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Igual que ocurrió con la marcha universitaria en defensa de la educación pública, el reclamo contra los dichos homofóbicos de Javier Milei congreso a una multitud más allá de la comunidad LGTBIQ+.
No corremos ni temblamos: marchamos con orgullo
Políticos opositores y dirigentes gremiales y sociales marchan a Plaza de Mayo
“Organizamos la marcha y desbordó. Es increíble, se está replicando en todo el país y afuera también. Vamos a tirar este castillo de naipes fascista”, precipitadamente se ilusiona Pablo, de la Asamblea Antifascista LGBTIQ+.
Faltaban 30 minutos para que iniciara la marcha “antifascista y antirracista” y frente a la Plaza del Congreso ya había una multitud que esperaba ir a Plaza de Mayo. Es la primera vez que una manifestación organizada por el Orgullo finaliza en Casa Rosada. Antes reclamaban en el Congreso la sanción de leyes. Hoy tienen que defenderlas frente al Ejecutivo.
A poco más de un año de gobierno libertario, el discurso del presidente Javier Milei en el Foro Económico de Davos terminó de consolidar un discurso de odio y ataques hacia la diversidad sexual. Por eso para las cuatro de la tarde en las calles San José y Av. de Mayo, la concentración había adquirido una densidad idéntica o similar a la multitudinaria Marcha Universitaria del año pasado. Como aquella marcha, la convocatoria trascendió el reclamo y terminó teniendo una adhesion que traspasó al colectivo LGTBIQ+.
A esta altura el cielo despejado era como un horno sin puerta, pero las sombras de los edificios sobre Av. de Mayo detenían el calor al igual que la utilización de los abanicos multicolores, símbolo de la comunidad LGBT que se rebeló tras el discurso del Presidente en el que comparó a la homosexualidad con la pedofilia y desconoció la violencia de género. Y al que se sumó un anuncio de un proyecto para derogar el cupo travesti trans y de discapacidad, la Ley Micaela, el DNI no binario, la Ley de Paridad de Género y la supresión de lo agravantes en caso de femicidios del Código Penal.
“Seguro que lo próximo que buscarán será sacar el Matrimonio Igualitario, yo no puedo creer que otra vez pasemos a ser ciudadanos de segunda”, dice Florencia (38) a elDiarioAR, pareja de Valentina (36), que opina: “Más que las leyes, que se pueden recuperar, lo que más me duele y preocupa, porque lo dice un presidente y eso baja y se impregna en la sociedad, es el discurso homofóbico”, explica la mujer sobre lo que dijo Milei en Davos donde también pidió “recuperar los valores de Occidente” el mismo día que Tailandia se convertía en el tercer país del sudeste asiático en reconocer el Matrimonio Igualitario.
Pero no todos tenían abanicos ni pertenecían a la comunidad. Entre los colores vivos y el maquillaje, había Abuelas y Madres de Plaza de Mayo tras el cierre del Centro Cultural Haroldo Conti, jubilados que perdieron sus medicamentos y perderán la moratoria, ex trabajadores del Bonaparte por el vaciamiento y la intervención del Ministerio de Salud, un sector pequeño de la CGT y de la política. También se abrían paso personas ajenas a estos ámbitos, individuos que desconocen la persecusión por orientación sexual pero se solidarizan. Económicamente ajustados u holgados, desempleados o con estabilidad laboral: más allá de la situación personal, se estaba conformando un bloque opuesto al modelo de la Libertad Avanza al que llaman “antifascista”.
“Viste ese poema que dice ‘primero vinieron por los socialistas y no hice nada, luego por sindicalistas, por los judíos, después vinieron por mí y no quedó nadie’; bueno esto es igual, están viniendo por todos”, dice a elDiarioAR Agustín, un hetero autoconvocado en alusion al poema de Martin Niemöller que habla sobre el silencio ante el ascenso del nazismo.
“Yo estoy acá porque soy puto, porque estudio en la UBA, y es una aberración lo que dice y hace este tipo. Pero te soy sincero, esto es lo que ellos buscan, confrontar con nosotros les garpa. Hasta que no se vaya a la mierda la economía, no va a pasar nada”, analiza Matías, un joven escéptico de 25 años.
