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En lo que va del gobierno libertario, 207.000 trabajadores formales fueron despedidos del Estado y de empresas privadas. Intentan conseguir trabajo, pero se encuentran con que hay muchos postulantes para el mismo puesto y sobreviven haciendo changas para familiares, con contratos temporarios, apps, vendiendo lo que tienen o con fondos de sus gremios.
No llegaban a fin de mes y decidieron salir a vender a la calle: historias de las manteras de Parque Centenario
Maximiliano Ledesma es un sociólogo de 34 años con un posgrado en Economía que trabajó 11 en la administración pública nacional. En enero se convirtió en uno de los 30.000 empleados estatales despedidos por el gobierno de Javier Milei. Entonces, se bajó la aplicación de Uber para manejar el auto de su suegro y conseguir dinero rápido para pagar los servicios de su casa y ayudar a su padre, jubilado. Además tuvo algunos empleos temporarios –en el turno noche de un depósito de Farmacity, como preceptor de un colegio privado– y ahora consiguió un contrato de tres meses como encuestados del Instituto de Estadística de la ciudad de Buenos Aires.
“La búsqueda laboral es fluctuante, angustiante y depresiva”, cuenta Maximiliano. “Uno no encuentra trabajo en los organismos estatales, tampoco en el ámbito privado, a pesar de que hay un boom de consultorías, de streaming, de lugares donde requieren opinión profesional sobre problemáticas sociales. Se volvió muy arduo competir con personas que están en igual situación. En el ámbito privado sucede que por lo general no valoran las capacidades, las titulaciones y las características de las personas que han trabajado en el Estado. Mi búsqueda ha sido en empresas como Quilmes, que sé que tiene una gran área de estudios de mercado; en áreas específicas de compras y contrataciones de empresas como Honda y Corven. El mercado no estaría ofreciendo las respuestas que dice la actual gestión que debería darnos a todos”, dice.
Para Ledesma, lo que permiten las aplicaciones es “tener un dinero inmediato”. “Sé que el margen de ganancia va a ser mayor si trabajo más horas. Pero uno cuando trabaja más horas, como en cualquier trabajo, llega más cansado. Entonces, tenés estrés por trabajar más horas, es toda una bola que nos hace estar cada vez más angustiados, más deprimidos y se vuelve la situación un poco más oscura, decadente”.
“Cuesta salir a veces de ese pesimismo, pero hay que sentarse en el auto para llevar el pan a la familia y pagar los servicios. Es medio medio triste. Espero que en algún momento pueda volver a tener un trabajo formal registrado; uno se siente más seguro teniendo depositado a principio de mes determinado salario, teniendo un aporte jubilatorio, una vacación paga, una indemnización cuando te echan”, anhela el sociólogo devenido chofer de Uber.
Desde diciembre de 2023 a junio de 2024 se destruyeron 38.000 empleos en el sector público (también hubo despidos en provincias y municipios) y otros 169.000 en empresas privadas, unos 207.000 en total, según un informe del Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP) de la Universidad de Buenos Aires. En julio se frenó la caída del plantel privado registrado, según una encuesta de la Secretaría de Trabajo, pero habrá que ver si es sólo por un mes o se consolida una tendencia. “Se verifica el primer mes sin caída neta del empleo privado registrado en los principales aglomerados del país, tras siete meses consecutivos de contracción”, destacó la secretaría que conduce Julio Cordero.
Mientras, los que buscan empleo se encuentran con que son muchos los que compiten por el mismo puesto y sobreviven haciendo changas con familiares, con trabajos temporarios, descargándose apps para trabajar con ellas, vendiendo lo que tienen o con los fondos de lucha de sus gremios.
Entre las empresas que redujeron personal figura Volkswagen (VW). Uno de los afectados es Gustavo Cisneros, operarios de 53 años que debió acogerse en junio a un “retiro voluntario”, como se le llama formalmente. “Me dicen que la empresa necesita desvincular gente sí o sí, que yo estoy en la lista para desvincular y que si no acepto, no sabrían si podría permanecer. Te ofrecen cierta cantidad de dinero por retiro voluntario. Y si no te querés ir, es la mitad. A mí prácticamente me dijeron que agarre mis cosas. Yo ya había decidido que si me llamaban, me iba a ir porque no iba a aguantar esa presión después de ir a trabajar cada día y ver si entro o no entro”, apunta, en referencia al control automático en la entrada de la fábrica.
Ahora, a Cisneros se le hace cuesta arriba: “Yo tengo una edad que no me es difícil... Me he ido a anotar a varios lados, pero soy viejo ya para laburar, lamentablemente. Yo no tengo días buenos y hay días que no sé... me cuesta levantarme. No ando bien anímicamente”, cuenta Gustavo, cuyo padre también había perdido su trabajo a la misma edad en una fábrica, pero textil, en los 90. De momento busca comprar una camioneta para repartir mercadería que compran los usuarios de Mercado Libre. “Yo no tengo un oficio aparte. Uber no quiero ser, sé lo que es, fui remisero 30 años atrás. Prefiero una camioneta, pero tampoco es fácil comprarla, por la plata, porque están muy caminadas, deben patentes, no son los titulares (los que venden)...”, cuenta este operario, que se arrepiente de haber votado a Milei: “Yo no sé si éste despido es causa del Presidente, pero sí me arrepiento porque veo a mi alrededor que no están bien”.
Otro exoperario de VW que prefiere el anonimato cuenta que fue directamente despedido el mes pasado. “Mi situación de vida cambió un montón. Tengo dos hijos menores bajo mi tenencia. Tengo que vender cosas que tengo en casa para darles de comer. Estoy pasando un mal momento. No consigo trabajo. Hay gente que me ayuda hasta hoy, me da una mano”, relata el cesanteado.
