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Miles de personas aguardan en la plaza San Pietro para dar un último adiós a Francisco, y entran a la basílica móvil en mano para inmortalizar el breve instante en el que pasan por delante del féretro: "Él nos pidió que rezáramos por él y he venido a hacerlo a su casa"
La monja que logró saltar el protocolo para despedir a su amigo el papa y es sobrina de una víctima de la dictadura
Con los teléfonos por delante. Siempre. Entre tres y cinco horas de espera al sol en la plaza San Pedro son el precio que se paga, por adelantado, para unos segundos frente al Papa muerto. Quizá un trofeo demasiado efímero para pagar la paciencia y el tesón en las colas casi interminables. De modo que la despedida al líder de la Iglesia católica se ve más como un instante a inmortalizar que como un momento de duelo. La mayoría opta por una foto del cuerpo en el ataúd, escoltado por la Guardia Vaticana, pero hay quien arriesga incluso con un selfie.
Entre la multitud hay de todo: personas de todas las edades, viajeros de decenas de países, peregrinos, sacerdotes y monjas, familias y curiosos con mucha paciencia para alcanzar el preciado pasillo por el que se pasa cerca del altar. Desde poco después de las 11, cuando se abrió al público, y hasta las 19.30, habían pasado ya por la basílica unas 20.000 personas. La enorme afluencia llevó a las autoridades vaticanas a disponer medios para estirar el cierre de la capilla ardiente más allá de la medianoche, como estaba previsto, dependiendo de la afluencia de público.
Niuva Elena y su sobrina vinieron desde Brasil para pasar una Semana Santa especial, profundamente religiosa. Conscientes de la delicada salud del Papa, decidieron viajar a Roma para pasar aquí estos días señalados del calendario católico. “Él pidió que rezáramos por él, y vinimos a hacerlo a su casa”, explica ella poco después de ver el cuerpo de Francisco, con los ojos llenos de lágrimas.
“En la misa de Pascua tuvimos suerte y pudimos estar muy cerca de la puerta de la basílica. Percibí que estaba frágil, pero que hacía ese esfuerzo para estar con nosotros y eso me llenó de alegría”, cuenta con la voz quebrada. “No esperábamos que al día siguiente falleciese”, dice mientras las lágrimas vuelven a brotar de sus ojos.
El año del Jubileo y la Semana Santa han propiciado que muchos creyentes se acercaran al Vaticano en estas fechas, y son algunos de ellos los que emprenden la salida de la basílica más visiblemente afectados.
Maria se alisa una melena corta poblada de canas, se pasa la mano por la cara, respira hondo. Intenta recomponerse a un costado del camino de salida, cerca de una capilla de la basílica, después de despedirse de Francisco. “He venido a verlo, a saludarlo y a pedirle que rece por nosotros, más de lo que ha hecho ya”.
Llegó a Roma desde el norte de Italia por el Jubileo, y el lunes recibió precisamente en la iglesia de Santa María la Mayor, donde Francisco ha elegido ser enterrado, la noticia de la muerte del Papa. Hoy ha aguantado estoicamente más de cuatro horas en la fila –“Hubo momentos en los que ya no podía más”, confiesa– para tener apenas un segundo con un pontífice que considera “inolvidable”.
Sobre la elección de un nuevo pontífice, Maria tira de fe, confía. “Estoy convencida de que los hombres pueden hacer mucho, pero tengo fe y entonces creo que será el espíritu santo el que elija al mejor Papa para este momento histórico”, explica. Sobre si será un perfil más conservador que el de Bergoglio, prefiere no opinar. Pero se encarga de destacar por qué sentía por Francisco un “cariño especial”: “La humanidad que tenía era única, sobre todo porque no ha olvidado a ninguno, a los migrantes, a las mujeres castigadas por la violencia, a las personas que sufren. Tenía un corazón tan grande. Tiene un corazón grande –se corrige enseguida– y ahora tendrá el premio que se merece”.
