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Alfredo Cornejo volvió al poder en Mendoza y le ofrendó su triunfo a Patricia Bullrich, que buscó adherir a su candidatura presidencial de Juntos por el Cambio la tercera victoria provincial al hilo del radicalismo, luego del batacazo del domingo anterior en Chaco y de hace dos semanas en Santa Fe. Los de este domingo fueron los últimos comicios locales antes del 22 de octubre, cita de la primera vuelta presidencial.
“Se sumó una provincia más al cambio que está en marcha en Argentina”, dijo la postulante opositora, subida al escenario con el flamante gobernador electo. Repitió latiguillos y promesas de campaña en los ejes de economía, educación y seguridad. Cornejo -por su parte- fue mucho más explícito en su discurso: “Necesitamos a Patricia Bullrich presidenta del país”, suplicó.
Cornejo superó ampliamente al resto de sus contrincantes, principalmente a Omar de Marchi, actual diputado del PRO quien rompió el frente cambiemita –luego incluso, de ser armador federal de Horacio Rodríguez Larreta– para lanzarse a una aventura personal en la que trabó una alianza subterránea con Javier Milei. Aunque le permitió sumar unos puntos a los cosechados en las PASO provinciales –Ramiro Marra se paseó por la provincia el lunes pasado, sin darle un apoyo explícito–, no le alcanzó.
Con el 73% de los votos escrutados, la foto de los resultados daba a Cornejo sumando 39,97%, con De Marchi a diez puntos de diferencia: sacaba el 29,44%. Muy golpeado quedó el peronismo mendocino: bajo la candidatura de Omar Parisi sumaba 14.87%.
Cornejo vuelve a administrar su pago chico luego del interregno de cuatro años de Rodolfo Suárez, un delfín a quien ubicó como su sucesor ante la imposibilidad constitucional de ir por la reelección. Ahora, habrá enroque de cargos: Suárez será el reemplazante de Cornejo en la banca que deja libre en el Senado, donde tiene mandato por dos años más.
El esfuerzo de Bullrich en su aparición en Mendoza tiene más que ver con la pobre performance suya en las PASO nacionales que con la victoria de Cornejo. Es que JxC hizo una mala elección en agosto: no llegó a los 29 puntos, frente a un 44% que recogió el libertario. Ese resultado fue toda una sorpresa, ya que en las primarias locales de junio, el frente cambiemita –que tuvo a Cornejo disputando contra Luis Petri, ahora vice de Bullrich– le había sacado mayor diferencia a De Marchi: 42 a 20 por ciento.
La sangría es más reveladora en votos. Entre la PASO provincial y la nacional, la marca cambiemita perdió 127 mil sufragios. En junio, Cornejo-Petri sumaron 420 mil votos y De Marchi juntó 200 mil. En las presidenciales, se dio vuelta la taba: Milei capturó 466 mil y Bullrich-Larreta, 290 mil. Este domingo, con el corte en 73% de las mesas escrutadas, Cornejo recogía unos 275 mil votos y De Marchi, cerca de 203 mil. Evidentemente, el efecto Milei complica –y mucho– a Bullrich. Y Mendoza es una provincia clave: representa el 4,22% del padrón nacional.
Bullrich aprovechó, entonces, la victoria de Cornejo para autoconvencerse de que puede entrar al balotaje. Su larga perorata en el búnker del gobernador electo reveló también lo que a priori aparece en las encuestas: que está detrás de Milei y de Sergio Massa, quedando afuera de la segunda vuelta. “En estas elecciones nacionales la ciudadanía va a elegir un cambio contundente. Frente al caos, vamos a un país ordenado. La Argentina necesita orden económico”, planteó Bullrich.
Entonces enumeró algunas ideas-fuerzas que desglosó como promesas de campaña: “Vamos a entrarle fuerte a la inflación”; “terminar con la locura de cerrar exportaciones”; “hacer un acuerdo fiscal e institucional con todas las provincias”; “dejar de perder un día más de clase”; “pelear fuerte contra la inseguridad y el narcotráfico”.
Ante el enorme desafío de retener los votos radicales mendocinos para Bullrich, Cornejo prometió “acompañar a Patricia a todos los lugares que sea posible”. Sin mencionarlo, el mandatario electo sí hizo alusión a la alerta que les genera Milei a JxC: “Elegido el gobierno provincial, queremos pedir un cambio seguro, un cambio sostenido de la Argentina. Para que no estemos en vaivenes, subidas y bandas, con peligros de vuelta al populismo en muy poco tiempo”, dijo. “La argentina tiene que cambiar, pero con un proyecto sostenido en el tiempo, que tenga apoyo legislativo y de gobernadores”, abundó. “Acá hay un equipo para gobernar la Argentina. No solo con bronca vamos a sacar adelante al país”, propagandeó en otro pasaje.
Las frases de Cornejo verbalizaron la racha inédita de victorias locales que lleva JxC, pero que no logró capitalizar a nivel nacional. Con Mendoza retenida, y luego de los batacazos en Chaco y Santa Fe en los últimos 21 días, la oposición ya se aseguró gobernar siete provincias desde el 10 de diciembre –contando además las novedades de San Juan y San Luis, y la hegemonía en Jujuy y Corrientes–. En los planteos cambiemitas dan por descontada la continuidad del PRO en la Capital Federal, con Jorge Macri, y esperan dar otra sorpresa en Entre Ríos, con la candidatura de Rogelio Frigerio. El favoritismo de Axel Kicillof para ser reelecto en Buenos Aires les complica sumar la décima estrella.