María Celeste Iglesias, licenciada en comunicación de 46 años, fue despedida del Ministerio de Justicia en marzo pasado tras una larga trayectoria en producción editorial y audiovisual. “Cuando me despidieron estuve un mes sin reaccionar. Mi hermano necesitaba una persona que le llevara las cosas administrativas, la organización de la oficina, y arranqué en mayo. Obviamente estoy por debajo del salario que tenía y haciendo tareas por fuera de mi área profesional, pero tengo mayor flexibilidad de horarios. Desde marzo vengo enviando mi CV y al día de hoy no tuve ninguna chance de entrevista laboral. Yo ya estaba un grupo que se llama 'Por qué estudié ciencias sociales' y ahí circulan búsquedas de comunicación, trabajo social, consultoría. Es un grupo que se llenó de gente. Mucha gente hacía catarsis cuando la despidieron. Después me sumé a un grupo llamado 'Busco trabajo en comunicación', donde hay gente más chica con laburos en plataformas y producción de contenidos para redes sociales. Contacté a gente con la que había trabajado. También me manejé con avisos de LinkedIn, pero muchos postulamos al mismo puesto, muchos comentan que no reciben ninguna respuesta y el otro día una empresa comentó que estaba sobrepasada por la cantidad de curriculums recibidos. Es como tirar una botella al mar, es bastante frustrante porque no sabés cuál es el criterio para llegar a tener una entrevista, si estás en la plataforma correcta, o si es un tema del curriculum, la edad o si le pifiaste a la remuneración pretendida”; se desconcierta María Celeste.
Agustina Tomadin, de 32 años, fue cesanteada en marzo después de cinco años de trabajar en el área de comunicación y marketing de Plataforma 10, un portal de venta de pasajes de micros. “No hay mucha oferta laboral y la poca que hay ofrece condiciones salariales nefastas con sueldos bajísimos. Anteriormente recibía propuestas laborales por medio de LinkedIn, pero ahora está todo muerto”, lamenta.
La Secretaría de Derechos Humanos echó en julio a Maryline Joncquel, trabajadora social de 35 años, entre otros 28 empleados que se desempeñaban en espacios de memoria. “La gran mayoría fue reincorporada en agosto. Pero yo estoy con un pequeño trabajo en consultora informática de unos familiares. Me sumé en tareas de testing, que es una experiencia laboral que tenía de antes de ingresar al Estado. En julio hicimos diversas actividades con ATE (Asociación de Trabajadores del Estado) y organizaciones de derechos humanos para recaudar un fondo de lucha que se repartió en estos últimos dos meses a los que no pudimos ser reincorporados. Con eso pude sostenerme de alguna manera, sumado a algunos ahorros. Al principio no hice una búsqueda activa de trabajo porque estábamos abocados a la lucha por la reincorporación. Ya entrados en el tercer mes y viendo que el panorama es más difícil para pelear, empecé a armar mi CV para áreas de informática como testing y desarrollo de sitios web, donde me formé más personalmente, y para áreas de trabajo social y derechos humanos. Aplico a ofertas que aparecen en LinkedIn o a través de contactos que conocí en estos más de diez años de trabajo en el Estado y con otras instituciones. Todavía no conseguí nada fijo”, relata Maryline.
Ana Rabuñal, licenciada en artes combinadas, directora y productora audiovisual y doctoranda a sus 48 años, trabajó desde 2021 hasta la última Semana Santa en la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos, dependiente de Secretaría de Cultura. “Me despidieron vía mail sin firma de funcionario, informaron que no se renovaría contrato”, recuerda Ana, que además da clases una vez por semana en la Universidad de Buenos Aires (UBA). “Es un combo explosivo. Estoy buscando algún cargo docente a través del sistema de remanentes de CABA (ciudad de Buenos Aires), pero no sale nada en mi área. No tengo título de profesorado pero mis otros títulos me habilitan a dar algunas materias en nivel medio. También busco en otros lugares, lo que sea –dice–. No hay nada”.
AR/DTC
Les recordó que no son un “movimiento táctico” y les pidió sentarse en una mesa para pensar cómo volver a representar a los trabajadores. Retomó la centralidad en la oposición al confrontar con Milei; su protagonismo opaca el crecimiento de Kicillof.
Cristina Kirchner dedicó su discurso del viernes en Merlo a polarizar con Javier Milei, en un intento de resaltar su liderazgo en una oposición fragmentada. Por eso también aprovechó la ocasión para bajar un mensaje a los propios, levantar el ánimo de la militancia y volver a cuestionar el rol del sindicalismo por haber dejado de representar a la gran mayoría de los trabajadores.
En la Universidad Nacional del Oeste, donde fue distinguida con un doctorado Honoris Causa, la expresidenta dio una “clase magistral” bajo el título “sigue siendo la economía, estúpido”, el segundo capítulo de la discusión que inició con Milei hace una semana y otra vez aprovechó para insistir con algunos planteos hacia el interior de su fuerza política. Con una salvedad: esta vez habló del peronismo con un nosotros inclusivo para volver a poner sobre la mesa temas como el rol del Estado, la representación del sindicalismo y la necesidad de encarar una reforma educativa.
En su último documento, Cristina había remarcado que “el peronismo se desordenó cuando no advirtió la modificación de las relaciones laborales” y que “sólo el 40% de los trabajadores registrados en la actividad privada está sindicalizado”. La frase desató la reacción, entre otros, del titular de UPCN, Andrés Rodríguez; el secretario adjunto de Camioneros, Pablo Moyano; el secretario general de UOCRA, Gerardo Martínez, y el líder de Suteba, Roberto Baradel.
Un dirigente de la CTA, de buen vínculo con el Instituto Patria, admitió a elDiarioAR que el malestar se esparció en todo el arco sindical. “La tesis de Cristina es que el sindicalismo está disminuido en su capacidad de acción, pero hay 28 proyectos presentados en comisión para impedir la reelección en sindicatos, eliminar cuota sindical, prohibir que alguien con un proceso judicial en curso pueda tener un cargo, y la lista sigue”, afirmó y contradijo a la ex vicepresidenta al afirmar que “si efectivamente el sindicalismo estuviera reducido a la nada, como se desprende de lo que plantea Cristina, el Gobierno no perdería tiempo en generar protocolos y toda una andanada de iniciativas con las que busca desactivar el poder de fuego de los gremios”.
Cristina estuvo atenta a las reacciones y, lejos de echarse atrás, el viernes redobló la apuesta con más reclamos e instrucciones para la cúpula sindical. “Los que decían que nosotros éramos planeros y que perjudicábamos a los trabajadores en relación de dependencia. ¿Cuál es la tarea que tiene CGT ahora para mí? Exigir que inmediatamente los trabajadores en relación de dependencia del primer tramo cobren también, igualmente, que los trabajadores informales de la (Asignación Universal por Hijo (AUH). Esta es la primera tarea”, les demandó.
