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Mauricio Macri vuelve al PRO en una conducción conversada hasta con Milei

Mauricio Macri vuelve al PRO en una conducción conversada hasta con Milei

“Mauricio va a volver a centralizar. El PRO va a volver a ser verticalista como era al comienzo”. El panorama que trazó un operador amarillo ayer cuando caída la tarde revela el sentido que tendrá la noticia que se confirmará este martes: Mauricio Macri vuelve a la conducción formal de su partido para tener con qué negociar mejor frente a un Javier Milei que le aspiró el capital electoral en las últimas elecciones y que está dispuesto a revalidar el año que viene. 

En los hechos Macri no asume hoy nuevamente la presidencia del PRO sino que se confirma que quedará como único candidato –vence el plazo formal para la presentación de listas– para las elecciones internas que tienen fecha para el 2 de junio. 

Macri vuelve a la cabeza de su fuerza política luego del corrimiento de Horacio Rodríguez Larreta tras su dura derrota en las PASO y a la decisión de Patricia Bullrich de sumarse al gabinete libertario como ministra de Seguridad. Sin rivales que le hagan sombra, el ascenso del exmandatario igualmente tiene una trama de negociaciones y disputas internas.

En ese sentido cobra interés quiénes terminarán acompañando a Macri en la lista de unidad amarilla como vicepresidentes o en el órgano de la Asamblea Nacional. También delatan cómo la escudería amarilla está transitando su crisis de identidad ante el fenómeno libertario. Si finalmente hay una fusión política LLA-PRO –que ya la hay en los hechos–, la estructura partidaria del macrismo puede ser una importante prenda de negociación con el oficialismo, que ganó las elecciones nacionales sin una base de sustentación territorial. 

Milei no tiene ni gobernadores ni intendentes que se le respondan y su alianza electoral se compuso de un sinfín de sellos partidarios. Sí existe un canal de diálogo permanente Macri-Milei, que en las últimas semanas se corporizó en Olivos, confirmó este medio. Trascendió que en ese cónclave a principio de marzo tuvo más protagonismo Karina Milei, publicó este domingo el diario La Nación. 

El exmandatario se presentó ante el entorno del jefe de Estado como parte de una hoja de ruta propia en la que aspira a tener protagonismo político. No es lo mismo para Macri salir a hablar del Gobierno y sus medidas solo como expresidente sino también como jefe –en los papeles– del principal aliado del oficialismo. En el Congreso los amarillos ya se mueven en tándem con los violetas. Las dos votaciones importantes que hubo –ley ómnibus en Diputados y DNU en el Senado– no sólo votaron como oficialistas sino que se defendieron a Milei con más virulencia que los propios legisladores de LLA. 

“Vamos a votar todo con ellos”, anticipó a este medio un diputado que el viernes fue a la Casa Rosada en el marco de las conversaciones que ensaya Milei para que no vuelva a fracasar su ley Bases y abroquelar a los aliados para obturar cualquier intento de que la Cámara baja rechace el megadecreto desregulador de la economía. Al menos en esta primera etapa, el apoyo es incondicional. 

Macri no tiene figuras de primera línea en el Gobierno que le respondan a él. Tanto Bullrich como Luis Caputo o Federico Sturzenegger, tres exfuncionarios de su gestión, son “líberos” en la estructura mileísta. Tampoco en LLA hay un enamoramiento con el expresidente por temor a un efecto “abrazo de oso” hacia Milei. Las conversaciones y discusiones entre ambos bandos tienen a las legislativas 2025 como mar de fondo.

Macri estaría secundado en el PRO por la intendenta de Vicente López, Soledad Martínez, quien fue ungida en ese cargo por Jorge Macri cuando saltó a la ciudad de Buenos Aires. Su nombre echaría por tierra el ascenso de algún referente territorial de las provincias, en medio de un fuerte reclamo de sus bases para que el partido solo se conduzca desde Buenos Aires. “Aún no está cerrado pero viene bien”, dijo un operador macrista que está detrás de la rosca partidaria. 

El partido está intervenido en cuatro jurisdicciones y hay curiosidades que demuestran la crisis que atraviesa a nivel político: por ejemplo el titular del partido en Córdoba, el diputado Oscar Agost Carreño, no forma parte del bloque de Cristian Ritondo, sino que es una de las espadas de Hacemos Coalición Federal, que comanda Miguel Pichetto y que ayer se reunieron con Nicolás Posse y Guillermo Francos en Balcarce 50. Atado a eso está que en el Senado el titular del bloque amarillo es el cordobés Luis Juez, que no es orgánico del PRO sino que tiene su propio sello local.

Detrás de la macrista Martínez aparecería el primer guiño de Macri a Bullrich: como vice segundo suena el diputado Damián Arabia, dirigente del círculo íntimo de la ministra de Seguridad. A su vez para la funcionaria nacional –que hasta las elecciones fue la titular del partido– quedaría la conducción de la Asamblea Nacional, órgano que abraza a las representaciones provinciales. Será el exmandatario el que defina cómo le paga a la ministra porque la relación entre ellos se tensó desde el final de la campaña.