En ese esfuerzo de nacionalizar la victoria de este domingo es que no solo fue Bullrich la que viajó hasta Mendoza. Por el búnker de Cambia Mendoza también aparecieron otros cambiemitas como José Luis Espert o Rodrigo de Loredo, pero el que también subió al escenario fue el gobernador correntino, Gustavo Valdés.
Fue una señal política de unidad para suturar la herida que había abierto el propio mandatario norteño horas antes, al mostrarse con Massa en un acto en Salta, donde el ministro-candidato prometió “un gobierno de unidad nacional”. “Fue algo institucional”, lo justificó ante elDiarioAR un confidente de la candidata, a quien acompañó en la provincia cuyana. Con Massa también había estado el jujeño Gerardo Morales, que si bien es radical no viajó a Mendoza y que este lunes tiene en agenda recibir a Bullrich arriba de su caravana en motorhome.
MC
El senador radical Alfredo Cornejo, del Frente Cambia Mendoza, lograba imponerse esta noche en las elecciones para gobernador de la provincia cuyana, con el 99,70% de las mesas escrutadas.
El referente de Juntos por el Cambio, que ya gobernó Mendoza entre 2015 y 2019, obtenía el 39,50% de los votos, mientras en segundo lugar estaba el diputado nacional Omar de Marchi, de La Unión Mendocina, con el 29,67% de sufragios.
En el tercer puesto del escrutinio provisorio difundido por el gobierno mendocino aparecía el ex intendente de Luján de Cuyo Omar Parisi, del Frente Elegí Mendoza, con el 14,74%.
El Partido Verde, que va con el ex legislador Mario Vadillo y el diputado provincial Emanuel Fugazzotto, lograba el 11,86% de los votos y el Frente de Izquierda, con el binomio integrado por los ex legislador provinciales Lautaro Jiménez y Noelia Barbeito, obtenía el 4,23%; mientras el voto en blanco era del 4,69%.
Pasadas las 21.30 de este domingo, Cornejo subió al escenario para celebrar el cómodo triunfo que logró con diez puntos de diferencia del segundo. "Queremos pedirle a los mendocinos, pero también a los argentinos, que hagamos un cambio seguro, un cambio sostenido de la Argentina, para que no estemos en vaivenes, subidas y bajadas, con peligro de vuelta al populismo en muy poco tiempo", inició el senador.
"Por eso es que estamos desde aquí, desde Mendoza, pidiéndoles el voto para la fórmula de Patricia Bullrich, presidente, y Luis Petri, mendocino, vicepresidente", remarcó.
Y siguió: "Acá hay un equipo para gobernar la Argentina. Hay un equipo que puede sacar adelante al país. No sólo con bronca vamos a sacar adelante al país. Lo vamos a sacar con ideas, con proyectos".
También afirmó que acompañará a Bullrich y a Petri "a todos los lugares que sea posible para transmitir" el mensaje de Juntos por el Cambio: "Necesitamos a Patricia Bullrich presidenta del país".
La vicegobernadora electa, Hebe Casado, por su parte, pronunció un breve discurso en el llenó de flores a Cornejo y apuntó contra De Marchi, ex PRO y rival en los comicios de este domingo: "A cada uno de los mendocinos, esto es gracias a Alfredo Cornejo, que es un estadista, es una persona que ve más allá que el resto de nosotros, y por eso lo acompañé".
"Agradecerle a Patricia (Bullrich) por la confianza, porque a pesar de todos los palos en las ruedas que me puso De Marchi, estoy acá. Un saludo enorme para De Marchi. Muchas gracias", apuntó Casado.
Mientras que Suárez, gobernador saliente, también halagó a Cornejo: "Han elegido el mejor gobernador que puede tener la Provincia de Mendoza".
MB
Alfredo Cornejo fue electo gobernador de Mendoza y se convirtió en el primer dirigente que, desde el regreso de la democracia en 1983, logró volver a ocupar ese cargo, aventura que, sin éxito, antes intento otro radical, Roberto Iglesias. Con la elección mendocina, queda configurado en gran medida el mapa político con el que deberá convivir el próximo presidente, foto que muestra un alto nivel de atomización.
Veinte de las 24 provincias, tienen definido su gobernador. Cornejo engrosará la cosecha de la UCR que con Mendoza controlará 5 provincias: Jujuy, Corrientes, Chaco y Santa Fe. Hay que remontarse al 2007, cuando un puñado de mandatarios radicales se integró a la Concertación Plural que impulsó Néstor Kirchner, pacto que se coronó con la entronización de Julio Cobos como vice de Cristina Fernández de Kirchner. El PRO, por su lado, ganó en tres provincias y si se computa el bloque JxC, el número de jefes provinciales asciende a ocho.
Podría, incluso, llegar a diez si Jorge Macri gana en CABA y Rogelio Frigerio en Entre Ríos. En ambas se votará el 22-O aunque en Capital puede haber balotaje. La consolidación de un espacio de JxC estará atada a cómo sobrevivirá esa alianza a las presidenciales.