Desmintió que lo que cobran los receptores de la AUH cubra la canasta alimentaria y aseguró que la situación se agrava para los trabajadores en relación de dependencia del primer tramo, que tienen cubierto “solamente el 32%” de la canasta alimentaria. Confió en que la actualización a esos trabajadores “pueda ser planteado por la CGT, que no es un movimiento táctico… dejemos los movimientos tácticos”, chicaneó.
“Un párrafo de lo que pusimos en la carta fue leído como una imputación”, explicó sobre las reacciones que generó en el sindicalismo. “Tenemos la tasa de sindicalización más alta, pero no podemos ignorar que también tenemos un mundo de trabajadores informales que quedó sin representación y eso tiene un impacto en la política”, dijo e insistió: “Hay nuevas demandas. ¿Qué fue el peronismo? hacerse cargo de las nuevas demandas. No podemos quedar atados a las demandas del ‘45. Tenemos nuevas demandas”. “Nadie tiene que sentirse ofendido. Hay que sentarse en la mesa a cranear cómo hacemos para representar al conjunto de los trabajadores de la Argentina”, cerró.
Con el foco puesto en la Provincia
Cristina habló ante una platea bonaerense, al igual que lo hará Máximo Kirchner el próximo viernes, cuando tiene previsto un acto de La Cámpora en el estadio Atenas de La Plata. Con la elección de sus últimas apariciones, madre e hijo demuestran que siguen enfocados en la provincia de Buenos Aires, donde buscan preservar su caudal electoral y en medio de una dura interna con Axel Kicillof, quien quedó relegado con la actitud de Cristina de acaparar el protagonismo.
La expresidenta entiende que el peronismo en términos federales quedó reducido a cinco gobernadores, muy críticos de la gestión nacional, que buscan unir fuerzas y generar una estrategia compartida —por ahora ineficaz— para plantarse contra Milei. En ese contexto, su reaparición es interpretada por los distintos sectores internos como una muestra de voluntad para conducir.
Con una defensa histórica del peronismo, en un discurso en el que incluso habló de “gorilas” para dirigirse a la oposición, Cristina mandó una serie de directivas a los legisladores y militantes. “¿Qué hacer en este contexto?”, fue su pregunta retórica, a la que respondió: “Algo como lo que se hizo anoche (en referencia a la sesión del jueves en el Senado), cuando distintos partidos votaron la Ley de Financiamiento Educativo. La semana pasada, el sábado, los estudiantes recuperaron importantes centros de estudiantes de la UBA. Vaya mi felicitación a los compañeros y compañeras”, sostuvo en un guiño a La Cámpora, remarcando particularmente el triunfo histórico en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU). “Hay cuatro presidentas mujeres, me gusta mucho el tiempo de las mujeres”, siguió, en lo que podría interpretarse también como un guiño al futuro del PJ Nacional, donde se afianza la candidatura del riojano Ricardo Quintela, aunque también suena -por ahora con menos chances- el nombre de la catamarqueña Lucía Corpacci.
En un mensaje para envalentonar a la juventud, se refirió al revés en Diputados donde Milei logró bloquear el debate por la reforma jubilatoria: “La política no es una línea recta, hay marchas y contramarchas, lo importante es estar en marcha”. Y analizó respecto a esa victoria del oficialismo: “Creo además que tuvo un triunfo pírrico – a Néstor le gustaba mucho esa frase- porque esos cinco radicales, que se dieron vuelta porque les compraron el voto, pegaron a Milei con la casta. De la casta de la que él hablaba, es la casta con la que pudo joder a los jubilados”.
Con el tono de su discurso, Cristina ratificó algo que se dice en su entorno: está convencida de que el Gobierno no se cae ni está débil -como analizan algunos peronistas- sino que Milei logró instalar muchas de sus premisas, porque “creó una imagen de persona que sabe”. Una vez finalizado el acto se desató el operativo clamor, que siempre tiene su aval, de una militancia que alternaba sus cánticos entre “Cristina, presidenta” y “una más, y no jodemos más”.
LA/JJD
La expresidenta dio una clase magistral de economía en la Universidad Nacional del Oeste en la que respondió a la que dio el presidente la semana pasada en Mendoza.
La ex vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner reclamó hoy al presidente Javier Milei que “largue a Milton Friedman, largue la escuela austríaca, cace el manual argentino” y se siente a administrar.
Sostuvo también que hay “dos versiones” del ministro de Economía, Luis Caputo, al recordar el paso del funcionario por el gobierno de Mauricio Macri.
“Vienen dos versiones”, dijo la ex vicepresidenta sobre el ministro, al señalar que “Toto Caputo 1” fue el que durante la administración de Cambiemos tomó deuda por “100 mil millones de dólares” con un bono a “100 años” y luego promovió el acuerdo con el FMI para “poder financiar la fuga de capitales”.
Fernández de Kirchner criticó a Milei porque, dijo, “como no consiguió los dólares para la dolarización que había prometido, sueña con la competencia de monedas”.
Esto es, explicó la exmandataria al cuestionar el plan económico, que la clase media “saque los dólares que tiene encanutados” para pagar sus gastos corrientes y deudas y “remonetizar” Argentina.
También se refirió al reciente veto a la reforma jubilatoria: “Le compró el voto a cinco diputados radicales que se dieron vuelta, se alió con la casta para joder a los jubilados. La casta de la que él hablaba es la casta con la que pudo joder a los jubilados”.
La ex vicepresidenta habló además de la CGT y consideró que la “tarea” que tiene por delante es “pedir y exigir que los trabajadores en relación de dependencia del primer tramo cobren igualmente que los trabajadores informales de la Asignación Universal por Hijo (AUH)”. La exmandataria le reclamó a la central obrera “dejar los movimientos tácticos”.
Fernández de Kirchner le pidió al mandatario que deje de “engañar” a los “pibes” con el discurso de que Argentina hace 100 años era una potencia, y afirmó que el país en ese entonces era un “desastre”.
“Éramos un desastre hace 100 años. Si estábamos tan bien por qué te creés que vino el peronismo”, insistió la exmandataria, que antes había expuesto que “todos los países de la región están creciendo y nosotros vamos para atrás”.