La fila fuera de la catedral continúa, a la distancia pareciera incluso que el mar de cabezas ni siquiera se mueve. La capilla ardiente permanecerá abierta hasta la medianoche, y mañana reabrirá a las siete de la mañana.
Mariana es argentina, estaba en un viaje de turismo en Italia, y cuando se enteró de la muerte del Papa decidió que tenía que acercarse a la basílica. “No soy católica practicante, pero sí me considero creyente, y como tal –además de como argentina–, sentí que tenía que venir”, explica en un sector del camino que marcan las vallas en el que la entrada a San Pedro todavía se ve muy lejos. “Era difícil que no te cayera bien. Siendo el jefe de la Iglesia católica, con lo que eso supone, tuvo un discurso de izquierdas que se agradece en una figura como la suya”, analiza. A pesar de que sabía de su débil estado de salud, nunca esperó encontrarse en Roma con la noticia de la muerte del Papa. “Solo espero que no haya sufrido mucho”, asegura.
Precisamente, ese ha sido uno de los temas que más ha abordado la prensa italiana este miércoles. Sergio Alfieri, el médico del pontífice, explicó en la cadena estatal italiana, la RAI, cómo fueron los últimos momentos del papa Francisco. “El miércoles pasado en el Vaticano, junto con nuestros colegas del hospital Gemelli, lo encontramos recuperándose, convaleciente, todavía un poco fatigado, pero en muy buena forma”. Alfieri fue uno de los dos profesionales que cuidaron a Bergoglio durante su ingreso en el Policlínico, y quien dio la cara en los momentos más difíciles.
Cuando volvió a encontrárselo el Sábado Santo, algo llamó la atención del médico. “Le dije: 'Santo Padre, ¿ha visitado también a las personas que están en prisión?'. Me respondió que sí, pero que estaba desconsolado porque no había podido lavarles los pies”, reveló Alfieri.
En cuanto a la mañana de la muerte de Francisco, Alfieri contó cómo cuando llegó a Santa Marta, Bergoglio aún estaba vivo, tenía los ojos abiertos y estaba conectado al oxígeno, pero no estaba consciente. “No era un problema respiratorio, aún estaba vivo, pero en coma”, reveló el médico. Ante la pregunta de si sufrió, Alfieri quiso ser categórico. “No se dio cuenta, se le habrá desprendido un émbolo, habrá tenido un ictus... pero esto lo puedo decir con certeza: no sufrió”.
Se trata de Geneviève Jeanningros, sobrina de Léonie Duquet, una de las víctimas de Alfredo Astiz. Tiene 81 años y vive en una caravana en las afueras de Roma
Geneviève Jeanningros es monja y vive en una caravana junto a un parque de diversiones en las afueras de Roma. Vive en la pobreza mas absoluta junto a un grupo de feriantes y artistas de circo del Luna Park de Ostia Lido. Este miércoles, su figura diminuta, con las manos entrelazadas sobre la falda, observando a apenas unos metros la imagen de su amigo muerto circuló en el mundo entero. Geneviève Jeanningros tiene 81 años y hoy, en la Basílica de San Pedro, despidió a su amigo, el papa Francisco.
Geneviève Jeanningros es también la sobrina de Léonie Duquet, quien junto a Alice Domon fueron las dos monjas secuestradas y torturadas por el Grupo de Tareas que comandaba Alfredo Astiz. Ambas monjas continúan desaparecidas.
A fines de julio del año pasado, Geneviève fue noticia por una reunión que tuvo con su amigo. Fue poco después de que se conociera la visita que diputados del oficialismo hicieron a la cárcel donde se alojan los represores condenados por delitos de lesa humanidad. Entre ellos, Astiz.