Lentamente avanza la columna que abarca el ancho de la Av. de Mayo, encabezada por las trans históricas. Está claro que esta no es una marcha del Orgullo sino una manifestación antifascista porque, más allá de los cantos y arengas, en los rostros no hay euforia ni entusiasmo, más bien hay algo de seriedad, acaso preocupación o perplejidad y un esparcimiento tremendamente tranquilo. Es un momento experimental de corrimiento de los límites, tiempo de aparente disolución de los consensos nacionales: pasó con la Educación, la Salud y los Derechos Humanos. Es el turno de la Diversidad. Nadie sabe bien cómo reaccionar. De modo que ante la duda, la respuesta es esta enorme manifestación que avanza hacia Plaza de Mayo.
“Soy una chica trans que ha tenido buena familia y me han dado la oportunidad de estudiar, soy cocinera. Pero soy la excepción, la mayoría de mis compañeras son las más vulnerables del colectivo y es fundamental que siga el cupo porque se sabe que nadie te da trabajo, sobre todo ahora que volvió la discriminación en la calle y las redes sociales”, explica Cecilia, de 39 años.
De alpargata, boina, camisa y bombacha algo manchada, oriundo de Tristán Suárez, partido de Ezeiza, viene de andar a caballo Marcelo, paisano de 73 años. “Estoy acá porque esto es algo muy importante, estamos todos los sectores representados. Hay que poner un límite, che. Yo, jubilado”, advierte a elDiarioAR.
“Es difícil tener un lugar en la sociedad, y ni hablar conseguir un laburo”, dice Juan, en silla de ruedas desde su nacimiento, tiene artrosis muscular espinal, estudia Comunicación.
“Con gente irracional no se debe discutir. Tenemos que enfocarnos solo en nosotres, en cómo nos organizamos para combatir al fascismo”, comenta Eugenia, no binarie, 42 años.
“Levanto este cartel de las mujeres asesinadas por hombres porque quieren sacar el femicidio. La violencia de Milei me viene pegando desde el principio, desde la Ley Bases cuando me detuvieron un día entero por cantar el himno frente a la policía. Nos falta apoyo político, pero al menos el pueblo está presente”, comenta Abril a elDiarioAR.
“Se meten con los desaparecidos y ahora con la diversidad, es una vergüenza, parece que todo el trabajo y la militancia y la conciencia que supimos generar no sirvió de nada. Habrá que recordar todo de nuevo”, dice Alicia, militante de izquierda, jubilada, 78 años.
Detrás del maquillaje, del abanico y los colores, hay historias de frustración y abandono, hay historias de humillación y tristeza, de soledad y tragedia, hay historias de encuentro, de recuperación y, a veces, de emancipación.
También hay vidas más amables, quienes crecieron en la década del estancamiento económico y del progreso de los derechos de las minorías. Jóvenes veinteañeros que terminaron la primaria con la sanción del Matrimonio Igualitario, cursaron la ESI y la exigieron casi como tema prioritario, ingresaron a la secundaria con el Ni Una Menos, desnaturalizaron el abuso y militaron el aborto, experimentaron libertades y egresaron sin haber sufrido discriminación por cuestiones de género u orientación sexual.
Pero ésta es la minoría dentro de la minoría, la inmensa mayoría de los aquí presentes pasaron por daños morales y físicos, fueron discriminados o hasta incluso golpeados, migrantes de provincias que se refugiaron en el anonimato de la Capital, mujeres manipuladas atrapadas económicamente en el martirio de las cuatro paredes, homosexuales echados de eventos, bares y restoranes, transexuales con los años contados y la vida determinada por una tragedia siempre inminente.
“No sé qué decirte, no sé cómo fue que llegamos a esta situación. Admito que por ahí se le dió mucha bola a reclamos genuinos que teníamos mientras había otra gente que la pasaba mal, que no tenía trabajo y demás, pero por eso no se tiene que destruir todo”, opina Luna, 20 años, militante LGBTIQ+.
