completo. Tienen un hijo de 3 años que va a un jardín público, de jornada simple como la mayoría de los jardines de Argentina, al que asiste de 8.45 a 12. Ambos suelen turnarse para llevarlo a la mañana y salen corriendo para llegar a sus trabajos. El horario es incompatible con sus responsabilidades laborales pero no queda otra. Dos días de la semana tuvieron que contratar una niñera para que retire a su hijo del jardín y lo cuide hasta que alguno de los dos vuelva al hogar. El resto de los días lo va a buscar la abuela materna, que también trabaja pero que los ayuda porque contratar a la niñera todos los días les resulta un gasto inaccesible con sus sueldos. 

Cuando tuvieron que hacer las adaptaciones escolares en el jardín, no tenían permiso en el trabajo y decidieron que Florencia se tomara los días de vacaciones que le quedaron de un año anterior. Cuando su hijo se enferma, hay que llevarlo al médico, o tiene que ir a un acto escolar, suele ocuparse Florencia pero le descuentan presentismo. Manuel suele ser quien lo lleva a la plaza o se encarga de comprar los alimentos que Florencia le deja listados. 

La tensión entre estar más presente o tener los ingresos necesarios para vivir, siempre presente.

¿Todos cuidamos por igual?

El tiempo es un recurso escaso, finito. El día tiene 24 horas y cómo utilizamos nuestro tiempo no depende solo de nuestras elecciones y deseos personales. Hay toda una serie de factores que influyen en ese uso del tiempo. El género es uno de ellos. Sí, las mujeres y los varones usamos de manera muy distinta el tiempo. 

A grandes rasgos podemos ver que aún hoy los varones dedican la mayor parte del día a trabajar de forma remunerada y buena parte de las mujeres hacen malabares e intentan conciliar doble o triples jornadas laborales que incluyen eso que comúnmente llamamos trabajar (por un sueldo, por honorarios) y eso que llamamos cuidar. Un trabajo por el que les pagan y otro por el cual no les pagan. Pero todos trabajos al fin.

Por eso no dan las cuentas. Porque trabajar y tener que ocuparse del cuidado de otros casi en simultáneo, con pocos servicios, poco tiempo y pocos recursos, es una misión imposible, digna de una película de Tom Cruise solo que esta es un documental protagonizado por los millones de mujeres que día a día intentan resolver todo como pueden. Como dice el meme: vivas ¿pero a qué costo?

Tal como dijo el Presidente recientemente acerca de las universidades: que algo sea público no significa que sea gratuito, alguien lo paga. En el caso de los cuidados, podríamos decir: que no se remuneren, no significa que nadie paga el costo de hacerlo. Alguien lo paga y esas son mayormente las mujeres. Con su tiempo, sus ingresos, sus oportunidades, sus proyectos, su salud. 

¿Cómo podríamos cuidar de una mejor manera? 

Cada familia tiene necesidades y preferencias distintas. Si pensamos en cómo podríamos cuidar de una mejor manera, con más disfrute y menos estrés, no habría una única receta. Lo que sí podemos decir es que hay que empezar por distribuirlo mejor y que deje de ser un asunto de mujeres para pasar a ser un asunto de todos. 

Y en segundo lugar sabemos que en Argentina nos hacen falta más opciones: más servicios públicos, accesibles, de cercanía, de calidad; jornadas de trabajo compatibles con los espacios de educación y cuidado para quienes lo necesiten; licencias de paternidad extendidas que involucren a los varones en el cuidado de forma temprana; licencias que vayan más allá del nacimiento y que contemplen otras situaciones de cuidado (como las adaptaciones escolares, por ejemplo); licencias para familias diversas, para quienes adoptan; horas por año para poder ir a turnos médicos, actos y reuniones escolares; flexibilidad en los empleos para poder resolver eventualidades vinculadas al cuidado y que eso no ponga en riesgo ni tu trabajo ni tus ingresos; espacios más amigables con la lactancia; servicios domiciliarios accesibles para el cuidado de personas mayores que lo necesitan; clubes y espacios recreativos para adolescentes; colonias de invierno y de verano públicas y de calidad; que existan apoyos accesibles y de calidad para que las personas con discapacidad puedan llevar adelante vidas independientes y que no dependan de un familiar para poder llevar adelante su vida. Y un gran tema que suele estar ausente de estas discusiones pero que resulta clave: jornadas laborales reducidas. ¿Tan solo un sueño?

La pregunta no es si cuidamos o no cuidamos. No podemos prescindir de los cuidados, porque es lo que nos hace desarrollarnos y sostenernos como sociedad. La pregunta es cómo cuidamos y ahí hay todo un camino por recorrer. Se puede cuidar mejor si contamos con herramientas que hagan más livianas las tareas y cuiden nuestro bienestar físico y mental. Para esto, es clave contar con una red de apoyo, tanto pública, comunitaria como privada, que ayude a repartir mejor las tareas.

La autora es directora del Área de Políticas de ELA