“Mauricio habló con Patricia y se arreglaron para que ella quede dentro del partido. Nuestro problema está en que ella ahora forma parte del gobierno”, planteó una fuente muy al tanto de las conversaciones internas. Un reparo interno que circulaba es que no le convenía al partido, que supo ser poder hasta hace cuatro años, enfocarse en discusiones palaciegas en medio de la crisis socioeconómica. “Nosotros perdimos el año pasado, quedamos terceros. A la gente no le importamos”, agregó el vocero.

Si se concreta la lista Macri-Martínez es posible que hoy haya una foto entre ambos. Anoche se planteaba si convenía que el escenario sea en Capital Federal o en alguna provincia. “No está bueno que está todo concentrado en el AMBA”, planteó un operador amarillo. 

Un detalle de color en la trama política con Milei es el marco de operación donde se mueve Martínez: Vicente López es el partido donde está la Quinta de Olivos. Aún la intendenta no tuvo contacto formal con el Presidente o su entorno. Sí hay relación directa con Casa Militar para organizar eventuales operativos de seguridad y tránsito en las inmediaciones de la residencia oficial, donde Milei pasa la mayor parte del tiempo.

MC/JJD

Álvaro González: “La política no paga el ajuste porque le hayas sacado el auto y el teléfono; lo paga la gente”

Álvaro González: “La política no paga el ajuste porque le hayas sacado el auto y el teléfono; lo paga la gente”

Álvaro González trabajó por el proyecto presidencialista de Horacio Rodríguez Larreta. Perdió. Por eso, en las elecciones de octubre último no figuraba entre los primeros lugares en la lista de candidatos a diputado nacional por la Ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, logró ingresar a la Cámara gracias a que el bailarín Maximiano Guerra, que había apoyado a Patricia Bullrich, decidió no asumir en su banca. Desde el 10 de diciembre, el diputado del PRO asumió una conducta proverbial de la polítca argentina: el que pierde acompaña. Es un orgánico, vota siguiendo el mandato del bloque, que preside Cristian Ritondo. Pero a diferencia de sus colegas macristas no se priva de formular críticas al gobierno de Javier Milei.

En una entrevista con Gambito de Datos, el programa de los periodistas Hernán Cappiello, Juanjo Domínguez y Ariel Cohen de Radio Con Vos, González cuestionó al Presidente y sus funcionarios por la poca vocación política para negociar y señaló que La Libertad Avanza es la responsable de hacer funcionar al Congreso, no el PRO ni el resto de la oposición. Además, reflexionó sobre la inconveniencia de los dogmas a la hora de negociar en política y sobre la distancia entre lo discursivo y la realidad.

—¿Cómo sigue la suerte del DNU en Diputados, después del rechazo en el Senado?

—Desde hacía tres o cuatro semanas se venía hablando de que eso iba a pasar en el Senado. Me parece que ahí hubo, por parte del Gobierno, falta de reacción, si hubieran querido que el resultado fuera distinto. En el caso de Diputados, la composición es diferente. Hay más fragmentación. Y aquellos que acompañamos al Gobierno tampoco somos todos lo mismo. Está el bloque del PRO, donde hay una mayoría que acompaña, y así lo hicimos en la ley Bases. Tenemos una representación en la comisión de DNU, que está apoyándolo. También está Hacemos Coalición Federal (el bloque que preside Miguel Pichetto); está Innovación Federal (el espacio que se responde a los gobiernos de Salta, Misiones y Río Negro) y está el radicalismo, con sus diferentes versiones. Hay una diversidad en Diputados que hace que sea más difícil lograr la homogeneidad en contra.

—¿Está aprendiendo a consensuar el Gobierno o sigue en la posición más irreductible?

—Gobernar significa asumir que no son todas mieles y que a veces te toca, aunque pienses distinto, conversar con aquellos que no piensan como vos. La verdad es que no sé si el Gobierno está aprendiendo a consensuar.

—Bueno, ustedes conversan en la cámara.

—Sí, sí, conversamos pero este el bloque del oficialismo tiene 37 diputados, por lo cual la inmensa mayoría está del otro lado, y es un bloque que necesita permanentemente validar lo que conversa con el Poder Ejecutivo.

—¿Funciona eso o no?

—Hasta ahora, si vamos a los resultados, como dijo el Presidente, que es un bilardista, te diría que no. Porque la ley Bases no salió. Y había avances que, por falta de expertise o a lo mejor por enojos inoportunos, o por lo que fuere, se frustraron. Ahora se va a partir desde otro lugar.

—¿Es posible que el DNU quede así y no se trate?

—Es posible que no se llame rápidamente a tratar la aprobación o el rechazo del DNU. Después de la modificación de la ley que hizo Cristina [Fernández de Kirchner] en 2006, vos requerís el rechazo de las dos cámaras para que pierda vigencia. Hasta ahora cuenta con el rechazo de una cámara. Y esta composición de la Cámara de Diputados me parece que bastante más diversa que lo que es la composición del Senado. Es más fácil para el Gobierno, si decidiera que quiere que el DNU siga vigente, poder lograr acuerdos en Diputados que en el Senado.

—¿El PRO debe cogobernar con La Libertad Avanza?

—Hace un rato estaba mirando el reportaje que le dio el Presidente a [Luis] Majul, y su primera definición fue: yo soy anarco-capitalista. Bueno, si vos sos anarquista, es difícil establecer relaciones con las instituciones, porque pareciera que aquellos que estamos en las instituciones y no pensamos como vos somos personas que no merecemos un trato, de mínima, respetuoso. A partir de ahí podemos caer en si las formas son tan importantes como el fondo. Nosotros hasta ahora acompañamos más por las cuestiones de fondo que por las cuestiones de forma. Hasta ahora. A lo mejor cambia, no lo sé.

