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La Ciudad como ensayo general: Milei se mete en la campaña de Adorni y agita la pelea con los Macri

La Ciudad como ensayo general: Milei se mete en la campaña de Adorni y agita la pelea con los Macri

El Presidente evalúa acompañar a su vocero en una recorrida que tendría lugar el próximo martes, el mismo día del debate de candidatos. La actividad, aún en duda, marcaría un nuevo gesto en la guerra cada vez menos silenciosa entre La Libertad Avanza y el PRO.

La Libertad Avanza y el pragmatismo subterráneo con el que define su estrategia electoral en las provincias

Después de una semana de luto, la campaña en la ciudad de Buenos Aires se prepara para reactivarse. Y lo haría con una jugada de alto voltaje simbólico: según pudo saber elDiarioAR, el presidente Javier Milei analiza salir a la calle el próximo martes 29 de abril para acompañar a su vocero y candidato, Manuel Adorni, en una recorrida proselitista. El evento —que por ahora no fue confirmado oficialmente— está condicionado por una serie de factores: el debate de candidatos porteños previsto para ese mismo día, la preocupación por eventuales protestas opositoras y, sobre todo, el hermetismo que rodea cada movimiento del jefe de Estado. “No queremos que se organicen para pudrirla”, deslizaron en Casa Rosada.

Milei ya le había puesto la cara a la campaña de Adorni. Lo hizo con un spot en el que, sin metáforas, lo bendijo como su heredero político en territorio porteño. “Es mi voz en la Ciudad”, dice el Presidente en cámara, antes de elogiar su defensa del “modelo libertario”. Pero ahora evalúa ponerle también el cuerpo. A contramano de las estrategias clásicas, no se trataría de un acto masivo ni de una caravana militante, sino de una aparición breve, controlada y en una locación mantenida en reserva. Inicialmente, la bajada de Milei iba a realizarse en Plaza Irlanda, en el barrio de Caballito, pero a último momento el equipo de seguridad presidencial pidió mudar la actividad a otro punto con mejores condiciones logísticas.

La semana pasada, quien sí salió a la calle fue Patricia Bullrich. La ministra de Seguridad acompañó a Adorni en una caminata por Recoleta, junto al legislador Juan Pablo Arenaza, ex PRO y hoy enrolado en La Libertad Avanza. Fue una actividad discreta, sin aparato partidario ni globos amarillos, en la que el candidato conversó con vecinos y repitió una de las máximas que rige su campaña: “Nada fingido”. Según su entorno, el vocero evita los grandes actos porque no quiere parecerse a la política tradicional. Su zona de confort, insisten, son las redes sociales y los sets de televisión.

El regreso a la calle coincide con una reactivación planificada de la campaña oficialista en todo el país, tras el impasse impuesto por la muerte del papa Francisco. Esta semana, las actividades proselitistas quedaron en suspenso, pero a partir del fin de semana volverán los spots, las caminatas y los posteos. En la Ciudad, la agenda se acelera: el lunes 28, Adorni, que formó parte de la comitiva que acompañó a Milei al Vaticano, cerrará con un discurso una cena de la Fundación Libertad, en reemplazo de Milei, que estará regresando de Roma. Y si las condiciones lo permiten, el martes sería el turno de la recorrida junto al Presidente.

Lo que sí está confirmado es el cierre de campaña, que ya tiene sede: será en Plaza Holanda, punto del primer acto político de Milei en 2021, bajo una estética deliberadamente austera, con un pequeño escenario, sin escenografía partidaria y un único orador: el Presidente. “Un mini mini Parque Lezama”, ironizaron en el entorno libertario.

Milei en el acto de lanzamiento de campaña en 2021, en Plaza Holanda. Volverá allí para cerrar la campaña de Adorni.

El despliegue está pensado como parte de una estrategia más amplia: nacionalizar la elección porteña, empujar desde arriba y blindar a Karina Milei del fuego cruzado que llega desde el PRO. La secretaria General de la Presidencia no aparece en los afiches, ni en los actos, ni en los spots. Pero es la figura omnipresente. En su entorno explican que prefiere mantenerse fuera de escena. No dicen que es por su alto nivel de imagen negativa en la Ciudad —superior al 50%—. Sin embargo, nadie duda de que maneja la lapicera. La lista violeta que lleva a Adorni como cabeza visible responde de manera directa a ella, con Pilar Ramírez como jefa de bloque y operadora de confianza. “Está en todo, aunque no se vea”, resumieron cerca suyo.

Del otro lado, el macrismo endurece su estrategia. Silvia Lospennato —la primera candidata del PRO a la Legislatura— intenta capturar el voto útil antikirchnerista y posicionarse como la candidata de la “Ficha Limpia”. En cada entrevista recuerda su pelea contra la habilitación de Cristina Kirchner y denuncia un pacto entre el gobierno nacional y el peronismo para frenar esa ley. En las filas amarillas no faltan los que acusan a los libertarios de haber negociado su portergación como retribución por el salvataje en el caso $LIBRA. El blanco, una vez más, es Karina.

La diputada nacional del PRO Silvia Lospennato, ahora candidata a legisladora porteña.

La pelea no es solo por las bancas, sino por el control del electorado más fiel a la derecha porteña. Mauricio Macri, corrido de las listas pero activo en las sombras al igual que Karina, acusa a la hermana del Presidente de haber dinamitado todos los intentos de acuerdo, no solo en la Ciudad sino también en provincias clave como Santa Fe, Chaco o Jujuy. Ella, por su parte, considera al expresidente parte del pasado. El conflicto es personal, pero también estratégico: Karina quiere posicionarse lo mejor posible con vistas a 2027; Macri, resistir en su terruño.

Mientras tanto, en la provincia de Buenos Aires, ambos espacios negocian un acuerdo contra reloj. El 14 de mayo vence el plazo para inscribir alianzas y, cuatro días después, se vota en la Ciudad. Esa cronología envenenada convierte cada gesto, cada foto y cada declaración en una jugada de ajedrez con múltiples tableros. ¿Podría sellarse un acuerdo bonaerense a pesar de la guerra porteña? ¿O acaso su desenlace será el factor que determinará su ruptura?

Adorni y Karina Milei frente a la sede del gobierno porteño.

En ese tablero en tensión, Adorni juega su partido. El vocero confirmó su participación en el debate oficial de candidatos porteños, pero rechazó la invitación del canal TN para un debate paralelo. Cerca suyo argumentaron que “discrimina” a los postulantes menos competitivos y privilegia el rating sobre la representación política. Su entorno insiste en preservar la narrativa de “anti-casta”: estar en el sistema, pero combatiendo sus lógicas tradicionales.

