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Interna libertaria: Marcela Pagano sigue en el bloque y pululan las objeciones a la conducción de Martín Menem

Interna libertaria: Marcela Pagano sigue en el bloque y pululan las objeciones a la conducción de Martín Menem

Después de la victoria en la aprobación del DNU del acuerdo con el FMI, la tropa libertaria se reunió para definir si expulsar a Pagano. La experiodista permanecerá en el bloque, pero el escándalo protagonizado en el recinto generó ruido en la bancada. El rol de riojano.

La guerra comenzó en abril del año pasado, cuando Javier Milei, desde Miami, le dio el okey a Oscar Zago para que designase a Marcela Pagano en la presidencia de la comisión de Juicio Político y se desató un tembladeral. La primera gran crisis interna de La Libertad Avanza. Karina Milei intervino, la comisión nunca se conformó, Zago fue descabezado del bloque y Pagano terminó enemistada a muerte con Martín Menem. Al punto de, un año después, acusarlo de fascista megáfono en mano durante la sesión que buscaba traer paz a los mercados y un nuevo acuerdo con el FMI a la Argentina

La tropa libertaria se reunió en el despacho de Menem para hacer catarsis poco después de que finalizase la sesión por el DNU. No era la primera vez que, tarde a la noche, los diputados de LLA se reunían para definir si expulsar o no a un compañero de bancada. El primero fue Zago, a quien se destituyó post escándalo con la comisión de Juicio Político y se puso en su lugar a Gabriel Bornoroni, alineado con Menem y Karina. La segunda fue Lourdes Arrieta, echada luego de la visita de una comitiva libertaria al penal de Ezeiza para entrevistarse con el genocida Alfredo Astiz. No por haber participado, sino por haber hablado de haber participado.

El miércoles a la noche había llegado el turno de Marcela Pagano. La experiodista había llegado tarde a la sesión —no dio quórum, al igual que Rocío Bonacci—, había ratificado la veracidad de los audios filtrados de Menem —en los que fogoneaba a los diputados a que generasen conflicto en el recinto— y había acusado al riojano de excederse en sus facultades al negarse a reconocer las autoridades de la comisión de Juicio Político. “A Lourdes la sacamos por mucho menos”, aseguró, en la cumbre, su mayor enemiga interna, Lilia Lemoine.

Lemoine integra, junto a Lisandro Almirón, Nicolás Mayoraz, Santiago Santurio y Nadia Márquez, la tropa de leales de Karina en Diputados. Son referentes en sus provincias e integran el núcleo duro de los Menem, Martín y Lule, en el Congreso. Fueron, a su vez, quienes intentaron levantar a la fuerza a Bonacci, Pagano y Zago —el trío rebelde— en la sesión de la semana pasada, cuando el peronismo casi consigue quórum para impulsar un proyecto que pretendía quitarle las facultades delegadas a Milei. En el caso de Zago y Almirón, el episodio casi termina a las piñas: los tuvieron que separar sus compañeros, Álvaro Martínez y Julio Moreno Ovalle. El último de 71 años.  

En la reunión, Lemoine fue la única que verbalizó la queja, pero muchos diputados pensaban lo mismo. Por lo que cuando Bornoroni y Menem se rehusaron a echar a nadie, muchos quedaron enojados. “¿De qué sirve portarse bien si a los que se portan mal les dan la Bicameral de DNU? ¿Ahora todos podemos gritarle al presidente de la Cámara y después escudarnos en que trabajamos para el presidente Milei?”, masculla un diputado libertario, aludiendo a la designación de Zago al frente de la Bicameral. 

Si a Pagano no se la podía expulsar, sin embargo, era por Milei. Era el Presidente quien la sostenía, aún a pesar de ir en contra de los deseos de su hermana y Menem. “Javier habla con Marcela, le pregunta por su bebé, tienen un vínculo. Esta es una pelea de los hermanos”, grafica una dirigenta libertaria que conoce a ambos.

En la cumbre, sin embargo, Menem argumentó que no había lugar para expulsar a nadie. “No podemos perder ningún diputado, necesitamos los votos”, insistió, aunque sin referirse al escándalo de Pagano. Reunido con más de una veintena de diputados libertarios, Menem no quiso profundizar sobre lo que había pasado con Pagano. No le quiso dar entidad, pero también intuía que, bajo la crítica al bochorno protagonizado por Pagano y Almirón, se escondía una crítica a su conducción.

La pilotaje de Menem

El riojano quedó en el ojo de la tormenta luego de dos sesiones turbulentas que derivaron en empujones, insultos, revoleos de vasos con agua, gritos con megáfonos y la filtración de audios privados de Menem del chat interno de LLA. Todos episodios protagonizados por dirigentes libertarios. Coordinar un anárquico grupo como el bloque de LLA siempre había sido un desafío —especialmente cuando Menem oficia, en simultáneo, de presidente de la Cámara y del bloque oficialista—, pero en las últimas semanas la situación se había desmadrado.

Karina Milei estuvo acompañada por el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem (a la derecha), vicepresidente de LLA, partido del que ella es presidenta, y por Sebastián Pareja (a la izquierda), presidente del partido a nivel bonaerense y armador clave en la provincia.

Sus detractores internos lo acusan a él y a su núcleo duro de centralizar la toma de decisiones y no acusar recibo de cuando la situación se desmadra. “Almirón es pollo de Menem. También lo era Arrieta, en un principio, antes de pelearse. Estas cosas nos ensucian a todos: parecemos más un zoológico que un bloque político”, se queja un legislador libertario. 