Aun sin el avance de la UCR, el partido que creó Mauricio Macri, logró expandir su dominio más allá de CABA: Ignacio Torres ganó en Chubut mientras que Claudio Poggi, de origen peronista pero integrado a JxC, gobernará San Luis y Marcelo Orrego hará lo mismo en San Juan. Si bien no son clásicamente macristas, forman parte de JxC y dentro de esa coalición, tiene terminales en el PRO aunque con perfil propio y autonomía.
En Mendoza, en tanto, el PJ agregó otra mancha a la saga de tropiezos electorales que tuvo en el 2023, donde perdió seis provincias: quedó tercero, muy lejos, con el peor resultado histórico del peronismo en la provincia que gobernó durante la mitad de los últimos 40 años. Del peronismo de Mendoza surgieron dirigentes de alto impacto nacional como los exgobernadores José Octavio Bordón, Rodolfo Gabrielli y Arturo Lafalla, además de referentes como José Luis Manzano y Juan Carlos "Chueco" Mazzón, histórico operador del PJ.
Hasta acá, el peronismo que forma parte del ecosistema de Unión por la Patria (UP), retrocede y queda con un bloque de siete provincias: La Pampa, La Rioja, Formosa, Tucumán, Tierra del Fuego, Santiago del Estero y Misiones. Las tres últimas operan en el ecosistema PJ pero con matices y silvestrismo en varios frentes, por caso en los acuerdos legislativos. Si se repiten los resultados de las PASO, el peronismo sumará provincia de Buenos Aires y Catamarca y crecerá hasta 9 territorios.
La secuencia de elecciones desdobladas aporta otro dato novedoso: la consolidación de un bloque de provincialismos, histórico en provincias como Neuquén, más reciente en Rio Negro y Salta, a la que sumó Santa Cruz con el triunfo de Claudio Vidal, el verdugo del kirchnerismo. En ese paquete se puede anotar, también, a Córdoba con la victoria de Martín Llaryora, expresión de un peronismo anti K. Se trata de 5 provincias, aunque no han constituido hasta ahora una federación de partidos provinciales que se mueva como frente. Además de Vidal y Llaryora, reaparece Alberto Weretilneck en Río Negro -aliado del PJ pero con marca propia-, sigue Gustavo Sáenz en Salta y se suma Rolando "Rolo" Figueroa que terminó con el MPN en Neuquén y tiene terminales múltiples: de Massa a Macri.
Sobre ese mapa de tercios, que se distribuye en tres bloques a simple vista frágiles o incluso solo teóricos -como el de los provinciales- deberá convivir próximo el presidente. En los casos de Sergio Massa o Patricia Bullrich, contarán a simple vista con el apoyo de los espacios políticos con jefaturas provinciales. No es el caso de Javier Milei que solo presentó postulante a gobernador de La Libertad Avanza (LLA) en siete distritos, en general con resultados magros: el mejor fue el de Carolina Píparo en Buenos Aires aunque igual quedó tercera detrás de Axel Kicillof y JxC.
El presidente que asuma el 10 de diciembre no contará con el respaldo de una mayoría de gobernadores y deberá construir una nueva mayoría porque la foto de la dispersión también se reflejará en el Congreso. A partir del recambio, algunos por no buscar su reelección y otros por derrota, también empiezan a perfilarse nuevas referencias de poder como es el caso de Llaryora, que apunta a consolidarse como una voz de peso en el coro de las provincias, o Gustavo Valdés, el mandatario correntino, que aparece como una referencia del bloque de mandatarios radicales.
En 2023, bajan del ring del poder territorial, jugadores con mucho rodaje como Juan Schiaretti, Adolfo Rodríguez Saá, Sergio Uñac o Juan Manzur. Irrumpen otros que deberán moverse en un esquema en constante mutación.
PI
Hay votantes que se confunden y piensan que si Javier Milei gana las elecciones y dolariza, cada peso se convertiría en un dólar, como el uno a uno del gobierno de Carlos Menem (1989-1999), pero no es así. Hace una semana, en una nueva entrevista con Alejandro Fantino, el candidato libertario comentó: "Si vos hoy ganaras 740.000 pesos, ganarías 1.000 dólares". Es decir, tomó como referencia el contado con liquidación (CCL), que ahora ya vale $752, porque lo considera el precio del mercado, más allá de que es una plaza donde hoy no pueden comprar ni bancos ni aseguradoras ni fondos comunes de inversión ni empresas exportadoras e importadoras. El periodista de la plataforma Neura le preguntó si un trabajador que percibe $350.000 "ganaría 500 dólares" y Milei respondió: "Sí, ganaría la mitad".
Pero surgen interrogantes. ¿Podrá Milei dolarizar a $740 por dólar, como dijo, o a $745, como vale el blue, o a $752, como está el CCL? Una de las consultoras que más escuchan los bancos, 1816, elaboró hipótesis con un tipo de cambio a $1.500 y $3.500 por el faltante de dólares para tanta demanda que puede haber en caso de eliminar el peso.
Otra duda es, si se dolariza a $740, como sueña Milei, los precios de todos los productos y servicios no se mantendrían quietos. El salto del dólar oficial del 22% el mes pasado provocó que la inflación se elevara del 6% al 12% mensual. Muchos bienes exportables e importados aún cotizan al tipo de cambio oficial, de $365, no al paralelo. Prueba de eso es la diferencia de precios que hay entre los supermercados, las estaciones de servicios o los locales de McDonald's en la Argentina medida al blue, como hace Milei, y Brasil, como se ve en la tabla siguiente.