De cara al 18 de mayo, la mayoría de las encuestas muestran a Leandro Santoro primero, aunque sin despegarse, y a Ramiro Marra —referente libertario desplazado de escena— sin poder alcanzar los dos dígitos. Al igual que Lospennato, el desafío de Adorni es capturar el voto antikirchnerista, esquivando tanto al PRO como al peronismo. Por eso en las últimas semanas su discurso viró: menos críticas a Macri, más golpes directos al candidato del PJ.

Aun así, el panorama no es lineal. Desde el entorno del vocero admiten que todavía hay sectores del electorado —sobre todo mayores y menos politizados— que no terminan de asociarlo plenamente a Milei. “Increíblemente, hay una parte que no lo compatibiliza con Javier”, reconocen cerca de Adorni. La apuesta, en ese contexto, es que la presencia del propio Presidente ayude a sellar esa identificación simbólica en el tramo final de una campaña que promete ser decisivo.

PL/JJD

Del papa al pasajero del subte porteño, vía crucis de la política argentina

Francisco

Queda el verbo de Francisco. El rictus amargo conservador que dejó su papado. El Opus Dei toma nota y mueve rápido. La voz clara y valiente que llamaba a Gaza cada noche. Milei se perdona en un santiamén y no encuentra paz en el insomnio romano. Las lecturas selectivas de Bergoglio y un capítulo inconcluso: su papel en la dictadura.

Francisco, el papa, el obispo de Roma, el cardenal de Buenos Aires, el superior provincial jesuita, el estratega político, el teólogo, el predicador en la parroquia de la Virgen de los Milagros de Caacupé en la villa 21-24 de Barracas, la voz en el teléfono de la parroquia de la Sagrada Familia en la Gaza bombardeada, el peronista gestual, el pasajero del subte porteño, el técnico químico, el vecino de Flores Sur, el cuervo, el portavoz de una voz humanista en tiempos en que la crueldad se hizo bandera, o Jorge Bergoglio, tal como fue nombrado en 1936, ya no está en este mundo.

Por estas horas, Roma comenzará a retomar su rutina y los adoquines de la Vía della Conciliazione descansarán un poco, al menos unos días, hasta que el cónclave diga lo suyo, luego de la procesión de cientos de miles de peregrinos que se acercaron a decir adiós ante el cuerpo yacente del papa Francisco en la Basílica y la despedida popular de sus exequias ayer. Su tumba ya reside en Santa María Maggiore y quedará su verbo, que es lo que está al principio y al final.

Fueron días conmovedores. Francisco volvió a hablar en cientos, miles de recuerdos que mostraron la construcción artesanal que eligió para vivir: pequeños gestos, llamadas inesperadas, gestiones reservadas, compasión ante el dolor del prójimo y ascetismo. Todo ello, bajo un principio rector del que solía dejar constancia en las cartas que escribía a un puñado de personas de su confianza: “no pierdas el sentido del humor”.

Buenos Aires, 24 de mayo de 2008. El arzobispo de Buenos Aires y cardenal primado, Jorge Bergoglio, viaja en subte linea A en el trayecto Plaza Miserere - Plaza de Mayo.

Es una incógnita qué deparará el cónclave de 133 cardenales con derecho a elegir al sucesor de la silla de Pedro. Se supone que un conductor político de la talla de Francisco habrá arbitrado los medios para evitar que los purpurados reviertan la apertura que llevó a cabo —con gran oposición y limitaciones propias— desde la noche del 13 de marzo de 2013, cuando se describió ante los fieles reunidos en la plaza como un pontífice “del fin del mundo”. Bergoglio designó a 111 de los cardenales que se reunirán en la Capilla Sixtina con una diversidad inédita de procedencias, elemento que abre un capítulo incierto en la Iglesia.

Pero vivimos en el siglo que vivimos, en Estados Unidos gobierna quien gobierna, en Argentina gobierna quien gobierna, la saña con los débiles y las criptoestafas son celebradas con impudicia, de modo que no cabe desechar el peor escenario. Nadie debería descartar una maniobra que ubique a la Iglesia Católica a las puertas de un ciclo retardatario; que Magdalena y Lázaro vuelvan a ser repudiados, y los señores del tempo ajusten las clavijas para que no vuelvan a ocurrir impertinencias.

Vivimos en el siglo que vivimos, la saña con los débiles y las criptoestafas son celebradas con impudicia, de modo que no cabe desechar el peor escenario

No hace falta ser muy imaginativo. Antes de la designación de Francisco, la Iglesia caminaba en un cono de sombras. Benedicto XVI había profundizado la elitización de San Pedro, mientras se anquilosaba una mirada sobre la vida de los cristianos y no cristianos que desobedecían la literalidad del mandato bíblico. Gays, feministas, descartados de la tierra, rebeldes, divorciados y otros pecadores eran puestos en la larga fila de la penitencia, mientras las iglesias se despoblaban cada vez más. El predecesor de Bergoglio se había hecho tiempo para reinstaurar el dictado de misas en latín y con el celebrante de espaldas, mientras encaraba la cuesta para quitar el velo a organizaciones integristas fundadas por depredadores sexuales, como los Legionarios de Cristo, fuertes en México y España, y con presencia en Argentina.

Rápido de reflejos, tan solo horas después del fallecimiento de Francisco, el poderoso Opus Dei levantó la agenda del congreso general en el que debía reformar sus estatutos por exigencia del papa. La periodista Paula Bistagnino, colaboradora de este diario y autora del libro Te Serviré (Planeta, 2024), lo cazó a vuelo. Dado que debía dedicarse al duelo por Francisco, la Obra —muy compungida— redujo el encuentro al mínimo y avisó que las reformas “se estudiarán más adelante”.

Rictus amargo

En Argentina, las lecturas sobre Francisco fueron variadas y contradictorias, propias de un sistema político atravesado por miradas de apariencia irreconciliable. La disonancia encontró eco en una vida pública de Bergoglio con variaciones que permitieron que sus críticos de ayer se transformaran en los admiradores de hoy, y viceversa.

La película final de los doce años de pontificado encontró a los conservadores argentinos con un rictus amargo, ante la decepción que significó que Francisco no se erigiera en un ariete contra el populismo, el feminismo y las izquierdas, y a una extrema derecha en pie de guerra contra el “papa comunista”, “cómplice de Chávez y los Castro”, “protector de los K”, “zurdo” y “peronista”.