Desde distintas diagonales se filtran afluentes humanos que engrosan y expanden la concentración. El sol ahora está bien alto bajo este hormigueo humano rodeado del Cabildo, la Catedral y el Monumento a Belgrano delante de la Casa Rosada. Es la histórica Plaza de Mayo y muchos de los acá presentes ya piensan que este es un momento histórico. Parece una gran reunión fraternal donde se convive en armonía sin una autoridad: no hay escenario ni oradores ni documento doctrinario. Hay una programada horizontalidad que se esparce por el anciano que lleva un cartel que dice “zurdo orgulloso nazi sionista jamás”, por las manos entrecruzadas de las parejas, por el pasto donde descansan y se refrescan con bebidas grupos de jóvenes, pasando por la gente parada sosteniendo eternamente banderas del colectivo y de izquierda.
Mientras elDiarioAR conversaba con un grupo de mujeres del colectivo, un hombre bastante adulto se acercó y comentó, en otras palabras, que vino para defender“ el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo basado en el principio de no agresión y en defensa del derecho a la vida y a la libertad”, tal como repite Javier Milei. “Yo estoy acá porque no pienso vivir nunca más puertas adentro y porque el discurso del Presidente ya está provocando actos de violencia homofóbica”, dice.
“Si dijeran que son conservadores –agrega el señor de bigote– sería todo más fácil, pero insisten en la libertad y niegan lo que dicen y confunden más”.
“Hay muchos votantes gays de Milei que están diciendo ‘no es homofóbico, solo se refiere a la ideología de género’”, suma otro hombre que acompaña al señor.
En una de las esquinas se encuentra Matías Sanders, director del Cuerpo Argentino de Socorristas. Dice: “Todos estamos perdiendo derechos y hay que ponerle un frente a esto. Por otro lado, nosotros socorremos a todos por igual. Si viene alguien que no es de la marcha a provocar y se lastima, estamos para ayudarlo. Eso nos diferencia de ellos: todas las vidas para nosotros valen igual”.
elDiarioAR se comunica con dos trabajadores del morfi callejero. El que vende chorizos, acodado sobre su carrito, asegura que es un laburante y no tira para ningún lado. El otro, que se llama Leonardo y vende bondiola, cuenta que está desilusionado. “Al principio creí en Milei pero está en contra de los trabajadores. No puedo laburar, me echan de todos lados. Más vale que apoyo esta marcha”.
Más adelante, exactamente frente a la Casa Rosada cantando “fuera Milei”, hay un grupo de mujeres trans. “Están obsesionados con nosotras”, dice una. “Es evidente que hay un tema de la sexualidad del Presidente que no está resuelto”, opina otra sobre las referencias sexuales que utiliza en sus discursos.
Milei ya había comparado a homosexuales con elefantes, “si te querés acostar con un elefante, hacelo”. Diana Mondino, en su momento, expresó “que hagan lo que quieran, si no se quieren bañar está bien, después no se quejen si son piojosos”. Ricardo Bussi dijo que son como “los ciegos o los rengos” y “el que quiere ser travesti, que se la banque”. Carlos Rodríguez que “les falta testosterona”. Agustín Laje que “son un grupo de degenerados desesperados por violar niños”. Nicolás Márquez que son “invertidos”.
“Para mí esto es fascismo, es una persecución ideológica disfrazada de batalla cultural”, opina una chica de gorra negra Nike que se está yendo de la concentración. “Es todo muy raro, no se entiende bien qué está pasando”, dice perplejo Nelson, un hombre bastante mayor con una gran cabellera, embutido en la bandera LGBTIQ+. “Lo que sí sabemos es que vienen por todos nuestros derechos, los de las minorías, y que quieren un país con 80% de pobres y 20% de ricos”.