Muchos legisladores apuntaron, a su vez, contra Almirón, quien pica en punta para ser candidato a gobernador de Corrientes por LLA este año. El diputado correntino, de confianza de Menem, había protagonizado en el último par de semanas dos escándalos: la pelea con Zago —con su furibundo pedido de disculpas, que derivó en el “¿querés que te de un pico?”— y su discurso exacerbado en defensa del acuerdo con el FMI, que llegó a espantar a algunos aliados. “La sesión casi se cae por su culpa”, lo acusaron varios dirigentes libertarios. 

Detrás de las críticas a Menem y su círculo íntimo hay, a su vez, un malestar sobre la dinámicas de los armados que digita Karina Milei en varias provincias. Muchos se quejan de haber sido dejados de lado y, pese a que es la hermanísima quien centraliza las decisiones políticas, los dirigentes prefieren apuntar las culpas contra Lule Menem. “Acá hay un problema que es que la política no está funcionando, alguno de los Menem tiene que cambiar”, se quejan.

Martín Menem, sin embargo, se defiende: en su entorno argumentan que todas las leyes salieron y que no sirve de nada expulsar dirigentes. “¿Qué ganamos?”, se preguntan sus defensores. La realidad los avala, hasta cierto punto: todos los heridos de LLA hicieron valer cara su excomunión. Arrieta, que solía ser muy cercana a Menem, nunca volvió a alinearse detrás de LLA luego de que la echaran tras la visita a los represores. La removieron por haber presentado una denuncia penal en contra de sus compañeros de bloque y por haber vinculado a Menem con la organización de ese encuentro con foto, pero la expulsión tuvo un costo: abstención en la votación del DNU y acompañamiento a la creación de una comisión investigadora por el caso $LIBRA, por ejemplo.

Lourdes Arrieta

Algo similar sucedió del otro lado de Pasos Perdidos, en el Senado. Allí la expulsión de Francisco Paoltroni por pelearse con Santiago Caputo le costó caro al Gobierno y nunca se vio tan claramente como durante el tratamiento del DNU del acuerdo con el FMI en la Bicameral de Trámite Legislativo. Sin la firma de Paoltroni, que se hizo desear, el Gobierno no hubiera podido aprobar el DNU en Diputados el miércoles. 

En el bloque, sin embargo, hay varios diputados que piden sangre. Las broncas se acumulan y, en medio del caos, los dedos acusadores apuntan contra Menem, a quien le cuesta cada vez más sostener el control del recinto. Y de su propio bloque.

MC/JJD

Milei y el FMI: de libertario indomable a presidente obediente de Washington

Milei y el FMI: de libertario indomable a presidente obediente de Washington

El economista que prometía romper con el pasado ahora repite la historia: cerrará un nuevo acuerdo con el organismo, con el mismo ministro de Economía que antes señalaba como responsable del desastre financiero de 2018. La incomodidad de Adorni en su última conferencia de prensa.

En Casa Rosada descorcharon en silencio. El Congreso aprobó el DNU que le da vía libre al Gobierno para cerrar un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), y en Balcarce 50 se respiró un alivio que no se reflejó en las calles. Javier Milei y su motosierra libertaria encontraron la misma salida que criticaron durante años: más deuda. La política tiene giros inesperados, pero en Argentina la contradicción es rutina. 

Este jueves, el Presidente le puso fecha al acuerdo. “A mediados de abril”, confió a la agencia Bloomberg Línea. El plan del Gobierno es que el entendimiento técnico con el staff del FMI quede cerrado antes del 30 de abril, para luego ser tratado por el directorio del organismo. “Esperamos un acuerdo que nos permita mirar al futuro con mayor tranquilidad”, aseguró a elDiarioAR un alto funcionario. En la mesa de negociaciones están sentados Luis “Toto” Caputo y el presidente del Banco Central, Santiago Bausili. Su misión es trazar una hoja de ruta que permita evitar cualquier sobresalto financiero en los próximos meses, aunque públicamente se utilice el argumento del saneo del balance del Banco Central.  

La subdirectora gerenta del FMI, Gita Gopinath, visitó a Luis Caputo en febrero de 2024, cuando comenzaron las negociaciones por el acuerdo que está por anunciarse ahora.

Es que del acuerdo que está cerrando Caputo poco y nada se conoce. Se rumorea que estará bajo la modalidad del Extended Fund Facility (EFF), un programa que se extiende hasta 2035 y que ofrece períodos de gracia de cuatro años y medio antes de comenzar los pagos de capital. También se estima que el financiamiento oscilaría entre 20.000 y 25.000 millones de dólares, con una parte destinada a la recompra de Letras Intransferibles emitidas por el Ministerio de Economía y en manos del Banco Central. Pero el detalle fino del entendimiento sigue bajo llave. El la Casa Rosada insisten en que es “confidencial”, aunque la experiencia argentina con el Fondo sugiere que el ajuste real siempre se revela después de la firma.

El Ministerio de Economía ya aplicó un ajuste fiscal y monetario incluso mayor al exigido por el FMI, por lo que esos puntos no generan discusión. La diferencia radica, según pudo saber elDiarioAR, en la política cambiaria: el organismo sostiene que el crawling peg —el incremento mensual del 1% del dólar oficial— es insostenible. Milei y Caputo coincidían en el objetivo final de levantar el control cambiario, pero pusieron todas las fichas a sostener un peso fuerte para bajar la inflación. 

Sin embargo, más allá de los avatares actuales, el archivo no deja de acechar. En las últimas semanas, las redes volvieron a circular las entrevistas en las que Milei despotricaba contra el FMI con la furia de un libertario en estado puro. “El Fondo es una institución perversa”, decía en 2022. “Cuando un país está a punto de explotar, pone la guita y le permite tirar el ajuste para adelante”. En otra aparición en televisión, todavía en tiempos de Mauricio Macri, fue más tajante: “El FMI no debería existir”. Pero la hemeroteca no solo lo delata con el Fondo, sino con su propio ministro de Economía.  