Hipérboles propias de la época sobre un sacerdote que en sus vidas pasadas caminó por veredas distantes de la izquierda, y que, en uno de los últimos encuentros en la residencia de Santa Marta con Martín Guzmán —una de las figuras públicas argentinas que más lo frecuentó en el Vaticano hasta semanas atrás—, lamentó que algunos osados lo identificaran como “comunista”.

El papa fallecido se ocupó de sostener un texto inequívoco expresado en sus encíclicas y los encuentros multitudinarios o reservados que presidió. Midió cada uno de los abrazos y sonrisas que dejó fotografiar, así como los silencios, las ausencias y los gestos adustos. Sus denuncias sistemáticas contra las injusticias intrínsecas del capitalismo, o las más específicas, como la represión de las fuerzas de Patricia Bullrich contra los jubilados y una niña de diez años, no dejan demasiado margen al nutrido grupo de intérpretes conservadores que tironeó sus palabras para tratar de que no significaran lo evidente.

Celia y Gregoria, referentes de la villa 21-24, forjaron su liderazgo entre luchas y solidaridad. Unidas por la fe y el trabajo comunitario, recuerdan el legado de Francisco en las mujeres del barrio.

Sus años como Francisco no borran las otras versiones conocidas. Todo lo bien que se llevó a partir de 2013 con Hebe de Bonafini —con quien, desde entonces y hasta la muerte de la titular de Madres, solía comunicarse por teléfono y carta—, Estela de Carlotto y el cristinismo en general había tenido una contracara en la década previa en la que debió convivir con el primer ciclo kirchnerista como arzobispo de Buenos Aires.

Puede gustar o no, pero la contracara entre el Bergoglio obispo de Buenos Aires y el papa es un dato de la historia que está constatado en la red de relaciones y en las expresiones públicas del sacerdote. Su cercanía genuina con figuras del universo conservador y antikirchnerista de la política y el periodismo también fue elocuente hasta 2013. Era, a esa altura, un (ex) jesuita con inmensa capacidad política. Al tiempo que entusiasmaba a la prensa dominante como antagonista de los Kirchner, no dejaba de tender puentes que, vistos a la distancia, desorientan a quienes abrevan en lógicas binarias, ni de impulsar una constante desde que tuvo un espacio de poder como obispo auxiliar de Buenos Aires: una relación cercana con los pobres y una presencia profunda de la Iglesia en las villas de emergencia y los barrios populares.

Sus denuncias sistemáticas contra las injusticias intrínsecas del capitalismo, o las más específicas, como la represión de las fuerzas de Patricia Bullrich contra los jubilados y una niña de diez años, no dejan demasiado margen para intérpretes

Pocos años antes de convertirse en el papa que declaró no ser quién para juzgar a los homosexuales, Bergoglio se opuso al matrimonio igualitario, en 2010, porque era una “movida del padre de la mentira que pretende confundir y engañar a los hijos de Dios”. “Aquí también está la envida del Demonio, por la que entró el pecado en el mundo, que arteramente pretende destruir la imagen de Dios: hombre y mujer que reciben el mandato de crecer, multiplicarse y dominar la tierra”. Esas palabras también fueron inequívocas, pese a intentos de sus admiradores de hoy de construir un Bergoglio a su medida.

Las llamaradas que salen del mundo utraderechista de los medios y la política se dedicaron estos días a repasar supuestas contradicciones de algún progresista por allá o una Abuela de Plaza de Mayo por acá, porque en 2007 o 2008, hablaban de Bergoglio como un enemigo político.

Es curioso. Los iracundos de los grupos La Nación, Clarín y América siguieron tildados con lo ocurrido hace dos décadas, mientras el propio Francisco se ocupó hasta sus últimos días de resituar su propia vida pública y de demostrar quiénes eran sus compañeros de ruta.

Hubo en Bergoglio una prédica valiente y didáctica. Fue un artífice del encuentro con la religión judía, y ello no le impidió cumplir con su llamada cálida y solidaria a la Sagrada Familia de Gaza el 19 de abril pasado, horas antes de morir, cuando apenas contaba con un hilo de voz. En tiempos de confusión interesada de odiantes de diferente calaña entre una religión madre y hermana del cristianismo, y la limpieza étnica y el apartheid llevados a cabo por un Estado ocupante de Gaza y Cisjordania, la palabra y la acción de Francisco para separar los tantos será uno de sus legados.

El soez, sin paz

En las casi nueve décadas de vida de Bergoglio, ninguna voz pública lo insultó tanto y tan gravemente como Javier Milei. El ultra descerrajó un repertorio interminable de groserías que conviene no reproducir, en cuanto tuvo un micrófono a disposición, allá por 2016 y hasta al menos 2022, cuando ya competía por la presidencia.

Milei se absolvió en un santiamén. En un primer mensaje tras la muerte de Francisco, admitió haber tenido “diferencias que hoy resultan menores”. Luego dijo que, ya en el cargo de presidente, le pidió disculpas, y que Bergoglio le contestó: “No te calentés, son pecados de juventud”. Si se tiene en cuenta que la catarata de agravios fue proferida cuando el panelista y político Milei tenía más de 45 años, la respuesta parece otra apelación de un papa al sentido del humor que, insistía, no había que perder.

El Presidente no se detuvo en sutilezas, ni pareció encontrar sosiego en el espíritu fraterno de San Pedro. Como no llegó a tiempo para rendir tributo ante la capilla ardiente en la Basílica, porque se entretuvo entregándole un doctorado de cartón a un tal Jesús Huerta del Sotoun irrelevante profesor español al que admira—, Milei quedó preso de la ira con un par de periodistas que señalaron el hecho. “Propio de cerdos”, disparó en el furioso insomnio romano.

Francisco saluda a Estela de Carlotto, el 19 de abril de 2024

La controversia mayor e irresuelta sobre Bergoglio quedó anclada en su actuación durante la dictadura.

Horacio Verbitsky publicó en Página 12 que los religiosos Orlando Yorio y Francisco Jalics fueron denunciados por Bergoglio como integrantes de la “guerrilla”, lo que disparó su secuestro durante seis meses, en 1976. Ambos sacerdotes jesuitas, de quienes Bergoglio era superior, participaban de la organización de base Cristianos para la Liberación y residían en una villa de Bajo Flores. Verbitsky citó entrevistas a Yorio y Jalics en sus notas. Más tarde, el periodista aportó un documento de Cancillería de 1979, en el que se indicaría que Bergoglio seguía manteniendo la acusación.