Quizá alguna clave para entender el fenómeno se encuentre en el libro de Giuliano Da Empoli, “El mago del Kremlin”, apodo que el círculo íntimo le puso al ideólogo y asesor principal de Milei, Santiago Caputo. Hay un párrafo que dice:
“¿Qué haces tú cuando quieres cortar un alambre? Lo retuerces en un sentido, luego en otro. A medida que vayas creando una red de internet, te darás cuenta de que hay asuntos que atrapan a la gente más que otros. Puede que unos estén contra las vacunas, otros contra los cazadores o contra los ecologistas, o contra los negros o contra los blancos. Qué más da. La clave es que cada quien tenga algo que lo apasione y alguien a quien odiar. Dar noticias, argumentos verdaderos o falsos, eso carece de importancia. Hay que enfurecerlos a todos. Los que están en defensa de los animales a un lado y los partidarios de la caza al otro. Los activistas gays contra los neonazis. No tenemos preferencias. Nuestra única línea es el alambre de hierro. Lo retorceremos en un sentido y en otro, hasta que se rompa”.
LN/MG
En Buenos Aires se marchó a partir de las 16 del Congreso a la Casa Rosada, pero hubo convocatorias en todo el país y en el exterior. Más allá del discurso discriminatorio del Presidente, la gestión libertaria ya viene amenazando y tomando acciones concretas contra los homosexuales y las personas trans, una hostilidad desde el Estado jamás vista en la historia democrática argentina.
A días de la marcha antifascista, prenden fuego la casa de una pareja de lesbianas
Desde Ushuaia hasta Berlín, la marcha antifascista suma 130 convocatorias en el país y en más de 15 ciudades del mundo
El colectivo LGBTQ+ dijo basta. Javier Milei aprovechó un atril internacional, el del Foro Económico de Davos, para cuestionar la identidad sexual de las personas trans, un derecho humano que en la Argentina está garantizado por ley, y asociar la adopción de las parejas homosexuales, también establecida por ley en nuestro país, con la pedofilia. La respuesta también fue internacional: en la ciudad de Buenos Aires se realizó una movilización masiva del Congreso a la Casa Rosada, replicada en al menos 130 localidades el país y en al menos 15 ciudades del mundo.
El nombre de la manifestación fue “marcha federal antifascista y antirracista”. Es la comunidad LGBTQ+ la que se alzó contra los atropellos discursivos de Milei y sus funcionarios y amigos, como Agustín Laje y Nicolás Márquez, y las acciones concretas de su gobierno en perjuicio de las minorías sexuales. Pero la convocatoria fue a la sociedad entera, a expresar el rechazo a toda forma de estigmatización y de intolerancia. “No hace falta que seas LGBTIQ+ para marchar”, es una de las frases que lanzaron desde la asamblea de Parque Lezama, donde se decidió la medida, hace tan solo una semana.
En el Parque Lezama, precisamente, es donde el colectivo se miró a sí mismo y se dio cuenta de que hay fuerza suficiente para realizar una movilización contundente contra los mensajes reaccionarios del gobierno de La Libertad Avanza y sus aliados. Apenas 48 horas habían pasado de aquel discurso de Milei en Suiza cuando se realizó una multitudinaria asamblea en este espacio verde, ubicado entre los barrios porteños de Barracas, San Telmo y La Boca para expresar la bronca y la preocupación por las consecuencias de ese odio verbalizado nada menos que por el presidente de la Nación; y de inmediato se decidió la marcha federal.
El mandatario cuestionó en ese encuentro del establishment mundial la figura jurídica de femicidio, que ahora su gobierno pretende eliminar, y sostuvo textualmente: “Desde estos foros se promueve la agenda LGBT, queriendo imponernos que las mujeres son hombres y los hombres son mujeres sólo si así se autoperciben y nada dicen de cuando un hombre se disfraza de mujer y mata a su rival en un ring de boxeo o cuando un preso alega ser mujer y termina violando a cuanta mujer se le cruce por delante en la prisión. Sin ir más lejos, hace pocas semanas fue noticia en todo el mundo el caso de dos americanos homosexuales que, enarbolando la bandera de la diversidad sexual, fueron condenados a cien años de prisión por abusar y filmar a sus hijos adoptivos durante más de dos años. Quiero ser claro que cuando digo abusos no es un eufemismo, porque en sus versiones más extremas la ideología de género constituye lisa y llanamente abuso infantil. Son pedófilos, por lo tanto, quiero saber quién avala esos comportamientos”.