En 2018, cuando la gestión de Cambiemos firmó el acuerdo que ahora se renegocia, Milei apuntó directamente contra Caputo. Lo acusó de haber “fumado” 15.000 millones de dólares de reservas y de haber dejado un “despiole” de Leliqs que hipotecaba el futuro de Argentina. “Parte del acuerdo del Fondo se lo patinaron en el Banco Central para salvar a quienes financiaron el desastre del 28 de diciembre de 2017”, sentenciaba. Ese desastre lo administraba Caputo en tanto titular de esa entidad. El mismo Caputo que hoy maneja las cuentas de Milei.  

En su primera intervención como diputado, en marzo de 2022, Milei votó en contra del acuerdo con el FMI que impulsaba Alberto Fernández. Lo hizo con una frase que hoy podría tatuarse en la frente: “Para nosotros la cuestión moral es central, y este gobierno está tomando deuda. La deuda son impuestos futuros, impuestos que pagan personas que no votan: nuestros hijos, nuestros nietos”. Tres años después, es su gobierno el que toma deuda, aunque lo niegue, y son sus propios legisladores los que la convalidan.  

La incomodidad de la Casa Rosada quedó expuesta en la última conferencia de prensa de Manuel Adorni. Este jueves, Jonathan Heguier de El Destape le preguntó por la contradicción entre el Milei que atacaba al FMI y el Milei que ahora firma un nuevo crédito con el organismo. Adorni intentó desviar la conversación, repitió la línea oficial de que “la culpa es del kirchnerismo” y que “no hay ninguna inconsistencia”. Pero el periodista insistió y fue por el tema más espinoso: si Milei creía que Caputo había sido responsable de la crisis de 2018, ¿cómo explicaba que hoy lo tenga como ministro?  

El portavoz Manuel Adorni defendió a Santiago Caputo y apuntó contra Manes.

El vocero trastabilló. “Vos tenés un problema de escucha”, le respondió, visiblemente irritado. El resto de la respuesta fue una serie de malabares verbales para evitar reconocer lo obvio. Ni una sola línea sobre el hecho de que el gobierno de Milei está entregando la economía al mismo hombre al que el Milei de la televisión acusaba de haber volado la estabilidad financiera del país.  

El mercado sigue con atención cada paso del Gobierno. Los bonos argentinos, que habían iniciado la jornada en alza tras la aprobación del DNU, revirtieron su tendencia y volvieron a caer. Los títulos de deuda a largo plazo, como el Bonar 2030 y 2035, registraron retrocesos, mientras que el riesgo país osciló sin una dirección clara. En Wall Street, las acciones argentinas operaron con variaciones mixtas: algunas compañías mostraron repuntes moderados, mientras que otras sufrieron nuevas caídas, reflejando la cautela de los inversores ante la falta de información sobre el acuerdo con el FMI.  

En el oficialismo aseguran que no hará falta otro viaje a Washington para cerrar el Staff Level Agreement, aunque la experiencia argentina sugiere que la letra chica de estos acuerdos suele traer más sorpresas que certezas. El problema no es solo la contradicción de Milei con su discurso de campaña, sino la confirmación de una regla no escrita de la política nacional: no importa quién gobierne, cuando las papas queman, el FMI siempre aparece. El Milei que prometía dinamitar el Estado hoy se abraza al mismo Fondo que detestaba. Quizás no sea el fin de la “casta”, sino solo otra vuelta en la calesita de la historia.

PL/MG

La CGT anunció un paro general para el 10 de abril

La CGT anunció un paro general para el 10 de abril

La central obrera se movilizará el 24 de marzo, se sumará a la marcha de los jubilados del 9 de abril y realizará la medida de fuerza un día después. Se suman los colectivos. El Gobierno busca desactivarla.

La CGT convocó hoy a un paro nacional el 10 de abril próximo, en lo que será la tercera huelga general durante el gobierno de Javier Milei.

La central obrera también definió movilizarse el 24 de Marzo por el Día de la Memoria; participar de la marcha de los jubilados del miércoles 9 de abril y, finalmente, concretar el paro el jueves 10 del mismo mes. También resolvió movilizar en conmemoración del Día del Trabajador el 1 de mayo.

“Queremos transmitirle al pueblo argentino que confirmamos los rumores sobre el paro para el 10 de abril”, dijo Héctor Daer, titular de la central obrera. “Habrá una acción sindical de 36 horas, comenzando con movilizaciones a partir del día 9 de abril al mediodía, y a partir de las 00 hs del día 10 un paro de 24 horas”.

“Damos nuestro apoyo y acompañamiento a la familia de Pablo Grillo, brutalmente agredido por las fuerzas de seguridad federales”, añadió.

Se suman los colectiveros

La Unión Tranviarios Automotor (UTA) confirmó hoy que los colectiveros se sumarán al paro general que la CGT realizará el 10 de abril próximo.

“La UTA apoya lo que propuso la CGT para el paro general porque no se sostiene más la falacia oficial con respecto a una inflación que no existe; hoy por hoy la canasta básica de una familia tipo está en no menos de 2 millones, hay un aumento de inflación interanual de un 15 por ciento”, sostuvo Gabriel Gusso, secretario gremial de la UTA, en declaraciones a la Agencia Noticias Argentinas.

Para el dirigente sindical, “el Gobierno busca que los salarios de los trabajadores vayan por debajo de la inflación, lo mismo que está haciendo con los jubilados, a los que además les sacó los remedios”.

Gusso sostuvo que “hay un ataque contra el trabajador y un financiamiento que el Gobierno está haciendo a costillas del ciudadano, y que no tiene límites. No se puede vivir de esta manera y no te dan los números”, añadió.