Es decir, si toda la economía se rigiera por el valor del dólar paralelo y el que gana $740.000 pasara a ganar US$1.000, también puede suceder que pase a pagar US$12,21 por el kilo de carne picanha como en Brasil -por tomar un corte de carne presente a ambos lados de la frontera, similar a la colita de cuadril- y ya no US$5,38 como hasta ahora, es decir, un 127% más en dólares.
No por nada, muchos brasileños de ciudades fronterizas cruzan a comprar carne y cargar nafta en la Argentina. Es que el combustible sale allá 84% más en dólares. Si se rigiera por el tipo de cambio paralelo y no el oficial, el pan podría subir de US$1,56 a 4, como en el socio mayor del Mercosur, es decir 157% más en dólares. El litro de leche podría encarecerse 68%, la botella de 1,5 litros de Coca-Cola, 49%; y el menú Big Mac, que se toma como referencia mundial de cuán caro es un país, un 26%, o sea, en este bien no hay tanta diferencia. En cambio, el azúcar es 28% más barato en Brasil, pero porque allí se fomentó la industria azucarera para producir combustible y a su vez aquí hay un proteccionismo que bloquea la competencia importada.
Economistas críticos de Milei descreen que la dolarización se pueda hacer cambiando $740 por cada dólar y elaboraron un par de calculadoras para determinar cuántos dólares cobrarías en caso de que la Argentina cambie su devaluada moneda por la norteamericana. Una es https://rayodolarizador.com.ar/ y otra es https://tusueldoendolares.com.ar. El primero fue elaborado pór un grupo de desarrolladores informáticos y economistas, incluido Ariel Setton, economista que trabaja en una empresas de medios de pagos digitales y da clases en la Universidad de Buenos Aires (UBA). El otro es del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), que encabeza Hernán Letcher, uno de los economistas más consultados por la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Si uno toma como ejemplo, el salario promedio pretendido entre los postulantes a ofertas laborales del portal Bumeran en agosto, que llegó a $338.840, serían hoy US$450 al CCL, como quiere Milei. Pero según el Rayo Dolarizador de Setton y sus colegas valdría mucho menos. Esta web propone a cada usuario optar por una medida para lograr la dolarización ante la falta de divisas que sufre el Banco Central, con reservas netas negativas.
Una opción es que la Argentina se endeude por US$30.000 millones para dolarizar, que es lo que propone uno de los asesores de Milei, Emilio Ocampo, y los empresarios que lo respaldan, como Alec Oxenford, Gonzalo Tanoira, Eduardo Bastitta, Cristiano Rattazzi y Sebastián Braun. Pero a diferencia de ellos, que prevén que con ese endeudamiento externo se podría dolarizar al CCL actual, el Rayo Dolarizador calcula que el dólar se multiplicaría por cinco, hiperinflación mediante, hasta $ 3.584. Por tanto, el salario promedio pretendido de $ 338.000 caería a US$94. Pero Setton y sus colegas no creen que pueda juntarse ese crédito: "No pareciera una solución factible. Por sus montos, no pareciera encontrar actores privados o multilaterales dispuestos a hacerlo. Durante la campaña, Patricia Bullrich y Milei dijeron que conseguirían un crédito por este monto, luego Bullrich aclaró que era solo una idea y Milei dijo que no iba a decir quién se lo iba a prestar", comenta la web Rayo Dolarizador. En el caso de los sueldos pretendidos más bajos, que Bumeran los sitúa en el sector de educación y que alcanzan los $120.000, serían, según Milei, US$159, pero, según esta calculadora, sólo US$33.
La web Rayo Dolarizador menciona otra manera de conseguir dólares para adoptar la moneda estadounidense. "¿A quién cagamos?", se pregunta. Además de la alternativa de endeudar al Estado, es decir, a toda la sociedad, señala que otra vía es perjudicar a los acreedores del Banco Central. Esto "asume que las reservas brutas del Central no tienen contraparte, por ejemplo, el swap (canje de monedas) con China, con el FMI (Fondo Monetario Internacional) u otros". "Además, asume que los encajes de los depósitos en dólares en el sistema bancario dejan de contabilizarse como deuda. Esto último es una locura, pero estamos en Argentina", bromean. En este caso, el tipo de cambio sería $3.292. Es decir, un salario pretendido promedio sería de US$102 y el mínimo, de US$36.
Otra opción sería afectar los intereses -por usar un vocabulario menos soez que el Rayo Dolarizador- a los ahorristas. "Para evitar que los pesos del sistema se conviertan rápidamente en dólares, podríamos: activar un corralito, como en 2001, donde no podrías extraer todos tus depósitos y que eventualmente se convertirían en argendólares, algo planteado por el equipo de Milei; y convertir esos depósitos en bonos, como el plan Bonex de 1989", explica la web. Pero con este método no se conseguirían dólares para dolarizar, advierten Setton y compañía.
Tampoco se los lograría con las dos últimas alternativas que plantean. Una es echar mano de la bola creciente de Letras de Liquidez (Leliq). "Las Leliqs son letras de liquidez emitidas por el Central que tienen mayormente los bancos comerciales invirtiendo tus depósitos, y se pagan en pesos. Convertir las Leliq en bonos en dólares de mediano o largo plazo a un valor de mercado menor al actual resolvería la cantidad de pesos en el mercado, pero afectaría la estabilidad bancaria y los depósitos de los ahorristas. Está planteado como un tema a resolver por Ocampo", señala el Rayo Dolarizador.