Emilio Mignone, fundador del Centro de Estudios Legales y Sociales y padre de la desaparecida Mónica, escribió en referencia a Bergoglio en su célebre Iglesia y Dictadura (Ediciones del Pensamiento Nacional, 1986). “¡Qué dirá la historia de estos pastores que entregaron sus ovejas al enemigo sin defenderlas ni rescatarlas!”. Mónica Mignone realizaba trabajo social en el barrio del Bajo Flores en la que residían Jalics y Yorio.

La versión sobre el papel de Bergoglio ante la desaparición de Yorio y Jalics fue ratificada ante quien escribe por el padre José de Vera, vocero de los jesuitas, en la Casa Generalizia della Compagnia di Gesú, a cien metros de la Plaza San Pedro, en abril de 2005. “¿A usted le consta que se sintieron abandonados por Bergoglio?”, pregunté. “Claro, si nos lo contaron nuestros hermanos?”, respondió De Vera.

Estela de la Cuadra, hija de la primera presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Licha, narró que mediante una conexión familiar con el entonces superior general de los jesuitas, el peruano Pedro Arrupe, apeló a Bergoglio para que intercediera por la desaparición de su hermana, Elena, embarazada de quien cuatro décadas después recuperaría su identidad, Ana Libertad. Según me dijo De la Cuadra, Bergoglio supo que la beba había sido robada y se desentendió.

Estos testimonios contrastan con otros opuestos. Alicia de Oliveira, cofundadora del CELS, se enfrentó a Verbitsky y narró hechos en los que Bergoglio salvó vidas. El propio Francisco hizo pública la tensión vivida aquellos años, cuando debía trasladar a disidentes en el baúl de su vehículo, a quienes ayudó a esconderse en el Colegio Máximo de San Miguel.

En 2013, una vez consagrado Francisco, el jesuita Jalics dijo haber recapitulado sobre su secuestro y se desdijo de la versión que antes había dejado por escrito. El sacerdote alemán afirmó que Bergoglio no lo había entregado.

También sumó su testimonio a favor de la actuación de Bergoglio durante los años del terorrismo de Estado Ana María Careaga, hija de Esther Balestrino de Careaga, una doctora en química que había sido compañera de trabajo del papa fallecido, y que luego sería una de los doce desaparecidos de la Iglesia de la Santa Cruz.

Ninguno de los casos mencionados cierra la historia ni son excluyentes. Bergoglio pudo haber sido un valiente jefe religioso que hizo todo a su alcance para salvar a algunos disidentes y, a la vez, se pudo haber desentendido del destino de sus compañeros de orden, con quienes tenía diferencias políticas y personales, y le desobedecían. Yorio, Jalics, Mignone y De la Cuadra pudieron haber interpretado y sentido que “el pastor entregó a sus ovejas al enemigo” y estar en lo cierto o, quizás, no fue tan así, u ocurrió lo contrario y les faltó información. No hay elementos concluyentes para ninguna de las hipótesis.

Las vidas humanas tienen claroscuros, y cada uno, cada sociedad, cada Nación, terminará de dibujar un rostro con el tiempo. No es tarea del periodismo seleccionar qué parte de la historia contar, si hay testimonios que validan versiones encontradas. 

SL/DTC

slacunza@eldiario.com.ar

Nota: El domingo 19 de abril, en esta columna se reprodujeron insultos y groserías que son habituales en el discurso público de Javier Milei. Las citas y la explicitación de su significado resultó chocante para algunos lectores. No debió ocurrir. A ellos, disculpas.

Miles de personas despidieron a Francisco en un funeral que buscó reivindicar a los pobres ante los poderosos

Miles de personas despidieron a Francisco en un funeral que buscó reivindicar a los pobres ante los poderosos

Las exequias del pontífice número 266 de la Iglesia católica abarrotaron la plaza de San Pedro para una ceremonia en presencia de representantes de más de 160 delegaciones de todo el mundo y líderes de numerosas religiones.

Un funeral convetido en una cumbre mundial incómoda

Entre unas 200.000 personas comunes, despedido de San Pedro por los más poderosos del mundo, recibido en Santa Maria Maggiore por los últimos de Roma, los que menos tienen. Ese podría ser el resumen del funeral del papa Francisco este sábado, que ha comenzado con una ceremonia a la que asistieron casi 170 delegaciones internacionales y representantes religiosos de todas partes del mundo, entre ellos Javier Milei. En el centro de Roma, a unos seis kilómetros del Vaticano, un grupo esperó en las escalinatas de la basílica en la que el pontífice quiso ser enterrado: unos 40 –migrantes, transexuales, presos, pobres– sosteniendo una rosa blanca en la mano. Los encargados del último saludo. Una vez que el féretro atravesaba la puerta de la basílica, las puertas se cerraban para proceder a la sepultura.

Unas 250.000 personas han pasado por la capilla ardiente de San Pedro en tres días. Anoche, tras el cierre, se procedió a la ceremonia del cierre del ataúd, en la que se leyó un texto en latín que hace un repaso a la vida de Jorge Mario Bergoglio hasta convertirse en el papa número 266, y destaca algunas de sus principales acciones y sus reformas de la Curia y sus cuatro encíclicas. Además, destaca su lucha contra los abusos sexuales cometidos en el seno de la Iglesia. Ese acto a puerta cerrada y del que participaron unas pocas personas cercanas y familiares fue el paso previo de las exequias de este sábado.

La ceremonia del cierre del ataúd, en una fotografía del Vaticano.

Poco horas después, con las primeras luces del día, la imagen de la plaza vacía había desaparecido por completo. Aunque faltaban horas para el comienzo de la ceremonia, la via de la Conciliazione, el gran boulevard que conduce a San Pedro, estaba ya colapsado. Cientos de voluntarios intentaban junto con el despliegue policial contener a una muchedumbre madrugadora y nerviosa. A las siete y media, la mitad del sector central de la plaza, junto al obelisco y detrás de las sillas de las autoridades e invitados, estaba ya completo. Los afortunados que conseguían pasar las largas filas de los controles de seguridad se lanzaban a pequeñas carreras para asegurarse un puesto. Otros hacían un alto para ponerse detrás de otra cola: la de las pocos bares abiertos en busca de un preciado y necesario café.