El Gobierno busca desactivar la medida de fuerza

Mientras tanto, el Gobierno se alista para retomar contacto con los referentes dialoguistas de la CGT para desactivar la medida de fuerza.

El designado por el Ejecutivo para llevar adelante esa hazaña es el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, de perfil moderado y el funcionario con mejor relación con las entidades gremiales.

En esta oportunidad, Francos deberá levantar el teléfono o abandonar la comodidad de su despacho en Casa Rosada para abrir un nuevo canal de diálogo con los interlocutores del sindicalismo para acercar posturas.

Ante ese escenario, los referentes Daer (Sanidad) y Gerardo Martínez (UOCRA) aparecen en el listado como los más permeables a las conexiones con el Gobierno.

En Balcarce 50 consideran que el desafío que deberá afrontar Francos configura “una tarea difícil”, e incluso ven poco probable la posibilidad doblegar la voluntad de la central. “Vamos a intentar convencerlos esta semana que viene, pero no creemos que sea factible conseguir la postergación”, sostuvo una importante fuente de Gobierno.

Pese a los esfuerzos para aceitar el ida y vuelta con los gremialistas, en el entorno del presidente Javier Milei aseguran que la huelga responde a un “movimiento político” que adoptó la central de manera forzada a raíz de las protestas en favor de los jubilados que tuvieron lugar durante los últimos dos miércoles.

“Es una sobrerreacción. Estuvieron compelidos”, definió un funcionario ante esta agencia y agregó: “Han tomado una decisión producto de las circunstancias y es complejo que den un paso atrás”.

Sin embargo, el Gobierno utilizará los días que le quedan al mes de marzo y los instrumentos que estén al alcance para evitar el paro general del 10 de abril, el tercero contra la administración libertaria después de las huelgas del 24 de enero y el 9 de mayo de 2024.

En las filas libertarias creen que la inflexibilidad de la CGT responde a la presión de convocar a huelga que surgió tras los episodios de violencia en las inmediaciones del Congreso y que dejaron el saldo de más de 20 heridos, entre ellos el fotoperiodista Pablo Grillo.

A tono, el vocero presidencial, Manuel Adorni, rechazó hoy la convocatoria a la medida al sostener que se trata de paros “para defender intereses propios” y que están organizados “para dañar al Gobierno”. “Estos paros son para defender intereses propios, acá no hay nada que amerite un paro”, sostuvo en conferencia de prensa, y sumó: “Lo quieren hacer para dañar al Gobierno”.

Con información de la agencia NA

Amores en el andén, la serie del año

Amores en el andén, la serie del año

Libros, series, películas y un montón de cosas de las que aferrarse en medio del desconcierto.

El fantasma de Lali, libros de marzo

Uno. La tele –o eso que elijo llamar así: somos nuestros anacronismos– nos regaló la semana pasada una de las escenas románticas más conmovedoras y maravillosas de los últimos tiempos. Fue en el capítulo nueve de la serie Severance y la protagonizaron John Turturro (de pie) y Christopher Walken (de pie otra vez). Como en la ficción más efervescente, importa muy poco la trama, pero para quienes no estén al tanto o quieran saber, va un escuetísimo resumen: la serie sigue las vidas de los trabajadores de Lumon Industries, una misteriosa empresa tecnológica que sometió a una parte de sus empleados a un procedimiento quirúrgico que divide sus recuerdos entre su vida laboral y la personal. Adentro trabajan y no recuerdan quiénes son o cómo es su vida, digamos, privada; afuera, una vez que termina el horario laboral y vuelven a sus casas, tampoco saben qué hicieron ni de qué se trata su trabajo. Irving (Turturro) y Burt (Walken) se conocen mientras deambulan por la empresa. El flechazo, aunque se trata de dos tipos timidones y hasta atolondrados (quién no, en cualquier circunstancia de flirteo) es casi inmediato. Pero eso que los atrae del otro, los atrae ahí, en esos pasillos pasmosamente blancos de Lumon. Una vez afuera, no pueden recordarlo. En esta segunda temporada, una circunstancia que prefiero no revelar los hará cruzarse afuera del trabajo y también tener algún conocimiento de esa chispa que los unió adentro de la empresa, aunque no tengan en su memoria un recuerdo concreto. Lo que conjeturan, lo que sienten, lo que creen saber del otro: en ese terreno siempre resbaladizo de la elucubración romántica intentan moverse o encontrar señales, como cualquier enamorado. En paralelo, Burt en su vida civil está en pareja con otro hombre. Además, algo de su pasado podría complicar a Irving, quien a su vez empieza a tener sospechas cada vez más firmes sobre los manejos turbios de Lumon. Si las historias de amor suponen siempre algún tipo de vaivén, de complicación, de imprevisto que tiende a demorar el encuentro de los amantes –no hay amor sin desvío o, mejor, hay amor porque hay desvío–, en este caso el romance toma la forma de una fuga. Para seguir, alguno tiene que huir. Y es Burt el que facilita la partida porque siente que él es el único que puede salvar a Irving –no hay amor sin hipérbole o, mejor, hay amor porque hay hipérbole–. Entonces lo lleva hasta una estación de trenes de larga distancia (otro anacronismo, en este caso, con columnas de mármol, inspectores de camisa y chaleco, bancos de madera impactantes y la nieve que suma una atmósfera lúgubre), le compra un boleto y se lo entrega. Y ahí llega la escena más preciosa, la de una charla de despedida casi en el andén.

Christopher Walken y John Turturro en una escena de Severance.