El último camino es defaultear la deuda del Tesoro en pesos, que también se expande como las Leliq. "Implica convertir la deuda del Tesoro en pesos en deuda en dólares a largo plazo. Esto afectaría a empresas, la ANSES (Administración Nacional de la Seguridad Social) para pagar jubilaciones, fondos comunes que tienen invertido el dinero allí y a las familias", advierten. Por tanto, sólo tomando deuda externa o echando mano a los acreedores del Central, como China y el FMI, se podrían conseguir las divisas para dolarizar, según este ejercicio. Sólo defaulteando las Leliq y la deuda del Tesoro en pesos y con un corralito o plan Bonex no basta.
El Rayo Dolarizador permite combinar opciones para que el plan de Milei consiga más divisas. Si se endeuda por US$30.000 millones y además echa mano de los acreedores del Central, conseguiría un tipo de cambio de conversión de $1.582 por dólar. Salario promedio, US$214 y mínimo, US$75. Si toma deuda, defaultea las Leliq y mete un corralito y plan Bonex, el dólar quedaría en $1.801. Sueldo promedio, US$188 y mínimo, US$66. Si se endeuda e impaga los bonos del Tesoro, el tipo de cambio sería $2.030. Salario promedio, US$166 y mínimo, US$59. Sólo combinando endeudamiento con default de Leliq y a acreedores del Central más congelamiento de depósitos, se llegaría a un dólar cercano al CCL actual, de $795, con un sueldo mínimo de US$150 y uno promedio de US$426. Si se quieren evitar conflictos con China y el Fondo, y se consigue crédito para dolarizar, se defaultean las deudas del Tesoro y el Central y se aplica un corralito o un plan Bonex, bajaría incluso el dólar a US$247, demasiado para lo que se pretende, el sueldo promedio llegaría a US$1.370 y el mínimo, a US$247, pero se pagaría un "costo altísimo", como indica Setton y sus colegas.
El CEPA elaboró su propia calculadora de salario en dólares y poder adquisitivo. Toma como tipo de cambio de conversión $3.700 por dólar. ¿Cómo llega a ese número? "Tomados correctamente los activos del Central compuestos por la posición de oro y de divisas de las reservas internacionales, arrojan un total de US$6.400 millones. La base monetaria al 31 de julio era de $6,39 billones y, por otro lado, las Leliq, Notaliq y los pases pasivos -que son otros títulos de deuda de la autoridad monetaria- ascendían a la fecha de corte a la suma de $ 17,09 billones. El número total de pasivos en pesos asciende a $ 23,48 billones, por lo que el tipo de cambio de conversión sería de alrededor de $3.670, contra el mismo activo de US$6.400 millones. Pero no debe dejar de advertirse que, este tipo de cambio, aun siendo por demás elevado, se combina con la pérdida del principal respaldo de los depósitos en dólares de los ahorristas, los encajes que los bancos tienen depositados en el Central, lo que hace impracticable la propuesta", advierte el centro que integran Letcher y la directora del Banco Nación y candidata a diputada Julia Strada, entre otros.
Según esta calculadora llamada Tu Sueldo en Dólares, el salario pretendido promedio sería entonces de US$92 y serviría para comprar 14 kilos de asado -se calcula que los precios subirían en la misma proporción que cuando devaluó el gobierno de Mauricio Macri en 2018-, en lugar de los 141 kilos actuales. También calcula que con ese dinero se podría adquirir un décimo de los litros de leche, aceite, cerveza o Coca-Cola o de los kilos de fideos, arroz, azúcar, yerba mate y pan que se pueden comprar ahora. El sueldo mínimo caería a US$32, según la calculadora del CEPA. Eso alcanzaría para 5 kilos de asado o 20 de fideos o 31 litros de leche.
Ambas calculadoras advierten que inicialmente la dolarización acarrearía una hiperinflación. Sólo después llegaría la estabilidad de precios anhelada con la adopción de la moneda norteamericana. Ecuador dolarizó su economía en 2000, después de un 1999 con una inflación del 52%, mucho menor al 124% de la Argentina actual, y con un derrape del PBI per cápita de US$2.200 a US$1.500. El año 2000, en que adoptó el dólar, el índice de precios al consumidor (IPC) subió todavía más, 96%, y el PBI per cápita tocó fondo, US$1.400, para después empezar a recuperarse en las décadas siguientes. La inflación en 2001 fue 37%, a pesar de la dolarización; en 2002, 12% y recién al cuarto año del proceso, en 2003, cayó del 10% y se consolidó desde entonces, por 20 años ya, en este nivel bajo. La renta per cápita es ahora de US$6.300. Es decir, la mitad que la Argentina, que está en US$13.600. Nuestro piso fue en 2002, cuando explotó la atadura del peso al dólar, la llamada convertibilidad: US$2.500. Sólo ese año fue cercano a la renta personal de Ecuador, que para entonces estaba en US$2.100.
Pero como los dólares no compran la misma cantidad de bienes y servicios en cada país, el FMI elabora el índice de PBI per cápita ajustado por paridad de poder de compra. Allí, la Argentina están en US$ 27.260 y Ecuador, en 13.510, o sea, también la mitad.