La ex vicepresidenta criticó el plan económico del gobierno al advertir que “la gracia está en que la gente coma y que puedas administrar el Estado también” porque, dijo, el hecho de que “se mueran todos de hambre y a vos te sobre la plata es fantástico”.
“No pagando deudas, ahogando a provincias, no haciendo obras públicas ni hospitales... así cualquiera”, planteó la ex mandataria, que señaló que su gobierno “completó un ciclo del 2003 al 2008 de superávit fiscal con crecimiento e inclusión social”.
Por otra parte, reconoció a los senadores que en las últimas horas sancionaron la ley de actualización del presupuesto universitario, una medida sobre la que Milei ya anunció que aplicará un “veto total”.
Tras mandarle un “saludo” a esos legisladores, la expresidenta sostuvo desde Merlo, donde brindaba una clase sobre economía en la Universidad Nacional del Oeste, que “los que critican a las universidades del conurbano siempre han visto al país desde el helicóptero o por el espejo retrovisor y no han comprendido las realidades diversas y profundas que tiene el país”.
Respués recordó el voto adverso de su entonces vicepresidente Julio Cobos durante la sesión por la resolución 125 y se diferenció de la actual titular del Senado, Victoria Villarruel, al definirse como “una pinturita”.
“Después hablan de algunas vicepresidentas... yo, una pinturita”, ironizó Fernández de Kirchner al recordar el voto de Cobos en contra del Gobierno que integraba.
En otro tramo, atribuyó el triunfo electoral de Milei a un “fracaso de la educación argentina”. “Si la educación argentina hubiera podido llegar a todos los rincones, en historia y formación, estas cosas no podrían estar pasando, no podría venir un lunático a decirnos cosas que no sucedieron, que son mentira y que no existen”, planteó la ex mandataria.
También se refirió a la manera de expresarse del presidente. “Ver a un presidente recurrir todo el tiempo a 'les vamos a dejar como mandriles' o 'compren vaselina', un gesto fálico que hizo en Mendoza. La palabra de un presidente es muy importante”.
“Vivimos en un país donde un niño ha desaparecido hace 90 días y se presume que ha sido por tráfico sexual, tenemos un diputado que fue detenido por material de abuso infantil. 'Niños envaselinados' no pueden ser palabras que un presidente pronuncie. La palabra de un presidente tiene que ser sanadora, no violenta”.
CRM con información de la agencia NA
A veces, cuentan sus compañeros de combate, estaban recibiendo fuego de artillería y Salinger se mantenía en un costado, escribiendo. Poder escribir lo mantenía vivo. Eso y la pura suerte: ahora sí, ahora no.
La guerra tiene demasiado sentido, por eso no se puede filmar. Se pelea por recursos naturales, por religión, por el deseo de exterminar lo diferente. Una familia puede ser un pelotón siniestro de fusilamiento, el árbol genealógico que crece en medio del dolor más profundo. El sentido pasado de rosca impide la experiencia: conviene no hablar. Podés meter una cámara en el casco de cada uno de los actores, o filmar con cámaras submarinas y tratar de capturar un desembarco y que todo quede como una disciplina olímpica para ver sentados, en el horario central del noticiero.
Hay una foto genial de J. D. Salinger en medio de la tropa de su regimiento –el 12 de infantería– poco después del día D. En la mochila que carga, lleva la máquina de escribir. A veces, cuentan sus compañeros de combate, estaban recibiendo fuego de artillería y Salinger se mantenía en un costado, escribiendo. Desde que habían desembarcado en el Día D, lo cotidiano era estar bajo fuego o saltando entre minas y fuego de mortero. Salinger escribía partes de lo que iba a ser El guardián entre el centeno y cuando llegaba a algún lugar donde podía enviar la correspondencia, despachaba sus relatos a las revistas satinadas americanas que tenían un gran tiraje. Poder escribir lo mantenía vivo. Eso y la pura suerte: ahora sí, ahora no.
Gran parte de la obra de Salinger es un fresco de la guerra –sus primeros relatos, que después impidió que se republicaran– donde narra a los soldados despidiéndose de sus familiares, los relatos de contienda y los relatos posteriores, los del estrés post traumático: Un día perfecto para el pez banana o el genial Para Esmé, con amor y sordidez. Es increíble que un escritor que iba a ser emblema de la contracultura americana fuera, mientras duró la Segunda Guerra Mundial, un miembro del contraespionaje americano, un afilado instructor del Servicio Secreto.
Como miembro del Cuarto Cuerpo de Contraespionaje, Salinger tenía que desembarcar en la playa de Utah en la primera oleada de las 6 y 30 de la mañana, pero según todos sus biógrafos –French, Hamilton, Slawenski– el escritor desembarcó en la segunda oleada, diez minutos más tarde y eso, en principio, lo salvó de una masacre, ya que las corrientes del canal lo habían alejado de las fortificaciones alemanas que los esperaban en la playa. El regimiento de Salinger fue el que más avanzó en territorio ocupado por el enemigo. Y participó de la batalla de Cherburgo que, según los historiadores, fue terrible. Una vez que el regimiento hizo pie y logró tomar el sitio, Salinger tuvo que interrogar a los civiles y a los prisioneros de guerra para conseguir información útil para su comando. Según contó en una carta: no dormían y estaban bajo los efectos de las pastillas, la ansiedad, el terror y la adrenalina de que no te mataran.
En las cartas que Salinger enviaba a su familia, contaba que no recordaba ciertas partes de lo que le había sucedido mientras peleaba. Había logrado, para sobrevivir, desconectarse de los hechos, vivir en su imaginación hablando con la futura familia Glass, sostener una forma fría de comportarse. Según le dijo a un amigo cuando pasó la guerra, él se juró no hablar nunca más de eso. Salinger entró en París cuando la ciudad se rindió a las fuerzas aliadas. Y, como relata John Keenan –uno de sus grandes amigos de la guerra y compañero del jeep que los transportaba– Salinger fue designado para localizar colaboradores de los nazis entre los franceses. Siempre según Keenan, acababan de capturar a uno cuando una multitud corrió hacia ellos y se los sacó de las manos y lo mató a golpes. Salinger y Keenan no quisieron disparar sobre la gente y se quedaron fríos, mirando. “No podíamos hacer nada”, dijo Keenan. Y aunque la guerra estaba técnicamente terminada, Salinger y su batallón no sabían que iban a enfrentar todavía lo peor, la batalla del bosque de Hürtgen, un bosque sombrío de árboles altísimos, casi pegados uno al lado del otro donde estuvieron dos meses tratando de aniquilar a un regimiento alemán que resistía. Muchos de los compañeros de Salinger murieron de frío en las trincheras, con los pies mojados por el agua empantanada. “A mí me salvó que mi madre me mandaba medias de lana que ella tejía y pude tener los pies más o menos secos”, dijo después.