Dos. Primer desvío. Recordé otro amor, otro andén y otra despedida célebre en la pantalla: el flashback de Rick e Ilsa, en Casablanca al son de As Time Goes By. Mucho antes del presente que cuenta la película, los enamoradísimos protagonistas Humphrey Bogart (de pie) e Ingrid Bergman (otra vez de pie) hablan de encontrarse al día siguiente para tomar juntos el tren que los va a sacar de una París convulsionada y llevar a Marsella (esa misma noche Ilsa le pide que Rick la bese “como si fuera la última vez” y también dice la famosa frase del mundo que se desmorona mientras ellos se enamoran. Aunque hay que apuntar que en el original es un poco más puntilloso, ella dice “elegimos este tiempo para enamorarnos”). Pero al otro día no se encuentran. Mejor dicho: ella no va. Tal vez porque también crea que en ese gesto de retirarse de la escena puede salvarlo a él. Para seguir, alguno tiene que huir. Entonces Ilsa le deja una esquela que dice algo así: “Richard, no puedo ir con vos ni volver a verte, no preguntes por qué. Simplemente sabé que te amo”. Y le da una bendición. Un adiós mudo, escrito, fatalmente romántico. Rick solo puede quedarse en el andén mirando a su alrededor por si todo es una confusión, un desencuentro, un error. Cae una lluvia que lo arrasa, que borra del papel las palabras de Ilsa. Hasta que suena el silbato final, el tren empieza a moverse, Rick finalmente se sube y tira la carta a las vías. 

Una escena de la película Casablanca.

Tres. Un desvío más, otro andén, otra despedida, otro romance cinematográfico inolvidable: Jesse y Celine en Antes del amanecer. Richard Linklater decide abrir la película con una sucesión de imágenes de vías. Los protagonistas Ethan Hawke (el chiste se hace solo) y Julie Delpy (lo mismo) se ven por primera vez arriba de un tren que une ciudades europeas (más anacronismos: hablan del Eurail pass que les permite subir y bajar en distintos puntos con un mismo abono). Un arrebato lo lleva a Jesse a invitarla a Celine a bajar con él en Viena, a desviarse un rato, quizá también porque intuye que de esa manera podía salvarla de algo como la rutina o las obligaciones. Ella acepta. Pasan lo que queda del día y la noche deambulando. Al día siguiente, Jesse la lleva hasta el andén donde está el tren que devuelve a Celine a su casa. Para seguir, alguno tiene que huir. Entonces llegan la promesa del reencuentro seis meses más tarde, la despedida llena de palabras pero sin precisiones, algún beso. Otro campanazo, otro tren que se mueve, otra historia de amor que pasa a ser recuerdo.

Una escena de la película

Cuatro. Vuelta a Severance. “Nunca me habían amado antes, no realmente”, dice Irving frente a un Burt que lo mira incólume. “Bueno, ahora sí”, confirma Burt. En esa estación que aparenta helada, cruzan confesiones y confidencias (“mi parte inocente se enamoró de vos”, dispara Burt con dulzura). Pero Irving no se conforma con esas palabras. O, mejor dicho, lamenta que por el procedimiento al que se sometió en el trabajo no puede recordar ese amor, esa sensación de ser amado, los encuentros furtivos con Burt en medio de las jornadas laborales. Los cuerpos, sin embargo, se van acercando cada vez más. Hasta que Irving se abisma y apoya su frente en la de Burt. Un hombre sin pasado, o con esa memoria escindida, no tiene cómo saberlo: alguna vez había tenido un gesto exactamente igual con su amado adentro de la empresa. Aunque ni siquiera lo puedan recordar, como Jesse y Celine con Viena, como Ilsa y Rick con París, Irving y Burt siempre tendrán Lumon. Tal vez porque no hay amor sin destiempo. O, mejor, hay amor porque hay destiempo.

Empieza una nueva entrega de Mil lianas. Con muchísimos desvíos y anacronismos, como podrán apreciar por acá.

1. Kuitca en el Malba. “Se ve que lo mío es volver. Porque cuando volví acá en el 2003 la pregunta era ‘qué se siente volver’. Y ahora también. Esta es una segunda vuelta, así que se ve que volver es un destino”. Con esas palabras definió el artista plástico argentino Guillermo Kuitca, uno de los más importantes del arte contemporáneo latinoamericano, su muestra Kuitca ‘86, que se inauguró hace unos días en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba). Una exhibición que plantea, de hecho, varios regresos. Por un lado, de una serie de obras que no se encontraban expuestas en el país y que el público local podrá contemplar en el museo porteño. Por otro, del propio artista, quien realizó, junto a las curadoras Sonia Becce y Nancy Rojas, un trabajo de investigación para repasar piezas que en varios casos el pintor creó hace más de 40 años y no volvió a tener enfrente hasta ahora.

Kuitca ‘86. De Nadie olvida nada a Siete últimas canciones propone un enfoque curioso para exponer un conjunto de cuadros del artista al cumplirse cinco décadas de su primera exposición individual –la realizó en 1974, con apenas 13 años– y a 22 años de que una parte de su obra se presentara por primera vez en el Malba. Dispuesta en varios espacios del museo, la muestra está compuesta por cuadros que integraron series célebres como Nadie olvida nada, comenzada en 1982; El mar dulce, iniciada en 1983; y Siete últimas canciones, presentada en 1986, mientras que también se puede ver una selección de dibujos, fotografías, cartas, afiches y otros documentos personales–en su mayoría de los años efervescentes del regreso de la democracia en Argentina–, además de una obra con la forma de una maqueta colorida que recrea casi paródicamente el lugar de trabajo de un artista y que Kuitca realizó en 2024. En total, son 77 piezas.

Recorrí la muestra hace unos días y armé esta nota donde pueden conocer más sobre ella y sobre lo que dijo Kuitca de su trabajo. Estará disponible en el museo hasta mediados de junio.

Guillermo Kuitca vuelve al Malba con una exposición integrada por 77 piezas impactantes.