—¿Pesan las formas?

—Mucho. Claro que pesan las formas, ¿cómo no van a pesar las formas? Yo te tengo que pedir un favor a vos, te insulto de arriba abajo y después te digo: “Che, ¿me haces un favor?”. ¿Vos qué me responderías?

—Y... te mando a... a buscar apoyo a otro lado.

—Y bueno.

—¿Cuándo tratan la nueva ley ómnibus?

—En principio, te digo, debieran empezar por conformar las comisiones, que aparentemente esta semana se pondrían en marcha. Si vos querés sacar una ley, lo mínimo que tenés que tener es las comisiones funcionando. Porque después el Congreso es el que no labura, y resulta ser que los que manejan el Congreso son ellos y no constituyen las comisiones, ¿viste?

—¿Ese es un compromiso de Martín Menem?

—Sí, él se comprometió a que esta semana estarían convocando a varias comisiones. Son 10 o 12. Para caminar mil kilómetros tenés que dar el primer paso, ¿no? O sea, no vas a poder tratar nada si no constituís las comisiones. Estuvieron algunos compañeros del bloque PRO en la Casa Rosada. Escuché que [en el Gobierno] empezaron a darle a la actividad política.

—Por fin los llamaron.

—Habrá que ver si se avanza o si sólo son estos vacíos que no tienen otra intención que decir: ¿viste? Cumplimos, te llamamos. La conversación en el Parlamento no es sentarse a discutir en función de dogmas. Porque si no, no discutís nada. Vos tenés que sentarte a discutir y tener la capacidad y la apertura para escuchar al otro, y a aquellas cosas que no son de tu autoría pero que tienen alguna visión enriquecedora de lo que vos estás planteando, no hay que tener miedo de aceptarlas. Lo importante para mí, en esta instancia, es que el Congreso empiece a funcionar, que en este Congreso se empiecen a sancionar las leyes que el Gobierno necesita, y que esas leyes sean el producto del trabajo, del esfuerzo y de la inteligencia puesta por todos aquellos que podemos acompañar, en algunos casos, y que aquellos que no vayan a acompañar puedan expresarse y hacerlo saber.

—José Luis Espert llamó a no pagar impuestos en la provincia de Buenos Aires. El presidente apoyó esa idea. ¿Qué opina usted?

—Yo no estoy de acuerdo. La rebelión fiscal que se puede dar, naturalmente, si la gente decide no pagar impuestos o porque no puede pagarlos. Lo que no puede ser es que sea convocada desde el propio presidente de la Comisión de Presupuesto y mucho menos el presidente de la Nación, porque para el caso no paguemos ningún impuesto entonces.

—Claro, el IVA o Ganancias, que son impuestos nacionales...

—Si mañana no pagas el alumbrado, barrido y limpieza (ABL), no te quejes porque no te levantan la basura. Me parece como muy dogmática la posición [de Espert y Milei]. Son posiciones efectivas desde el punto de vista discursivo, no desde el punto de vista institucional.

—Entran en un tuit pero no sirven para gobernar.

—El Gobierno habla, no sé, de reducir el gasto en 25 puntos del PBI. ¿Y a esa reducción de 25 puntos quién la financia? Los impuestos la financian. Es una cosa bastante contradictoria.

—¿Está de acuerdo, como dice el gobierno, con que a la mayoría del ajuste lo está pagando la política y no la gente?

—Si vos me preguntás si la política, porque le sacaste el auto y el teléfono, o le cortaste algunos negocios, es la que hoy más sufre el ajuste, yo te diría que no. Hoy el ajuste lo sufre la sociedad. La sociedad acompaña el ajuste. Ese 50% acompaña porque cree que al final del camino hay una luz. Ahora, hay un tiempo para ese acompañamiento. La tolerancia al dolor tiene un tiempo. ¿Cuánta tolerancia al dolor tiene la sociedad? Son realmente muy buenos en lo discursivo. Milei dice que las jubilaciones son hoy de US$200. Ajá. ¿Y cuánto aumentaron los precios? Dijo que en el gobierno anterior las jubilaciones eran de US$80. ¿Con estos US$200 compran lo mismo que antes, con US$80? No lo sé, la verdad, no tengo ese cálculo hecho. Lo que digo es peras con peras y manzanas con manzanas. Si no, parece ser que está todo fantástico, pero resulta que a la gente la plata no le alcanza. Lo percibo, lo veo, lo escucho. La sociedad está partida, hay mucha gente, que no es poca, casi el 50%, que está bancando este modelo. Entonces, lo que me pregunto es: che, la tolerancia al dolor, ¿cuánto resiste? ¿Y cuánto tarda el modelo en volverse virtuoso?