Cuando regresó a casa, Salinger se volvió adicto a cualquier tipo de disciplina espiritual que lo pudiera aislar del colapso nervioso con el que terminó la guerra. La última parte de su obra publicada sobre la familia Glass –su hijo Matthew dice que está clasificando los relatos que su padre dejó inéditos– es un manual de autoayuda para lograr transmitirle a los americanos civiles las bondades de la religión oriental. Para eso creó a los Glass, una familia de niños sabios infumables. Como Franny, Salinger trataba de sincronizar los latidos de su corazón con la oración de Jesús, para que se hicieran uno. Latió hasta los noventa años.
FC/DTC
La poeta y ensayista habla de su libro 'Susan Sontag' y aplica sus ideas al análisis de la actualidad. Asegura que no hay que estereotipar a los jóvenes libertarios y que hay que salir a la presencialidad para completar la formación académica.
Melina Alexia Varnavoglou es poeta y ensayista. Escribe en FILOSOFÍA&CO, un portal que depende de la editorial española Herder y acaba de publicar en ese mismo sello un libro que se titula Susan Sontag. Además, conduce y produce el programa FMI, Una Filosofía Muy Interesante, que se transmite por el canal de streaming Somos Yeite.
—Leíste toda la obra de Susan Sontag. Sus libros, sus diarios, las biografías, las películas. ¿Qué es lo que te interesa rescatar hoy a 20 años de su muerte en un momento en que los intelectuales quizá no tienen la autoridad que tuvieron en algún momento o la influencia que tuvieron en el pasado?
—Me encanta la pregunta, porque eso es un poco lo que me interesa que la gente se pregunte con el libro. No solamente es la idea de divulgar la filosofía de Sontag o popularizar su figura. En los 70 justamente era un momento donde básicamente el activismo político y la intelectualidad en el mundo, sobre todo en Estados Unidos, pero también en Argentina, leía mucho a Sontag, un poco buscando una referencia justamente de una intelectual que pensaba la política, la estética de forma sistemática. Primero, eso, rescatarla como figura intelectual. Es una figura intelectual que yo admiro y que creo que tendremos que ver cómo transponerla hoy. Yo no sé si hay una figura intelectual así, que tiene que ver no solo con hacer columnas sobre películas o sobre arte y etcétera, como hacía Sontag, sino ese periodismo cultural ponerlo al servicio también de una visión filosófica y política como tenía Sontag. Hay varias cosas de Sontag para rescatar o varios aspectos en los cuales Sontag, por así decir, la vio. Puedo enumerar algunos. El que más me interesa rescatar, que es un poco por el primero que yo y muches entramos es el concepto de la interpretación. Contra la interpretación, que es uno de los primeros textos gracias a los cuales ella empieza a ser más leída, que es el 69 y creo que es un concepto que es medio medular de su obra en el sentido de que lo que dice es: hay un exceso de interpretación ante lo que sea. Ante la obra de arte, ante la psicología. Critica bastante a Freud porque, un poco lo que cuento en el libro, es un poco parte de su biografía, la vinculo con su obra, en el sentido de que ella se crió intelectualmente, en principio, con su marido, Philip Rieff, en una cátedra donde daban Freud y ella, de hecho, el primer libro que escribe es Freud, memorias de un inmoralista, que es un libro que ella le escribe a él y él lo pone con su nombre y todo, pero eso es un plagio absoluto. Y después Rieff va y le manda un ejemplar y le dice: ¿Vos sabés cuán importante sos vos para este libro? Entonces, ahí empieza su enemistad con todo lo que tenga que ver con pensar que hay un contenido manifiesto y un contenido oculto, por así decir. ¿Y por qué me parece interesante traerlo ahora este aspecto? Hay un montón más, sí, pero porque daría la sensación de que ahora todo el tiempo tenemos que interpretar y tener una opinión sobre las cosas antes de hacer experiencia de las cosas. Y pasa con todo. Pasa con las imágenes, pasa con las noticias. Digo, ya es como si todo ya lo supiéramos de algún modo.
—Está exacerbado, ¿no? Es el reino de la interpretación o la dictadura de la opinión, ¿no?
—Sí, sí, es como que tampoco da mucho lugar a la incertidumbre y esto que para mí motoriza el conocimiento, es una de las bases de la filosofía, que es el no saber, la capacidad de asombrarse y la capacidad, que es la base de la estética, la aisthesis, que ella dice: Lo que importa ahora es recuperar nuestros sentidos ante la desensibilización del arte, básicamente, donde hay una carga de contenido interpretativo. Ella hablaba en particular del surgimiento de la crítica de arte, la crítica literaria y demás. Pero, bueno, estamos quizás en un momento donde también se produce un montón de contenido, diríamos ahora, y uno pareciera que ya vio la película porque ya vio el tráiler, que uno leyó la noticia porque vio el clipping. Va un poco ahí, me parece.
—La definís como una influencer primigenia en el libro. Pensando un poco, justamente en el lugar que hoy ocupan los influencers, ¿qué tenía Sontag que iba a contramano de este tiempo de influencers?
—Por un lado, porque ella era muy consciente —un poco lo que yo digo— de que ella era su propio dispositivo o su propio medio de comunicación, podríamos decir.
—Te interrumpo. Eso dice (Jorge) Asís de sí mismo. Vos estuviste en la presentación a 50 años de la publicación de Los Reventados. Asís es un intelectual, un escritor, un novelista, un periodista que un poco dice eso de sí mismo, que él es su propio dispositivo, con su blog, con su cuenta de Twitter. No necesita de nada más, dice.