Los ejemplos del Presidente, además de falsos, no son representativos del colectivo LGBTQ+. No hay estudios ni estadísticas que conecten la homosexualidad con el abuso infantil ni ejemplos que permitan generalizar el aprovechamiento de la identidad de género para cometer actos de violencia y delinquir. De hecho, la gran mayoría de los abusos intrafamiliares son cometidos por varones heterosexuales, no por parejas homosexuales, algunas de las cuales, consultadas por elDiarioAR, expresaron su tristeza y su miedo a situaciones de discriminación que puedan sufrir sus hijos.
En Buenos Aires, la marcha a Plaza de Mayo de este sábado tendrá una disposición simbólica: en la cabecera estarán las personas trans y travestis, quienes históricamente han sido las más vulneradas dentro de la comunidad. Se espera la participación de organizaciones de derechos humanos, sindicatos, estudiantes y sectores de la sociedad civil que ven en esta movilización una respuesta necesaria al avance del odio y la intolerancia.
En lo discursivo se cuentan ya innumerables ejemplos, una hostilidad jamás vista en la historia democrática de la Argentina hasta la llegada del actual gobierno:
• Milei ya había hecho referencias homofóbicas en agosto de 2024, cuando publicó un posteo en Instagram en el que incluyó “mucho sexo gay” dentro de una lista de elementos negativos de lo que denominó “la panacea progre”.
• La vicepresidenta, Victoria Villarruel, se manifestó en contra del matrimonio igualitario, señalando que para ella “la unión civil ya estaba bien” y que “matrimonio” es una palabra de carácter religioso, desconociendo que muchas confesiones admiten las uniones entre personas del mismo sexo.
• Diana Mondino, excanciller y una de las figuras más representativas del gabinete de Milei, comparó a los homosexuales con personas que “no se bañan y están llenas de piojos”.
• El ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona (que integró la defensa del exgobernador peronista José Alperovich del caso de abuso sexual a su sobrina por el cual se encuentra preso cumpliendo condena en Ezeiza), afirmó: “Se acabó solo el género. Vamos por otros valores: la familia es el centro de la educación y la sociedad. ¿Cuáles son los valores familiares tradicionales? El amor, la unión, el trabajo, el estudio, la solidaridad, la igualdad ante la ley, promover los símbolos patrióticos, respetar a nuestros próceres. Esto resulta esencial para el bienestar de los individuos y la armonía y cohesión social”.
• “Puertas adentro cada uno puede hacer lo que le parezca”, dijo el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, consultado sobre los dichos de Milei contra las minorías sexuales en el foro de Davos.
Las declaraciones de Francos provocaron una respuesta en la asamblea antifascista que rápidamente se convirtió en una de las consignas principales de la marcha: “Al clóset, nunca más”.
A estas manifestaciones sobradamente homofóbicas y dichas con tanto desparpajo se les suman las de figuras satelitales del gobierno de La Libertad Avanza, como el biógrafo de Milei, Nicolás Márquez, un conocido odiador de las minorías sexuales, quien en una entrevista con el periodista Ernesto Tenembaum sostuvo, por ejemplo, que “cuando el Estado promueve, incentiva y financia la homosexualidad está incentivando una conducta autodestructiva”, que “una persona de tendencia homosexual vive 25 años (promedio) menos que una persona heterosexual”, y que un homosexual “tiene 14 veces mayor propensión al suicidio”.
Afirmaciones falsas y de uso malicioso para acentuar los prejuicios sobre la población LGBTQI+, porque al tomar ciertas estadísticas sanitarias no hace más que señalar los efectos devastadores para las personas que sufren una discriminación permanente en su vida, que por supuesto las puede conducir al suicidio y hasta disminuir los promedios de esperanza de vida, como pasa especialmente en la población trans: efectivamente, viven menos años que el resto, y no porque quieran.
Otro amigo de Milei, Agustín Laje, escritor, también conocido por sus posturas conservadoras y sus expresiones de odio deliberado hacia el movimiento LGBTQ+, recientemente dijo que “la homosexualidad es una agenda impuesta por organismos internacionales para destruir los valores tradicionales”.