JJD

“¿Presidente, cree que podrá despertar a la Justicia?”: reclamos en el acto por el atentado a la Embajada de Israel

“¿Presidente, cree que podrá despertar a la Justicia?”: reclamos en el acto por el atentado a la Embajada de Israel

El presidente Javier Milei participó, con su Gabinete casi a pleno, del acto realizado este lunes en la Plaza Israel en conmemoración por el aniversario número 32 del atentado a la Embajada. Este evento se realiza sin falta todos los 17 –este año 18– de marzo, aunque es la primera vez en 24 años que asiste el Presidente de la Nación. A pesar de este apoyo simbólico y político por parte del Gobierno nacional hacia Israel y a la comunidad judía, el acto no estuvo exento de reclamos hacia el Ejecutivo: sobrevivientes y familiares de víctimas demandaron saber en qué estado se encuentra la investigación por el atentado que se cobró la vida de 29 personas, argentinos e israelíes, 32 años atrás. 

La esquina de Suipacha y Arroyo, donde supo estar el edificio que se volvió escombros tras el impacto del coche-bomba manejado por un terrorista de Hezbollah el 17 de marzo de 1992, se vuelve a teñir, como cada año en esta misma fecha, de tristeza y dolor. También de memoria y del reclamo de justicia. Como cada año, un acto se va a realizar en esta esquina, hueca y vacía desde hace 32 años. 

Para las 14 hs del nublado lunes 18 de marzo, se acercan a ser parte del acto en conmemoración al atentado políticos nacionales –participan del acto, además del presidente Javier Milei, los principales miembros del Gabinete, como la vicepresidenta Victoria Villarruel, la Secretaria General de Presidencia Karina Milei, los ministros de Interior Guillermo Francos; Defensa, Luis Petri; Capital Humano, Sandra Pettovello; Justicia, Mariano Cúneo Libarona, y el vocero presidencial Manuel Adorni–, el jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri,, representantes de las entidades y comunidades judías en Argentina, diplomáticos de Israel y de Estados Unidos. Son protagonistas del acto los familiares de las 29 víctimas –22 identificadas– y los sobrevivientes del atentado. 

La presencia de tantas figuras políticas en este homenaje va en línea con la posición marcada por Javier Milei desde su llegada al poder: desde aquella visita al “Ohel” del Rebbe de Lubavitch antes de asumir la presidencia, hasta su visita a Israel ya como Presidente, su impronta es la de mantener una fuerte alianza con Israel y una relación estrecha con la comunidad judía. 

Desde atrás de la valla, miran la llegada de estas figuras los “ciudadanos de a pié”: adultos –la mayoría de ellos con alguna chapita o pulsera haciendo alusión al reclamo por los rehenes israelíes que continúan cautivos en Gaza– y grupos de adolescentes, pertenecientes a distintas escuelas de la comunidad judía, unas 1200 personas, de acuerdo a fuentes de la Embajada de Israel consultadas por elDiarioAR. También desde los balcones de los edificios aledaños, los mismos que fueron testigos del horror 32 años atrás, asoman sus cabezas vecinos curiosos. 

A las 14:49 hs se hace un minuto de silencio, interrumpido solamente por un ladrido de un perro a lo lejos y el canto de un pájaro que sobrevuela la Plaza Israel. A las 14:50 hs suena la sirena, el minuto exacto donde en 1992 el coche bomba colisionó con el edificio donde se encontraba la Embajada de Israel, cobrándose la vida de 29 personas , las cuales fueron nombradas, tras el bramido de “presente” por cada una de ellas. Luego, el rabino “personal” de Milei Axel Wahnish pasa a recitar el “Izkor”, una plegaria judía en recuerdo de los fallecidos. 

El acto también sirvió para mostrar un gabinete unido luego del golpe que significó el rechazó del DNU por parte del Senado. Milei y su vice tuvieron la oportunidad de pasearse juntos en medio de las críticas que se llevó Villarruel por el traspié del DNU en la Cámara Alta.

Tras la entrega de ofrendas florales por parte del Estado argentino –la cual la entregó el Presidente–, del Gobierno de la Ciudad y de otras entidades, pasa al estrado Alberto Kupersmid, ex administrativo de la Embajada y sobreviviente del atentado, quien pronuncia un discurso en representación de los familiares de las víctimas y de los sobrevivientes del atentado. 

“Presidente Javier Milei, agradecemos su presencia… pero queremos preguntarnos a ustedes, funcionarios, qué van a hacer al respecto. Usted siempre dice ‘Vinimos a despertar leones’; ¿Cree usted que podrá despertar a la Justicia para que de una vez actúe en consecuencia?”, espeta Kupersmid. “Queremos saber qué van a hacer al respecto cada uno de los funcionarios presentes”, aseveró Kupersmid mirando hacia su derecha, donde se encontraban sentado casi toda la primera línea del Gabinete nacional. 

“Con cada nuevo gobierno, apostamos nuevamente a que se esclarezca el Atentado”, comenta, luego de finalizado el acto Alberto Kupersmid, sobreviviente del ataque a la Embajada de Israel, en diálogo con elDiarioAR. “Más todavía hoy en día, que hay un acercamiento político por parte del gobierno de Javier Milei hacia Israel y la comunidad judía”. 

Eyal Sela, Embajador de Israel en Argentina desde 2022, el siguiente orador, se muestra en cambio mucho más agradecido y benevolente hacia la posición de este nuevo Ejecutivo nacional. “Hay que saber estar en el lado correcto de la historia: así que gracias Señor Presidente. Gracias proque nuestros pueblos estan de acuerdo en lo que es el terrorismo, están más unidos que nunca”. 