No fue una simple reunión de amigos. Con esa imagen, el Papa se metió de lleno en el escándalo que generó la visita de los legisladores al penal de Ezeiza. En esa manera decir sin decir que tienen los sacerdotes, el Papa hizo una pausa en sus vacaciones y visitó a la monja, que también trabaja desde hace décadas con la comunidad LGBTQ+, en el barrio romano de Ostia. Ambos se fotografiaron y la imagen fue difundida por el sitio oficial del Vaticano. Más que un gesto para un gobierno que cuestiona la responsalidad de los represores que, además, fue reforzado con otra reunión, a los pocos, con Ana Fernández, nieta de Esther Ballestrino, otra de las víctimas del grupo de la iglesia de la Santa Cruz que fue infiltrado por Astiz en 1977.
Geneviève es francoargentina y pertenece a la Congregación de las Hermanitas de Jesús. Según señala la agencia católica ACI, dedicó gran parte de su vida religiosa a acompañar a mujeres transexuales que ejercen la prostitución para poder subsistir en esta zona de las afueras de Roma donde muchas de las viviendas ni siquiera cuentan con electricidad.
Este miércoles logro saltearse el protocolo y se acercó más allá de lo permitido al féretro con el cuerpo del papa. Permaneció en silencio durante 20 mintuos.
La ciudad comienza a blindarse ante la inminente llegada de millones de personas y mandatarios de todo el mundo, mientras conviven en sus calles las imparables hordas de turistas y los devotos que se acercan para ver por última vez a Francisco antes del funeral del sábado
¿Un Papa negro? ¿Recuperará Italia el cetro? Estos son algunos de los favoritos a ocupar la silla de San Pedro
Francesco comparte nombre con el Papa muerto, y es de los pocos que parece estar en este rincón del centro de Roma “a disagio” (a disgusto), obligado por las circunstancias. Con la noticia de la muerte de Bergoglio, el lunes suspendieron su día libre, que en Italia además era festivo –la llamada pasquetta– y ahora la confirmación de que el sábado será el funeral aleja cada vez más el horizonte del descanso. La ciudad, explica, necesita taxis porque no deja de recibir gente: periodistas, devotos, políticos y diplomáticos, religiosos. El aluvión que señala el taxista está ocurriendo, pero no es evidente; a simple vista parece una jornada primaveral como tantos otros en una urbe que presume de eternidad.
La monumentalidad de Roma se expresa en estampas; la devoción católica lo hace en estampitas. Ambas, la monumentalidad y la devoción han convivido siglos en los confines de esta ciudad y su pequeño Estado interior, cuyas fronteras han ido lentamente desdibujándose bajo el peso de hordas de turistas. Este martes radiante, la estampa majestuosa de la piazza Navona observa, como siempre, el errático peregrinar de los viajeros. El sol invita a un gelato al paso en una callejuela. Más allá, en el Lungotevere, dos señoras se disputan la última mesa a la sombra en un café. Roma parece ajena a la noticia que la ha conmocionado. Pero basta cruzar el río Tíber para ver que no es así.
En cuanto los pasos se acercan al Vaticano, el laico mercadeo de imanes y postales deja lugar a un inusual fervor religioso y laboral: grupos de peregrinos blanden sus banderas mientras son conducidos hacia la basílica entre vallas serpenteantes. A su lado, periodistas de todo el mundo pelean por una acreditación y medio metro cuadrado para sus cámaras. Policías y carabinieri desplegados en todas las esquinas intentan controlar la marea humana como quien abre y cierra las compuertas de una presa. El Papa ha muerto, pero Roma vive y late aún con más fuerza en las inmediaciones de San Pedro.
Y lo hace aún en una plaza en la que el pontífice no está. La multitud avanza lenta entre los hierros para acercarse a la basílica incluso antes que el propio Papa. El cuerpo de Jorge Mario Bergoglio comienza este miércoles por la mañana su procesión póstuma, una de apenas unas pocas calles, acompañado por fieles, el camarlengo y el resto de cardenales que ya están en Roma. Un camino breve acompañado por música desde la plaza Santa Marta a la plaza de los Protomártires Romanos: “A través del Arco de las Campanas se subirá a la plaza de San Pedro y se entrará en la Basílica Vaticana por la puerta central”, dice el comunicado oficial.