Personajes como Laje y Márquez no sólo están cerca del poder: Milei y su gobierno los apañan y a menudo los invitan y les dan lugar en eventos, así como a otros referentes de grupos conocidos por su postura anti-LGBTQ+, legitimando sus mensajes de odio y desinformación bajo el paraguas de “valores tradicionales” o “libertad de expresión”.
Las declaraciones de Milei en Davos fueron apenas la gota que rebalsó el vaso: las agresiones de la gestión libertaria venían de antes y no son sólo discursivas.
En los últimos meses, el Gobierno avanzó con una serie de reformas regresivas en materia de derechos humanos y diversidad. La derogación del cupo laboral trans y del cupo para personas con discapacidad, la eliminación del DNI no binario y la supresión de la figura del femicidio del Código Penal forman parte de un paquete de medidas que provocaron un rechazo unánime entre los organismos de derechos humanos.
Es el gobierno de La Libertad Avanza el que el eliminó el Inadi, nada menos que el Instituto contra la Discriminación respecto de cuyo funcionamiento y necesidad hubo consenso de todos los gobiernos precedentes en democracia; y desmanteló el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, reduciendo al mínimo las políticas públicas para preservar los derechos de estos colectivos, históricamente pisoteados por las mayorías. Y esta semana, además, despidió al 40% de la planta de la Dirección de VIH del Ministerio de Salud.
Además, uno de los puntos más atacados por el gobierno de Milei es la Educación Sexual Integral (ESI), también garantizada por ley. Bajo el pretexto de eliminar la “ideología de género”, el Presidente y sus ministros promueven la eliminación de programas que brindan información fundamental para la salud sexual y reproductiva. La ESI demostró ser una herramienta clave para prevenir abusos. Datos del Ministerio Público Tutelar del Poder Judicial de la Ciudad de Buenos Aires indican que casi el 80% de los niños que denunciaron abusos sexuales lo hicieron gracias a los conocimientos adquiridos en estas clases.
La Marcha del Orgullo en Buenos Aires se realiza ininterrumpidamente desde 1992. En sus primeros años, se llevaba a cabo en junio, en coincidencia con las conmemoraciones globales de los disturbios de Stonewall. Sin embargo, con el tiempo, su fecha se trasladó a noviembre, en honor al aniversario de Nuestro Mundo, el primer grupo organizado de gays en Argentina, formado en 1967 e integrado por activistas como Héctor Anabitarte. La decisión también respondió a una razón práctica: el frío del invierno afectaba especialmente a las personas que viven con VIH.
La de este sábado, por tanto, será la primera movilización masiva organizada por el colectivo LGBTQ+ por fuera de la Marcha del Orgullo. Sin embargo, esta convocatoria no se limita a la comunidad LGBTQ+: es una manifestación contra el avance del autoritarismo, el racismo y el discurso de odio en todas sus formas, aunque el corazón de la movilización sea el ataque directo a las minorías sexuales. Pueden sumarse todas las personas que rechazan el avance de políticas que buscan suprimir derechos, sin importar su identidad de género, orientación sexual o procedencia política.
Las declaraciones de Milei, sus funcionarios y sus amigos no son simples opiniones ni polémicas aisladas: son expresiones de odio con un impacto real y peligroso.
En la madrugada del 29 de enero, un vecino se acercó hasta la casa que una pareja de lesbianas comparten con su hija en Cañuelas, provincia de Buenos Aires. Roció la vivienda con combustible y la prendió fuego. La familia no estaba ahí porque unos días antes, Orlando Alcides Lutz Fogar, el agresor, las había apuntado con una mira láser y la pareja había decidido dejar la casa. Fue el último eslabón de una serie de agresiones que las mujeres vienen sufriendo desde que se mudaron a ese barrio y que todos habían sido denunciados ante la justicia. “Los discursos de odio matan”, es el título del comunicado con el que la Federación Argentina LGBT+ difundió lo que ocurrió.
No es la primera vez que las agresiones contra una pareja de lesbianas terminan en el incendio de su vivienda. El 6 de mayo del año pasado, durante el gobierno de Milei, otro varón heterosexual, Justo Fernando Barrientos, prendió fuego la habitación de la pensión en la que vivían Andrea Amarante (42), Pamela Cobas (52) y Roxana Figueroa (52). Las tres murieron. Sólo se salvó Sofía Castro Riglos (49). Como en el caso de Cañuelas, Barrientos las amenazaba desde hacía tiempo.
