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La oposición prepara su nuevo embate contra Javier Milei: moratoria previsional y aumento del bono jubilatorio

La oposición prepara su nuevo embate contra Javier Milei: moratoria previsional y aumento del bono jubilatorio

Mientras afuera del Congreso convocaban la marcha en defensa de los jubilados, los diputados comenzaron el debate previsional. El desafío de sortear el veto presidencial.

Sin protocolo antipiquete, jubilados y la CGT marcharon juntos contra el ajuste del Gobierno: “Cada vez somos más”

Mientras en las afueras del Congreso comenzaban a congregarse las primeras columnas de las centrales obreras, adentro, en la Cámara de Diputados, la oposición calentaba motores para el nuevo asalto al gobierno libertario. Después de la (insospechada) victoria en la sesión por el caso $LIBRA, llegaba el turno de los jubilados. Los diputados de la oposición pretenden aprobar, en un par de semanas, un grupo de iniciativas que apuntan a mejorar los haberes jubilatorios: un desafío a tono con el clima callejero pero que deberá encontrar la manera de sortear la amenaza final. Es decir, el veto presidencial.

El éxito de la sesión del martes había sido casi un milagro. Los diputados opositores, aún al día siguiente, todavía sonreían nerviosos: el acompañamiento de algunos gobernadores, como Martín Llaryora o Raúl Jalil, había sido una novedad que daba cuenta de un cambio en la relación de fuerzas en el Congreso. Y había que aprovechar mientras durase. Había dos objetivos: poner en funcionamiento la comisión $LIBRA, por un lado, y trabajar en una nueva reforma jubilatoria que, esta vez, lograse sortear el veto de Javier Milei. 

Se reunieron al mediodía en el plenario de comisiones de Presupuesto y Previsión Social que habían emplazado, a la fuerza, en la sesión del día anterior. José Luis Espert miraba con cara de pocos amigos, forzado a asistir por una mayoría opositora compuesta por el peronismo de Unión por la Patria, la izquierda, el pichettismo de Encuentro Federal, el radicalismo díscolo de Democracia Para Siempre y la Coalición Cívica. La votación había salido por 125 votos a favor y 77 en contra: solo LLA, el MID y el PRO y UCR más mileísta había acompañado. El resto de los aliados –incluidos varios macristas– habían optado por abstenerse o ausentarse. 

Los números eran importantes porque, mientras los diputados desglosaban sus proyectos, un antecedente sobrevolaba el plenario: el veto de Milei a la ley que había buscado recomponer en un 8,1 por ciento la jubilación mínima el año pasado y el tercio que el Gobierno había conseguido, allá por septiembre, para blindar este veto.

Hay que ser pragmáticos. El oficialismo actual nos obliga a un principio de vetocracia que hace que leyes del Congreso necesiten de una mayoría agravada. Nosotros siempre necesitamos dos tercios”, advirtió Nicolás Massot (ex macrista, hoy en Encuentro Federal) en el plenario y, como si estuviera negociando en público con sus socios del peronismo, miró a los diputados de UxP y agregó: “Una mirada pragmática sería desmembrar. Legislemos tres proyectos distintos. El tema previsional es inabarcable. Y el Gobierno puede llegar a estar de acuerdo con alguno. O estoy convencido de que algunos sectores de la UCR, incluso el PRO, van a acompañar algunos proyectos”.

Massot ponía, así, el dedo en la llaga: el desafío de conseguir una nueva victoria opositora era poder presentar una propuesta que, en última instancia, tuviera que ser acompañada por los aliados del Gobierno que, por estas semanas, intentan cerrar acuerdos electorales con Karina Milei en sus respectivas provincias.

Las posturas, los proyectos

En total hay presentados unos 17 proyectos de ley vinculados a temas previsionales que se dividen, a grandes rasgos, en tres ejes. Los que proponen una prórroga de la moratoria previsional, que venció en marzo y que, según un informe de la ANSES, dejará a unas 243 mil personas en edad de jubilarse sin poder hacerlo por no contar con la cantidad de aportes. Esta iniciativa es impulsada principalmente por el peronismo y la izquierda, que insisten en que, hasta ahora, la moratoria ha sido la herramienta más eficaz para incorporar a casi el 95 por ciento de los adultos mayores en el sistema previsional.