Es difícil comparar los salarios de uno y otro país por los múltiples tipos de cambio de la Argentina. La firma Take Profit toma en cuenta el dólar oficial, lo que es acertado en parte porque muchos precios aún se rigen por él, pero no tiene en cuenta que otros están ya al paralelo. Según sus números, el sueldo promedio de la Argentina es US$785 y el de Ecuador, 525. Pero el salario mínimo ecuatoriano es mayor, 450, frente a 337 de los argentinos. Si tomamos el blue, tanto el salario promedio argentino de US$376 como el mínimo de US$161 quedarían muy por debajo de los de Ecuador. Pero algunos economistas toman en consideración un promedio de los tipos de cambio oficial y paralelo. Entonces podríamos calcular que el sueldo promedio argentino es US$580, un 10% por encima del ecuatoriano, y el mínimo, US$249, casi la mitad que el de ese país dolarizado.
ARa/a
Javier Milei y Victoria Villarruel posaron su mirada en “el ano de Batman”. Se interesaron mucho en el tema, según dejaron saber en entrevistas y durante el debate vicepresidencial esta semana. “Ano dilatado”, abundó el candidato presidencial.
A caballo de su inquietud, el economista egresado de la Universidad de Belgrano y la abogada con módica experiencia laboral se habilitaron cuestionar la potestad del Estado argentino para desarrollar investigaciones en ciencias sociales. Alguien les pasó títulos de tesis que aluden a la sexualidad del superhéroe, al Rey León o a las canciones de Ricardo Arjona, y así, a ojito, sin leer las investigaciones ni constatar antecedentes y propósitos de sus autores, determinaron que las ciencias sociales no sirven de mucho y no merecen fondos estatales. Anuncio: con La Libertad Avanza, el Conicet “o como se llame” se va a dedicar a ciencias duras que autorice el estricto parecer de los hermanos Milei, Villarruel y Conan.
Corresponde dar el crédito correcto a la bandera epistemológica que ahora enarbola la dupla de La Libertad Avanza. Fue a fines de 2016, cuando el Gobierno de Mauricio Macri dispuso recortar las becas de científicos, que tuiteros y medios de comunicación —como se sabe, espontáneos los primeros; independientes los segundos— pusieron en la mira a un estudio con el Rey León en el título como epítome del malgasto estatal. Cabe felicitar a Clarín. Dos de sus lectores están por dar un paso adelante.
Ni en 2016 ni ahora, los auditores del sistema científico atinaron a pensar que podrían existir investigadores en Argentina y en el mundo que apelen a títulos con gancho para sus trabajos académicos. La base de datos de investigaciones biomédicas PubMed da cuenta de miles de investigaciones con alusiones a Shakespeare, Bob Dylan, atracción sexual y un vasto repertorio de humor negro.
El escrutinio sobre el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) perpetrado por miradas con tamaña autoridad no deja de llamar la atención. El Estado argentino no se caracteriza por asignar recursos, escalafones y contratos sobre la base de evaluaciones validadas por académicos con décadas de estudio y revisiones periódicas. El Conicet es una de las notables excepciones a la laxitud en la administración de contratos y fondos estatales.
Las críticas más precisas sobre el Conicet provienen de ámbitos científicos y universitarios. Existen cuestionamientos sobre la excesiva carga de burocracia y la obligación dogmática de publicar papers para conservar recursos, falta de coordinación con ciertas áreas del Estado, superposición de funciones, áreas de estudio auspiciadas por intereses económicos, sesgo en las prioridades. Son críticas atendibles, que tienen su recorrido, pero no logran desacreditar a un sistema científico diverso, multidisciplinario, creativo, con resultados medibles y alto reconocimiento internacional. ¿Sobran ejemplos por el estilo en los ámbitos privado y público argentinos?
El dato más saliente de Milei es la amenaza a derechos civiles y humanos, y al requisito básico de que el Estado no sea cruel con los habitantes. Un segundo escalón está dado por la violencia cualunquista del economista y varios de sus laderos. Y por allí orbitan el palmario desconocimiento del funcionamiento del Estado, la falta de coordinación de sus equipos y la tendencia esotérica para elaborar teorías.
El abordaje de Milei se enseñorea ante el más acuciante de los problemas, el económico. Lo que comenzó como un severo desequilibrio de las cuentas en el segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner, Mauricio Macri lo transformó en una crisis lacerante de deuda. Al cabo de cuatro años dominados por el tándem de la irresponsabilidad del Frente de Todos, pandemia, Ucrania y sequía, la amenaza se convirtió en sistémica. Aquí estamos.
La receta de La Libertad Avanza es bajar el gasto 15% del producto bruto interno (PBI), para transformar el atendible déficit actual en un abultado superávit. Esa proclama ya deja de ser una aventura temeraria como la dolarización. Una reducción del gasto en esos términos equivaldría a dejar de tener Estado nacional.
El gasto total primario suma cerca de 40% del PBI, dividido en partes similares entre la Nación y las provincias y municipios. Del 20% de la Nación se desprenden 6,9% a jubilaciones y pensiones, 1,2% a la asignación universal por hijo, 1,8% a otros planes sociales, 2,6% a subsidios económicos (2% a energía, 0,6% a transporte), 3,1% a gastos de funcionamiento, 1,6% a inversiones en obras públicas y 0,7% a transferencias discrecionales a provincias, según el detalle de la consultora EPyCA.