Los más animados, los grupos de jóvenes llegados estos días para el Jubileo de los Adolescentes, una marea de camisetas, mochilas y pañuelos verdes. Pero peleando por entrar en la plaza hay de todo: familias con niños pequeños, religiosos, romanos e italianos venidos especialmente para este evento y, por supuesto, turistas. Como Antonella y Fabián, dos argentinos que estaban de viaje por Italia y han decidido que este era el lugar para estar hoy: “Es un momento histórico”, justifica ella. Justo detrás, una familia brasileña intenta armarse de paciencia ante los constantes controles, apertura de mochilas y esperas. “Es lógico, hay mucha gente importante y la seguridad es fundamental”, concede Ada, la madre, aunque por el gesto de sus hijos adolescentes, el argumento no convence a todos.

La plaza de San Pedro se llena de fieles horas antes del inicio del funeral del Papa.

Quienes seguimos la ceremonia desde la atalaya en la que han colocado a la prensa, en las azoteas de los edificios adyacentes a la plaza, levantamos de vez en cuando la vista para observar a nuestro alrededor: la maraña de compañeros de todas partes del mundo es enorme. El miércoles había ya más de 4.000 periodistas acreditados, y la oficina vaticana ha trabajado estos días sin descanso para tramitar las peticiones de quienes iban llegando desde lejos.

Cientos de fotógrafos y periodistas hacen equilibrio sobre sillas y asoman sus teleobjetivos por encima del hombro de los que consiguieron una primera fila a las 5.30 de esta mañana. Pero entre el tumulto de periodistas agolpados encima de sus ordenadores o encaramados detrás de sus cámaras se pueden ver imágenes impensables en cualquier otro funeral de Estado: varios compañeros se arrodillan a rezar, y alguno repite por lo bajo las palabras en latín de la misa. Más allá, uno destaca por su túnica marrón de franciscano, y entre los muchos vestidos de negro para el funeral e intentar protegerse del sol de esta mañana romana, destaca el cuello blanco de un sacerdote con su cámara fotográfica al hombro.

Mensajes directos a los políticos sentados

Cuando faltaban 15 minutos para las 10 (hora Roma) las campanas de San Pedro comenzaron a sonar, mientras se pedía por los micrófonos a los asistentes respetar lo ceremonioso del momento, bajando carteles y banderas. Por un momento solo se oían en la inmensa plaza el sonido de los helicópteros sobrevolando y el graznido de las gaviotas.

El funeral lo celebra el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardinalicio. Y lo hace, acompañado por 980 cardinales, obispos y sacerdotes, con las indicaciones establecidas en el primer funeral papal moderno, el de Juan Pablo II, hace dos décadas: un rito solemne y sobrio que en 2005 cambió la historia al sacar la ceremonia de la basílica para celebrarla en la plaza. De la misma forma ocurrió con Benedicto XVI, que murió en diciembre de 2022 y cuyas exequias dirigió el propio Francisco.

Frente a los representantes de las instituciones más poderosas del mundo, el cardenal Re destaca en su homilía todo aquello por lo que Francisco les ha resutado incómodo: “Innumerables son sus gestos y exhortaciones a favor de los refugiados y desplazados. También fue constante su insistencia en actuar a favor de los pobres”. Como ejemplos menciona el primer viaje de Francisco a Lampedusa –“isla símbolo del drama de la emigración con miles de personas ahogadas en el mar”–, el el que hizo a Lesbos, y la misa que ceberó en la frontera entre México y Estados Unidos. 

“La guerra es solo muerte de personas, destrucción de casas y de escuelas. La guerra siempre deja al mundo peor de como era en precedencia: es para todos una derrota dolorosa y trágica”, ha recordado Re las palabras de Francisco en presencia de Trump, la ministra enviada por Rusia y los mandatarios europeos. La multitud cerraba cada una de sus frases con un fuerte aplauso.

Re dedica parte de sus palabras a describir la personalidad de Francisco, los gestos que le han diferenciado –y alejado– de sus predecesores, algunos de los cuales le han valido no pocos enemigos dentro de estos muros vaticanos. “Dio de inmediato la impronta de su fuerte personalidad en el gobierno de la Iglesia, estableciendo un contacto directo con las personas y con los pueblos [...] con especial atención hacia las personas en dificultad, entregándose sin medida, en particular por los últimos de la tierra, los marginados”. 

“Fue un Papa atento a lo nuevo que surgía en la sociedad”, que se refería a “los problemas de nuestro tiempo” utilizando “el vocabulario que le era característico”. “Tenía gran espontaneidad y una manera informal de dirigirse a todos, incluso a las personas alejadas de la Iglesia”. 

“Francisco realmente compartió las preocupaciones, los sufrimientos y las esperanzas de nuestro tiempo de globalización”, destacó Re frente a los máximos dirigentes de ese mundo globalizado.

En primera fila, la delegación argentina con Milei a la cabeza –por la nacionalidad de Bergoglio– junto a la italiana, que oficia de anfitriona. Representantes de casi 150 países –y más de 160 delegaciones en total– participan en la ceremonia, ubicados en sillas frente a la catedral de San Pedro a la derecha. A la izquierda, otros invitados, sobre todo religiosos. Detrás, las personas que han conseguido entrar en la plaza y que se amontonan detrás de las vallas.

Los ultras apartados por Francisco contraatacan para recuperar poder en el futuro cónclave

Los ultras apartados por Francisco contraatacan para recuperar poder en el futuro cónclave

Tras el entierro del papa Francisco, comienza una semana clave de negociaciones, tras años de espera en los que los cardenales más conservadores han maniobrado para encumbrar un canditato opuesto a Bergoglio

Dos cartas firmadas por Francisco que excluyen del cónclave al cardenal Becciu, condenado por corrupción

El portavoz vaticano, Matteo Bruni, sonríe micrófono en mano. Es la cuarta o quinta vez que le hacen la misma pregunta en los últimos días. ¿Qué pasa con el cardenal Becciu? ¿Podrá participar en el cónclave y votar para elegir al nuevo Papa? Con su voz pausada esquiva la cuestión calcando las palabras de las ocasiones anteriores: “Ahora estamos para hablar del funeral del Papa. Del cónclave se hablará después”. Los restos del papa Francisco ya reposan en Santa María la Mayor, después de un funeral celebrado ante más de 250.000 fieles. El día después ya se adivina, acaba un pontificado y, sin solución de continuidad, comienzan las luchas para elegir al sucesor de Bergoglio. Una sucesión que se dilucidará en el cónclave, pero para la que ya llevan tiempo trabajando algunos prelados perteneciente al bloque más conservador de la Iglesia católica.