El Gobierno tomó la decisión de no prorrogar la moratoria y tanto sus alfiles en el oficialismo con en el PRO se manifiestan en contra de la iniciativa. “La moratoria se convirtió en un sistema innecesario e inequitativo”, cuestionó Patricia Vázquez, del PRO, quien insistió con el latiguillo libertario de “no hay plata”. Le respondió Itaí Hagman (UxP): “La razón por la cual las jubilaciones vienen perdiendo no es moratoria. Hasta 2017 las jubilaciones crecieron y con moratoria. El deterioro tiene que ver con cambio de fórmula de 2017, con la situación macroeconómica, y con los sucesivos cambios de fórmula siguientes”, argumentó el diputado de Patria Grande, y le recordó que el sistema previsional no se financiaba solo con aportes, sino también con impuestos.

La moratoria previsional, sin embargo, genera algunos resquemores entre el radicalismo deloredista alineado con el Gobierno. Desde este sector, así como en el pichettismo, proponen un proyecto de prestación proporcional por vejez, que sume a la Pensión Universal para el Adulto Mayor (PUAM) un proporcional por la cantidad de años aportados. La PUAM, sin embargo, representa sólo un 80 por ciento de la jubilación mínima y recibe muchas críticas por parte del peronismo y la izquierda. No solo por el monto, sino porque eleva la edad de jubilación para las mujeres -ya que empieza a regir para todos a partir de los 65 años- y no aporta derecho a una pensión. Es decir que, cuando una persona muere, el viudo o viuda no puede seguir cobrándola.

El otro tipo de proyecto presentado es el que genera más consenso entre los partidos. Es la iniciativa que propone una actualización por IPC del bono para lo jubilados que cobran la mínima. Hay proyectos del peronismo, la Coalición Cívica y el pichettismo. Según explicó la radical Danya Tavela en el plenario, de actualizarse el bono -que está congelado hace más de un año- este pasaría de 70 mil pesos a 131 mil.

El plenario había tenido su primera reunión informativa. Se reunirá dos veces más y, el 6 de mayo, procederá a dictaminar. El objetivo es convocar una sesión inmediatamente, ya que la oposición confía que tendrá el número. También creen que el Senado aprobará la ley. El desafío, sin embargo, será resistir cuando llegue el veto. 

En la última semana, el Gobierno no paró de acumular errores políticos en el Congreso. Hasta sus aliados más cercanos en el PRO se agarran la cabeza, incrédulos antes la falta de respuesta de Santiago Caputo y Guillermo Francos. Al momento de la votación, sin embargo, el PRO no salió en su ayuda. Y la oposición confía en que, cuando llegue el momento de defenderse del veto presidencial, el clima electoral juegue en su favor y logren, finalmente, insistir en una ley opositora en la era Milei.

MC/MG

Sin protocolo antipiquete, jubilados y la CGT marcharon juntos contra el ajuste del Gobierno: “Cada vez somos más”

Sin protocolo antipiquete, jubilados y la CGT marcharon juntos contra el ajuste del Gobierno: “Cada vez somos más”

Anticipando al paro general de 36 hs impulsado por la máxima central obrera, distintos sindicatos acompañaron a los jubilados en su tradicional protesta contra el recorte en los salarios y medicamentos. Las fuerzas de seguridad interrumpieron el tráfico y no hubo contacto con los manifestantes.

Francisco Reidó, de 70 años, volteó hacia atrás, miró las columnas y banderas de los distintos sindicatos que se extendían por casi dos cuadras sobre la avenida Rivadavia en las inmediaciones del Congreso y codeó a su compañero de hilera, jubilado igual que él: “Los viejos liderando columnas, ni en los mejores gobiernos peronistas vi esto”, dijo Francisco, docente retirado, mientras sostenía una bandera de su agrupación: “Jubilado en defensa propia”. A su lado, otros llevaban la bandera de “Jubilados de Flores” o “Jubilados multisectorial”. Detrás de ellos, respetando un espacio breve, pero marcado, las principales centrales obreras del país. 