—Es verdad y en la presentación del libro de Asís, y tanto como me pasó a mí con Sontag, que, bueno, yo ahí contaba que tuve una infancia full menemista, donde en mi casa no había ni un libro... Había libros típicamente menemistas como Deepak Chopra, ese tipo, Gente tóxica, Tus zonas erróneas, los conocerán. Pero de repente había un libro de Asís. Y así fue como como llegué a Asís, por ejemplo, que fue ingresar a la literatura, a la política. Eso fue importante porque Asís era masivo. Si no, no hubiese llegado a una casa de gente que no era culta, por así decir, Y yo llegué a Sontag en el Parque Rivadavia. Lo cuento al principio. Mi viejo me llevaba a ver ropa y yo de repente vi la tapa, la vi a ella en la tapa. Entonces a mí me cautivó su imagen. Y ese título que era provocativo, Contra la interpretación. Y yo de chica, como creo que pasa siempre, quería interpretar todo. Entonces era: ¿cómo contra la interpretación? Entonces, bueno, la construcción de imagen para mí de la figura intelectual es importante. Pero yo siento que ahora se piensa más en la imagen como cosa subsidiaria del pensamiento y yo creo que justo en estos dos ejemplos es al revés: como yo quiero que mi pensamiento llegue, tengo que construir una imagen. Yo creo que hay gente que solo quiere construir la imagen por la imagen misma.
—Bueno, el otro ensayo es sobre la fotografía, que, un poco, se trata de eso. El reinado de la imagen. También un poco la imagen como reemplazo de la experiencia, en alguna medida.
—Ese texto es súper importante. Quizás es el texto que más se lee, se lee en las carreras de cine, de visuales y demás. Y ahí también tiene que ver con esto de la desensibilización, porque ella dice: ok, las imágenes o el surgimiento del fotoperiodismo y demás es súper importante como testimonio. Ella dice que la fotografía es una forma de agresión. Porque, claro, por un lado genera impacto y sensibiliza. Pero llega un momento donde pasa un poco esta misma operación. Yo creo que por ver la imagen estoy participando del conflicto. Habla de las imágenes de la cárcel de Abu Ghraib en Irak y yo creo que diría lo mismo de las imágenes que circulan constantemente del genocidio en Gaza. Las vemos y las vemos y ya es tan abyecto todo que nos desensibiliza.
—O de la represión a los jubilados en la Argentina.
—Mañana (NdR: se refiere al miércoles pasado) en lugar de mirar la tele, ¿por qué no vamos? Nos acercamos a las 15:00 de la tarde, ahí al Congreso.
—Repasás el paso de Sontag por distintas universidades de todo el mundo: Berkeley, Chicago, Harvard, Oxford, La Sorbona. Y decís: si se hubiera quedado en la universidad, no hubiera sido la que llegó a ser. Y lo importante que fue para ella la bohemia en Nueva York. ¿Cuál es el ámbito alternativo hoy, en este aquí y ahora, que completa las nuevas generaciones? Más allá de la academia, más allá de la universidad, de los lugares donde supuestamente vamos a aprender. ¿De donde te podés nutrir para completarte, enriquecerte o mirar desde otro lugar?
—Es lo que me pregunto todos los días, básicamente, haciendo el programa. Por un lado es difícil tener un discurso anti-académico o antiintelectualista hoy, porque me parece que justamente lo que tenemos enfrente es una avanzada antiintelectual y anti-académica, anti-educación pública. Entonces para mí hay que defenderlo. Es importante que se pueda acceder a la universidad, que la filosofía, el pensamiento, la literatura se pueda ejercer en un ámbito, digamos, de educación formal. Pero es cierto que aquella formación que adquirimos ahí muchas veces desborda nuestros intereses. Y creo que era el caso de Sontag, o es mi caso o es el caso de muchos. Ella tiene una frase que es una una reversión de una frase de Ginsberg que dice: He visto a las peores mentes de mi generación arruinadas por la academia. Bueno, con todo el bemol que acabo de decir con respecto a la academia, creo que el ejercicio de la filosofía es algo muy divertido. O sea, básicamente se basa en la disputa, en el diálogo con el otro que no está de acuerdo, en convencer al otro. Y eso ocurre en la universidad. Pero la clase empieza y termina. A veces es más interesante lo que pasa fuera del aula. Y por fuera de la universidad también me parece que lo importante es encontrar formas de conectar básicamente con... Porque no es con quien no tuvo acceso y por lo tanto bajamos el conocimiento a otros como si nosotros lo tuviéramos. Si no es tratar de conectar con todo aquello que no es lo que nosotros estamos acostumbrados a estudiar. Ok, yo soy especialista en Platón, pero, ¿puedo explicarle Platón a alguien que por primera vez lo lee? ¿Puedo explicar cuál es el dilema de la muerte en el Fedón? Porque se puede explicar claramente. Yo creo que se puede explicar. Porque son cuestiones fundamentales sobre las que todos tenemos algún tipo de interés. Y en el caso de Sontag también tiene que ver con el arte, porque claramente ella puede leer un montón de ensayo sobre arte, pero ella tenía que ir a las muestras de arte, a las películas nuevas que se daban, a las marchas. También en la presentación, Luisa Valenzuela contaba que la conoció precisamente en una marcha. Entonces es un poco escribir como uno dice que debe vivir. También veo mucha impostura ahora mismo como intelectual. De decir, tipo, nos autocriticamos y decimos: nadie está yendo a las marchas y nadie está comprometiéndose políticamente. Y es como, no sé, básicamente educar con el ejemplo. Me parece que es importante.
—Te quiero preguntar por el programa que hacés en Yeite, un programa que se llama Una filosofía muy interesante. Le debe su nombre a Patricia Bullrich, la ministra de Seguridad. FMI, una filosofía muy interesante. Y vos decís que la batalla filosófica hoy es crucial y el humor político es una herramienta. Las dos cosas están en el programa: el humor político, la filosofía como campo de disputa. ¿Por qué pensás que pasa por ahí hoy la batalla filosófica discursiva?
—La frase estaba ahí en bandeja para que alguien hiciera un programa de filosofía.
—Frase de Bullrich en campaña, ¿no?