Por eso, un discurso que criminaliza a las minorías sexuales, que asocia la homosexualidad con la pedofilia o que presenta la diversidad como una “enfermedad” no es inocuo. Este tipo de retórica legitima la discriminación, alimenta la violencia y refuerza prejuicios que, lejos de quedar en el plano discursivo, se traducen en agresiones, exclusiones y políticas de retroceso en derechos conquistados.
Desde el poder, estas manifestaciones generan un marco de impunidad para quienes atacan a las minorías. Cuando el presidente de la Nación o sus ministros expresan desprecio hacia la comunidad LGBTQ+, están enviando un mensaje claro: los discursos de odio son válidos, la violencia simbólica es tolerada y los derechos pueden ser suprimidos sin consecuencias. Esta normalización del desprecio y la discriminación abre la puerta a agresiones graves, desde despidos injustificados hasta crímenes de odio.
La Marcha Federal Antifascista no es solo una respuesta a una serie de declaraciones y medias de gobierno concretas en perjuicio de las minorías sexuales. Es la expresión de un hartazgo colectivo ante un gobierno que se autoproclama liberal-libertario y pretende retroceder en derechos fundamentales y borrar de la agenda pública la lucha por la igualdad.
Su carácter histórico radica en su magnitud, en su alcance global y en su transversalidad. Lo que comenzó como una asamblea del colectivo LGBTQ+ en un parque porteño se convirtió en una movilización de múltiples sectores que ven en el gobierno de Milei una amenaza directa a la tradición argentina de respeto a los derechos humanos, democracia y convivencia.
JJD
La movilización, que reunió a cientos de personas en distintos puntos del país, tuvo su epicentro en el Congreso de la Nación y reunió a figuras destacadas del arte, la música, el teatro y la cultura.
Artistas argentinos se sumaron a la Marcha Federal del Orgullo Antifascista y Antirracista en rechazo al discurso de odio expresado por Javier Milei en el Foro Económico Mundial de Davos. Se destacaron figuras como Dhyzy, Lali Espósito, María Becerra, Julieta Ortega y Violeta Urtizberea, quienes manifestaron su apoyo a la convocatoria impulsada por colectivos LGTBI+ y organizaciones sociales.
La movilización, que reunió a cientos de personas en distintos puntos del país, tuvo su epicentro en el Congreso de la Nación y avanzó hacia Plaza de Mayo, con réplicas en ciudades como Córdoba, Rosario y Mar del Plata.
La participación de estos artistas refuerza el compromiso del sector cultural con la defensa de los derechos humanos y la lucha contra la discriminación.
MM
Salimos a la calle porque ésta es la forma en la que el pueblo argentino se manifiesta para reclamar, para celebrar y en este caso, para reivindicar existencias y proyectos de vida libres de toda discriminación y violencias.
“No sé cómo se dice…gays, lesbianas, homosexuales… pero en definitiva vine porque lo que dijo Milei lo dijo contra todos y es imperdonable”, dice Alicia, una jubilada de 67 años de Villa Luzuriaga, La Matanza, en la esquina de Perú y Avenida de Mayo. Ella dice que no sabe cómo se nombran las diferentes orientaciones sexuales que son blanco de ataque y persecución del Presidente de la Nación, pero acá está, junto a su hija de 23 años, en la marcha federal del orgullo antifascista y antiracista. Cerca de Alicia, otra mujer que aparenta su misma edad, levanta una cartulina en la que se lee la frase “Está mamá lxs apoya” rodeada de corazones multicolores. Acá está. “Mi familia, mi orgullo”, escribió Olivia antes de venir en un cartel que ahora sostiene en alto. Tiene 10 años y está subida en los hombros de su mamá, Olga. “Antes mamá no podía casarse con una mujer como a ella le gusta y todo el derecho tiene. Después pudo, y también nos pudo tener a nosotras”, cuenta Olivia y en el nosotras incluye a su hermana, Ariana, de 8 años, que está de la mano de su otra mamá, Evelyn. Las cuatro viven en el barrio porteño de Boedo. Acá están.