Es un miércoles, las cuatro de la tarde, y a la tradicional marcha de los jubilados en el Congreso se sumó la CGT en su inicio al paro general de 36 hs declarado por la central obrera contra el ajuste económico del Gobierno. Los diferentes sindicatos y agrupaciones de jubilados llegaron al parlamento a partir de las dos de la tarde, cuando sus calles ya estaban valladas, impidiendo el paso de los manifestantes sobre la avenida Entre Ríos e Hipólito Yrigoyen, aunque sin aplicar el protocolo antipiquete de Patricia Bullrich. La poca presencia policial que hubo en el operativo cortó el tránsito, además, en las avenidas Rivadavia y Callao y así evitó cualquier contacto con los manifestantes. Sin embargo, distintos efectivos de la policía federal se apostaron sobre el techo del parlamento, a metros de su histórica cúpula, para instalar cámaras de seguridad. Una escena que no se había visto antes en las últimas manifestaciones. 

“Se acordaron un poco tarde los muchachos de la CGT de nosotros, pero bueno...”, ironiza Liliana Kunis, jubilada de 68 años, tras 35 de aporte como maestra jardinera. Liana integra la agrupación Plenario de Trabajadores Jubilados y le reclaman tres puntos fundamentales al Gobierno: un aumento de emergencia para las jubilaciones mínimas, la restitución del 100% en la cobertura de remedios del PAMI y las reaperturas de las moratorias para futuros jubilados. Con la situación actual, explica Liliana, “el 90% de las mujeres no se va a poder jubilar y el 70% de los hombres tampoco”. “Yo no cobro la mínima como otras compañeras, pero no por eso me voy a quedar en casa. La situación actual es lamentable”, apunta Liliana. La ex maestra jardinera recuerda que hace un año, solo había cinco organizaciones de jubilados marchando. “Hoy somos 15 agrupaciones y venimos de hacer un plenario el 29 de marzo donde vinieron casi 300 jubilados”, señala Liliana.

Se acordaron un poco tarde los muchachos de la CGT de nosotros, pero bueno...

Liliana Kunis Jubilada, ex maestra jardinera

A la integrante del Plenario de Trabajadores Jubilados no se la nota entusiasmada por el acompañamiento de las centrales sindicales esta tarde. “Por su puesto que es muy importante, pero creo que mezclar el reclamo de mejores paritarias cuando hay jubilados que no sobreviven 10 días con el sueldo, puede ser confuso”, destaca Liliana.

La imagen de una máquina de coser flamea en una bandera celeste y blanca. Los trabajadores del Sindicato Obrero de la Industria del Vestido y Afines (SOIVA), llegaron para apoyar la lucha los jubilados, pero también para protestar frente al “hundimiento del sector textil”. “La apertura de las importaciones no nos hizo más competitivos, como dijo el Gobierno, sino que se están destruyendo puestos de trabajo en el rubro”, aclaró Jorge Luis Rojas, secretario general del SOIVA. “Muchas fábricas empezaron a cerrar y tenemos limitada las paritarias en un sector donde lamentablemente el trabajo en negro impera por culpa de los grandes empresarios”, señaló Rojas. “Nos preocupa que nuestros trabajadores tengan sueldos irrisorios para esta economía”, agrega el dirigente gremial. Y agrega: “¿cómo llegas a jubilarte así?”.

La movilización de la CGT junto con la marcha de los jubilados fue la antesala del paro de este jueves, el tercero que la central obrera hace contra el gobierno de Javier Milei.

Sobre una de las vallas negras de la policía que anillan al Congreso, hay un cartel con la consigna “Fuerza Pablo”. Son amigos del fotógrafo gravemente herido por el impacto de una granada de gas en su cabeza, disparada por el gendarme Héctor Guerrero el pasado 12 de marzo.

“Este sábado vamos a organizar un festival solidario por Pablo en Remedios de Escalada”, cuenta Raúl Alderete, jubilado de 74 años y vecino del fotógrafo. Raúl militaba con el abuelo de Pablo en una agrupación vecinal de Escalada. “Su familia y la mía son todos militantes barriales en Escalada”, cuenta. Desde el disparo que casi le provoca la muerte al fotoperiodista, los vecinos organizan todos los viernes un “semaforazo” en la plaza del barrio. “Lo hacemos por Pablo y para que Bullrich y toda su banda de criminales renuncie”, cuenta Raúl, jubilado que todos los miércoles participa también de la marcha. Mientras Raúl pega afiches, una fotógrafa se sube a un poste de luz con su cámara. A su lado, hay un pequeño cartel con una frase: “no disparen”.