Tres días permanecerá el féretro en San Pedro para que los fieles puedan acercarse a él y ver por última vez a su Papa. Este miércoles será posible desde las 11 y hasta la medianoche. El jueves, desde las 7.00 hasta las 24.00, y el viernes cerrará sus puertas a las siete de la tarde.
A Francesco, el taxista, no le interesan mucho los papas. Prefiere hablar de Giorgia Meloni que, destaca, presumía de una buena relación con el pontífice. Ella tiene esa capacidad, explica, de llevarse bien con los poderosos. Incluso con personas como el presidente de EEUU, Donald Trump, “que se creen dueños del mundo” y a quien el líder de la Iglesia católica acusó de no ser cristiano por sus políticas migratorias. Una mujer que ha conseguido estar a buenas con estos dos personajes en las antípodas es, para este romano, una señal de que será capaz de hacer a “Italia grande otra vez”, zanja parafraseando involuntariamente (o quizá no) al propio Trump.
Meloni, que ha anulado un viaje previsto a Asia, tendrá que hacer gala de esa capacidad que le alaba el taxista Francesco. Será de alguna manera la anfitriona de un cónclave paralelo, una cumbre política diversa e incómoda. Además del presidente de Estados Unidos, recibirá estos días al francés Emmanuel Macron, a los tres líderes de las instituciones europeas –Ursula Von der Leyen, António Costa y Roberta Metsola–, Javier Milei –que ha pasado de llamar al Papa “hijo del maligno en la Tierra” a dedicarle cariñosas palabras tras su muerte– y el ucraniano Volodímir Zelenski. Vladímir Putin ha dicho públicamente que Rusia “no olvidará” a Francisco por la actitud positiva que mostró en las tres reuniones que mantuvieron. No asistirá al funeral. Su presencia pondría en un aprieto diplomático a Italia, ya que pesa sobre él una orden de detención de la Corte Penal Internacional.
El ministro de Protezione Civile calcula que llegarán en estos días a Roma cinco millones de personas. El despliegue de seguridad será enorme, anunció, y continuará más allá del funeral, mientras dure el cónclave, que todavía no tiene fecha de inicio, pero debería comenzar como muy tarde el 5 de mayo.
Los plazos previstos para el inicio de la reunión tenían en cuenta lo difícil que podía ser para los cardenales llegar al Vaticano desde el lugar donde estuvieran destinados. Las comunicaciones han mejorado mucho, y se calcula que más de la mitad de los 133 que se encerrarán en la Capilla Sixtina ya está en Roma. Quedan muchos días, si la fecha no se adelanta, en los que se sucederán reuniones y encuentros entre ellos, ya que muchos ni siquiera se conocen.
Pero la multitud es ajena a todo esto que sucede de puertas adentro. Animan la tarde con cánticos unos peregrinos llegados de Nueva Caledonia. Un grupo de jóvenes de Croacia se hacen fotos con la basílica de fondo. Una de ellas, en perfecto italiano, explica que han venido a Roma para el Jubileo de los Jóvenes, que se celebra este fin de semana y que coincidirá con el funeral. La muerte de Francisco los sorprendió aquí. “Estaba siempre cerca de los jóvenes”, dice emocionada apretando contra el pecho una pequeña imagen del pontífice. No es una estampita propiamente dicha. Pero ya llegarán. De momento hay aquí y allá pequeños altares improvisados con Franciscos sonrientes en los que la gente va dejando flores.
Roma vive su particular metamorfosis: estampas, estampitas y una cumbre en ciernes que confluyen para despedir a un Papa que llegó del fin del mundo para poner a esta ciudad en el centro, rodeado de devotos y también de enemigos. En un último gesto de modestia –o quizá una pequeña broma desdeñosa– cuando toda esta parafernalia ceremoniosa acabe Bergoglio saldrá por última vez del Vaticano. Descansará en el rincón de una capilla en su iglesia favorita, Santa Maria Maggiore, bajo una lápida que solo dirá: Franciscus.