Con el cielo aclarándose sobre las cabezas de los presentes, todos esperan las palabras de Milei. Sin embargo, van a quedarse con las ganas: el presentador del acto anuncia abruptamente que “el Presidente se retira”. “Que raro que no hable”, dice uno. “Un tipo de pocas palabras”, dice otro. Y así, a las 15:30, menos de una hora después de comenzado el acto, los asistentes al evento se dispersan y se retiran de la Plaza Israel, quedando la esquina de Suipacha y Arroyo nuevamente hueca, horadada. 

AS/MG

Milei y el lenguaje performativo

Milei y el lenguaje performativo

La regla indica que las palabras no transforman nuestras vidas, pues su efecto es sólo oral, literal o verbal. Una afirmación no constituye un hecho de por sí sino una mera enunciación. Es cierto que el lenguaje pronunciado puede tener efectos en el campo de lo simbólico y que sirve, además, para configurar un “espíritu de época”, para saber de qué se habla y para abonar a la cultura de un tiempo y lugar determinados. No obstante, la materialidad de las cosas, aquello que llamamos “realidad”, se modifica con acciones (u omisiones) que trascienden la lengua, las palabras, lo dicho.

Todo ello, a menos que usemos términos que contengan una fuerza performativa, de modificación del statu quo por su sola exteriorización. Un bautismo (de un hijo, de un barco), un testamento, una promesa, una apuesta y –claro está– el “sí, quiero” pronunciado en el altar, son ejemplos de enunciados que hacen cosas. Se trata, pues, de declaraciones que tienen consecuencias transformadoras de lo real. No describen un estado de cosas en el mundo, sino que lo modifican en el mismo momento en que la afirmación es formulada. El genio de Kant lo advirtió y el libro clásico de John Austin How to do things with words lo sistematizó a inicios de los años ’60. 

¿A qué viene todo esto? El gobierno de Javier Milei se ha caracterizado, en estos tres meses, por una práctica novedosa en la arena política argentina. Como Juan al bautizar a Jesús –perdón por el ejemplo de “otras fuerzas del Cielo”– nuestro Presidente lidera su administración bajo la premisa de que “decir las cosas es igual a hacerlas”. Esto es, que la mera enunciación de una idea, de un proyecto, de un objetivo o incluso de un deseo adquiere, en el mismo instante en que aquél es públicamente formulado, una virtualidad concreta. Existe. Es parte de la realidad. “Está entre nosotros”, diría Semán. Tres ejemplos sirven de muestra: 

• DNU: el 20 de diciembre de publicó en el Boletín Oficial el Decreto de Necesidad y Urgencia 70/2023 denominado –en su Título I– “Bases para la reconstrucción de la economía argentina”. A partir de ese momento el Gobierno narró su accionar (y gobernó en consecuencia) como si esa norma estuviera vigente. Se apalancó en el hecho de que la (nefasta) ley 26.122 le da validez inmediata al DNU (un reglamento de orden legislativo), vigencia que solo puede interrumpirse –siempre hacia el futuro– si y sólo si ambas Cámaras del Congreso lo rechazaren. Pero… primero, se habían olvidado de ponerle fecha de vigencia, por lo que hubo que esperar 8 días hábiles para que las leyes de alquileres, de abastecimiento, de contrato de trabajo, de promoción industrial o compre nacional –así como tantas otras normas derogadas– efectivamente cayeran. Luego, obviaron las consecuencias que podría tener el cuarto párrafo del art. 99 inc. 3 de la Constitución, que impone la actuación de la Comisión Bicameral Permanente a través del expreso tratamiento por el plenario de cada Cámara. El jueves de esta semana, 85 días después de publicado el DNU, la “realidad” legislativa comenzó a mostrarle al Presidente que la vigencia del decreto no estaba por demás asegurada, pues las bases no se construyen con solo nombrarlas.

• Ley ómnibus: el 27 de diciembre el Subsecretario de Asuntos Legales de la Secretaría Legal y Técnica, Sergio Iacovino, firmó el IF que contenía el Proyecto de Ley denominado “Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos”. Este proyecto fue inmediatamente enviado al Congreso. A partir de ese instante el Gobierno dio por sentada la existencia de la “Ley de Bases”. Y, como en un coro afinado, la prensa se plegó a denominarla “Ley Ómnibus” atento el cúmulo inaudito de normas allí incluidas (materias enteras para aprobar y leyes completas para derogar). La narrativa oficial logró –de esta manera– imponer la idea de que la ley Ómnibus era una realidad que solo debía ser “refrendada” por el Poder Legislativo. A lo sumo, aceptarían “mínimos cambios”, pues el plexo legal ya estaba entre nosotros, los argentinos de bien. Finalmente, el tratamiento en Diputados –que fungió como Cámara de origen– avanzó en un plenario de (pocas) comisiones y, al llegar al recinto, solo logró la aprobación “en general” pero no pudo cruzar el Rubicón de la discusión del 1% de sus artículos… y volvió a comisión. Ergo, la pretendida “Ley Bases” o “Ley Ómnibus” nunca llegó a ser ni la mitad de una ley. Se habían pasado por alto, ni más ni menos, el Capítulo V de la Sección Primera del Título Primero de la Segunda Parte de la Constitución Nacional, denominado “De la formación y sanción de las leyes”. De esta manera, el 6 de febrero –esto es, 41 días después de su “nacimiento”–, novedades normativas tales como el endeudamiento sin aval parlamentario, la persecución de la protesta social y la privatización de empresas públicas dejaron, ipso facto, de ser presuntas “realidades” para retornar al estatus de meras “iniciativas del Poder Ejecutivo”. Una ley non nata. Y, como la nata de la leche que preparaban nuestras abuelas, solo se trataba de la superficie. Otras bases edificadas en arena.