Jerónimo Montero es investigador del CONICET en la Universidad Nacional de San Martín y delegado de ATE-CONICET en la misma universidad. La situación de los investigadores en el principal órgano estatal científico, cuenta Jerónimo,  es “alarmante”. “Los investigadores ya no quieren hacer el ingreso por los bajos salarios y otros hasta renunciaron”, resume el investigador. “La realidad es que muchos investigadores necesitan más de un trabajo y ni hablar de los becarios que se van del país porque no hay más ofertas”, señala Jerónimo. La bandera de “Jóvenes Científicos Precarizados” también flameó entre los jubilados. 

FLC/MG

Nancy y Carlos, la dupla que lidera la protesta de jubilados que incomoda al Gobierno

Nancy y Carlos, la dupla que lidera la protesta de jubilados que incomoda al Gobierno

Están en la primera línea de la manifestación que se realiza cada miércoles y se consolida como bastión de resistencia al ajuste mileista. De orígenes distintos, cada uno apuntala el reclamo a su manera: Nancy une hacia adentro, Carlos enciende hacia afuera y fue el artífice de la participación de las hinchadas.

Cada miércoles afuera del Congreso, en la primera línea de la manifestación de jubilados, hay dos que destacan por su carisma: Nancy Yulán, de 63 años, y Carlos “Chaca” Dawlowfki, de 75. Puntualmente cuando el reloj marca las 17 la mujer deja el micrófono y el hombre baja de su habitual “poste de resistencia” (el semáforo de Callao y Rivadavia) y se encolumnan con banderas, cascos y antiparras hacia la calle Combate de los Pozos reclamando por el vaciamiento del PAMI, el aumento de sus haberes (la mínima es de $350.000) y el retorno del sistema de moratoria que les permite jubilarse a quienes no tienen los años de aporte reglamentarios y la cobertura del 100% de sus medicamentos. 

A sus costados y detrás de ellos hay otros 200 jubilados que –con mayor intensidad desde hace un año– rodean el Congreso, pero Yulán y Dawlowfki son poseedores de una personalidad envolvente. Colectivamente se complementan, apuntalan el reclamo de los jubilados y generan que trascienda, que sea hoy quizás el más potente de la Argentina frente al ajuste libertario.  

Si Nancy tiene formación política y habla de “polo de resistencia”, Carlos posee calle y dice “la yugué, pibe”, en alusión a una vida de trabajo sin descanso. Si la primera tiene carácter asambleario y piensa en términos tácticos/estratégicos, el segundo desprende magnetismo barrial y está lleno de sentido común. Porque mientras Nancy une hacia adentro y envalentona a los propios con sus discursos combativos, Carlos conmueve y enciende hacia afuera, convoca masas: con su casaca de Chacarita como símbolo de lucha fue capaz de unir a las hinchadas más enemistadas detrás de su reclamo.

Carlos “Chaca” Dawlowfki en su habitual “poste de resistencia”, el semáforo de Callao y Rivadavia.

Si bien Nancy tiene un rol protagónico en la Mesa Organizativa como autoconvocada y se distingue en sus discursos por el efecto que genera, este movimiento de jubilados –en transformación desde hace un año– no tiene hoy un líder indiscutido. Lo mismo ocurre con Carlos, que a diferencia de Nancy no participa de ninguna discusión interna; su rol tiene que ver más con la cohesión a través del compañerismo. Lo relevante de estas dos figuras es que emergen –a pesar o a partir de la fuerte represión– en un momento de ebullición provocada en parte por la insistencia de su reclamo: son protagonistas porque redoblan esfuerzos, realizan intervenciones en medios de comunicación y alimentan convocatorias masivas y transversales. Forman parte de un fenómeno cada vez más grande y con más adherentes, desquician a un Gobierno que despliega camiones hidrantes, gases, balas y tonfas: maniobras que develan la preocupación por no saber en qué va a derivar este gran movimiento.  

Vidas paralelas

Carlos nació en Parque Patricios, en 1949. A los cuatro años la familia –descendientes de polacos, abuelo zapatero, padre peón de frigorífico– se mudó a Laferrere. Empezó a “trajinar” a los seis, ordeñando vacas desde las 4.30 de la madrugada y pastoreando desde las 8. Cada tanto los cuatreros querían robarle ganado, de manera que tuvo que curtirse, hacerse respetar. La condición de guapo la adquirió ahí, en las soledades del campo, mientras que la de seductor de adoquines la obtuvo en el oficio de cartero. 