Ni siquiera el más ficcional de los escenarios permitiría alcanzar el objetivo de baja de gasto primario en 15 puntos porcentuales del PBI. Aun si se eliminaran por completo los subsidios, los giros a provincias y la obra pública, y el Estado se desprendiera de todas sus funciones (cierra hospitales y educación bajo su órbita, trenes, documentación y Conicet, deja de informar, clausura el Congreso, liquida el Ejército y despide a todos los empleados públicos), el presupuesto restante no alcanzaría para pagar las jubilaciones.
Las provincias tienen parte de sus recursos garantizados por la Constitución y las leyes, es decir, estarían fuera de la órbita de la Casa Rosada. La candidata a diputada Marcela Pagano ya explicitó que la Libertad Avanza planea coercionar a los gobernadores para obtener apoyo parlamentario. Sin embargo, la caja de provincias que un eventual gobierno de extrema derecha podría manotear sería la de los giros discrecionales desde el Poder Ejecutivo, que significan, para los distritos con menos recursos, fondos para sueldos de empleados públicos, médicos y maestros. En cualquier caso, esas transferencias suman 0,7% del PBI, muy poco para las ambiciones recortadoras de Milei.
La insolvencia que exhibe el equipo libertario en encuentros más o menos reservados en Argentina y en Estados Unidos lleva a la alarma de sus interlocutores. Algunos de ellos comparten el diagnóstico histórico del postulante extremista y se atreven a soñar con una Argentina celestial, sin peronismo, ni izquierda, ni protestas, ni paros. Ocurre que personas que manejan presupuestos y capitales por resguardar se preguntan cómo podría ser alcanzado ese objetivo partiendo de premisas falsas y de la proyección de escenarios inverosímiles, sin equipos.
De este modo se entiende el repliegue del círculo de poder económico sobre Patricia Bullrich, en una secuencia que se inició con el aval a un paquete llave en mano orquestado por Carlos Melconian, y continuó esta semana con el mentor de Milei y dueño de Corporación América, Eduardo Eurnekián, marcando los puntos en el encuentro del Consejo Interamericano de Comercio y Producción. “Nos ha llenado el espíritu de esperanza”, regaló el empresario argentino-armenio a la candidata de Juntos por el Cambio. “Si no se modera, no estamos para aguantar a otro dictador”, sermoneó a su execonomista jefe. Conocedor de mil vaivenes en la política argentina, a Eurnekián ya no le causa tanta gracia el personaje al que promovió en los programas de América TV, el canal del que es accionista.
El poder económico se mueve, explora, se acerca, se aleja, pero hay dos tótems, Clarín/Telecom y Techint, que parecen haber advertido hace tiempo el riesgo Milei. Por algo ocupan su lugar en el entramado empresarial argentino.
Clarín activa sus fierros. Es tiempo de confesiones a cámara sobre el pecado de haber alimentado a Milei durante tres años, sin reproches sobre su insolvencia y su violencia. A la televisión argentina le causaba gracia cuando Milei avivaba un mercado de opinión que tarde o temprano terminaría votando a Juntos por el Cambio. Era útil para denunciar la “infectadura” de un gobierno, el de Alberto Fernández, que establecía restricciones a la circulación para evitar la aceleración del Covid-19, aunque no tantas como Angela Merkel o Emmanuel Macron, lo que fue convenientemente disimulado. Había que informar que Argentina era “un país de mierda” y Milei era un buen altoparlante.
Salió mal.
Ahora resulta que el candidato libertario es autoritario porque busca controlar quién lo va a entrevistar y con quién se va a encontrar en los programas a los que lo invitan en TN y LN+. Un problema que, cabe decir, Macri y Cristina resuelven más fácil con sus vínculos contantes y sonantes con determinados dueños de medios. El expresidente conservador pasa gratos momentos en sets de sus socios en la prensa. Desconoce la repregunta y, cuando se filtra, entra a caminar. Su séquito se ocupa de separar indeseables, como ocurrió esta semana con el cronista Luis Sánchez, de FM La Ronda, de Colonia Caroya, Córdoba. La vicepresidenta se permite pausas de años entre entrevista y entrevista. Cuando llega una, la circunstancia es tan excepcional y controlada, que alcanza para que transmita el mensaje que buscaba y poco más.
La postulante presidencial de Juntos por el Cambio encaró el camino al 22 de octubre con el kirchnerismo en la mira. Pronunció “derrotar”, “destruir”, “terminar”, “acabar”. Por ahora, se ahorró “aniquilar”.
Explica una de las voces centrales en la estrategia de la exministra de Seguridad. “En la primera vuelta se juega un fin de ciclo. Hay una posibilidad real de que el kirchnerismo quede tercero y ése es el objetivo prioritario en esta instancia”.
Si en efecto se da un balotaje entre Milei y Bullrich, Juntos por el Cambio necesitará los votos del sector político al que se propone “acabar para siempre”. “Nosotros tenemos claro que cada elección requiere una estrategia diferente. Para las PASO encaramos una interna, se trataba de que ganara el proyecto para encabezar la oposición. Lo logramos y ahora nuestra pelea es ésta. Y en el balotaje, será otra”, indica la fuente en una mañana nublada, mientras Bullrich recibe el apoyo de la derecha clásica de América Latina y España, un club en el que el PRO pisa fuerte.