• Pacto de Mayo: el 1° de marzo el Presidente Milei cumplió con su atribución constitucional de “hace[r] anualmente la apertura de las sesiones del Congreso, reunidas al efecto ambas Cámaras, dando cuenta en esta ocasión del estado de la Nación, de las reformas prometidas por la Constitución, y recomendando a su consideración las medidas que juzgue necesarias y convenientes” (cf. art. 99 inc. 8 CN). Allí, en la parte final de su discurso, en lugar de recomendar medidas legislativas para tratamiento del Poder Legislativo, el mandatario optó por “convocar tanto a gobernadores como expresidentes y líderes de los principales partidos políticos, a que (…) nos encontremos el próximo 25 de mayo, en la provincia de Córdoba, para la firma de un nuevo contrato social llamado Pacto de Mayo: un contrato social que establezca los 10 principios del nuevo orden económico argentino”. Todo iba bien hasta que el 13 de marzo, ni dos semanas después de este convite, otra convocatoria, esta vez de la Vicepresidenta a la sesión en el Senado para tratar el famoso “mega-DNU 70/23”, provocó un comunicado oficial de la Oficina del Presidente de la República Argentina. Esta publicación en X comienza diciendo: “En la previa a la firma conjunta del Pacto de Mayo…”. Una vez más, se dio por hecho que habrá firma, que el pacto del 25 de Mayo es ya un hecho. Y se adujo que “la decisión unilateral de algunos sectores de la clase política” podría socavar ese hito, pasando por alto el pequeño detalle de que las partes signatarias del “borrador de Pacto” aún no han rubricado el documento que incluye “las 10 políticas de Estado que el país necesita para abandonar la senda del fracaso y comenzar a recorrer el camino de la prosperidad”. Entonces, ¿alguien pensó que se pueda pactar con uno mismo? Un acuerdo unilateral viene a ser, pues, un oxímoron propio de estas épocas de refundaciones libertarias. Ni bases, ni ómnibus ni pactos surgen de mirarse al espejo.

En definitiva, ni la filosofía, ni la lingüística ni la gramática más básicas pueden resignificar acciones que no se producen sino en el campo del lenguaje. Suponer que los hechos existen por el simple acto de enunciar proposiciones en proto-normas o meras convocatorias preliminares es pretender que sus enunciados adquieran performatividad o injerencia fáctica en desmedro de los mecanismos elementales de la democracia, con sus negociaciones y acuerdos, sus trámites parlamentarios y mayorías legislativa. En fin, las “bases” reales de la división de poderes en una república de 170 años.

JJC/JJD

La era de los colapsos localizados necesita más Estado, no menos

La era de los colapsos localizados necesita más Estado, no menos

Nos estamos acostumbrando a vivir en constante alerta metereológica. Hoy es la lluvia imparable, una lluvia intensa zarandeada por tormentas eléctricas cada vez más potentes, que hace que en distintas regiones de la Argentina numerosas ciudades y localidades se vean irreconocibles pero homogéneas, todas iguales, cada vez más pasadas por agua, viviendo de inundación en inundación. También son cada vez más frecuentes los vientos fuertes y los tornados que castigan la región pampeana, así como los megaincendios forestales (intencionales y no intencionales) a toda hora y en todas las provincias, cuando no la brusca oscilación entre temperaturas altas y bajas, y la sequía en los cuatro puntos cardinales, antes de que vuelvan una vez más las lluvias y las supertormentas... 

No hay récord posible ni estable en esta olimpíada del desastre climático, tan asociada a la dinámica concentradora y excluyente del capitalismo contemporáneo y sus modelos de maldesarrollo. Los eventos extremos y los picos de temperatura se van superando día a día en todo el planeta. La Organización Metereológica Mundial ya dijo que el 2023 fue el año más caluroso de la historia, y que hemos tocado el umbral de 1,5 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales, tan cerca ya de convertir el Acuerdo de París en papel mojado, en pura letra muerta. Y aunque lo parezca, en esta cadena de eventos extremos, nada es circular. La flecha está yendo hacia un nuevo régimen climático inestable, peligroso y hostil para el mantenimiento de la vida humana, muy lejos de los ciclos de regeneración de la vida toda.  

En este cuadro de situación quisiéramos apuntar a dos tesis generales, importantes de asimilar, para finalizar con una reflexión-desafío en relación al rol del Estado en la crisis.

En primer lugar, hay que entender el alcance y la dimensión del colapso ambiental. Decimos colapso, a condición de entender que éste no se traduce sin más por la desaparición del mundo, sino más bien por la transformación de sus condiciones de vida y muerte. Esto es, el colapso es el fin del mundo tal cual lo conocíamos antes. Sistémico y acelerado, el colapso climático no se manifiesta por un click o un chasquido de dedos que de un día para otro hace desaparecer el planeta (aunque Hollywood insista con esas imágenes catastrofistas), ni siquiera, creemos, en un blackout energético total (responsabilidad del o los villanos de turno). Es que en realidad el colapso ecológico ya está aquí, pero en forma de colapsos parciales. Su forma actual es lo que podemos llamar una persistente acumulación de “colapsos localizados”, que afectan ciudades y zonas aledañas y van erosionando las condiciones de vida, generando desastres cada vez más amplios y potenciándose entre si. 