“No tengo formación política, pero el primer juguete me lo regaló Evita: un carrito lechero”, dice Carlos, sentado en un banco de Parque Chacabuco. Se desprende la campera de Chacarita, mira el sol. 

La abuela de Nancy también tenía un carrito lechero, pero de verdad: sumida en la pobreza, ordeñaba vacas y repartía leche en su pueblo de Santiago del Estero, hasta que recibió una máquina de coser de la Fundación Evita y la situación de toda la familia empezó a cambiar.

Nancy une hacia adentro y envalentona a los propios con sus discursos combativos. En la foto muestra un cartel en apoyo al fotógrafo herido gravemente por la Policía.

Nancy nació en General Pinedo, el Chaco profundo. De pequeña escuchaba las historias de su abuela, de la Fundación Evita y observaba a su madre con curiosidad: una mujer idealista, maestra rural, formada en la resistencia peronista de los 60, tenía ideas “raras” que desentonaban con un entorno tradicional (“pueblo chico, infierno grande”, dirá). Su padre, un panadero con fuertes tendencias a la bebida y la timba, se evaporaba el sueldo de docente de su esposa en las apuestas. Un día la mujer dijo “basta”, subió a sus cinco hijos a un viejo Renault y emprendió el viaje a la capital, “en busca de la felicidad”.

“Mi madre, peronista de la resistencia, tuvo la mala suerte de que cuando entré a la universidad conocí al trotskismo”, dicen Nancy, sentada en la redacción de un medio cooperativo. “Ahora mis hijas son peronistas, así que un poco se repite la historia”.  

En la preadolescencia, Nancy se refugió en la lectura de “La cabaña del tío Tom”, su primera influencia literaria, texto que la sacó de su soledad y le permitió identificarse con su condición de inmigrante interna, “cabecita negra”. Ese libro la conectaba con los árboles, las aves y la tierra. 

Volvió a tener contacto directo con la tierra seis años después, puntualmente en 1976, cuando su madre entró precipitadamente a la casa, luego de haber pasado milagrosamente un control militar, y pidió a sus hijos que enterraran la documentación y afiliaciones del sindicato docente (era delegada), entre otros elementos “subversivos”. Esa noche Nancy, que tiene familiares desaparecidos, hizo un pozo con sus manos en el patio de la casa y enterró un cuadro de Perón subido al caballo blanco, retrato que siete años después, en 1983, desenterró.

Nancy y Carlos se conocen de marchar en la primera línea de la columna a la que ellos llaman “los 12 apóstoles”.

“Toda mi vida respiré militancia y lucha. De joven fui parte del viejo MAS. A los 19 entré a una fábrica textil, porque desde el partido bajaron la línea de que había que proletarizarse. Era tremendo por los niveles de explotación y alienación, yo estampaba con una plancha las camisas que pasaban por la cinta. Entraba a las 5.30 y salía a las 14 y me iba a estudiar instrumentadora quirúrgica”, cuenta Nancy, quien ejerció 13 años en clínicas y hospitales, siempre con inconvenientes por su actividad gremial hasta que dejó la sanidad. En 1993 empezó el profesorado de Lengua, Literatura y Latín, profesión por la que hace dos años se jubiló. 

Por su lado, Carlos, en la preadolescencia, ingresó al Correo y empezó a desarrollar la personalidad que hoy tiene. Pateaba calles (“106 por día, me salvó del infarto”), repartía cartas y las puertas se le abrían como flores en primavera. Desarrolló empatía y contacto con la gente. Las panaderías lo llenaban de facturas y sanguchitos (en la actualidad una confitería le da, cada miércoles, panificados que reparte entre jubilados), los días de partido hacía telegramas y entraba a la cancha (hoy tiene la entrada libre y un palco a su nombre: el presidente y todo el club de Chacarita lo homenajearon por su lucha; “fue una emoción muy grande, toqué el césped, lloré”). Su carisma de “atorrante barrial” conquistó corazones, entre ellos el de su esposa, con quien tuvo cuatro hijos. 