—Sí. De hecho, en el primer programa que está disponible para ver, puse el audio de de Pato y hice como una especie de exégesis de lo que ella quiso decir con la filosofía muy interesante. Y un poco la respuesta de todo el programa es entender qué quiso decir Patricia Bullrich con una filosofía muy interesante, que es una filosofía centrada en el ser humano que atañe a su bienestar, su educación. Dice una serie de cosas que uno podría pensar, bueno, pensemos en las preocupaciones del ser humano. Tiene que ver un poco con la anterior pregunta, que es cómo hacemos para correr los límites de aquellos que no están de acuerdo con nosotros. Porque siento que ese es el problema que tenemos, sin dejar de ser nosotros mismos. También escuchaba a un filósofo, a Diego Sztulwark, que decía: tenemos que ser cada vez nosotros más nosotros mismos, tenemos que defender nuestro vocabulario, nuestros autores, nuestros conceptos. O sea, a mí no me gusta la idea de tener que moderar el discurso para convencer al otro. Al contrario, yo te voy a a dar algo radical, algo absurdo, a mostrarte en vivo, no sé, imágenes de holocausto, represión a jubilados. El otro día vino Osvaldo Baigorria a conversar sobre el ocio y vimos imágenes de la huelga de los crotos en Mar del Plata. Son materiales que por ahí salen un poco del radar que sirven para conectar con ciertos conceptos filosóficos.
—Va a contramano de la idea de lo que yo lo llamo el imperativo de centro. Durante muchos años se habló de la necesidad de un consenso y uno puede decir Milei es el fracaso del progresismo, es el fracaso del peronismo, es el fracaso del kirchnerismo, pero también es el fracaso del centro, que era la alternativa que se proponía para dejar atrás al kirchnerismo. Después de Macri no vino un Larreta, vino un Milei. Vino algo más radical en esa cepa de la derecha.
—Por eso. Frente a eso, me parece que la estrategia política, comunicacional, estética tiene que ver con eso, con hacerle ole al centro y tratar de construir una enemistad, que es otra cosa que también vienen hablando muchos intelectuales. Santucho creo que lo trae siempre esto de la enemistad. Che, ellos nos odian. Igual no digo odiar al joven libertario, sobre todo, porque también esto de la batalla filosófica viene por esto. Yo me sorprendí con la cantidad de discusión filosófica que hay entre los libertarios, entre los jóvenes libertarios, entre los foros de debate, de filosofía libertaria en particular. Porque no ha salido de un repollo esto de que de repente tengamos un presidente que habla de la escuela austríaca, que es algo completamente perimido, de Von Mises, de Murray, etcétera, y que le pone esos nombres a sus perros. De hecho, en el programa yo tengo mi bastón presidencial con las cinco perras de la filosofía. Una es Sontag. Otra, Simone Weil, Silvia Federici. En fin. Pero esto viene de años y años, de un movimiento, yo no sé si espontáneo, pero son chicos que estaban buscando justamente algo, un tipo de pensamiento radical, sobre sí mismos. O sea, por algún motivo les resulta más atractivo eso. Empalma mucho con la generación sin futuro y todo lo que podemos hablar de eso. Pero realmente empalma con cierto horizonte generacional la filosofía liberal libertaria que apela al individualismo, apela a la supervivencia por uno mismo. Sálvese quien pueda, ganar plata. No está ese espíritu comunitario en las generaciones anteriores. Eso es lo que a mí me preocupa. ¿Cómo hacemos para mostrar que la filosofía sí se hace con otros? No es algo que vos leés para llenarte de odio, luchar contra los demás. Me encontré con eso y dije :bueno, hay que dar la batalla filosófica a esto.
—Hay una de las entrevistas que hiciste con Damián Guiñazú, que ahí hablaron un poquito sobre esto de los votantes de Milei y el error de la división buenos y malos. Ellos son los malos. Nosotros somos los buenos. Y él dice: Hay que tener 17 años y votar a Massa. ¿Cuáles son los puntos de contacto que ves con esos jóvenes, con esa generación que encontró en Milei un punto de fuga o se sintió identificada para poder pensar en una cosa distinta más adelante que los incluya?
—Es que ese es el tema. Hay oyentes libertarios del programa, por ejemplo. Porque una vez hice un un reel, cuando fue lo de Loan, que sigue siendo porque todavía no sabemos qué pasó, hice un programa dedicado a niñez. Vamos a hacer uno dedicado a vejez y vamos a hablar de todo el tema del veto y jubilados pronto. Pero, bueno, a raíz de que hablé de la venta de niños en la filosofía libertaria, me empezaron a escribir algunos libertarios. De hecho, un día entré al canal y alguien me dijo: Eh, hablaste de Murray, ¡qué bien! Y yo no entendía si era irónico o si era en serio. Pero es increíble que uno pone hashtag libertario y al toque vienen como un cardumen a ver tu contenido y eso no pasa de nuestro lado. Entonces me pregunto un poco por qué ellos están tan atentos a lo que se dice de sí mismos, o sea, y lo defienden y lo disputan. Y si te tienen que trolear lo hacen, pero por suerte son todos muy respetuosos.
—En tu caso.
—Sí, sí, hablamos un montón. Pero, bueno, quizás la pregunta de la generación de por qué la filosofía liberal, libertaria y en particular Milei.... Primero, a algunos no les gusta Milei. Como que les gusta la filosofía libertaria, pero creen que Milei ha desviado el proyecto, por así decir. Algunos son anarco-capitalistas. Entonces no les gusta directamente que Milei se haya presentado a elecciones. En fin, hay todo un espectro. El punto es que no son todos lo mismo y no todos son homofóbicos, no todos son conservadores. El tema es que hay que humanizar a esos chicos. Y darles primero escucha y después discusión, porque si no, es como lo mismo, es como que sobreinterpretamos lo que ya son y se arma un estereotipo, que es algo que decía también Sontag. Con la interpretación o la metáfora se arma un estereotipo moral de esa persona. La única manera de desactivar esa operación es hablar concretamente con ellos. Y hay un programa en particular donde esto se habló mucho, que es el de contracultura que hicimos con Mariposa Trash, que es una performer de esa edad, de 23 años. Ella contaba, por ejemplo, que ella es venezolana, vino a Argentina, su familia era antichavista, vino acá y al principio, durante el kirchnerismo y demás, había tenido un montón de amigos que militaban y de repente, después de la pandemia, dejaron de militar. Hablamos de la generación de más o menos 20 años. Y ella decía: si vos entraste a la pandemia cuando tenías 20 años y lo único que viviste fue la última etapa del kirchnerismo y el macrismo, ¿por qué votarías a Massa? No hay motivo.