Van algunos ejemplos recientes de colapsos localizados, a nivel global. El 23 de octubre de 2023, el tornado Otis destrozó la ciudad de Acapulco. De un día para otro, la joya turística de México, que cuenta con un millón de habitantes, quedó devastada. En menos de 14 horas, el huracán Otis pasó de categoría 1 a categoría 5, lo que en términos meteorológicos se conoce como fenómeno de "intensificación rápida". En esa ventana de tiempo, el huracán aumentó su velocidad en 185 km/h.  Luego ya todo oscureció y Acapulco se convirtió en zona de guerra. Con más de 50 personas fallecidas, numerosos desaparecidos y una infraestructura de servicios destruida, la ciudad estuvo días y días sin luz, sin agua, sin víveres, asolada por los saqueos.

Poco antes, en agosto de ese mismo año, también otro conocido destino turístico internacional, Hawai, vivió un incendio forestal de proporciones dantescas, que hizo que sus habitantes huyeran hacia el mar. Los fuertes vientos y las condiciones climáticas secas crearon las condiciones para la expansión del fuego, en un contexto de interfaz urbano-forestal, donde las viviendas se encuentran en medio de la vegetación. Más de un centenar de muertos, ecosistemas destruidos de raíz, el incendió acabó con histórica ciudad de Lahaina. Seis meses más tarde la Cruz Roja continúa con sus equipos de Transición para Residentes en refugios. Para esas personas que lo perdieron todo, nada volverá a ser igual.

Si volvemos a la Argentina, contamos con ejemplos recientes de colapsos localizados. Uno, que tuvo su epicentro en la ciudad de Bahía Blanca, luego del paso de una tormenta fuerte, con ráfagas de viento intensas que siguieron el mismo frente de tormenta, y que afectó varios cientos de kilómetros, incluyendo el AMBA y ciudad de Buenos Aires. La desaforada tormenta dejó al menos 13 personas fallecidas en Bahía Blanca, mientras el viento derribaba centenares de árboles, postes de luz, volaba techos, con múltiples anegamientos y masivos cortes de luz, que durarían varios días.  

Otro caso, del que menos se habla, es la ciudad capital de Corrientes, donde a principios de marzo de este año llovieron 300 milímetros de agua sólo en cinco horas (más de lo previsto para todo el mes). Una catástrofe climática que dejó centenares de evacuados, cortes de luz masivos y en los barrios mas afectados protestas de los vecinos por la lentitud de la ayuda estatal. Ahí también el mismo escenario, personas –sobre todo pobres, sectores vulnerables- que lo perdieron todo; otras cuya vida no volverá a ser la misma de antes. 

Recordemos que ya en 2022, Corrientes perdió casi 1 millón de hectáreas arrasadas por el fuego, el 12% de la superficie provincial. La sequía histórica y la crisis climática, asociada a la expansión de modelos concentradores de la tierra (como el monocultivo forestal) fueron la chispa del incendio que devoró una quinta parte de los Esteros de Iberá, el mayor humedal de la Argentina. Cómo olvidar las imágenes de ese tremendo incendio, con los cuerpos de animales carbonizados y aquellos otros con el horror en los ojos, intentando escapar del fuego y la muerte. Ahora, a principios de marzo, la inundación en la capital correntina pasó casi desapercibida, casi normalizada. A esto se suma que en la última semana una ola de calor de varios días llevó la temperatura a 55º de sensación térmica. La segunda ola de calor en Corrientes en lo que va del año; la primera sucedió en los primeros días de febrero y se extendió durante 12 días. Ante este embate climático, las maestras pidieron suspender las clases, imposibles de realizar a la hora de la siesta. 

Ciudades y regiones enteras se están convirtiendo en lugares imposibles de vivir. En estos días, en la ciudad de Río de Janeiro la sensación térmica superó los 60º. Si un horno de cocina arranca en 70º, parecería que casi –o literalmente– vivimos en un horno. Vamos de récord en récord y la única certeza que tenemos es que éste será el verano más fresco del resto de nuestras vidas. Mientras tanto, al compás del colapso ambiental, la salud empeora y las enfermedades infecciosas se esparcen. Por ejemplo, los casos de dengue se multiplican en todo el país, no sólo en el norte sino también en el AMBA. Tal como anticipaban los científicos hace décadas, el cambio climático va tropicalizando a gran parte del país, y llevando no sólo su errante clima sino también sus enfermedades. El dengue que tenía picos en el verano y solo en en el Norte de Argentina, después descendía y en época invernal no circulaba. Ahora la transmisión se da en todo el año, incluso en invierno, y en casi todo el país. 

Y así van sucediendo y acumulándose, cada vez más regiones y ciudades que sufren colapsos, que se convierten en zona de guerra, sumando más sufrimiento ambiental y social, más afectación a la salud, y en ciertos casos –como en Corrientes– los eventos extremos, aunque diferentes, se potencian entre sí. Todo eso frente a la creciente naturalización de los fenómenos climáticos por parte de las autoridades, quienes parecen estar a la espera de que “el tiempo se normalice”. 