“Yo estoy bien, pibe, tengo una buena familia, esto lo hago por los viejitos, se están muriendo de hambre, es la verdad. Qué podés esperar de Caputo y Sturzenegger; están terminados. Lo hago por los compañeros y por nuestros nietos, eso es lo que me motiva a seguir”, dice Carlos y la gente, en Parque Chacabuco, voltea para mirarlo, lo saluda, le pide fotos. 

Con ese mismo carisma, en estas semanas cautivó a conductores de diversos programas de televisión, afines al gobierno. A ellos les habla de democracia, de respeto. “Trabajé treinta años y gano $400.000, me quitaron los remedios”, señala. Les dice: “Estoy deprimido, me siento mal por todos mis compañeros, tienen hambre”. Comenta que no puede ir al parque con su nieto porque tiene que estar ahí, porque “primero está la patria”, y otras frases que en el receptor provocan malestar, culpa o empatía. Hasta que uno de los conductores le dice: “Usted me hace acordar a Norma Plá”.

Norma Plá, la histórica militante de los jubilados, que reclamaba el aumento de las pensiones. Cada miércoles desde 1991 su movimiento empezó a cortar la Avenida Rivadavia, frente al Congreso, y se convirtió en el primero de la historia argentina en cortar calles de manera sistemática como forma de protesta, anticipando el movimiento piquetero. Con los años, su estado de salud se agravó y falleció en 1996. Pasó a la inmortalidad como símbolo de lucha, retratada tanto en manifestaciones como en la cultura popular.

El estado de salud de Nancy Yulán se deterioró profundamente desde la última represión. Mientras los jubilados rodeaban el Congreso, la Policía la arrinconó contra el cordón, haciéndola caer de espalda, y le descargó un sifón de gas a centímetros de la cara, que aspiró casi en su totalidad. Tuvo que ser trasladada de urgencia. Una de las médicas del hospital le advirtió que, si lo mismo le volviera a ocurrir, tendría que ponerle un marcapasos.

Por su parte, Carlos, si bien tiene un stent coronario y las piernas y las manos machucadas por balas de goma y tonfas, goza de un mejor estado de salud. Sobre todo ahora, que las fuerzas de seguridad ya no lo tocan. Últimamente camina como si tuviera una campana protectora, porque cuando aparece en una manifestación, los policías se miran entre ellos y se corren: los agentes no ven a un hombre caminar, ven un mechero que puede encenderse con cualquier chispazo, como ocurrió el 26 de febrero, precisamente el día de la última gran paliza que recibió Carlos.

El 26 de febrero los hinchas de Chacarita se indignaron al ver las imágenes de Carlos gaseado y apaleado y se sumaron a la manifestación del miércoles siguiente.

Ese día los hinchas de Chacarita se indignaron al ver las imágenes de Carlos gaseado y apaleado, de manera que asistieron el miércoles siguiente, el 5 de marzo. “Nos trajiste a los hinchas, Carlos”, lo interpeló el jefe del operativo. Carlos venía de declarar en Comodoro Py y no entendía qué estaba pasando. El comisario le insistió con prepotencia. “¿Sabes qué?”, le respondió finalmente Carlos, “Ahora me diste una idea, voy a convocar a todas las hinchadas”. Y la imagen de Carlos pululó en cada club de fútbol de todas las categorías, provocando un efecto dominó que derivó en una histórica marcha fraternal de diversas hinchadas que se unieron pacíficamente detrás de los jubilados el 12 de marzo. 

La manifestación terminó en una brutal represión: 150 detenidos y 989 heridos, incluyendo traumatismos de cráneo, traumatismos de tórax, síncopes, lipotimias, heridas abiertas en el rostro, hemorragias, esguinces, luxaciones y dificultad respiratoria aguda.

“A un compañero, Jonatán, le volaron un ojo. Nos reprimen sin piedad. Desde que empezamos a manifestarnos con este Gobierno, ya quedaron en el camino tres compañeros. Hay muchos que se están muriendo por la falta de remedios e incluso uno que tomó la trágica decisión de tirarse debajo del tren Roca porque dejaron de darle la medicación psiquiátrica”, dice Nancy.