—El progresismo como statu quo conservador que es rechazado. Eso está en el libro Está entre nosotros de Pablo Semán. Ese título no me gusta. Creo que el libro tiene muchas cosas interesantes, pero la idea del progresismo como un statu quo conservador es algo que plantea, por ejemplo, Melina Vázquez, que es una de las de las autoras del libro. Pero justamente lo ven así muchos pibes a lo que era el peronismo del gobierno del Frente de Todos. A esos últimos años. Como algo conservador, chato.
—Sí, pero, como te digo también, tampoco hay que dejar de ser quiénes somos, porque ahora también hay toda una deriva que consiste en pegarle al progresismo por derecha y todos los Morenos, los niños de Moreno. Porque también es trágico que los únicos que estén pudiendo discutir con los libertarios sean los peronistas de derecha. Eso sí es uno de los capítulos de la caída del progresismo. Pero hay que generar algo. No sé, no tengo ninguna respuesta. Pero yo creo que el espíritu comunitario y el espíritu de hacer cosas contra la norma existe. Existe la contracultura. Existe en hacer cosas locas por streaming, que es un formato que nos permite hacer de todo. Existen, no sé, en generar espacios para bandas, para lugares de encuentro.
—Te escuché hablar de las generaciones post-literarias. ¿Cómo se llega a esas generaciones hoy? ¿Cómo haces para interpelarlas?
—Va un poco por ahí. Yo siempre en el streaming recomiendo libros.
—Citan textos, leen textos en el programa.
—Un poco desde mi lugar hago eso. Y trato también de hacer un laburo con las editoriales, las editoriales también nos mandan libros. Pero además hay un vínculo con los editores, porque ellos después difunden, usan el material, etcétera. Es un tema, ¿no? Porque, por ejemplo, yo llegué a Sontag porque iba a la feria de libros del Parque Rivadavia. Hoy si yo tuviera la edad que yo tenía cuando la descubrí a Sontag, me hubiese llegado por un reel, quizás, no sé. Hay maneras de llegar a los libros que quizás no son tan directas como antes. Yo fui librera muchos años. Casi de los 20 a los 30. Y vi pasar de todo. Y la verdad que la cultura libresca de nuestro país es enorme y yo creo que se va trasvasando. El tema es que ahora también está muy caro, es casi un objeto de deleite el libro. Pero sí es fundamental por esto que decía de los espacios de encuentro, porque no es lo mismo si yo te veo en el celular viendo un reel de Sontag, que si yo estoy en una plaza y veo que alguien tiene un libro. Es distinto si veo que dos personas están compartiendo un libro y me da curiosidad y digo ¿qué es? Pero para eso es importante pasar a la presencialidad, por empezar.
—Hay una frase que rescatás en el libro de Renacida, diarios tempranos de Sontag. Dice Sontag: Me importa un comino la acumulación de datos de cualquiera, salvo en la medida en que sea un reflejo de la sensibilidad que exijo. ¿Qué pasa hoy con con esa sensibilidad, con los nuevos modos de sensibilidad? ¿Dónde se construyen? ¿Dónde se incuban?
—Está buenísima esa frase. Los diarios de ella son también lucidísimos. Esa famosa frase también de Sontag que dice “antes que una hermenéutica del arte, necesitamos una erótica del arte”, se aplica a todo. Por ejemplo, en La enfermedad y sus metáforas, que para mí es otro de los textos clave junto con El sida y sus metáforas, ella habla de cómo la metáfora, lejos de ser inocente, lo que hace es construir un estereotipo moral. Por ejemplo, el cáncer era el sinónimo de la muerte. Porque no se sabían las curas para el cáncer en ese momento. Pero el punto es que eso es lo que obstruye que se avance en el conocimiento científico con respecto al cáncer. Todo esa, toda esa nube de data y de sobreinformación y demás que nos genera esta sensación de ya saber. Como si ya supiéramos todo y entonces no hubiese necesidad de buscar la verdad, de buscar la ciencia, de buscar el amor siquiera. O sea, es como también pasa en las apps, que ya pareciera que yo conozco a la persona y no es así. O sea, tenés que entrar en contacto con la experiencia y ver qué te dice la gestualidad del otro. Y lo mismo con las obras de arte y lo mismo creo con la política. Porque esta situación que nos está desensibilizando también, que es que por un lado vemos datos alarmantes de cómo sube la inflación, pero a veces decís: ¿y qué hago con el dato? ¿Cómo veo concretamente? Yo creo que en este momento no quisiera que nos convirtamos en meros espectadores de la política y de cómo el arte se va derechizando y de cómo el periodismo se va volviendo cada vez más banal, menemista y demás. Porque si no, nos quedamos en nuestro lugar criticando eso y ella habla de construir una nueva sensibilidad. Ya lo decía en los 70, ahora por ahí sea un poco más difícil.
—Hacés mucho el link Milei-menemismo. ¿Cómo lo recordás? ¿Ves en Milei una revancha del menemismo, un revival?
—No, creo que es algo peor, mucho peor, con la consciencia que yo tenía del menemismo en esos años. Yo creo que es peor, porque, ponele, mis papás eran personas sin formación política. Porque Menem era peronista, pero les encantaba a los gorilas. ¿Podemos coincidir en eso? En cambio, Milei es radicalmente antiperonista y apela a los gorilas. Pero también apela a todo el sector despolitizado. Entonces tiene las dos cosas: tiene la apatía y tiene el odio.
—Tiene una base que popular, que lo emparenta con el peronismo.
—¿Cómo?
—Tiene sectores bajos que lo votan, trabajadores precarios...
—¿Que lo emparenta con el peronismo socialmente?
—Con su base histórica.
—Bueno, pero Baigorria contaba el otro día que él hizo toda una vida hizo recorridas como hacemos muchos de olla popular en la calle y que había gente que vivía en la calle que odiaba al peronismo y que no se quería dar la vacuna porque era peronista y que tenía carteles de Milei. No sé cómo llegamos a eso, a la raigambre popular de Milei. Yo creo que es por descuido de un proyecto popular, porque en sí Milei no representa lo popular
—Representa otros intereses.
—Odia a los pobres. Odia a los jubilados, odia a los niños.
—Tiene votos de los que podrían ser sus víctimas.
—Eso es lo que me parece muy perverso
Entrevista realizada por Diego Genoud en su programa Fuera de Tiempo (Radio Con Vos).
DG/CRM