La exposición Kuitca ‘86. De Nadie olvida nada a Siete últimas canciones se podrá visitar hasta el 16 de junio en el Malba (Figueroa Alcorta 3415, CABA). Más información, en este enlace.

2. Stephen Graham. La semana pasada comentamos en este espacio que se venía un estreno muy especial de Netflix con la miniserie Adolescencia y no exageramos. Se trata, sin dudas, de una producción extraordinaria, esas maravillas que, cada tanto, titilan en el panorama cada vez menos sorprendente de las plataformas de streaming. Una serie con riesgo, con ambigüedad, con una proeza técnica y actoral al servicio de la historia y no por puro canchereo. La serie del año. Hablamos también de su protagonista y co-autor, el actor Stephen Graham (suspiramos, además). 

Si después de Adolescencia se quedaron con ganas de ver más de él, Disney+ estrenó el mes pasado la serie Mil golpes. Creada por Steven Knight –el mismo de otro clásico británico como Peaky Blinders– trae una historia ubicada en 1880 en el East End de Londres en un submundo que combina redes criminales y boxeo. Dato para quienes vieron Adolescencia: además de Graham, una de las protagonistas es la actriz Erin Doherty, la misma que interpreta a la psicóloga que atiende en el tercer capítulo al adolescente detenido.

Otro material interesante disponible en Argentina donde también se luce Graham es la serie Time de 2021. Ahí interpreta a un carcelero –y otra vez un padre en problemas– de manera descomunal. Está disponible en Max. Por último, Netflix mantiene en su menú El irlandés, la película de 2019 de Martin Scorsese, donde el británico vuelve a destacarse.

Stephen Graham en

3. Good American Family. Basada en una historia real muy popular en los Estados Unidos –uno de esos casos que acaparan sobre todo los medios sensacionalistas y que tal vez es mejor no googlear si prefieren ir sorprendiéndose a medida que se van estrenando los capítulos– esta miniserie tiene en el centro a esa familia estadounidense de buenas intenciones, digamos, que propone el título. Los Barnett componen, en efecto, un esquema bastante tradicional: mamá, papá, tres hijos. El mayor, inteligentísimo y en el espectro autista, es seguido de cerca especialmente por su madre Kristine, quien se dedica a trabajar con niños y niñas neurodivergentes.

Después de una experiencia que los dejó con un sabor amargo, un día los llaman de una agencia bastante extraña para comentarles que había una niña de siete años en adopción. De orígenes ucranianos y con un tipo de enanismo que no terminan de detallar, Natalia Grace podría ser enviada a una institución en poco tiempo si los Barnett no acuden a rescatarla. Pero los Barnett van y de inmediato la llevan a vivir con ellos. Desde las primeras escenas, hay incomodidad, hay algo que no termina de fluir en el vínculo y en algunos gestos de la niña que por momentos es muy agresiva. En especial entre Natalia Grace y su madre adoptiva, encarnada por la actriz Ellen Pompeo (seguramente más de uno la recuerde por su rol en Grey’s Anatomy). A medida que pasan los días, esa tensión se irá incrementando y los Barnett empezarán a tener sospechas sobre el pasado de Natalia Grace y sobre su edad. 

Disney+ estrenó recientemente los primeros dos capítulos y de ahora en adelante irán subiendo a la plataforma uno nuevo cada miércoles. En los episodios que ya están disponibles para ver, la historia se narra desde la visión de los Barnett, pero a medida que avance la serie el punto de vista irá cambiando. Según anunciaron desde la plataforma, esto es “un medio para explorar cuestiones de perspectiva, prejuicios y trauma”. Por ahora inquietante y enigmática, con un terror subterráneo que se sostiene, el resto de los personajes son interpretados por Mark Duplass, Imogen Reid, Dulé Hill, Christina Hendricks, Sarayu Blue y Jenny O’Hara. Para quienes quieran saber más del caso real, la plataforma Max tiene disponible una suerte de docu-reality show que en tres temporadas cuenta esta historia, que además tiene varios vaivenes judiciales y sorpresas. Se llama El curioso caso de Natalia Grace.

Good American Family está disponible en Disney+. En este enlace, otros estrenos de series y películas destacadas para ver en streaming.

Banda sonora. Mencionamos arriba Antes del amanecer y se me impuso –de una manera extrañísima, casi que viajé en el tiempo– volver a escuchar el disco que sacó Julie Delpy en 2003. Una selección de esas canciones, arrancando por la dulcísima A Waltz For a Night, se suma entonces esta semana a nuestra banda sonora. La escuchan, como todos los viernes, por acá

Bonus track. Se aproxima un nuevo 24 de marzo (especialísimo esta vez, mientras se siguen multiplicando los despidos en la Secretaría de Derechos Humanos y los espacios por la memoria son víctimas de vaciamientos y el desprecio por las autoridades actuales). Además de participar de las marchas que se harán en todo el país, ese día también puede ser un buen momento para mirar algunos documentales que abordan con lucidez algunos episodios y personajes de la última dictadura. Es el caso del retrato familiar que ofrece Albertina Carri en Los rubios, y de El mensajero, de Jayson McNamara, donde se reconstruye el valiente rol del diario porteño The Buenos Aires Herald en aquellos años y de su director Robert Cox.  

Los dos están disponibles para ver gratis y online desde Argentina en la plataforma Lumiton. Más, por acá y por acá.

Bonus track II. Gracias a quienes me escribieron por la edición anterior del newsletter. En especial a Agus H que, como habíamos hablado de fantasmas, me hizo conocer la obra de la artista @paulaerre_. Pueden ver su precioso trabajo por acá.