Si Nancy tuvo una vida marcada por la lucha, Carlos comenzó a manifestarse en 2016, con la represión a jubilados en Puente Pueyrredón. Desde ese año, no paró. Por su parte, Nancy, tuvo un año sabático en lo que respecta a la lucha: 2023, período que atravesó inmersa en una crisis existencial. Le había llegado la tan esperada jubilación. “Ahora vas a poder viajar y hacer excursiones, Nancy”, le decían. Pero, ¿cómo una mujer que lleva en el ADN la militancia por lo que considera injusto puede reposar? Así que Nancy empezó con las excursiones, pero al Congreso de la Nación, sumándose a la lucha de los jubilados en enero del 2024. “Sería una pena irme de este mundo, en este momento, con tanto para luchar”, dice Nancy. 

“Qué mujer Nancy, es una mujer extraordinaria”, dice Carlos. “Se tiene que cuidar, pobrecita, ha sido muy gaseada”. “¿El Chaca? Es un personaje tan pintoresco y bueno, tiene eso de los valores y el compañerismo que contagia, es un gran tipo”, dice Nancy.

Son las 16.30 del miércoles 2 de abril y Nancy y Carlos –que se conocen de marchar en la primera línea de la columna a la que ellos llaman “los 12 apóstoles”– se abrazan delante del Congreso, rodeado de gendarmes, policías y camiones hidrantes. Ella lleva casco, antiparras y un cartel. Él tiene la remera de Chacarita, una bandera argentina y una bolsa de bizcochitos. En el día del Veterano y de los Caídos en Malvinas, está por comenzar una nueva marcha de jubilados. Esta vez, también será reprimida: habrá gases lacrimógenos, palos y un periodista herido.  

LN/DTC

Miércoles de marcha, jueves de paro: la CGT vuelve a la calle con 36 horas de protesta

Miércoles de marcha, jueves de paro: la CGT vuelve a la calle con 36 horas de protesta

El sindicalismo busca mostrar fuerza frente al ajuste y suma su peso a la movilización de los jubilados. La tensión por el operativo de seguridad revela la incomodidad del Gobierno ante una escena que no logra evitar.

La calle será el escenario. Este miércoles, desde el mediodía, columnas sindicales, movimientos sociales y la protesta ya habitual de los jubilados volverán a confluir frente al Congreso. Será el primer acto de una huelga que se estiró a 36 horas y que tendrá su punto más alto el jueves, cuando rija el tercer paro general contra Javier Milei. Pero más allá de las fechas, los nombres y los reclamos, lo que empieza a visibilizarse es otra cosa: un malestar que no encontró contención institucional y ahora desborda por los márgenes del sistema político.

No se trata del regreso triunfal de una central obrera poderosa. Al contrario: la CGT se suma a una protesta que no empezó en la sede de Azopardo, sino en las veredas de los jubilados, donde una mínima que no alcanza para lo básico fue el primer motor de la bronca. La huelga, entonces, no es obra de una dirigencia resuelta, sino la reacción inevitable ante una clase política que no supo o no quiso escuchar a tiempo.

El gremio de Camioneros será uno de los protagonistas de la jornada.

Desde hace días, en la sede de la CGT se afina el dispositivo para que la movilización sea masiva. El jueves pasado, referentes de gremios como Sanidad, UPCN, Uocra, Camioneros, Seguros, Vidrio y Smata delinearon la logística y el recorrido: concentración en Yrigoyen y Solís, marcha hacia la Plaza de los Dos Congresos y consignas claras: paritarias libres, aumento de emergencia para los jubilados y rechazo al ajuste. La expectativa es que más de 300 mil personas participen de la jornada, que contará también con la adhesión de las dos CTA y de movimientos sociales como la Corriente Clasista y Combativa y Territorios en Lucha.

En la previa, el Gobierno nacional intentó desactivar la medida del jueves con una maniobra quirúrgica: dictó la conciliación obligatoria en el conflicto de la UTA, apostando a mantener activo el transporte durante la jornada de paro. Pero el tiro puede salir por la culata. La medida no alcanza legalmente al paro general convocado por la CGT, y en el gremio de colectiveros hay tensión interna. Algunas seccionales del interior ya avisaron que podrían sumarse, incluso desoyendo la conciliación.

Héctor Daer, dirigente sindical de la CGT.

La discusión más áspera, sin embargo, se dio por el operativo de seguridad de hoy. Un fallo del juez porteño Roberto Gallardo dispuso que la custodia debía recaer en la Policía de la Ciudad, y que el Gobierno nacional debía abstenerse de intervenir. Pero la Casa Rosada desoyó la orden y confirmó que será Patricia Bullrich quien encabece el despliegue, con el mismo protocolo que en las protestas anteriores: vallado perimetral, fuerzas federales y ningún margen para el diálogo.