En la configuración que predomina en el equipo de Bullrich, las diferencias con Horacio Rodríguez Larreta y las dudas en cuanto al apoyo de Macri quedaron en el pasado.
“Ahora estamos todos enfocados en ganar el 22”. “Hay problemas muy serios, votantes enojados, que pudieron cuestionarnos por qué estábamos ocupados en nuestra pelea con este nivel de descalabro. Pero no son personas enardecidas con ganas de romper todo. Les ofrecemos un rumbo claro y lo están percibiendo”.
El entorno de Bullrich pone el foco en “los sindicalistas mafiosos” que se están acercando a Milei. ¿Acaso gremialistas tradicionales como el propio Luis Barrionuevo, el Momo Venegas o Hugo Moyano no estuvieron cerca de Macri? “De Macri, Patricia es otra persona”, responde la voz.
No es la única diferencia que en el entorno de Bullrich trazan con el mundo Macri. La afición del exmandatario por el espionaje ilegal y los manejos espurios en los tribunales tiene un peso omnipresente en Juntos por el Cambio. Es el “de eso no se habla” ineludible, porque de lo contrario, sería imposible continuar en el mismo barco. “Patricia nunca estuvo relacionada a ninguna herramienta extorsiva”.
“Irresponsabilidad”, “disparate”, “salto al vacío”, “populismo de derecha” son etiquetas que recorren el arco discursivo de Juntos por el Cambio, como quien busca cohesión a partir de identificar al rival. Como a los medios hegemónicos, a la coalición de derecha la persigue su pasado reciente a la hora de separarse de Milei, convertido ahora en un competidor directo de que mira desde arriba.
Los referentes de la alianza PRO-UCR claman por las inconsistencias de sus pares de La Libertad Avanza, pero fue Bullrich quien semanas o meses atrás, sintonizó con el levantamiento del cepo “desde el primer día”, despidos masivos en el Estado e irresponsables rebajas impositivas y de retenciones.
La nominación de Melconián, problemática por lo que denota sobre la debilidad de Bullrich en materia económica, vino de la mano de que “bajar impuestos sin bajar el gasto es mentir”. Buen avance con respecto a los años de Macri. Resta saber más detalles sobre cómo la devaluación por venir no disparará un proceso inflacionario como el de 2016 y por qué la “convivencia de monedas” no terminará de liquidar al peso.
Cristina mostró sus cartas anoche en la clase magistral en la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo, en el barrio de Balvanera. Surcó caminos conocidos, pero aumentó la incoherencia.
La vicepresidenta navega con solvencia a la hora de describir el fracaso de los experimentos neoliberales y, en particular, los cuatro años de Cambiemos, pero cae en trazo grueso, tergiversaciones y falsedades cuando dibuja el balance de su último período en la Casa Rosada, y se mete en un relato autoindulgente hasta el infinito al hablar de la actual gestión.
En medio de un auditorio fiel que parece gozar de escuchar siempre la misma canción, aplaudió Axel Kicillof, pese a que reclama nuevos pentagramas. El efímero precandidato presidencial Eduardo de Pedro también estaba allí, como si nada, sin dar explicaciones sobre el minuto en que consideró pertinente dejarse levantar el brazo por Barrionuevo.
La vicepresidenta se metió en un berenjenal de power points, libró su batallita periódica contra Martín Guzmán y se exceptuó de cualquier responsabilidad por los resultados del gobierno del Frente de Todos, porque “lo intenté (cambiar el rumbo económico) de todas las formas posibles”. Habría que revisar la técnica de reproducir filminas con un mar de números que incluyen la carga impositiva desde Dinamarca a Ecuador, en medio de digresiones e interpretaciones antojadizas.
El sinsentido de que “el déficit fiscal no genera inflación” volvió a ser pronunciado por la vicepresidenta. En rigor, una gran verdad sostenida en la Escuela Justicialista Néstor Kirchner: lo que dispara los precios es la emisión de moneda sin respaldo. Entonces, Cristina incursionó por enésima vez en un abismo argumentativo. Como en efecto la deuda es un lastre impagable, infiere que no hay que rever gastos absurdos del Estado, como los subsidios de gas y electricidad para los ricos que tanto defendió.
La vicepresidenta se atrevió a cuestionar las distorsiones y privilegios impositivos vigentes, una semana después de que los suyos celebraran que la Argentina se transformó en uno de los países del mundo con menor carga impositiva para los salarios más altos.
La constatación de que la “dueña de los votos” no cambió un ápice su credo económico ni su convicción para darlo a conocer es un dato preocupante para la candidatura de Sergio Massa y el futuro de Unión por la Patria. Desde que se hizo cargo del Ministerio de Economía, el ahora candidato está aplicando medidas en las antípodas del recetario de Cristina.
En una no muy probable hipótesis de una presidencia de Massa, ¿alguien podría soportar un escenario en el que el presidente apunte a reducir el déficit y a sobrecumplir metas del FMI, como intentó el ministro en el segundo semestre de 2022, mientras Cristina y Máximo Kirchner se vuelven a enojar? ¿Qué punto de contacto tienen el viceministro de Economía, Gabriel Rubinstein, y las clases magistrales de la vicepresidenta? ¿O presentaciones como la de ayer son sólo para la tribuna?
SL