Son los mismos que, durante años, consideraron a Francisco un Papa inválido, para ser la cabeza católica e intentaron que Joseph Ratzinger diera marcha atrás a su decisión de renunciar porque, entonces, y a pesar de que su nombre no aparecía en los titulares, ya era patente en los pasillos vaticanos que el obispo Bergoglio tenía todas las probabilidades para ser el elegido. En el cónclave donde emergió Benedicto XVI obtuvo muchos apoyos y, a posteriori, se ha conocido que el prelado argentino pidió que sus partidarios dejaran de votarle. Él mismo apoyaba a Ratzinger. Su momento no había llegado.

Tras el fallecimiento del Papa emérito, la estrategia viró por completo: ya no se trataba de deslegitimar a Bergoglio, sino de buscar a un sucesor que devolviera lo que consideraban el orden a la Iglesia después de lo que han vivido como un tiempo de “ruptura” con la ortodoxia.

Personajes como el cardenal Gerdhar Müller, con el cuerpo inerte de Francisco aún en la basílica de San Pedro, ya hablaban de un posible cisma si no se volvía a la ortodoxia, estrategia a la que se han sumado otros influyentes purpurados, como el neoyorquino Timothy Dolan, o los siempre solícitos a criticar a Bergoglio Robert Sarah o Raymond Burke.

Varios de estos purpurados han visto cómo salían de sus puestos de poder en la Curia vaticana durante el papado de Franscisco, pero no se han conformado. Desde Müller que saltó de la cabeza de la Prefectura para la doctrina de la fe o Angelo Becciu del Óbolo de San Pedro por su escándalo de corrupción por el que tiene un sentencia provisional.

Especialmente este último, punta de lanza de los movimientos de los grupos cercanos al MAGA que, crecidos tras la elección de Donald Trump y la muerte del que podría considerarse un opositor directo (el papa Francisco), buscan hacer a la Iglesia ‘grande otra vez’. Y cuentan con armas, dinero, y tiempo para hacerlo.

Es el caso del Informe Red Hat (Informe Birrete, en castellano), que desde 2018 lleva investigando a todos los cardenales para buscar posibles puntos débiles, especialmente en los más cercanos a Francisco, con el objetivo de eliminar a cualquier candidato que no cumpliera los rígidos estándares de ortodoxia planteados por los sectores ultras.

Conscientes de que muchos eclesiásticos tienen escollos en su pasado o ‘muertos en el armario’, la investigación –desvelada por National Catholic Report– se centró en buscar información comprometedora de los purpurados más cercanos a Francisco.

Así, se elaboraron dossieres sobre los vínculos de todos los cardenales con escándalos de abusos o corrupción, o con problemas económicos en sus diócesis y se buscaron testigos que pudieran probar algún tipo de conducta deshonesta. A la par, medios ultraconservadores lanzaron una web en la que se presentan breves informes sobre los cardenales en función de su ortodoxia sobre la doctrina, en cuestiones tan dispares como su postura ante las bendiciones a las parejas homosexuales, los divorciados vueltos a casar, el acuerdo con China o las misas en latín. Aspectos que cambió Francisco.

Todo con la intención –conseguida en muchos casos– de que los cardenales más alejados de la Curia, o menos informados sobre los tejemanejes del aparato eclesiástico, llegaran a Roma con el ránking elaborado por esta corriente como información contrastada para evaluar al posible sucesor. Y, al menos en estos días, parecen haberlo conseguido.

Ese Informe Birrete’ es uno más de los intentos curiales por controlar el cónclave. Ya sucedió en 2005, cuando se filtró que el entonces cardenal de Bergoglio había sido complaciente con la dictadura, algo que no evitó que en el siguiente cónclave, de 2013, fuera elegido.

De hecho, cuando todavía no se ha entrado en pleno precónclave, ya empiezan a filtrarse supuestas enfermedades de purpurados, escándalos sexuales de otros, o escándalos de gestión asociados a posibles candidatos. Aunque, públicamente, el gran escándalo entre los cardenales está en la participación de Angelo Becciu en el cónclave.

Se reanudan las reuniones

Este domingo será un día de oración para los cardenales, que se acercarán a la basílica donde descansa el pontífice para rezar por él y quizá por la inspiración divina que necesitan para elegir al próximo líder de la Iglesia católica. Pero detrás de las frases en latín y las muestras de respeto, todos son conscientes de que la carrera ha comenzado y que empiezan a contar las horas definitivas.

Los cardenales volverán a reunirse el lunes por la mañana, aunque no se sabe cuántos de ellos están ya en Roma –a la última congregación general asistieron 149– ni cuántos de ellos podrán ser finalmente electores, a cuenta del conflicto Becciu, que tuvo su gran giro de guión el viernes, cuando el número dos del Vaticano, Pietro Parolin, exhibía delante de los presentes dos cartas firmadas por Francisco en las que vetaba al defenestrado enemigo de Bergoglio, según contó el ex director de L'Osservatore Romano en el medio Domani.

Fuera de los muros romanos, los movimientos ultraconservadores vuelven a afilar sus dientes. Algunos, incluso, desde España. Y es que los curas que rezaron por la muerte del Papa Francisco, y que se vieron obligados a suspender la emisión de sus tertulias a través de la red anunciaron su regreso este viernes por la tarde, cuando el cuerpo de Francisco no había sido todavía inhumado.

Uno de los líderes de la Sacristía de la Vendée, 'pater Góngora', publicaba un tuit en el que hacía referencia al abrupto final de las emisiones, y una promesa de regreso. Y lo hacía con un mensaje adjunto: “El momento se acerca”.

Un mensaje que ha sido ya rebotado por otros curas ultras, como el argentino Javier Olivera Ravasi –hijo de un represor y encargado de haber coordinado la visita de diputados libertarios a genocidas en el penal de Ezeiza– sin que, por el momento, sus obispos hayan hecho nada por evitarlo.

La muerte del papa puede dejar huérfanos a quienes buscan que los ricos paguen más impuestos

La muerte del papa puede dejar huérfanos a quienes buscan que los ricos paguen más impuestos

Un día antes de quedar internado, Francisco iba a inaugurar un congreso para elevar la tributación de las multinacionales y los súperricos. No pudo ir, pero se hizo igual. En el mundo crecen las grandes fortunas y la pobreza se mantiene. En la Argentina, el Estado recauda más, pero los ricos tributan menos.