La ministra de Seguridad fue tajante: “No vamos a dejar de cuidar la sede del Gobierno federal”, dijo. Y fue por más: denunció al juez ante el Consejo de la Magistratura por presunto mal desempeño. El jefe de gobierno porteño, Jorge Macri, por su parte, apeló el fallo, respaldó a Bullrich y se sumó al coro oficial que busca impugnar judicialmente cualquier intento de frenar el protocolo antipiquetes.

Patricia Bullrich, ministra de Seguridad.

Pero la marcha va. Así lo confirmó este martes Octavio Argüello, cosecretario general de la CGT y dirigente de Camioneros: “Vamos a marchar igual, aunque haya protocolo”. Para la central obrera, el escenario está claro: si el Gobierno apuesta a la represión, será su responsabilidad. Porque lo que está en juego no es solo el derecho a manifestarse, sino el modo en que el oficialismo decide relacionarse con el conflicto social.

El Gobierno se mueve entre el desprecio discursivo y el cálculo defensivo. En los últimos días, funcionarios como el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y el secretario de Trabajo, Julio Cordero, mantuvieron contactos reservados con algunos gremialistas, buscando alguna señal de distensión. No la encontraron: el triunviro Héctor Daer apuntó el lunes contra la Casa Rosada al señalar que “hay diálogo, pero no hay negociación”.

En público, los libertarios dicen que no hay reclamo puntual, que el paro es político, que los sindicatos son parte de “la casta”. Francos llegó a calificar la medida de “ridícula” y advirtió a los gremios sobre sus consecuencias. En privado, en cambio, el análisis es menos ideológico. 

Todos los miércoles, desde hace décadas, grupos de jubilados se reúnen en los alrededores del Congreso para reclamar mejores pensiones.

Es que el trasfondo político es cada vez más complejo para Milei. La economía da señales de fatiga, la inflación amenaza con rebotar, el dólar se recalienta, el Congreso avanza con una comisión investigadora por el caso $LIBRA y la imagen presidencial empieza a mostrar signos de desgaste. En Azopardo lo leen con claridad: lo que hasta hace meses era impensado —una huelga general de 36 horas— hoy se vuelve inevitable.

La de este miércoles no será una jornada fundacional ni un punto de quiebre. Pero sí una foto reveladora. La de un gobierno que eligió la confrontación antes que el diálogo, que responde al conflicto social con protocolos y vallados, y que empieza a enfrentarse con algo más complejo que la “casta”: la realidad. Esa que no se puede bloquear ni empujar con gases lacrimógenos, y que cada vez encuentra más voces dispuestas a ocupar la calle.

PL/JJD

Trump anunció una pausa de 90 días en los aranceles para la mayoría de países y elevó al 125% los de China

Trump anunció una pausa de 90 días en los aranceles para la mayoría de países y elevó al 125% los de China

El presidente de EEUU anunció este miércoles una nueva subida de aranceles a Pekín y una pausa de 90 días para los países que no respondieron a su guerra comercial

Donald Trump dio marcha atrás y anunció una pausa de 90 días en su guerra comercial con la mayoría de países, según informó en un post en su red social. “Autoricé una pausa de 90 días, y una tarifa recíproca sustancialmente reducida durante este periodo, del 10%, también con efecto inmediato”, señaló.

El secretario del Tesoro, Scott Bessent, señaló que la pausa es una recompensa a aquellos países que no devolvieron los aranceles a EEUU. “No tomen represalias y serán recompensados”, afirmó. Bessent dijo que la marcha atrás de Trump no se debe a la caída en las bolsas, que rápidamente experimentaron una fuerte crecida tras el anuncio.

En el mismo mensaje anunció un incremento hasta el 125% de los aranceles a China como castigo a la respuesta de Pekín a la guerra comercial abierta por el presidente de EEUU. “Basándome en la falta de respeto que China mostró a los mercados mundiales, por la presente elevo el arancel aplicado a China por los Estados Unidos de América al 125%, con efecto inmediato”, afirmó el presidente.

China había anunciado este miércoles aranceles del 84% a las importaciones chinas como respuesta al 104% anunciado el martes por Trump.