Posdata. Voy cerrando esta edición y me doy cuenta de que esta vez no hablamos de libros. Un aviso, por si se les pasó: en este enlace encuentran detalles sobre algunos de los lanzamientos editoriales de marzo. Por mi parte, estoy leyendo con mucho entusiasmo Terminal 2020, de Osvaldo Baigorria, que salió recientemente por Seix Barral. Ya les contaré más. Aprovecho para recordarles que por acá pueden leer Yo, libertario, las columnas de Baigorria en elDiarioAR.

¡Hasta la próxima!

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Mariano Llinás y Mondongo, tres películas y una larga historia de amistad con más corazón que odio

Mariano Llinás y Mondongo, tres películas y una larga historia de amistad con más corazón que odio

El cineasta estrena un tríptico que es el eco de una profunda amistad de 20 años con los artistas que integran el colectivo artístico Mondongo y también de su ruptura y enemistad posterior. Puede verse desde este viernes en Arthaus Central.

Mondongo es un colectivo artístico (primero como trío, luego como dúo) que se ha convertido en un fenómeno de masas y de ventas. Mariano Llinás es uno de los directores más creativos y prolíficos del cine independiente argentino. Lo cierto es que los “mondongos” Manuel Mendanha y Juliana Laffitte (Agustina Picasso se radicó en Estados Unidos en 2008 y abandonó el grupo), y Llinás y su socio en la productora El Pampero Cine, Agustín Mendilaharzu, cultivaron durante más de 20 años una intensa amistad y colaboraron en múltiples proyectos de ambas partes. Un encargo de Arthaus en 2021 al director de “Historias extraordinarias” y “La flor” para que registrara el proceso creativo de Mondongo pareció la excusa ideal para hacer pública esa relación, pero ocurrió exactamente lo contrario: el realizador y los protagonistas del retrato se pelearon y esa enemistad se convirtió en parte esencial de las películas.

Y hablamos de películas en plural porque aquel (fallido) encargo original derivó en lo que ahora se conoce como “Tríptico Mondongo”, tres largometrajes muy diversos entre sí en cuanto a registros, formas y tonos, pero que obviamente se complementan y potencian a la hora de abordar la contradictoria relación con el director, con el mundo del arte, con la materia de sus obras y con el dinero.

“El equilibrista” (73 minutos), “Retrato de Mondongo” (124 minutos) y “Kunst der Farbe” (90 minutos), se podrán ver en Arthaus Central (Bartolomé Mitre 434) desde este 21 de marzo. Estarán los viernes a las 20 y los sábados y domingos a las 19, durante lo que resta de marzo, abril y mayo, con entradas a $5.000 y $3.500 para estudiantes y jubilados (se sacan por Alternativa Teatral).

Juliana Laffitte y Manuel Mendanha, integrantes de Mondongo, que hasta 2008 integró también Agustina Picasso.

Que el “Tríptico Mondongo” se proyecte en Arthaus tiene toda la lógica: allí se desarrolla hasta el 6 de abril una muestra sobre el dúo artístico y su dueño, el coleccionista Andrés Buhar, no solo comisionó aquel film a Llinás que devino en trilogía sino que a fines de 2024 adquirió la instalación “Argentina (paisajes)” en US$1.270.000, convirtiéndose así en la obra más cara de la historia del arte argentino.

elDiarioAR dialogó con Llinás sobre el largo, tortuoso y cambiante proceso que llevó de las primeras imágenes caseras filmadas cuando él y los Mondongo eran unos jóvenes amigos hasta la ficción que asoma en la tercera y última entrega, “Kunst der Farbe”.

–Se nota en las películas que hay (¿había?) una muy intensa relación de amistad con los integrantes de Mondongo desde muy jóvenes ¿Desde cuándo manejabas la idea de hacer algo juntos y cómo fue mutando hasta llegar al encargo de Arthaus?

–Con Manuel y Juliana nos conocemos desde hace muchos años. Manuel trabajaba en el MALBA cuando nosotros comenzamos a trabajar también allí y fue uno de quienes insistieron de manera más intensa en que fuera en ese cine que se estrenara “Balnearios”, el primero de mis films que también fue el primero en proyectarse en el MALBA como un estreno. A partir de eso, se dio una amistad muy intensa que se acrecentó cuando Agustina Picasso, que también era una “Mondongo”, dejó el grupo. En esos años ellos experimentaron un crecimiento formidable en términos mediáticos y ello redundó en que se hicieran bastante conocidos entre el público y al mismo tiempo que generaran cierta irritación en el medio artístico, fundamentalmente entre cierta parte de sus colegas. Agustín y yo vivimos de muy cerca todo ese proceso, y durante años íbamos a ese mismo taller que aparece en la película y pasábamos largas noches hablando de esas cuestiones. Para mí, que desde siempre estoy obsesionado con las cuestiones que podríamos llamar de “ética artística” (cómo un artista lleva su carrera y su vida en relación, fundamentalmente, con el mercado y el dinero), estar cerca de ellos era una experiencia fascinante: un grupo al que admiraba mucho y que experimentaba un ascenso meteórico, con las evidentes tentaciones que eso conlleva, era un tema realmente apasionante si uno tiene la suerte de verlo de cerca. Esos encuentros eran realmente muy intensos, casi peligrosos, y hubo un momento en el que empezamos a filmarlos. También hay que decir que en aquella época con Agustín registrábamos casi todo, pero había en esas filmaciones algo que se parecía a una promesa. También hay que decir que entre ellos y nosotros eran habituales las colaboraciones: hicieron los afiches de “Historias extraordinarias” (más tarde también el de “Clementina”) y organizaron una muestra de mi largo film mural sobre el Río Paraná en la galería Ruth Benzacar (luego también mostrarían en la galería de Mondongo mi otro film sobre el Transiberiano). Por mi parte, escribí varias veces textos para prólogos de ellos, en general poemas que aparecían antes o en el medio de los estudios críticos. Agustín, por su parte, se dedicó desde siempre a filmar las obras de ellos. De modo que era una relación de muchísima confianza. Hay que agregar que al mismo tiempo ellos tenían una profunda vida social de la cual nosotros no participábamos y no es exagerado decir que ambos mundos nos mirábamos con desconfianza. Pero lo cierto es que esa relación se mantuvo de manera casi intacta durante más de 20 años. Agustín y yo íbamos, ellos pedían comida y abundante vino blanco, discutíamos un rato de cuestiones de ética y dinero hasta que en un momento Juliana ponía música, empezaban las sesiones de karaoke y todo terminaba en un amistoso desborde. Esas noches se repitieron durante años. Cuando llega la propuesta de Arthaus de hacer un film sobre ellos (y yo creo que desde el comienzo estaba claro que mi cercanía con el grupo debía ser un elemento integrante de la película) desde un primer momento pensé que ese encargo que me proponían era un trabajo que Agustín y yo estábamos haciendo desde hacía años, sin proponérnoslo, y que era el momento de darle una forma. En ese momento, yo creo que ninguno de nosotros imaginaba que ese encargo implicaría también el final de una amistad tan intensa, pero acaso retrospectivamente y para un observador externo, pueda resultar evidente. Hay cosas con las que no es posible meterse sin que se rompan.