El papa Francisco iba a inaugurar el pasado 13 de febrero en el Vaticano una jornada titulada “Justicia fiscal y solidaridad: hacia un hogar común inclusivo y sostenible” para discutir el papel de la tributación de las multinacionales y los súperricos para reducir la desigualdad, combatir el cambio climático y financiar el desarrollo sostenible. Es decir, esos que cada vez pagan menos impuestos en el mundo y también la Argentina de Javier Milei. Pero ese día ya se sentía mal y le escribió una carta a uno de sus organizadores, el exministro de Economía Martín Guzmán, explicándole que no podría asistir pero que apoyaba la iniciativa. Al día siguiente, fue internado.

En el congreso hablaron por videoconferencia los presidentes de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y de España, Pedro Sánchez, y en vivo lo hicieron los exlíderes africanos Thabo Mbeki, de Sudáfrica, y Amina Touré, de Senegal. También el Nobel de economía Joseph Stiglitz y dos de sus discípulos y exministros de Economía: Guzmán —que cultivó una estrecha relación con el pontífice— y José Antonio Ocampo, de Colombia. Participaron además el director del Observatorio Fiscal de la Unión Europea, Gabriel Zucman y Abigail Disney, heredera de la familia del gigante audiovisual e integrantes del colectivo Patriotic Millionaires que abogan por abonar más gravámenes; entre otros referentes de la materia.

Muerto Jorge Bergoglio, queda la pregunta de quiénes liderarán movidas semejantes en un mundo que baila al compás del presidente de Estados Unidos, el magnate Donald Trump, y su secretario de Eficiencia Gubernamental y mayor multimillonario del orbe, Elon Musk. Guzmán lo reconoce como un “líder único” que promovía el “la economía de mercado pero con regulaciones para la gente, como los impuestos”, según confían quienes los frecuentan.

“Hay una movida internacional para promover activamente la elusión impositiva de las grandes corporaciones multinacionales, que incluye a referentes que se beneficiaron de las innovaciones financiadas por los Estados, como, por ejemplo, Musk con Tesla”, apuntó entonces Guzmán, integrante de las dos entidades que organizaron aquel evento, la Comisión Independiente para la Reforma de la Fiscalidad Corporativa Internacional (ICRICT, según sus siglas en inglés) y la Pontificia Academia de Ciencias Sociales. “A esta movida, Trump le da más vuelo. En nuestro país, Milei se dedica a hacer los coros de los estribillos que están escribiendo otros con poder internacional rea. El sistema tributario internacional toca el núcleo de la capacidad de las sociedades para el desarrollo de la educación, la salud, la ciencia y las infraestructuras. El desarrollo de una verdadera libertad y de una verdadera meritocracia. En lugar de apuntar a tener más países parecidos a Suecia, que está entre las sociedades más desarrolladas del mundo, estos grupos están trabajando para sociedades más desiguales, con más poder para quienes ya son poderosos, y un mayor desempoderamiento de los pueblos. Nosotros trabajamos en contra de eso y a favor del desarrollo de los pueblos”, concluyó el exministro.

El fenómeno es global y argentino. En enero, en paralelo al Foro de Davos, la organización Oxfam advirtió que en 2024 la riqueza de Trump y los otros nueve hombres más ricos del mundo creció en promedio 100 millones de dólares diarios, mientras la pobreza global se ha mantenido casi sin cambios desde 1990, según el Banco Mundial. Por eso, llamó a reducir la desigualdad, cortar la transferencia de riqueza de los países subdesarrollados a los desarrollados y “aumentar los impuestos a los más ricos para poner fin a la riqueza extrema”. “El diseño del sistema fiscal internacional debería acordarse en las Naciones Unidas para lograr que tanto las grandes fortunas como las empresas más poderosas paguen realmente lo que justamente les corresponde. Es vital también acabar con el funcionamiento de los paraísos fiscales. Oxfam estima que la mitad de los milmillonarios del mundo vive en países que no aplican ningún tipo de impuesto a las herencias, donaciones o sucesiones, en el legado de su riqueza a sus descendientes directos”, advirtió Oxfam. El 68% de los que tienen más de US$1.000 millones en el mundo viven en los países desarrollados, donde habita el 21% de la población mundial, y el 60 % de la riqueza de los milmillonarios es heredada, está marcada por el clientelismo o vinculada al poder de monopolio, según la organización fundada en Reino Unido y con sede central en Kenia.

En la Argentina, el Espacio de Trabajo Fiscal para la Equidad (ETFE), que integran nueve ONG de derechos humanos, medio ambiente, economía y otros asuntos públicos, advirtió este mes en un mensaje de la red X, la de Musk: “¿Quién está pagando más impuestos en Argentina hoy? Spoiler: no son los más ricos”. En un trabajo coordinado por la economista Malena Vivanco, de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ), se analizó que el 7% de aumento real (ajustado por inflación) de la recaudación tributaria de febrero pasado había obedecido a un alza del 44% de lo recolectado por el impuesto a las ganancias, un 7% del IVA —es decir, al consumo—, un 304% del gravamen a los combustibles, mientras bajó 47% lo recogido por Bienes Personales, también llamado tributo a la riqueza; y se eliminó el impuesto PAIS.

“El sistema tributario argentino es estructuralmente regresivo: al cobrar impuestos, el Estado profundiza la desigualdad”, planteó ETFE. “¿Por qué? Porque la mitad de lo recaudado a nivel nacional proviene del IVA, un impuesto que afecta más a quienes menos tienen. Mientras tanto, los impuestos a la riqueza nunca superaron el 3% en los últimos 20 años. ¿Y esto mejoró últimamente? No. Todo lo contrario. El paquete fiscal de 2024 benefició a los que más tienen bajando al mínimo el impuesto a los Bienes Personales. ¿Cómo? Subió el mínimo no imponible: menos gente lo paga; bajaron las alícuotas; y se eliminó la sobrealícuota a bienes en el exterior. Resultado: el aporte de los más ricos cayó a la mitad. Bienes Personales pasó de representar el 1,34% al 0,67% de la recaudación total entre febrero de 2024 y el mismo mes de 2025. Un desplome que favorece al 1% más rico”.