Acá estamos. Contra todo pronóstico político y algoritmos polarizados, somos una multitud este primer sábado de febrero a la tarde con una sensación térmica que supera los 30 grados marchando desde Congreso a Plaza de Mayo, como se decidió en dos asambleas que se hicieron en el Parque Lezama. No corremos, no temblamos, como amenazó el Presidente, marchamos porque esta es la forma en la que el pueblo argentino se manifiesta para reclamar, para celebrar y en este caso, para reivindicar existencias y proyectos de vida libres de toda discriminación y violencias. Manifestarse es parte de un legado histórico, de una identidad nacional que, con la ocupación callejera, ha marcado hitos que señalaron límites, lograron justicia, pusieron en la conversación pública demandas impensadas o impidieron retrocesos en materia de derechos humanos.
En junio de 2015 el grito de Ni Una Menos llegó para marcar un cambio de paradigma total sobre la percepción social de las violencias machistas. En 2017, miles de personas llenaron la Plaza de Mayo en contra del beneficio del 2x1 para delitos de lesa humanidad dictado por la Corte Suprema. La movilización logró que se diera marcha atrás con esa decisión. La marea verde fue fundamental para conseguir la despenalización y legalización del aborto en 2020. En la era Milei, la defensa de la universidad pública fue el reclamo que más aglutinó personas en las calles. Ahora, sin eufemismos, es la militancia política de los bordes, por fuera de la política tradicional, la que impone los términos de la conversación social: es antifascismo y antirracismo.
“Llamen al fascista de Milei, para que vea, que este pueblo no cambia de idea, pelea y pelea por la libertad”, canta la multitud uno de los hits de la Marcha Federal mientras avanza sobre Avenida de Mayo. Hasta los medios de comunicación de corte más conservador se vieron obligados a llamar a la Marcha Federal con estas dos palabras.
En menos de 10 días los dichos del jefe de Estado en el Foro Económico Mundial de Davos provocaron esta convocatoria de la Asamblea Antifacista LGBTIQ+ a salir a las calles que trascendió los bordes del activismo de la diversidad, los feminismos y los derechos humanos e interpeló a la ciudadanía pero también enlazó luchas.
Detrás de la cabecera de la Marcha, caminaron profesionales de la salud del Hospital Laura Bonaparte y trabajadores despedidos del Ministerio de Salud de la Nación y de la Secretaría de Derechos Humanos, jubilados y jubiladas, estudiantes de secundarios y de las universidades, organizaciones gremiales y sindicales están encolumnadas tocando sus bombos y sosteniendo sus banderas.
El pueblo argentino también sabe hacer de la diferencia una virtud, una fuerza política potente, un cuerpo común y una protesta social que en este caso también es sexual.
“Combatir la crueldad con comunidad”, propone otro cartel que sostiene una mujer con una campera de animal print. Cerca de ella está Graciela, que vino con su marido en micro desde La Plata. Tiene 71 años, una familia de lo más tradicional y ninguna historia personal que la atraviese en relación a los dichos del Presidente. “No podía quedarme en mi casa”, dice.
Acá estamos, en comunidad y en solidaridad con otros y con otras. No somos una agenda, ni un término en inglés que no tiene traducción, somos realidad.
DTC
El colectivo LGTBIQ+ encabezó una marcha hacia Plaza de Mayo para rechazar del discurso del presidente Javier Milei en el Foro Económico de Davos. Las imágenes.
Encabezado por el colectivo LGBTQ+, un amplio arco social se moviliza contra los ataques de Milei a las minorías
Este sábado 1° de febrero organizaciones LGBTQ+ se movilizaron en una marcha federal del orgullo antifascista y antirracista, con manifestaciones en distintas ciudades del país y una convocatoria central en la ciudad de Buenos Aires. La protesta surgió como respuesta a los dichos del presidente Javier Milei en el Foro Económico de Davos, donde cuestionó la perspectiva de género en políticas públicas y asoció la homosexualidad a la pedofilia.