Pero ya no hay nada normal. Eso que llamábamos “normalidad” ya no existe y ésta es la segunda tesis que debemos asimilar. Estamos, como afirman los españoles Juan Bordera y Antonio Turiel, en “El final de las estaciones”. Hemos roto el ciclo normal de la naturaleza, al que estábamos acostumbrados, nosotros, hijos de la Modernidad conquistadora, del Holoceno y la estabilidad climática. Por ejemplo, durante 2023, en la región de la Patagonia, el frío y la nieve no dejaron que terminara de cuajar la primavera. Así, mientras los turistas se enamoraban de una estupenda Bariloche cubierta tardíamente de nieve tupida, nada menos que a fines de octubre pasado, todo a su alrededor florecía a destiempo, ralentizado, desprogramado en sus ciclos naturales, y hay que decirlo -porque algunos ni se han dado cuenta-, hubo pocos cultivos y huertas que resistieran a tal oscilación y amplitud térmica. 

Como los gobernantes terraplanistas que nos tocan ahora, el clima se exacerba en violencia y crueldad; cada fenómeno parece mucho peor que el anterior, se entrelaza y potencia con otros fenómenos extremos, mientras el desconcierto y la falta de preparación nos hace preguntarnos si tenemos que acostumbrarnos o rebelarnos… 

Sabemos que los últimos informes del IPCC (Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático), la experiencia acumulada acerca de la aceleración de la crisis climática y la multiplicación de eventos extremos, revelan que la ventana de tiempo con la cual contamos es cada vez más estrecha, antes de sobrepasar las fronteras planetarias, un punto de inflexión que conllevaría un cambio del régimen climático. Ese resquicio pequeño exige una gran imaginación y una audacia política para pergeñar y poner en práctica políticas públicas de adaptación y mitigación, en todas las escalas, con el objetivo de evitar que los colapsos localizados generen mayores impactos destructivos. Porque efectivamente no podemos evitar muchos de estos fenómenos extremos, pero sí podemos mitigar sus impactos, adoptando medidas de emergencia, de prevención y adaptación, que exigen una fuerte transformación del Estado, en todas sus escalas. 

Los nuevos riesgos sociales y ambientales y los colapsos localizados harán que la tendencia estatalista, que reemergió durante la pandemia del Covid 19, se acentúe. Desde una óptica democrática, el cambio climático plantea, como sostiene el economista Ruben Lo Vuolo, la creación de un Estado Ecosocial que incorpore los riesgos ambientales. Se trataría de un Estado diferente del que conocemos, a partir de una reorganización del mismo, que ponga en jaque “las bases del Estado de bienestar, que por otro lado en los países del Sur nunca se consolidaron”. Ello implicaría reformas amplias, que apunten al corazón de las desigualdades existentes y de los riesgos ecológicos, que confronte con la doble injusticia –social y ambiental– de esta nueva realidad, desde la renta básica y la reforma tributaria, el reparto del trabajo, la creación de nuevos oficios y empleos verdes, hasta políticas de adaptación a los riesgos ambientales y un sistema nacional de cuidados, entre otras. Reformas profundas y complejas, que apunten a un horizonte de transición ecosocial justa y popular. Porque necesitamos más Estado y no menos, aunque un Estado diferente, con vocación democrática e igualitaria, que incorpore los desafíos ambientales globales y locales y vaya elaborando estrategias en clave de transición justa. 

En definitiva, de cara al cambio climático, es el momento para imaginar y crear una nueva institucionalidad estatal, un Estado ecosocial que incorpore respuestas a los riesgos ambientales a través de nuevas políticas de infraestructura (viviendas seguras, protección de la salud, ordenamiento territorial, cuidados, ciencia pública) que vayan en la dirección de la adaptación y prevención del daño múltiple. Citando nuevamente a Lo Vuolo, “se trata de un sistema de políticas públicas cuya función es garantizar, en el contexto de la crisis climática, que todas las personas accedan a los elementos necesarios para continuar con la reproducción de su vida en nuestras sociedades sobre bases igualitarias”.  

También exige el cuestionamiento de la ideología ciega del crecimiento económico, base del Estado de bienestar, como antiguo modelo de intervención sobre la sociedad, que no fomente modelos de maldesarrollo en los territorios que acentúan los efectos negativos de la crisis ecológica. Todo ello no hace más que reforzar la idea de que es la economía la que debe adaptarse a la crisis climática y ecológica y no al revés, como pretenden las élites dominantes.

Porque si la política de ajuste del actual Gobierno ya genera más pobreza y desigualdad, todo ello se potencia con un Estado ausente en un contexto de agravamiento de la crisis climática, que siempre golpea de modo mas feroz a los más excluidos y vulnerables. Por eso el peor escenario es reducir y triturar la capacidad reguladora del Estado, tal como hoy está haciendo el gobierno libertario-empresarial de Javier Milei. Un gobierno que no solo destruye lo que queda de institucionalidad estatal, que no solo desprecia la ciencia, la salud y la cultura, sino también atenta contra las mismas posibilidades de sobrevida de las y los argentinos, y sobre todo, de los más pobres, en un contexto de crisis climática y colapsos localizados, cada vez más generalizados.