“También se eliminó el impuesto PAÍS, que se cobraba sobre operaciones en dólares y financiaba al PAMI y la ANSES”, apunta a los organismos que sostiene la salud de los adultos mayores y las jubilaciones, pensiones y asignaciones por hijo. “Esto puede traducirse en recortes a jubilados y pensionados”, agreg ETFE. “¿Y Ganancias? Se revirtió la medida de 2023 que eximía del pago a asalariados de ingresos medios y altos. Si bien es justo que los altos ingresos paguen más impuestos, esto se hizo en un contexto de fuerte deterioro del salario de los trabajadores. El retorno del impuesto a las ganancias afectó en la práctica a la clase media y media alta. Mientras tanto, los más ricos de los ricos fueron beneficiados con la reducción del impuesto sobre los bienes personales. El Gobierno asumió con la consigna de bajar los impuestos, pero en los hechos solo redujo lo que pagan los más ricos”.

“Me dijeron, no sé si es verdad, que hay más de US$200.000 millones bajo el colchón y Dios sabe dónde. Si ese dinero se invierte en Argentina, imaginen lo que sería ese país”, planteó esta semana la directora gerenta del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, que antes se codeaba con el papa y el entonces ministro Guzmán y ahora, en cambio, se congracia con Trump, Milei y su jefe del Palacio de Hacienda, Luis Caputo. Pero lo cierto es que la cifra es mucho mayor y se sabe dónde está.

Magdalena Rua, integrante de ETFE, contador, magister en economía política y docente, calculó por última vez en 2019, con una metodología distinta de la del Instituto de Estadística (Indec), que había US$431.000 millones fuera del sistema financiero argentino, frente a 300.000 millones de la estimación oficial. Es decir, un 43% más. Ahora el Indec habla de 400.000 millones, de los cuales 246.000 millones son inversiones líquidas, desde efectivo y cuentas bancarias, a las que se refiere Georgieva; 102.000 millones son de cartera (acciones, bonos); y 51.000 millones, activos como empresas o inmuebles. Pero si la cifra está subestimada, quizá en realidad sean en total US$572.000 millones. Y no están escondidos bajo el colchón sino que tienen como primer destino Estados Unidos, según Rua.

Otra economista de ETFE, Verónica Grondona, exfuncionaria de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) y actual asesora de ICRICT, apunta que los ricos del mundo, incluida la Argentina, resguardan sobre todo su patrimonio en los países con mayor secreto fiscal. Según la organización Tax Justice Network, esos son Estados Unidos, Suiza, Singapur, Hong Kong —que guarda un status especial dentro de China—, Luxemburgo, Japón, Alemania, Emiratos Árabes, las Islas Vírgenes Británicas —por fin, unas del Caribe— y la compatriota Guernsey, en el Canal de la Mancha. ¿Cómo se esconden ahí? “Las estructuras jurídicas usadas son los fideicomisos o trusts, las fundaciones privadas y las limited companies en el caso de Estados Unidos”, explica Grondona. Estas sociedades funcionan como mamushkas: una es dueña de otra, que a su vez es de otra y sólo al final aparecen los nombres de los verdaderos dueños.

“La información de cuentas en el exterior se recibe en la ex AFIP, hoy ARCA (Agencia de Recaudación y Control Aduanero) gracias al intercambio automático de cuentas financieras, pero la información que llega de Estados Unidos a la Argentina, al igual que el resto de los países con acuerdos similares, es muy limitada... Estados Unidos es una gran guarida fiscal”, alerta Grondona. “En el resto de los países, ARCA recibe la información, la ve, la audita, pero si esta detrás de un trust, no puede hacer nada. Sobre esto hay ya algunos fallos locales”.

Para tomar una dimensión de dónde está el dinero negro se puede recordar lo blanqueado tanto en el gobierno de Mauricio Macri en 2016/2017 y ahora con Milei. En aquella amnistía fiscal se registraron US$116.000 millones. En las primeras dos etapas de las tres del blanqueo actual, US$32.000 millones, es decir, un cuarto de lo que se regularizó hace ocho años. No fue récord, como alardeó el autocandidateado a Nobel de economía. Aquel “sinceramiento fiscal”, como le llamó Macri, apuntó sobre todo a los bienes en el extranjero. El actual buscó el efectivo que se encanuta en cajas de seguridad en bancos o se esconden en las casas.

De los US$116.000 millones, casi la mitad eran inversiones en sociedades extranjeras, que a su vez tienen activos. Son como las que tenían sin declarar el diputado del PRO Cristian Ritondo o el mismísimo jefe de la Dirección General Impositiva (DGI), Andrés Vázquez, justo el que se supone que debe luchar contra la evasión. De esas sociedades, la mayoría de las blanqueadas eran de Estados Unidos, Suiza e Islas Vírgenes Británicas.

Poco más de un cuarto de lo registrado eran cuentas bancarias. A su vez, un cuarto de ese cuarto eran en la propia Argentina. Acaso estaban a nombre de testaferros. La inmensa mayoría, del exterior, con Estados Unidos, Suiza y Uruguay picando en punta.

En tercer lugar, se blanquearon inmuebles. Dos tercios, en el propio país, inscriptas antes a nombre de terceros quizás. Un tercio, en Uruguay, Estados Unidos y Brasil.

En la actual amnistía tributaria —ese nombre se le da en otros países y es el más apropiado porque se perdona un incumplimiento que pasada cierta cifra constituye delito encarcelable, es un robo peor que el que cometen los violentos ladrones del conurbano, por ejemplo— dos tercios provinieron del cash y debieron depositarse en bancos. Ya más de un quinto de lo ingresado fue después retirado. El otro tercio blanqueado fueron inmuebles, vehículos, participaciones societarias, criptomonedas y cuentas bancarias en el exterior, empezando por Estados Unidos, Uruguay, España y Suiza.

Si quedan admiradores de Francisco o soñadores de la justicia tributaria, deberán apuntar por aquellos lados. Pero en el mundo hay un Trump que quiere bajar impuestos a los ricos, archivó la idea de un impuesto mundial a las empresas tecnológicas —las que más ganan y las que menos tributan porque se radican en países de baja imposición—, mientras que en la Argentina Milei elogia a los evasores, sus diputados y sus opositores aliados le votaron la rebaja de Bienes Personales y el alza del monotributo para los que menos ganan, los trabajadores de ARCA denuncian el cierre de receptorías y distritos y la intención gubernamental de reemplazarlos por inteligencia artificial, mientras Vázquez permanece inmune en la DGI.

AR/JJD