–¿Cómo fue que terminó en trilogía? ¿Siempre fue la idea o los hechos precipitaron esa forma?

–Podríamos decir que lentamente fue apareciendo como una necesidad. Por un lado, el proceso del “retrato” se volvió tan tortuoso que de algún modo desvirtuaba el encargo que Arthaus nos había hecho. Después de todo, ellos querían hacer un film sobre el “Baptisterio de los colores”, proyecto de Mondongo inspirado en el tratado “Arte del color”, de Johannes Itten, y yo les estaba devolviendo una suerte de biografía personal. Entonces imaginamos la posibilidad de hacer ese film aparte, casi para “cumplir” con el encargo. La primera parte del tríptico está signado por ese origen y sólo se integró como obra cuando empezó a incluir el largo poema del cierre que finalmente hace de él algo que deja de estar signado por la idea del “encargo” y lo vuelve algo que pueda pensar como propio. En cuanto al film número tres, “Kunst der farbe”, desde un comienzo estaba pensado como un juego, con la idea del desafío, pero fue tomando una autonomía tal que no encajaba dentro de los otros solo como una sección. Cuando la relación entre el grupo y yo se cortó definitivamente, eso finalmente ordenó esa película: es en la ficción una especie de “venganza”, aquello que yo hago una vez que ellos se han convertido en mis enemigos. El film vuelve juego algo que en la vida real por momentos se pareció bastante a una tragedia.

–Resulta particularmente intensa y desgarradora la segunda película, creo que es donde más te expusiste a nivel íntimo en toda tu carrera. ¿Cómo lo ves hoy?

–Simplemente hubo un momento en que comprendí que un film así (sobre mis amigos, sobre artistas amigos, sobre artistas amigos que desde muchos lugares son acusados de frivolidad) corría el riesgo de volverse una tontería o un objeto abyecto si quienes lo hacíamos no nos atrevíamos a un máximo nivel de exposición. Cualquier film que no fuera “peligroso” hubiera resultado una cosa infame: un cineasta legitimado hablando bien de sus amigos, artistas legitimados. Una inmundicia. En ese sentido, la creciente hostilidad entre nosotros que el film muestra es también una creencia en los poderes del cine: la película había comprendido que nosotros no éramos más amigos aun antes de que nosotros lo comprendiéramos. Cuando empezamos a ver y a editar esas imágenes había en ellas tanto dolor y tanta decepción, tanta confianza perdida y tanta distancia en los intereses de cada uno, que no quedaba a mi criterio otro camino más que obedecer a esa tristeza y construir el film alrededor de eso.

Manuel Mendanha.

–El dueño de Arthaus pagó una cifra récord por una instalación de Mondongo. En esta nota y en varios momento de las películas decís que muchas veces hablaban del tema del dinero ¿Qué opinión te merece estos hechos?

–Como dije antes, las cuestiones del dinero y el mercado eran la materia sobre la que hablábamos obsesivamente, todo el tiempo, en la época en que éramos amigos. Yo creía incluso que nuestra amistad estaba de algún modo sostenida en eso. Ahora que esa amistad no existe sería desleal con ellos continuar opinando sobre cosas que durante mucho tiempo fueron nuestras. No creo que corresponda que lo haga. Solo puedo decir que mi admiración por la obra de ellos sigue intacta y que me parece bien que ganen mucho dinero, al igual que todo artista talentoso y trabajador que se lo merece.

–Se dice que se puede hacer muy buen arte desde el amor y la admiración pero también desde el odio y resentimiento. Aquí, de alguna manera, hubo un poco de todo (y junto). De hecho, lo explicitás cuando citás a John Wayne en los westerns de Howard Hawks...

–No creo que haya habido ni odio ni resentimiento en ninguno de los films. Más bien lo que creo que se ve es tristeza por una amistad perdida. Acaso la tercera parte se permita alguna forma de catarsis, pero aun así está muy lejos del odio. Yo pienso en ese tercer film como una obra signada por la alegría de recuperar la libertad. El proceso de los dos primeros films fue extremadamente tortuoso, largo, lleno de sufrimientos personales y, desde luego, ruinoso económicamente para nosotros. Una vez atravesado ese mal trago, la tercera película aparece como liberada de esa angustia y entregada a las cosas que desde siempre nos hacen felices: la ficción, el juego cinematográfico, los viajes por las rutas de la provincia, la complicidad con las actrices, la sonrisa dulce de María Villar y la mirada de Pilar Gamboa, que, una vez más, justifican por sí solas la existencia del cinematógrafo.

DB/DTC