Jubilados intentaron marchar desde Congreso a Plaza de Mayo y la Policía los contuvo con el protocolo antipiquetes, generando empujones e insultos.
Momentos de tensión se registraban esta tarde en las inmediaciones del Congreso en una nueva marcha de los jubilados debido a la intención de los manifestantes de movilizarse desde ese punto hacia la Plaza de Mayo.
Los efectivos de la Policía Federal, en tanto, retuvieron a los activistas sobre la vereda para garantizar el cumplimiento del protocolo antipiquetes, lo que generó gritos, insultos y empujones.
Protestan contra el ajuste del gobierno de Javier Milei y la represión que despliega la policía en el marco del protocolo antipiquetes. Ya desde los primeros momentos, se produjeron forcejeos con las fuerzas de seguridad.
“Miércoles a miércoles se intenta impedir nuestro legítimo y constitucional derecho a la protesta con grandes y costosos operativos de las fuerzas de la ministra Bullrich que no ahorran bastonazos, atropellos y gases contra los jubilados y jubiladas que ya venimos sufriendo la miseria de nuestros haberes y la quita de los medicamentos por los que hemos aportado toda una vida de trabajo”, señalaron las organizaciones de jubilados en una nota de convocatoria.
“Inclusive han descargado la represión contra aquellos que se acercan en solidaridad como periodistas y reporteros gráficos siendo el hecho más grave el de Pablo Grillo que sigue luchando por su vida sin que haya un solo responsable detenido; asa como han gaseado y apaleado a jóvenes, trabajadores y hasta diputados y diputadas que nos apoyan”, agregaron
Algunas de las consignas son “contra el odioso pacto de Milei con el FMI” y por “aumento ya de jubilaciones y salarios”. Esta semana, además, la UTEP adhiere con una consigna especial: recordar al Papa Francisco.
La movilización se produce a poco más de un mes de la brutal represión del 12 de marzo, que dejó gravemente herido al fotoperiodista Pablo Grillo tras recibir un disparo de gas lacrimógeno en la cabeza por parte de un gendarme.
La semana pasada las fuerzas que responden a la ministra de Seguridada, Patricia Bullrich, hirieron a por lo menos 116 personas, entre ellas una niña de 13 años, un joven de 16, un reportero gráfico lesionado por el disparo de un arma Byrna y el diputado nacional por Jujuy, Alejandro Vilca.
El presidente asistirá a las 19 a la ESEADE y se espera que brinde un discurso de unos 20 minutos con eje en la "libertad" y en la trayectoria del econosmista español Jesús Huerta de Soto, uno de sus referentes.
El presidente Javier Milei disertará este jueves en la Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas (ESEADE) y le entregará el premio Honoris Causa al economista español Jesús Huerta de Soto, uno de sus referentes.
Milei asistirá a las 19 a la ESEADE y se espera que brinde un discurso de unos 20 minutos de extensión, con eje en la “libertad” y en la trayectoria de Huerta de Soto, indicaron fuentes oficiales.
El economista español es doctor en Derecho y Económicas, posee cuatro doctorados y es conocido por haber escrito múltiples ensayos, además de la tesis Socialismo, cálculo económico y función empresarial.
En su discurso de asunción como presidente el 10 de diciembre de 2023, Milei había citado al economista. “Como dice el gran Jesús Huerta de Soto, los planes contra la pobreza generan más pobreza, la única manera de salir de la pobreza es con más libertad”, dijo en aquella oportunidad.
A su vez, Huerta de Soto dirige un Máster en Economía de la Escuela Austríaca, una corriente ultraliberal que sostiene que las decisiones económicas no deberían ser tomadas ni por el Estado ni cualquier otra autoridad central, sino por los individuos.
Tras participar de esta actividad en medio del luto que rige por la muerte del papa Francisco, y que lo obligó a suspender su agenda oficial, el mandatario partirá a Roma para asistir a las exequias de Jorge Bergoglio.
Con información de la agencia NA